lunes, 31 de agosto de 2020

“Ninguna sociedad puede construirse sobre la base del olvido y la impunidad”

Defensores en Línea

Por Giorgio Trucchi l Rel UITA

Imagen: Cofadeh -Rel UITA

En el marco de las actividades del Día Nacional del Detenido Desaparecido en Honduras y el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, este 24 de agosto Cofadeh, OACNUDH y Rel UITA organizaron el foro virtual “Desaparición Forzada en Honduras”.

No se puede considerar la desaparición forzada como algo del pasado, ni pretender seguir adelante mientras hay familias cuyas vidas han sido marcadas para siempre por la falta de verdad y justicia.

En Honduras se calcula que 184 personas fueron desaparecidas durante la década de los 80. Organizaciones internacionales aseguran que hasta podrían ser más de 200.

Para Cofadeh1, estos datos sólo son la punta del iceberg de una tragedia que aún clama justicia.

La última década en Honduras ha sido marcada por el golpe del 2009 y la instalación de gobiernos continuadores del golpe. Durante ese período se han registrado varios casos de desaparición forzada que han quedado en la absoluta impunidad.

La reciente desaparición de cinco miembros de la comunidad garífuna de Triunfo de la Cruz2, cuatro de ellos activistas comunitarios y miembros de la Organización Fraternal Negra Hondureña (Ofraneh), es el ejemplo vivo de una tragedia que parece no tener fin.

“La desaparición forzada es un crimen continuado, permanente e imprescriptible. Es obligación del Estado llegar a la verdad, porque ninguna sociedad democrática puede construirse sobre la base del olvido y la impunidad.

Cualquier medida contraria a este principio es incompatible con el derecho internacional”, dijo Fabián Salvioli, relator especial de Naciones Unidas sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición.

Verdad y justicia

Isabel Albaladejo, representante de la Oacnudh3 en el país, recordó que casi cuatro décadas después, la promoción de la verdad, la justicia, la memoria, la reparación y la garantía de no repetición siguen siendo una deuda del país para con las víctimas y la sociedad hondureña.

Asimismo, advirtió que Honduras necesita avanzar rápidamente en la implementación de varias acciones, entre otros, crear un registro nacional de personas desaparecidas, adoptar un marco normativo específico para la protección de las personas y derogar aquellas leyes que obstaculizan el acceso a la información.

También avanzar en la investigación de los casos de personas desaparecidas, crear una unidad especial en materia de desaparición forzada e implementar un plan nacional de búsqueda de las personas desaparecidas.

Finalmente, la titular de la Oacnudh en Honduras ahondó en la urgencia de promulgar una ley de víctimas “que garantice la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición”, concluyó Albaladejo.

Articular alianzas estratégicas

Para Gerardo Iglesias, secretario regional de la UITA4, la lucha contra la desaparición forzada pasa necesariamente por la articulación de capacidades y experiencias.

“Hemos aprendido que no podemos trabajar en solitario, y que crear alianzas estratégicas es fundamental para luchar contra la desaparición forzada y aquellas prácticas que pretenden también desaparecer la memoria.

Tenemos que articularnos para rescatar la memoria, entender lo que pasó, asegurarnos que nunca más vuelva a ocurrir”, manifestó.

Iglesias recordó que América Latina se ha convertido en la región más peligrosa para las personas que defienden la tierra y los bienes comunes, para las mujeres y para las y los sindicalistas.

“Solamente articulando acciones y globalizando la lucha vamos a hacer sentir nuestras voces, nuestras denuncias, echando luz sobre esta dramática violación de derechos humanos”, concluyó.

Bertha Oliva, coordinadora de Cofadeh, aseguró que ya se ha ganado una primera e importantísima batalla.

“Nunca pudieron acallar las voces de nuestros desaparecidos y desaparecidas. Debemos seguir forjando esperanza, luchar por tener una Honduras diferente, apegada a la verdad y a la esencia de los derechos humanos.

Sabemos que no estamos solas, que son muchas las personas y organizaciones que nos acompañan en nuestra lucha diaria por la verdad y la justicia, contra la impunidad y la estrategia del olvido que quieren imponernos”, afirmó Oliva.

La histórica defensora de derechos humanos aseguró que aún no es posible ‘dar vuelta a la página’, y que solamente se podrá hacerlo cuando se dignifiquen a las víctimas con la verdad y la justicia.

“No tenemos rencor, pero sí tenemos la determinación de continuar a exigir que devuelvan al pueblo lo que le han arrebatado. Apostamos a la construcción de la memoria. Esto nos es negociable”, concluyó.

1- Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras

2- http://www.rel-uita.org/honduras/pueblo-garifuna-bajo-ataque/

3- Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos

4- Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación, Agrícolas, Hoteles y Afines


La FIDH llama a garantizar la autonomía e independencia de la CIDH


Defensores en Línea

La FIDH y sus organizaciones miembros en las Américas rechazan todas las acciones dirigidas a menoscabar la autonomía e independencia de la CIDH, y en ese sentido, reciben consternadas, la decisión del Secretario General de Organización de Estados Americanos (OEA) Luis Almagro de abstenerse de avanzar en el proceso de renovación del mandato del Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Paulo Abrão.

La decisión del señor Almagro afecta fuertemente la independencia y la autonomía de uno de los principales órganos de la OEA, por un lado, al desconocer el reglamento de la CIDH y la decisión del pleno de la Comisión que en enero de este año había votado a la unanimidad por la renovación del mandato del Secretario Ejecutivo; y por otro lado, el hecho de manifestar su negativa a renovar el contrato del señor Abrão, el ultimo día del mismo, deja de facto a la CIDH sin persona a cargo de la Secretaria Ejecutiva, lo que redunda en una obstaculización grave al trabajo de la CIDH.

La FIDH y sus organizaciones en las Américas rechazan la comunicación de la Secretaría de Asuntos Jurídicos de la OEA señalando que el reglamento de la CIDH no vincula al Secretario General de la OEA, pues esta interpretación pretende desvincular no solo al Secretario General de sus obligaciones, sino que puede ser utilizada por los Estados para desvincularse de los procedimientos ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.

Por lo anterior, las organizaciones alertan sobre las consecuencias que puede tener este tipo de intromisión en el trabajo de la CIDH y recuerdan que la OEA debe ser ante todo la garante de la independencia y autonomía de la CIDH, como pilar para seguir avanzando en la observación y defensa de los derechos humanos en las Américas.

Organismos de la FIDH firmantes:

IDHEAS-Litigio Estratégico en Derechos Humanos, A.C – México

Movimento Nacional de Direitos Humanos-MNDH – Brasil

Programa Venezolano de Eduación – Acción en Derechos Humanos – PROVEA

Observatorio Ciudadano – Chile

Justiça Global – Brasil

Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (LIMEDDH) – México

Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos – CMDPDH – México

Center for Justice and Accountability (CJA) – USA

Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) – Argentina

CEDAL-Centro de Derechos y Desarrollo – Perú

Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES) – El Salvador

Acción Ecológica – Ecuador

Centro de Acción legal en Derechos Humanos (CALDH) – Guatemala

Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH-RD) – República Dominicana

Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH) – Nicaragua

Centro de Políticas Públicas y Derechos Humanos – Perú Equidad

Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos – CIPRODEH – Honduras

Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo CCAJAR – Colombia

Asociación Pro Derechos Humanos (APRODEH) – Perú

Réseau National de Défense des Droits Humains (RNDDH) – Haití

Comisión Ecumenica de Derechos Humanos (CEDHU) – Ecuador

Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras –

COFADEH – Honduras

Fundación regional de Asesoria en Derechos Humanos – INREDH – Ecuador


En foro virtual, se reencuentra la memoria y exigencia de verdad y justicia


Defensores en Línea

La alegría de un reencuentro, en esta ocasión a través de redes sociales y medios de comunicación, permitió el intercambio de mensajes, saludos y preguntas entre más de 300 personas que interactuaron está mañana en el foro virtual internacional: Desaparición Forzada en Honduras.

Familiares de detenidos desaparecidos, defensores de derechos humanos, periodistas, amistades y colaboradores del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), se dieron cita a las diez en punto, de este lunes 24 de agosto, a través de la red social en Facebook, Radio Progreso, RDS radio y las redes de radios comunitarias a nivel nacional, Stereo Ilusión y Radio Cholula en Choluteca.

Además, Revista La Mañana de CVS – Centro Visión Satelital, Exclusiva Radio, miembro de la Asociación de Medios -Radios- Comunitarias de Honduras (AMCH) y otros medios que dieron cobertura a foro virtual, debido al aislamiento por la pandemia del Covid-19.

En la conferencia expuso por la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en Honduras, Isabel Albaladejo; el Relator Especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Fabián Salvioli; el Secretario Regional de la Red Regional Latinoamericana de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación, Agrícolas, Hoteles, Restaurantes, Tabacos y Afines (Rel-UITA), Gerardo Iglesias; y la Coordinadora General del COFADEH, Bertha Oliva.

