miércoles, 17 de febrero de 2016

Terrorismo: ¿Cerrar filas y no pensar?


Por Rafael Poch

“Explicar ya es un poco disculpar”, ha dicho Manuel Valls en el debate político sobre los atentados yihadistas sufridos en Francia en 2015. La frase contiene toda una ruptura con la filosofía de la ilustración y retrata muy bien a toda una legión de politicos fallidos que empujan a Europa hacia el desastre de la “guerra contra el terrorismo”.

“Para estos enemigos que atacan a sus compatriotas, que rompen el contrato que nos une, no puede haber explicación que valga, porque explicar ya es un poco querer disculpar. ¡Nada puede explicar que se mate en terrazas de bares! ¡Nada puede explicar que se mate en una sala de concierto! ¡Nada puede explicar que se mate a periodistas y policías! ¡Y nada puede explicar que se mate a judíos! ¡Nada podrá explicarlo nunca!”

“Negarse a explicar un acto, no querer juzgarlo más que por su gravedad, es el espíritu de la justicia que dominaba en el mundo de antes”, dice en París el periodista Hervé Kempf. El mundo anterior a Beccaria, Voltaire o Diderot.

Ignorando la primitiva máxima del primer ministro francés, el Institute for Economics & Peace de Sydney, ha elaborado un estudio titulado Global Terrorism Index 2015. En el se muestra, entre otras cosas que:

- El terrorismo va ciertamente en aumento. En 2014 sus muertes se cifraron en 32.685, nueve veces más que en el año 2000.

- La actividad terrorista está muy concentrada. Cinco países responden del 78% de las muertes: Iraq, Nigeria, Afganistán, Paquistán y Siria.

- Desde el año 2000 solo el 0,5% de las muertes por terrorismo registradas han tenido lugar en Occidente. Si se incluye el atentado del 11-S neoyorkino, el porcentaje se incrementa hasta el 2,6%.

- Durante los últimos nueve años, la principal causa de terrorismo en Occidente no ha sido el terrorismo islámico. El 80% de las muertes a cargo de terroristas individuales en Occidente han sido obra de ultraderechistas, nacionalistas, del “extremismo político antigubernamental” y de “otras formas de supremacismo”.

- La actividad terrorista está relacionada con la violencia política: el 92% de los ataques terroristas efectuados entre 1989 y 2014 ocurrieron en países en los que la violencia política del gobierno era generalizada.

Pese a su dramatismo y gravedad, el terrorismo sufrido en Francia en 2015, con 149 muertos registrados en París, no solo no destaca en el contexto internacional, sino que está muy por debajo de lo que se vivió en Europa en los años setenta y ochenta, como consecuencia de la actividad del IRA, de los grupos y tramas negras italianas conectadas a la CIA-OTAN, del atentado contra el boeing de Lockerbie (imputado a Libia, pero probablemente respuesta iraní al anterior derribo de otro avión de pasajeros por el ejército de Estados Unidos), etc. etc.

En 1972, 1974, 1980 y 1988, por ejemplo, el terrorismo ocasionó en Europa Occidental más de 400 muertos anuales, es decir más del doble de lo visto en este año verdaderamente terrible de París.

Más del 60% de los muertos por terrorismo registrados en todo el mundo en 2014 lo fueron en siete países en los que se produce una intervención militar occidental, directa o indirecta: Iraq, Afganistán, Paquistán, Siria, Somalía, Ucrania y Yemen. En los cuatro países que presentan la situación más grave, esa intervención dio logar a una devastación en toda regla que empeoró la situación anterior a la injerencia occidental: Afganistán (14 años de guerra, sin mejora en condiciones de vida y la misma presencia talibán) Iraq (12 años de guerra, nacimiento del Estado islámico, desmembración del país en tres partes, situación peor que con Sadam Hussein) Siria (4 años de guerra, desmembración, situación peor que antes de la rebelión) y Libia (4 años de caos, partición en tres sectores, enraizamiento del Estado Islámico, situación peor que con Gadafi).

La "guerra contra el terrorismo“ ha sido el invento propagandístico más eficaz desde el fin de la guerra fría, dice el investigador alemán Imad Mustafá. El miedo y la narrativa de la “guerra contra el terrorismo” sirven para justificar medidas de seguridad y endurecimiento interno, acordes con los desmontes socioeconómicos del Estado social que sostuvo el consenso después de la Segunda Guerra Mundial en los principales países de Europa Occidental. De puertas afuera sirven para justificar las guerras neocoloniales en Oriente Medio, que por sus recursos es una de las regiones estratégicamente más importantes del mundo.

“Occidente es parte del terrorismo porque suministra armas y mantiene guerras petroleras y gasísticas en Oriente Medio”, dice con su acostumbrada claridad, Oskar Lafontaine.

“Hasta que los Obama, Merkel, Hollande y demás políticos occidentales entiendan que las madres de Iraq, Afganistán, Siria, Yemen y de todas partes donde la comunidad de valores occidental mantiene guerras, lloran junto a sus hijos igual que las madres en París, no se podrá luchar contra el terrorismo”. “Los criminales de guerra y terroristas Bush y Blair, siguen sin comparecer ante el tribunal internacional de justicia. Sin embargo, la ley antiterrorista alemana dice que hay que fichar como terroristas a las “personas que emplean violencia de forma ilegal como medio para la consecución de intereses políticos o religiosos”.

Se comprenden los gritos de los firmes políticos europeos que siembran el caos dentro y fuera de sus países: intentar comprender este cuadro solo puede ser desestabilizador para ellos y lo que representan. Por eso llaman a cerrar filas y a no pensar.

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