Pendiente de la transmisión estuvo el abogado Joaquín Mejía quien agradeció a Berta y COFADEH por esa constante lucha pese a la desesperanza.Entre los participantes que comentarios están Edu Nachman, hijo de Detenido Desaparecido en Chile; el exiliado político en Costa Rica Eduardo Urbina e Irma Lemus en Estados Unidos; desde el Valle de Siria el docente y perseguido político Olguer Escoto y en Zacate Grande Abel Pérez; y en Estados Unidos las defensoras de derechos humanos Lucy Edwars y Yerlimg Yougn.

Reportaron su sintonía la ambientalista Betty Vásquez, el profesor Sergio Rivera, el poeta Félix Cesario, la defensora y familiar de víctima de desaparición temporal, Reyna Rivera y el abogado Darlan Matute.

Albaladejo compartió un poema que de inmediato causo reacciones entre familiares de detenidos desaparecidos que expresaron lo siguiente: “Qué bonito poema, gracias por compartirlo”, acotó Karla Maldonado, hija de Jorge Maldonado Padilla (1983).

“Ese poema me hizo recordar todo el sufrimiento de mi abuelita Estela, que murió esperando a mi tío… todos los días lo esperó, hasta que dejó de respirar ¡que cruel esto!” Ruth Velásquez, sobrina de Ángel Manfredo Velásquez (1981).

El evento que se desarrolló en el marco del 30 de Agosto, Día Nacional del Detenido Desaparecido, conmemoración que se logró por la incidencia del COFADEH, y que figura en el Decreto Legislativo número 284-2002.

La periodista Dunia Montoya, hija de Manuel Montoya (1984) comentó que “Se debe seguir señalando los responsables, a quienes ejecutaron y financiaron la política de exterminio”.

“En este día internacional y nacional de víctimas de la desaparición forzada, exigimos al Estado de Honduras que se investiguen estos crímenes y se haga justicia, ni perdón ni olvido”, afirmó Felícita López, coordinadora de las mujeres del Movimiento Independiente Indígena Lenca de La Paz- Honduras (MILPAH).

Me encantó las ponencias, somos de Guatemala y también trabajamos en tema de Memoria, Verdad y Justicia, escribieron desde el Museo de la Memoria, en el país hermano.

“Muy agradecida con COFADEH, organización que nunca nos dejó a los familiares de los desaparecidos, y que aún tenemos la fuerza y la convicción de que la lucha seguirá hasta el final de nuestros días ¡queremos justicia!, escribió Aracely.

Desde Montevideo, Uruguay, escribió Silvia Bellizzi de Madres y Familiares de Uruguayos detenidos, mostrando su solidaridad ante este crimen de lesa humanidad. Maria Adela reportó su sintonía desde el grupo de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, de Buenos Aires, y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica – Argentina (ARMH).

Desapariciones en diferentes periodos

También Kelyn Isaura Palma “Sueño con justicia para mi hermano, sueño siempre encontrarlo algún día, sería una emoción, por lo menos encontrarlo en donde dejaron sus restos para poder visitar su tumba” refiriéndose a Reynaldo Cruz Palma, líder comunitario desaparecidos en 2011.Entre las hermanas de detenidos desaparecidos, llegaron los siguientes mensaje “Soy Rebeca Becerra Lanza, hermana de José Eduardo Lanza, seguimos esperando justicia para nuestro hermano”, líder estudiantil universitario desaparecido en 1981, al inicio de la Doctrina de Seguridad Nacional.

Y en uno de los casos más recientes de desaparición, fue una madre la que expuso “Mi nombre es Aylin Lizeth Tejada, madre del estudiante José Miguel Hernández Tejada, de 16 años, desaparecido hace 21 días en el municipio Las Vegas, Santa Bárbara, Honduras. A la espera también de una respuesta”.

Constructoras de memoria

Entre los integrantes de la Coordinación Nacional de la Convergencia Contra el Continuismos, la catedrática María Elena Méndez compartió “Felicidades a Cofadeh por ser una organización insigne en la defensa de los derechos humanos, y en la lucha tenaz por construir y mantener la memoria histórica de nuestros desaparecidos, que hoy están vivos con su ejemplo de dignidad. La vida se defiende con la vida”.

Y el líder sindicalista Carlos H. Reyes escribió “que bien Fabián, que bien Isabel, que bien Gerardo, que bien Berta”.

“Mi saludo y abrazo a las y los panelistas, agradezco que seguimos en esa esperanza y fuerza en la lucha”, expresó la lideresa sindicalisa del Bajo Aguán, Esly Banegas.

Entre otros mensajes, el defensor Javier Acevedo externó “Muchas felicidades por el compromiso con las víctimas del pasado y del presente”; y desde Choluteca Paty Riera enunció “Excelente trabajo q realiza COFADEH”.

Eliza Velasquez afirmó “Para mí COFADEH es la única entidad que realmente vela por los derechos humanos en Honduras, y personalmente siempre les estaré eternamente agradecida por el acompañamiento que nos han dado a las víctimas que, de una u otra manera hemos sido afectados sistemáticamente por los entes represores del Estado a lo largo de estos años, sin que, hasta la fecha se haga justicia a pesar de que COFADEH no ha claudicado en ello. Mis respetos a ese gran equipo de trabajo”.

La defensora de los derechos campesinos, Wendy Cruz, escribió “Abrazos a esa lucha tenaz, desde Vía Campesina Honduras, Ni Olvido, Ni perdón”. Continúan las actividades

Y la maestra Agustina Flores, sobreviviente de persecución política puntualizó ¡Excelente foro, de mucho aprendizaje! Deseo que desde COFADEH sigan escribiendo memorias y que con ese blindaje de esperanza y optimismo caminemos hacia la utopía de una Patria más justa, con respeto a la vida y los derechos humanos. Abrazo inmenso para la familia de esa perseverante organización y mi agradecimiento permanente. Estaré pendiente para juntos y juntas disfrutar de la obra anunciada”.

La proyección de dicha obra es un regalo del COFADEH al pueblo hondureño para continuar con la exigencia de verdad, justicia, reparación y no repetición sobre las desapariciones forzadas y habrá un espacio para que el público pueda interactuar.La docente, hizo referencia al anuncio que hizo Bertha Oliva, para un próximo encuentro el domingo 30 de agosto a partir a las 2:00 p.m. un concierto virtual “Canto por la vida” y a las 6:00 p.m. a través de la plataforma Youtube, el Teatro Memorias bajo la dirección de Tito Ochoa, pondrá en escena la obra: La Muerte y la Doncella, escrita por el dramaturgo chileno-argentino, Ariel Dorfman.

Y para clausurar el mes de Agosto, la Convergencia Contra el Continuismo (CCC), cerrará con una actividad virtual en conmemoración del Día Nacional del Detenido Desaparecido, el lunes 31.


La carrera armamentista está siendo reemplazada por la carrera de la inteligencia artificial


Fondsk

Por Valentín Katasonov 

Traducido del ruso para Rebelión por Juan Gabriel Caro Rivera

¿Cuál es la amenaza?

La carrera armamentista continúa en el siglo XXI, pero la carrera por la inteligencia artificial (IA) está adquiriendo un nuevo significado. La creación de máquinas inteligentes que tengan la capacidad realizar funciones creativas inherentes al ser humano se ha convertido en un área clave del progreso científico y tecnológico. Las tecnologías de la inteligencia artificial están diseñadas para resolver problemas relacionados con muchas esferas de la vida: gobernar el Estado, aumentar la competitividad de la producción, las finanzas, el transporte, la vida cotidiana, la educación, la medicina, la defensa.

En 2017 la consultora internacional PriceWaterhouseCoopers preparó un informe sobre el posible impacto de la IA en la economía global. Según los expertos de la compañía, la IA podrá proporcionar un crecimiento adicional del PIB mundial en 15,7 billones de dólares o en un 14% para 2030. Los expertos reconocieron a China como líder de la carrera en el campo de la inteligencia artificial. A expensas de la IA podrá generar un PIB adicional por un monto de 7 billones de dólares (alrededor del 45% del crecimiento total del PIB hasta 2030). Y aquí están las estimaciones del crecimiento del PIB debido a la IA en otras regiones (billones de dólares): América del Norte: 3,7; Europa del Norte: 1,8; Sur de Europa: 0,7; África y Oceanía: 1,2; Asia (excluida China): 0,9; América Latina: 0.5


Los autores del informe señalan que se estima que China gastará de 150.000 millones de dólares en el desarrollo de la IA en el período 2017-2030. El liderazgo de China en el desarrollo de la IA también es reconocido por expertos del McKinsey Global Institute. Según sus estimaciones, la introducción de la IA proporcionará un aumento adicional en el PIB de China en una cantidad de 0,8 a 1,4 puntos porcentuales. A pesar de que la crisis económica viral anuló evaluaciones anteriores, China no cambiará sus prioridades. En mayo-junio, Beijing confirmó que las inversiones en inteligencia artificial se mantendrán al mismo nivel.

The Brookings Institution ha publicado una amplia revisión llamada «¿Cómo la inteligencia artificial está transformando el mundo?», que abarca 34 países (1). Estos expertos también admiten que Occidente está perdiendo frente a China en el desarrollo de tecnologías de la IA.

The Brookings Institution no considera a Rusia como un aspirante al liderazgo en IA, aunque tiene su propia estrategia para su desarrollo hasta el 2030. Sin embargo, ¿vale la pena que Rusia se una a esta carrera? En abril de 2020 la Federación de Rusia aprobó una ley sobre la realización de un experimento sobre el desarrollo de la inteligencia artificial en Moscú. La ley fue aprobada sin comentarios públicos generalizados; en la revisión del The Brookings Institution se observa que en la mayoría de los países los proyectos de IA también se llevan a cabo sin comentarios al público. El jefe del Consejo de Derechos Humanos (CDH), Valery Fadeev, expresó su preocupación por esto. El uso de la inteligencia artificial, en su opinión, está plagado de la amenaza de la introducción masiva de microchips en la sociedad. El director del HRC destacó dos puntos negativos del experimento en Moscú: primero, una gran cantidad de sensores y cámaras que rastrean el movimiento de los ciudadanos; en segundo lugar, le preocupa que todos los datos se envíen a un único registro federal.

Hay peligros de otro tipo. Si el desarrollo de la IA se basa en un hardware importado, existe una amenaza para la seguridad nacional. Además, las muestras de IA ya existentes demuestran una gran capacidad de autoaprendizaje; no se puede descartar que puedan superar a los humanos.


Hay dos tipos de robots. Los robots que realizan operaciones mecánicas y reemplazan el trabajo físico humano y los robots inteligentes que pueden reemplazar el trabajo mental, es decir, máquinas de inteligencia artificial. Los robots inteligentes ya han entrado en competencia con los humanos. Por ejemplo, en China, los robots inteligentes pueden escribir ciertos materiales informativos sencillos para los medios y están comenzando a reemplazar a los periodistas. Mañana comenzarán a reemplazar a los médicos, profesores, abogados, escritores, incluso a los científicos. Y pasado mañana (¿quién sabe?) ¿No empezarán a buscar la igualdad de derechos con los seres humanos? Y después de pasado mañana, pasaran a luchar por su lugar bajo el sol y un espacio habitable. Si dejamos que el genio salga de la botella, ¿la gente podrá controlarlo? ¿Existe el problema de introducir una moratoria en el desarrollo de la IA? Por desgracia, en una atmósfera de entusiasmo competitivo, no se consideran las consecuencias a largo plazo del desarrollo de la IA. Y pueden ser peores que una carrera armamentista descontrolada.

En el artículo «La escatología de Karel Čapek» escribí que este escritor checo acuñó la palabra «robot» (2). En 1920 escribió la obra fantástica R.U.R Rossum’s Universal Robots, que puede definirse como una distopía, como una parábola; permite alejarse de las ideas habituales sobre los robots y mirar de manera ligeramente diferente las iniciativas sobre la IA.

R.U.R. es el nombre que Čapek le dio a una fábrica que produce robots. La fábrica fue fundada por un tal Rossum, un filósofo ateo. Este decidió desafiar a Dios y crear un hombre él mismo. Logró crear una criatura humanoide. Al construirla a partir de la materia orgánica, Rossum recibía, por tanto, materia viva y de la fábrica salía un robot capaz de realizar movimientos y procesos aptos para el trabajo iguales a los de una persona, aunque Rossum no pudo crear una persona completa dotada de razón, deseos y sentimientos.

Esta herencia fue retomada por su sobrino, Rossum Jr., quien se dio cuenta de que la criatura humanoide creada por su tío era suficientemente dotada como para organizar una producción a gran escala de robots. Era la mano de obra perfecta, barata, sin pretensiones. La fábrica R.U.R. inundó el mercado mundial con una nueva fuerza laboral que reemplazó a los trabajadores vivos. Los robots comenzaron a producir cantidades gigantescas de todo tipo de bienes. Con el inicio de una abundancia general, la gente dejó de trabajar. Y el hombre, escribe Čapek, empezó a perder su apariencia humana: “Todo es una orgía bestial y demencial continua. Ahora no estiran las manos para comer, se las ponen en la boca para que no se levanten… Nosotros, la gente, nosotros, la cima de la creación, no envejecemos por el trabajo, no envejecemos por el parto, ¡no envejecemos por la pobreza! ¡Date prisa, date prisa, danos todos los placeres del mundo!»

Para Čapek, la humanidad, inmersa en los placeres, dejó de reproducirse. Su población se detuvo en alrededor de 8.500 millones de personas. Y R.U.R. continuó produciendo más y más robots, el número de los cuales excedía el número de personas en la Tierra. Algunos robots (tal vez uno entre un millón) lograron la capacidad de autoaprendizaje y de transformaciones arbitrarias. De robots mecánicos comenzaron a convertirse en seres inteligentes, tomando prestado mucho de la humanidad. Uno de ellos, llamado Damon, razona: “¡Debes matar y gobernar si quieres ser como la humanidad! ¡Lee la historia! ¡Lee los libros de la humanidad! ¡Tienes que gobernar y matar para ser humano!».

Los robots inteligentes de Čapek se sintieron objeto de opresión y explotación; comenzaron a exigir derechos iguales a los humanos. Comenzaron los conflictos entre robots y humanos, la gente comenzó a ser destruida: “¡Robots del mundo entero! Nosotros, la primera organización de los “Rossum Universal Robots”, proclamamos al hombre como enemigo de la naturaleza y lo proscribimos».

Los robots rodearon la fábrica de R.U.R., exigiendo que se les entregara la fórmula de fabricación de robots. Una de las heroínas de la obra, Elena Glory, quema los manuscritos de Rossum Sr. que contienen esta fórmula. Todo termina con los robots tomando el control de la fábrica y matando a todos menos al arquitecto Alquist. Se salva porque, según los robots, «trabaja con las manos, como si él mismo fuera un robot». Llega una victoria completa de los robots sobre los humanos. Uno de los robots inteligentes llamado Radiy proclama: “¡Somos los gobernantes del mundo! ¡Señores de mares y tierras! ¡Señores sobre las estrellas! ¡Señores del Universo! ¡Espacio, espacio, más espacio para los robots! «

Al destruir a los humanos los robots “incrementaron la producción muchas veces. No hay ningún lugar donde poner todo lo que … (ellos) produjeron». Pero… los robots no podían reproducirse.

El Consejo de Robots instruye al único humano superviviente, Alquist, para restaurar la codiciada fórmula. Él es el único, porque el planeta está completamente limpio de humanos. Sin embargo, Alquist no puede hacer nada. Entonces, los robots, que querían volverse como los humanos e incluso más altos que los humanos, matan a toda la humanidad por esto, pero luego es su turno. El final de la historia.

La obra te hace preguntarte: ¿no es la dependencia de la inteligencia artificial un intento de compensar el declive de la inteligencia humana? ¿No es mejor empezar a restaurar el intelecto de la humanidad misma que, a juzgar por muchos signos, se ha degradado mucho en las últimas décadas?

PD. Los problemas sobre la inteligencia artificial planteados por Karel Čapek fueron retomados por el escritor estadounidense de ciencia ficción Isaac Asimov. Asimov se mostró más optimista sobre las posibilidades de usar la IA, pero también reconoció que el desarrollo espontáneo y no regulado de la inteligencia artificial podría causar un daño irreparable a la civilización humana. A principios de la década de 1940, Asimov publicó Las tres leyes de la robótica, una especie de reglamento de seguridad, pero estas leyes se ignoran.

Notas:

1. https://www.brookings.edu/research/how-different-countries-view-artificial-intelligence/

2. https://www.fondsk.ru/news/2020/06/27/eshatologia-karela-chapeka-51236.html


El aniversario de una lección que la humanidad no aprendió

Rafael Poch

Por Rafael Poch de Feliu 

Imagen aérea del alcance de la bomba de Hiroshima

Hace 75 años Hiroshima anunció el inicio de la capacidad humana de destruir toda vida en el planeta. De las 350.000 personas que se encontraban allí el 6 de agosto, 140.000 habían muerto en diciembre.

A las 08:15 del 6 de agosto de 1945, un bombardero B-29, de un grupo de tres “fortalezas volantes” que navegaban a 8.500 metros de altura, lanzó una bomba sobre Hiroshima. Los aviones habían despegado seis horas y media antes, en plena noche, de la isla de Tinian, al lado de Guam, a 2.700 kilómetros al sureste de Japón. La bomba llevaba el inocente nombre de “Little Boy”, medía tres metros de largo y 0,7 de ancho. Su peso era de cuatro toneladas. Explotó a 590 metros de altura, liberando una energía equivalente a la explosión de 13.000 toneladas de TNT, es decir la capacidad convencional de bombardeo de 2.000 aparatos B-29. La bomba tuvo tres efectos mortales: calor, explosión y radiación.

En el momento de la explosión se creó, en su epicentro aéreo, una bola de fuego de centenares de miles de grados centígrados. Tres décimas de segundo después, la temperatura en el hipocentro (el punto situado en el suelo directamente bajo el epicentro) ascendió a 3.000 o 4.000 grados. Entre tres y diez segundos después de la explosión, esa enorme emisión de calor mató a quienes estuvieron expuestos a ella en el radio de un kilómetro, quemándolos y destrozando sus órganos internos. En un radio de 3,5 kilómetros la gente también se quemó; la madera de las casas, los árboles y los vestidos prendían.

La onda expansiva de la explosión fue devastadora. A 1,3 kilómetros del hipocentro, registró una fuerza de siete toneladas por metro cuadrado y generó un huracán de 120 kilómetros por segundo. Ese viento huracanado llegó hasta once kilómetros de distancia. La onda desnudó a la gente, arrancó las tiras de su piel quemada, fracturó los órganos internos de algunas víctimas y clavó en sus cuerpos fragmentos de vidrios y otros escombros. En un radio de tres kilómetros, el 90% de los edificios fueron completamente destruidos o se desmoronaron. En total 76.327 edificios, de madera o cemento.

A los ocho minutos, una columna de humo, polvo y escombros se elevó hasta 9.000 metros en el cielo, creando una enorme nube con forma de hongo.

La radiación de rayos gamma y neutrones, el tercer efecto, ocasionó un amplio espectro de lesiones y enfermedades en un radio de 2,3 kilómetros. Quienes entraron en la zona en las siguientes cien horas también recibieron radiaciones gamma. Sus consecuencias a largo plazo continúan siendo hoy responsables de cánceres, leucemias y otras enfermedades

De las 350.000 personas que se encontraban en Hiroshima el 6 de agosto, en el momento de la explosión, 140.000 habían muerto ya en diciembre de 1945. En Nagasaki, bombardeada tres días después, murieron 70.000 de sus 270.000 habitantes. No todas las víctimas fueron japonesas. Entre los muertos hubo decenas de miles de coreanos y católicos. En el momento de la explosión, en Hiroshima había 50.000 coreanos, de los que 30.000 murieron. Los coreanos eran trabajadores que habían sido deportados a Japón en condiciones próximas a la esclavitud. En Nagasaki este colectivo ascendía a unos 10.000 y la mayoría murió. En Hiroshima había una comunidad jesuita, con cuatro sacerdotes, dos de los cuales sufrieron quemaduras. El padre Wilheim Kleinsorge, alemán de 38 años, era uno de ellos. Sobrevivió a la bomba y en los años cincuenta solicitó la nacionalidad japonesa y adoptó el nombre de padre Makoto Takakura. Crónicamente enfermo y siempre trabajando duro al servicio de los demás, murió en 1977. Un caso entre muchos. Entre las víctimas de Nagasaki hubo más de 8.500 católicos de los 12.000 que había en la ciudad.

En ambas ciudades, la mitad de quienes se encontraban en un radio de 1,2 kilómetros del hipocentro murieron el mismo día de la explosión. Las posibilidades de vivir entre quienes sobrevivieron al primer día dependieron de su proximidad al hipocentro y de la gravedad de sus heridas.

Relatos

Los relatos de víctimas y supervivientes son abundantes y abrumadores. En sesenta años todo se ha explicado ya, en los Apuntes de Hiroshima, del Premio Nobel Kenzaburo Oe; en los libros y relatos de brillantes periodistas laureados con el Pulitzer, como John Hersey; en la obra de historiadores y filósofos, o en los completos archivos del Museo Memorial de la Paz de Hiroshima. Todo eso convierte en redundante la búsqueda de nuevos testimonios entre los casi 300.000 “hibakusha” (afectados por la bomba) que aún quedan en Japón, 90.000 de ellos residentes en esta ciuda

Tres aspectos se repiten con gran frecuencia en sus relatos. El primero, el recuerdo de la segunda sirena de aquella luminosa mañana de agosto, que indicó, a las 07:31, el fin de la alarma aérea que había sonado 22 minutos antes. Las alarmas aéreas eran frecuentes y formaban parte de la cotidianeidad desde hacía varios meses, pero la bomba cayó cuando su sonido había pasado. Otro, es el recuerdo del fogonazo, una luz irreal, sin parangón en la naturaleza, que da lugar a descripciones de lo más variado y hasta francamente contradictorias. El tercero es la impresión de que la bomba había caído en el edificio o lugar exacto en el que el narrador se encontraba, en un impacto directo, una convicción desmentida luego con sorpresa al darse cuenta de la total devastación de todo el horizonte…

Taeko Teramae, 15 años, estudiante, trabajaba con otras compañeras de su colegio en la central de teléfonos de la ciudad, situada a 500 metros del hipocentro.

“Era una hermosa mañana, miré hacia el cielo por la ventana y vi que algo brillante descendía, cada vez era más largo y se hacía más y más brillante conforme caía. Justo cuando pensaba ¿qué será eso?, explotó en un gran resplandor. Fue tan fuerte que creí que mi cuerpo se iba a fundir. Luego el resplandor se hizo menor… y blanco. Miré a mí alrededor y escuché un enorme estruendo, como de terremoto. Entonces se hizo oscuro de repente, me encontré atrapada entre los escombros del edificio y me desmayé”.

Un joven de 21 años que se encontraba a dos kilómetros del hipocentro, explica, ya anciano, que recordar el 6 de agosto es algo “horrible”. “Hubo un flash y no podía ver nada porque el polvo y el humo cubrían mis ojos. Me preguntaba qué había pasado. Mire a mí alrededor y vi los cuarteles militares destruidos, las casas ardiendo…

Minutos después, al mirar y recorrer las calles devastadas, los relatos abundan en descripciones de gente andrajosa, con el cabello chamuscado, la piel pegada a la ropa y colgando en tiras, caminando como almas en pena, descalzos y con las plantas de los pies quemadas porque la explosión se había llevado los zapatos, o porque la suela de estos se había pegado al asfalto derretido por el calor.

“En los alrededores del Puente Tsurumi, casi todos estaban desnudos y parecían personajes salidos de una película de horror, con la piel y las carnes terriblemente quemadas y llagadas”, recuerda Miyoko Matsubara, entonces una niña de doce años. “El lugar estaba repleto de heridos. El calor era insoportable, así que me metí en el río. En el agua había mucha gente, llorando y pidiendo ayuda. La corriente arrastraba innumerables cadáveres, unos flotaban, otros se hundían. Algunos cuerpos estaban destrozados con los intestinos al aire. Era una visión horrible, pero salté al agua para salvarme del calor insoportable”.

“Vi a gente quemada, caminando por las calles sin saber a dónde ir”, explica Teramae, la estudiante de 15 años de la central telefónica. “Entre ellos, había una mujer embarazada que había dado a luz a causa del shock de la bomba. El primer llanto del hijo fue sobre el cuerpo quemado de la madre”.

“Lo más horrible que recuerdo es cómo escapé de la ciudad caminando por encima de los cadáveres”, recuerda una mujer, que entonces era una niña de ocho años. “Había gente postrada con quemaduras graves que al pasar me agarraba las piernas pidiendo agua, pero huí, abandonándolos, porque quería vivir. Desde entonces, mi vida ha sido miserable”, dice.

“Acudí al hospital de la Cruz Roja de al lado de mi casa para atender a unos parientes, al pasar una mujer me llamó, me dio un par de palillos y me pidió que retirara los papeles de periódico que cubrían su espalda”, recuerda un trabajador coreano, entonces de 17 años. “Cuando los retiré, me quedé sin palabras; estaba llena de gusanos. Me pidió que los extrajera con los palillos. No estaban allí pululando, sino que vivían en su cuerpo. No lo puedo olvidar”.

Otra niña de 15 años, recuerda que, “pocas horas después de la explosión había relámpagos y caía una lluvia negra como de chaparrón vespertino. Temíamos que hubiera otro bombardeo y corrimos a escondernos bajo los árboles. Pasamos la noche en un bosquecillo de bambú, muchos venían allí en busca de refugio, todos vomitaban. Hasta los que parecían heridos y quemados leves morían a los pocos días, lo que provocaba mi asombro”.

Un joven de 21 años que sobrevivió a un kilómetro del hipocentro explica que el día 8 le introdujeron herido en la tienda de un hospital de campaña: “Había gente con quemaduras más graves que las mías, un hombre con cristales rotos en los ojos, una persona cegada con los ojos completamente abiertos, y otros enloquecidos que gritaban cosas extrañas y temblaban. Era el mismo infierno”.

Un crimen militarmente innecesario

La mayoría de las ciudades japonesas, con la excepción de Kyoto, ya habían sido destruidas, pero Hiroshima estaba casi intacta y mucha gente creía aquel verano que nunca sería atacada. No sabían que en mayo el Comité de Política Militar de Estados Unidos había prohibido el bombardeo de media docena de ciudades seleccionadas como objetivo de “bombardeo A”, “para garantizar que los efectos de la destrucción fuesen claramente observados”.

El 25 de julio, la lista de ciudades seleccionadas se redujo a cuatro; Hiroshima, Kokura, Niigata y Nagasaki. El 2 de agosto se definió a Hiroshima como “primer objetivo”, porque se creía, falsamente, que en ella no había prisioneros de guerra aliados. La suerte de la ciudad estaba echada.

La bomba no tenía una justificación militar. La derrota de Japón era un hecho y su rendición incondicional era cuestión de pocos meses, según las estimaciones militares americanas, hoy aceptadas por la mayoría de los historiadores, pero el nuevo artefacto contenía un mensaje de poder mundial que trascendía al desafío japonés y cuyo verdadera destinatario era la Unión Soviética. El almirante William Leahy, jefe del Estado mayor del presidente Truman, escribe en sus memorias: “La utilización de esta arma bárbara en Hiroshima y Nagasaki no supuso ayuda material alguna en nuestra guerra contra Japón. Los japoneses ya habían sido vencidos y estaban dispuestos a rendirse”. Este hecho histórico no impide que en la última encuesta conocida, el 56% de los estadounidenses sigan creyendo que los bombardeos nucleares de 1945 estuvieron justificados.

Como ha explicado el periodista y escritor Greg Mitchell, la propaganda de la época hizo intervenir directamente a Truman y al general Leslie R. Groves, director del proyecto Manhattan, para descafeinar con burdas falsificaciones una película de Hollywood (The Beginning or the End, estrenada en 1947), inicialmente enfocada como reflexión crítica sobre la bomba. Muchos años después el historiador e hispanista Gabriel Jackson, observó: “El uso de la bomba atómica demostró que un presidente normal y elegido democráticamente podría usar el arma de la misma forma en que la habría usado un dictador nazi. Así, para cualquiera que se preocupe por las distinciones morales en los diferentes tipos de gobierno, Estados Unidos desdibujó la diferencia entre fascismo y democracia”.

Cartel de la película ‘The beginning or the end’ (1947)

El 13 de febrero de 1945, en Europa, más de 2.500 aviones americanos y británicos habían destruido Dresde, una gran ciudad alemana prácticamente indefensa y carente de una industria de guerra relevante, matando a 35.000 personas. Para julio de 1945, la aviación estratégica americana había bombardeado las 60 mayores ciudades japonesas, destruyendo millones de viviendas y provocando el éxodo de ocho millones de ciudadanos. EE.UU. perdió 292.000 hombres, y muy pocos civiles, en todos los escenarios de la Segunda Guerra Mundial, mucho menos que los no combatientes muertos en el bombardeo de las ciudades japonesas de la primavera-verano de 1945. En Tokio las bombas incendiarias lanzadas la noche del 9 al 10 de marzo, en una sola operación, habían convertido las calles de la ciudad en ríos de fuego matando a 100.000, hiriendo a otras 40.000 y dejando sin hogar a más de un millón. Pero lo de Hiroshima y Nagasaki era diferente, de otra naturaleza.

La mortandad de esas ciudades se logró con un solo artefacto, cuyos efectos permanecían; algunos morían al instante, otros, aparentemente ilesos o heridos leves, días, meses o años después. Y los hijos de los afectados también podían ser víctimas. Solo allí, la escala y naturaleza de la mortandad hizo pensar a las víctimas no como habitantes de una ciudad desgraciada, ni como japoneses ciudadanos de un país en guerra, sino como miembros de la especie humana.

Técnicamente, la bomba anunciaba, por primera vez en la historia, la capacidad humana de autodestrucción de toda vida en el planeta. Con el tiempo, la socialización de ese recurso en el ámbito internacional (primero Estados Unidos, luego la URSS, Inglaterra, Francia, luego China, Israel, India y Pakistán y, potencialmente, casi todos) lo cambiaba todo, tal como había predicho Albert Einstein; “El arma nuclear lo ha cambiado todo, menos la mentalidad del hombre”.


Esa reflexión inspiró a muchos en los años cincuenta y sesenta, y dejó una huella especial en Japón, pero ha sido aparentemente olvidada. La “perestroika” de Mijail Gorbachov, frecuentemente menospreciada o ridiculizada, por pura ignorancia, tenía como principal impulso ético aquel gran pensamiento einsteniano. Desde Gorbachov, nadie ha vuelto a hablar, desde posiciones de poder de primer nivel, de la abolición del arma nuclear.

Su fracaso político, que no moral, fue, por esa razón, una grave e inadvertida pérdida, que algún día habrá que recuperar. En el mundo hay 14.000 cabezas nucleares, cada una de ellas veinte veces más potentes que la bomba de Hiroshima. Oficialmente la Guerra Fría se ha acabado, pero las cosas siguen más o menos igual, en cuanto a la lógica de los arsenales y las mentalidades. Los peligros no se han reducido sino aumentado por la reiterada ruptura unilateral de los acuerdos de desarme por parte de Estados Unidos. El exsecretario de Defensa de Estados Unidos William J. Perry dijo: “Nunca había estado más temeroso de una explosión nuclear de lo que estoy ahora”.

Una ciudad espléndida

Sesenta y cinco años después, Hiroshima es una ciudad espléndida de poco más de un millón de habitantes. Su emplazamiento de 400 años de historia, sobre el delta formado por siete ríos, en un valle rodeado de montañas y protegido del mar por una serie de islas, alberga hoy una ciudad modélica que expresa muchas de las virtudes del pueblo japonés. Alrededor del lugar donde cayó la bomba, en el “Parque de la Paz”, se ha creado un lugar de recogimiento que incluye un museo ejemplar que centenares de miles de escolares visitan anualmente. “Que todas las almas que hay aquí descansen en paz”, reza la inscripción del sencillo monumento que guarda dentro de una piedra un registro con todos los nombres de las víctimas. Cada 6 de agosto, el registro se actualiza con nuevos nombres.

En agosto de 1945 Ichiro Moritaki era un profesor de la Universidad de Hiroshima. La mañana del día 6 se encontraba con sus alumnos movilizados, trabajando en los astilleros de la ciudad, a 3,7 kilómetros del hipocentro. Todo su cuerpo y rostro quedó cubierto de cristales por la explosión. Quedó ciego de un ojo, pero sobrevivió.

“Su horrible experiencia y su condición de filósofo le hicieron reflexionar y dedicar su vida a impedir la repetición de algo como aquello”, explica su hija, Haruko. Durante casi medio siglo, Moritaki, primer presidente de la Asociación de supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, “Nihon Hidankyo”, dos veces nominada al premio Nobel de la paz, se sentó una hora en silencio cada vez que en el mundo se realizaba una prueba nuclear.

Lo hizo en 475 ocasiones, la última de ellas en julio de 1993, en vísperas de su muerte, cuando tenía 92 años. Fue uno de los padres del movimiento pacifista y antinuclear japonés, hoy de capa caída.

“Su tesis era que la humanidad debía pasar de la civilización del poder a la civilización del amor y que el ser humano no puede coexistir con la tecnología nuclear, un poco en la línea de Ghandi y Einstein”.

Después de la guerra, Japón contribuyó a un mundo viable con dos cosas muy importantes: su constitución pacifista, que prohibía a Japón meterse en guerras y mantener fuerzas armadas, y los tres principios antinucleares de 1967, no producir, no adquirir y no admitir en su territorio tales armas.

Hasta los años ochenta estos principios tuvieron un apoyo de entre el 70% y el 90% en las encuestas, pero en los últimos quince años, desde que se rompió la burbuja económica del crecimiento japonés, las cosas han cambiado, explica Haruko Moritaki, que sigue los pasos de su padre como Secretaria General de la Alianza para la abolición de las armas nucleares de Hiroshima (HANWA).

Las ideas pacifistas y antinucleares siguen teniendo un gran apoyo popular en el país, pero la derecha y los halcones locales han fortalecido claramente su dominio y están descafeinando la constitución y esos principios, a base de leyes y modificaciones, explica Moritaki, que tenía cinco años cuando la bomba estalló y padece cáncer.

“Dicen que todo aquello fue resultado de la imposición de los americanos –lo que es parte de verdad– y aprovechan la crisis de identidad que Japón atraviesa actualmente, como resultado de su declive demográfico y económico, para afirmar lo que presentan como un país normal, libre de las hipotecas derivadas de su derrota en la Segunda Guerra Mundial”. Este es el contexto de la remilitarización de Japón, que Estados Unidos fomenta en su propósito de rodear militarmente a China con un demencial escudo antimisiles (NMD), así como de la desvergonzada actitud oficial reescribiendo y embelleciendo los crímenes de guerra japoneses contra sus vecinos asiáticos, actitud simbolizada por el bochornoso santuario y museo de Yasukuni, en Tokio.

Durante años, la educación pacifista formó parte de la enseñanza en Japón. Las escuelas solicitaban charlas y visitas de las asociaciones de hibakusha para propagar su mensaje antinuclear y de paz. Desde principios de siglo, el Ministerio de Educación controla e impide eso. “En los últimos años, ni una sola escuela pública nos ha llamado para esos cursos y se nos impide el acceso, por lo que nuestra acción ha quedado reducida a universidades y escuelas privadas”, explica Moritaki.

Japón, que hace sesenta años fue la primera víctima del arma nuclear, demuestra con su actual involución que el hombre no aprendió la lección de Hiroshima. Su ambigüedad y desprecio por las víctimas de su cruel ocupación y guerra en Corea, China y Asia Oriental, demuestra que “esta nación madura, admirable y ejemplar en tantas cosas, es absolutamente inmadura e infantil en su política exterior”, dice el exdiplomático australiano Gregory Clark, cuarenta años residente en Japón. Unida al azuzamiento del complicado régimen norcoreano y del independentismo taiwanés, dos políticas diseñadas en Washington, todo eso está incubando una seria crisis en Asia.

sábado, 29 de agosto de 2020

Más de 34 mil personas han sido detenidas durante la pandemia

Radio Progreso

Se señala a la Policía Militar como la principal agresora de la ciudadanía.

La Mesa de Derechos Humanos informa que, durante la pandemia del Covid-19, más de 34 mil personas han sido detenidas en Honduras por desobedecer el toque de queda, detenciones que son reconocidas como arbitrarias o ilegales, señala Ariel Díaz, integrante de la Mesa.

“Estamos preocupados porque las violaciones que hemos registrados no son simples violaciones sino que hay graves violaciones a los Derechos Humanos de los cuales hemos registrado el asesinato de cinco defensores y defensoras de Derechos Humanos, el asesinato de cinco personas LGTBI, cinco desapariciones forzadas”, describió Díaz.

Además detallo de 22 muertes de personas que estaban bajo custodia del Estado dentro de las cuales se destacan 7 muertes violentas en centros penitenciarios, un suicidio y 13 muertes de personas sospechosas de Covid-19, lo que indica, dijo Ariel Díaz, esta falta de la debida diligencia por parte del Estado para tomar las medidas necesarias en el marco de la situación penitenciaria

“La mayor parte de los asesinatos se han dado en Tegucigalpa, San Pedro Sula y la zona sur de Honduras. Y los agresores son agentes del Estado particularmente la Policía Militar del Orden Público pero no se ha logrado identificar a los responsables de algunos crímenes como los asesinatos de las personas LGTBI”, manifestó Ariel Díaz de la Mesa de Derechos Humanos.


Renunció la Ministra de Finanzas


Radio Progreso

La ahora ex Ministra de Finanzas, Rocío Tábora, argumentó su renuncia por razones de salud.

Por medio de un comunicado, el gobierno de Juan Orlando Hernández, hizo oficial la renuncia irrevocable de la señora Secretaria de Estado en el Despacho de Finanzas, Rocío Izabel Tábora Morales, quien se vio obligada a dejar el cargo por razones de salud.

“Lamentamos que por estas razones de fuerza mayor no podamos seguir contando con la valiosa colaboración de la Señora Tábora Morales, quien ha sido pieza clave en el desempeño del Gabinete del Gobierno”, reza el comunicado oficial.

El gobierno informó también que decidió aceptar la renuncia aunque esperan seguir contando con el apoyo de Rocío Tábora. También señalaron en su comunicado que en su momento se anunciará la persona que la sustituya en el cargo.

La renuncia de la Ministra de Finanzas se da en medio de serios cuestionamientos ciudadanos al manejo y administración de los fondos públicos destinados para atender la emergencia sanitaria y en medio del desarrollo de 16 líneas de investigación por parte del Ministerio Público.



Ex Ministra de Salud advierte repunte de Covid-19


Radio Progreso

La doctora Palou sostuvo que se puede controlar la pandemia sólo si la población coopera y el gobierno invierte bien los recursos.

En entrevista con Radio Progreso, la doctora Elsa Palou, ex Ministra de Salud, aseguró que los casos de Covid-19 no han disminuido y vaticina que van en incremento porque lo que sucede en el país es que se realizan menos pruebas de PCR.

“Somos el país número 47 en casos contagiados en el mundo, tenemos el menor porcentaje de casos recuperados en Centroamérica. Últimamente hemos estado viendo un reporte de menor cantidad de casos pero es que se están haciendo mucho menos cantidad de pruebas PCR por los problemas que ya todos sabemos, entonces, estamos viendo menos casos porque se están haciendo menos pruebas”, manifestó Palou.

Reconoció que por un lado el número de pacientes que llegan a los hospitales de Tegucigalpa y San Pedro Sula han disminuido pero se van incrementando en los hospitales regionales.

“Tenemos algunos departamentos con mayor mortalidad que el promedio nacional que anda en un 3.1%, y hay departamentos como Olancho, Comayagua que tienen un 4 y hasta un 5%, en total son unos 9 departamentos”, aseguró la doctora Elsa Palou.

La ex Ministra de Salud cree que con la apertura de la economía existen muchas posibilidades que en el país se dé un repunte importante de casos de covid-19.

“En todos los países del mundo, al abrir la economía aumentó el número de casos y nosotros no vamos a ser la excepción. Mucho depende si la población acata las medidas del uso de la mascarilla, del distanciamientos social, de lavado frecuente de manos, y también depende de que el gobierno haga todas las pruebas que tiene que hacer, de todos los insumos y recursos que debe dar a los hospitales y los centros de triajes, y también a todos los departamento del país”, aseguró Palou.


Alerta, ¿el patrón dólar escapa a todo control ?


El Correo

Por Alastair Crooke 

«No poner todos los huevos en el mismo canasto» porque «un tropezón cualquiera da en la vida» 

El Correo

Alerta: «(…) las cosas empiezan a derrapar, lo que no es lo mismo que preconizar un reinicio. Y la devaluación del dinero [dólar] es inevitable. (…) Si la confianza en el dólar comienza a evaporarse, todas las monedas fiduciarias colapsarán al mismo tiempo, ya que los bancos centrales del G20 están sujetos a las mismas políticas que los Estados Unidos (…)» Alastair Crooke.

Mientras que los comentaristas se centran en la hospitalización de dos monarcas del Golfo e intercambian cuestiones de la probable sucesión, los árboles de la sucesión pueden ocultar el bosque. Por supuesto, la muerte del Emir de Kuwait (91) o la del El rey Salman de Arabia Saudita (84) son un problema político grave. El del rey Salman en particular tiene el potencial de relanzar (o no) la región. Sin embargo, la estabilidad del Golfo hoy se basa menos en los éxitos, que en los cambios tectónicos en las finanzas y la política que apenas están comenzando a sentirse. Es hora de abandonar las cavilaciones sobre quién se hará cargo y quién será expulsado en esas familias disfuncionales.

El hecho es que la estabilidad del Golfo depende de la venta de suficiente energía como para redimir el descontento interno y pagar los desmesurados dispositivos de vigilancia y de seguridad.

Por ahora, los tiempos son difíciles, pero los «amortiguadores» financieros de los estados están a punto de resistir (aunque solo sea por los tres grandes : Arabia Saudita, Abu Dhabi y Qatar). Para los otros, la situación es terrible. La pregunta es si continuará el actual statu quo. Aquí es donde las advertencias sobre cambios en algunas de las placas tectónicas del mundo se vuelven importantes.

La lucha por la sucesión en Kuwait es emblemática de la ruptura del Golfo : un candidato a convertirse en Emir (el hermano) está del lado de Arabia Saudita y su « guerra » librada por los wahabíes contra los islamistas sunitas (Hermanos Musulmanes). El otro candidato, (el hijo mayor), cuenta con el apoyo activo de los Hermanos Musulmanes, Qatar y Turquía. Por lo tanto, Kuwait está firmemente anclado en el abismo del Golfo, una región que tiene grandes minorías chiítas, pero indigentes, y un campo sunita dividido y « en guerra  » consigo mismo por el apoyo de los Hermanos Musulmanes, o lo que es, (cortésmente llamado) « estabilidad secular autocrática ».

Por muy interesante que sea, ¿es realmente tan relevante?

El Golfo, quizás lo más importante todavía, es el rehén de dos enormes burbujas financieras. El riesgo real para estos estados bien puede provenir de estas burbujas. Están respaldados por la psicología de masas y generalmente terminan catastróficamente en una « crisis » o « colapso » del mercado, con el riesgo de depresión que resulta, si alguna vez los bancos centrales intentan levantar el pie del acelerador monetario.

La omnipresente « burbuja de activos  » estadounidense es famosa. Los banqueros centrales se han preocupado de esto durante años. Y la Fed lanza dinero -con abandono- para evitar que explote. Pero como se dijo anteriormente, tales burbujas son psicológicamente muy vulnerables, y eso podría transformarse, a medida que la famosa recuperación económica esperada en forma de V se aleje de la distancia inducida por el virus. Pero por ahora, los inversores piensan que la Fed no tiene ganas de dejar que implosione, que no tiene absolutamente más remedio que seguir arrojándole más y más dinero (al menos hasta las elecciones de noviembre… pero, ¿y después ?).

Menos visible es esa otra gran «  burbuja de activos » : el mercado inmobiliario doméstico de China. Con su cuenta de capital cerrada, China tiene una suma enorme (unos 40 billones de dólares) que flota en las cuentas bancarias colectivas. Este dinero no puede ir al extranjero (al menos legalmente), por lo que gira en torno de tres mercados de activos : departamentos, acciones y productos básicos, de una manera un tanto caprichosa. ¡Pero invertir en departamentos es absolutamente fantastico ! El 96% de los chinos urbanos posee más de uno : el 75% de la riqueza privada está representada por la inversión en departamentos, aunque el 21% este vacío en las ciudades chinas por falta de inquilinos.

En resumen, los chinos buscan de forma masiva valoraciones inmobiliarias. De hecho, como lo señaló el Wall Street Journal, « el problema central en China es que los compradores se han dado cuenta de que el gobierno no parece dispuesto a permitir que el mercado colapse. Si los precios de la vivienda cayeran de manera significativa, acabaría con la principal fuente de riqueza de la mayoría de los ciudadanos y podría provocar disturbios  ». Incluso durante la pandemia, o quizás a causa de ella, los precios subieron un 4,9% en junio, a lo largo del año. El valor total de las viviendas y las acciones de los desarrolladores chinos alcanzó los 52 000 mil millones en 2019 según Goldman Sachs, dos veces el tamaño del mercado residencial de EE.UU., e incluso superando a todo el mercado de bonos de EE.UU.

Si esto se parece mucho a los abultados mercados de activos de EE.UU., es porque verdaderamente lo es. En su forma actual, las burbujas residenciales chinas y las de acciones estadounidenses son inestables. ¿Cuáles burbujas podrían estallar primero ? Quién sabe… pero las burbujas también son vulnerables a la erupción de eventos geopolíticos (como por ejemplo un desembarco naval de Estados Unidos en una de las islas chinas en el Mar del Sur, al cual China promete una respuesta militar).

Nadie sabe cómo los funcionarios chinos pueden manejar la burbuja inmobiliaria sin desestabilizar la economía en general. E incluso si el mercado se mantiene fuerte, causa dolores de cabeza a los políticos, que han tenido que posponer un estímulo económico más agresivo este año, que algunos analistas dicen que es necesario, en parte por temor a que pueda inflarse aún más el sector de la vivienda.

Ah… pero ahí está la cosa y a la vista de todos : el riesgo. El mercado inmobiliario se ha apoderado de toda la economía china, atandole las manos a las autoridades. Y esto, en momentos que la guerra comercial de Trump se ha convertido en una nueva guerra fría ideológica dirigida contra el Partido Comunista Chino. ¿Qué pasará si la economía china, bajo el efecto de las nuevas sanciones estadounidenses, continúa a declinar o si reaparece el Covid-19 ? ¿Se derrumbaría entonces el mercado de la vivienda, provocando una recesión o una depresión ? Después de todo, son China y Asia los que compran la mayor parte de la energía del Golfo : la demanda está disminuyendo y los precios se están cayendo. El destino de las economías de los estados del Golfo, y su estabilidad, está ligado al hecho de que estas megaburbujas no estallen.

Las burbujas son un factor, pero también hay indicios de que las placas tectónicas se están separando de una manera diferente, pero no menos amenazante. El banco Goldman Sachs se encuentra en el corazón del sistema financiero occidental y, además, forma parte del equipo de Trump y de la Reserva Federal.

Y Goldman escribió esta semana algo que no se podía esperar de semejante pilar del sistema : su estratega de materias primas. Jeffrey Currie, escribió que « las preocupaciones reales sobre la longevidad del dólar estadounidense como moneda de reserva empezó a emerger ».

¿Cómo… ? ¿Según Goldman Sachs, el dólar podría perder su condición de moneda de reserva ? ¡Inconcebible ! Bueno, esa sería la opinión general. La hegemonía y las sanciones del dólar se han considerado durante mucho tiempo como el dominio absoluto de Washington sobre el mundo para preservar la primacía estadounidense. La « guerra oculta » de Estados Unidos, en cierto modo. Trump claramente ve al dólar como el club que puede hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande. Además, como Trump y Mnuchin, y ahora el Congreso, han tomado el control del arsenal del Tesoro, y el despliegue de nuevas sanciones se ha convertido en un diluvio.

Pero también ha habido, en algunos círculos estadounidenses, una visión contradictoria. Estados Unidos debe «  reinicializar » su modelo económico gracias a un milagro tecnológico, y « a nivel de la oferta », para acabar con el estancamiento del crecimiento. Demasiada deuda sofoca una economía y la llena de empresas zombis.

En 2014, Jared Bernstein, el ex jefe economista de Obama, dijo que el dólar estadounidense tenía que perder su estatus de reserva, si un tal reinicio se deseaba. Y explicó por qué, en un artículo del New York Times :

« Hay pocos evidencias sobre la economía global, pero durante décadas uno de ellos ha sido el desempeño del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial. Es un principio fundamental de la política económica estadounidense. Después de todo, ¿quién no querría que su moneda fuera la moneda que los bancos y los gobiernos extranjeros quieran mantener como reserva ?

« Pero nuevas investigaciones revelan que lo que una vez fue un privilegio, ahora es una carga, y es lo que socava el crecimiento del empleo, infla los déficits presupuestarios y comerciales, e hinchan las burbujas financieras. Para que la economía estadounidense vuelva a encarrilarse, el gobierno debe renunciar a su compromiso de mantener el dólar en el estatuto de moneda de reserva ».

En esencia, esta es la línea de la Gran reinicialización de Davos. Christine Lagarde, el mismo año, también pidió una « reinicialización » (o reinicio) de la política monetaria (frente a las « burbujas que se están desarrollando aquí y allá »), y para hacer frente al crecimiento estancado y al desempleo. Y esta semana, el Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos (CFR) publicó un documento titulado « Es hora de abandonar la hegemonía del dólar »

Esta es, repetimos, la línea del globalismo. El CFR está al origen de los proyectos europeos y de Davos. Esta no es la línea de Trump. El está luchando para mantener a los Estados Unidos como sede del poder occidental, y no para que ese papel se lo atribuya al proyecto europeo de Merkel, ni a China.

Entonces, ¿por qué Goldman Sachs diría tal cosa ? Cuidado con las directivas de Goldman Sachs  : esta no es la línea de Davos. Por el contrario, Currie escribe que la creciente desconexión entre el aumento del precio del oro y el debilitamiento del dólar « se debe a un posible cambio de la Fed de EE.UU. Hacia un sesgo inflacionario, en el contexto de crecientes tensiones geopolíticas, de una mayor incertidumbre política y social en los Estados Unidos y de una segunda ola creciente de infecciones relacionadas con Covid-19».

Traducción : se trata de la acumulación explosiva de la deuda estadounidense, por la cuarentena debida al coronavirus. En un mundo donde la deuda nominada en dólares, que ya supera los 100 000 millones de dólares, Estados Unidos no puede hacer default y nunca podrá reembolsarlos. Por lo tanto, solo puede seguir inflándose. Es decir, que para impedirlo, la deuda solo se puede gestionar debilitando la moneda. (Los vencimientos de la deuda ya se consideran fuera de alcance de los Estados Unidos).

Dicho de otra manera, el hombre del Goldman dice que un dólar más débil está firme en la agenda de la Fed. Y eso significa que « han comenzado a surgir reales preocupaciones sobre la longevidad del dólar estadounidense como moneda de reserva ».

Este es un mensaje matizado : el sugiere que el experimento monetario, que comenzó en 1971, está llegando a su fin. Currie les dice a los estadounidenses que Estados Unidos ya no puede manejar una economía con tanta deuda, simplemente imprimiendo más dinero y con las manos atadas para otras opciones. La situación de la deuda ya no tiene precedentes y la pandemia está acelerando el proceso.

En definitiva, las cosas empiezan a derrapar, lo que no es lo mismo que preconizar un reinicio. Y la devaluación del dinero es inevitable. Por eso Currie señala el desajuste entre el precio del oro (que a los gobiernos generalmente les gusta frenar) y la debilitación del dólar. Si la Fed no tiene el control de la situación, en última instancia, finalmente también está fuera del alcance de Trump (después de noviembre).

Si la confianza en el dólar comienza a evaporarse, todas las monedas fiduciarias colapsarán al mismo tiempo, ya que los bancos centrales del G20 están sujetos a las mismas políticas que los Estados Unidos. La situación en China es complicada. Por un lado, se vería afectado por la depreciación del dólar, pero por otro lado, una depreciación general de las monedas fiduciarias ofrecerían a China y Rusia la crisis (es decir, la oportunidad) permitiendo así de escapar de la rodilla del dólar que les aprieta la garganta.

¿Y por los Estados del Golfo ? La caída de los precios del petróleo este año ya ha llevado a algunos inversores a apostar contra las monedas de los países del Golfo, presionando la vinculación de las monedas con el dólar. Los estados del CCG han mantenido sus monedas vinculadas al dólar desde la década de 1970, pero la debilidad de la demanda de petróleo, combinada con un dólar débil, exacerbaría la amenaza que pesa sobre el « anclaje » del Golfo a medida que crecen sus déficits comerciales. Si se rompiera la paridad, no es seguro que haya un piso evidente para esta moneda, en las circunstancias actuales.

En un contexto tal, las sucesiones en estos momentos de los Reyes en los estados del Golfo podrían verse tal vez como un espectáculo secundario.

Leer el original en inglés: The Dollar Standard Slipping Out of Control ? Strategic Culture. Beirut, Libano, 3 de agosto de 2020.

Alastair Crooke , diplomático británico, fundador y director del Conflicts Forum. Ha sido una figura destacada en inteligencia militar británica en « Military Intelligence, section 6 (MI6) » y en diplomacia de la Unión Europea. Fue galardonado con la muy distinguida « Orden de San Miguel y San Jorge (CMG) », una orden de caballería británica fundada en 1818.

Traducido del francés para El Correo de la Diaspora por Carlos Debiasi


El imperio de todas las enfermedades


CTXT

Por Nick Estes *

Monumento inacabado del guerrero sioux Caballo Loco (Colinas Negras, Dakota del Sur).

La política colonial de Estados Unidos crea las condiciones necesarias para que las epidemias se propaguen y maten

Uno de los mitos más poderosos de la historiografía estadounidense dominante concierne lo que el arqueólogo indígena Michael V. Wilcox denomina “narrativas terminales”: una obsesión con la muerte, desaparición y ausencia de los pueblos indígenas, en lugar de su continuada y visible presencia y su rechazo al colonialismo. El ejemplo más evidente de esta tendencia son los modelos históricos que culpan del asesinato en masa de los indígenas a fuerzas invisibles y oportunistas (sobre todo a las enfermedades que los colonizadores llevaron consigo de manera inconsciente) en lugar de a una guerra y a un robo deliberados que se llevaron a cabo durante siglos de una incesante invasión europea.

Los debates sobre la vulnerabilidad epidemiológica de los pueblos indígenas hicieron su aparición durante la década de 1970 cuando los historiadores se alejaron de las narrativas que defendían una supuesta superioridad cultural europea en busca de explicaciones más científicas. Este giro biológico identificó a los microbios como el principal culpable de la muerte en masa de los indígenas, y sugirió que la despoblación de las Américas fue el resultado inevitable del contacto de las comunidades nativas con las enfermedades del viejo mundo. En un ensayo de 1976, el historiador Alfred W. Crosby propugnó la tesis de las “epidemias en tierra virgen”, que sostenía que los europeos transmitieron unas enfermedades (sobre todo la viruela y el sarampión) que acabaron con un 70 % o más de la población nativa del hemisferio occidental porque carecía de inmunidad. En lo que se presentó como la mayor catástrofe demográfica de la historia del ser humano, las regiones más afectadas experimentaron una tasa de despoblación del 90 % (incluidas muertes relacionadas con la enfermedad), que se calcula que redujo la población del continente Americano de 100 a 10 millones.PUBLICIDAD

La tesis de Crosby no tardó mucho en prosperar entre los círculos académicos. En su clásico estudio de 1991, El término medio, el historiador Richard White escribió que los pueblos indígenas, ajenos a los patógenos europeos, “no habían sido seleccionados a lo largo del tiempo para resistir esas enfermedades” y estaban, por lo tanto, “destinados a morir”. Los pueblos indígenas “no tuvieron la oportunidad de desarrollar una resistencia inmunológica”, sostuvo asimismo Colin Calloway en su libro de 1997, Nuevos mundos para todos; estaban “destinados a morir en una de las mayores catástrofes biológicas de la historia del ser humano”. Ese mismo año, Jared Diamond publicó el libro con el que ganó el Pulitzer, Armas, gérmenes y acero, en el que respaldaba la tesis de la “epidemia en tierra virgen” y con el que consiguió que desde entonces formara parte del imaginario popular.

La dieta forzosa demostró ser una de las enfermedades más mortíferas que impusieron los colonizadores

Los académicos indígenas llevan mucho tiempo impugnando esta tesis, aunque muy pocas personas han prestado atención a sus refutaciones. La enfermedad como resultado de una política y unas acciones coloniales “raramente se conocía como genocidio hasta que comenzaron a surgir los movimientos indígenas a mediados del siglo XX”, escribe la historiadora Roxanne Dunbar-Ortiz en Una historia de los pueblos indígenas de Estados Unidos. Para el historiador de la nación Lenape, Jack D. Forbes, no eran tanto los indígenas, sino los europeos, quienes habían contraído lo que denominó wétiko, la palabra del idioma algonquin que se utilizaba para describir un virus mental asociado con el canibalismo. La principal característica del wétiko, tal y como explicó en su libro de 1979, Colón y otros caníbales, es que “consume a otros seres humanos” con fines lucrativos. Este concepto es casi un sinónimo de la psicosis de los europeos por la dominación y el saqueo.

Hoy en día, es evidente que la tesis de la enfermedad sencillamente no se sostiene. Desde donde escribo, en lo que actualmente es Nuevo México, las pruebas arqueológicas más recientes sugieren que no se produjo un descenso demográfico entre los indios de las diversas naciones pueblo, del suroeste de Estados Unidos, hasta un siglo después de que tuviera lugar la invasión española a mediados del siglo XVI. Por ejemplo, el pueblo jemez de Nuevo México no comenzó a abandonar sus aldeas hasta después de 1620. Fue en esa época cuando la colonización española comenzó a surtir efecto: las misiones católicas empezaron a concentrar a los indios pueblo, a expulsarles de sus tierras y a arrebatarles su sustento, y eso creó las condiciones decisivas para que se propagara la enfermedad. En 1680, los indios pueblo de jemez habían perdido aproximadamente un 97 % de su población: la mayoría a causa de la guerra, la hambruna y la enfermedad. No cabe duda de que esta fue una de las principales motivaciones para que se produjera la revuelta de los indios pueblo ese mismo año, que logró expulsar a los españoles.

Una situación muy similar se produjo a lo largo de la parte alta del río Missouri, donde nací y crecí. Cuando Lewis y Clark dirigieron una expedición militar río arriba, las naciones indígenas del río Missouri ya habían sufrido diversos brotes epidémicos de viruela como resultado de un mayor contacto con los tramperos británicos y franceses. Pero ninguno fue tan apocalíptico como la epidemia de viruela de 1837, cuando Estados Unidos ya controlaba el comercio fluvial. El comercio que instauró EE.UU. produjo la total aniquilación de los animales de piel valiosa como consecuencia de una caza excesiva, la destrucción ecológica del río y una creciente militarización (la presencia estadounidense intensificó los conflictos entre naciones indígenas que se dedicaban al comercio). En esas adversas condiciones, la viruela casi acabó con los mandans. Entre 1780 y 1870, las naciones indígenas del río experimentaron un descenso del 80 % en su población, y hasta algunas naciones experimentaron índices superiores al 90 %, sobre todo como consecuencia de la enfermedad.

La dieta forzosa demostró ser una de las enfermedades más mortíferas que impusieron los colonizadores. La diabetes era prácticamente desconocida entre las tribus del río Missouri, incluso durante el período de las reservas indias. Pero a raíz de que el plan Pick-Sloan represara a mediados del siglo XX la parte alta del río Missouri con una serie de cinco presas, con el objetivo de producir energía hidroeléctrica e irrigar campos, un 75 % de la fauna silvestre y las plantas autóctonas que existían alrededor de las reservas terminó desapareciendo, y se destruyeron decenas de miles de hectáreas de granjas indias. En total, unos 1.500 km2 de tierra nativa se vieron afectados en nueve reservas indígenas diferentes: Santee, Yankton, Crow Creek, Lower Brule, Cheyenne River, Standing Rock, Fort Berthold y Fort Peck. Lo que hasta entonces había sido una economía de subsistencia basada en la recolección de especies silvestres y en una agricultura a pequeña escala, se había transformado casi de la noche a la mañana en una total dependencia de los productos básicos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. La harina, la leche, el azúcar refinado y los alimentos enlatados sustituyeron a las anteriores dietas ricas en proteínas y nutrientes. Los índices de diabetes se dispararon y su proliferación puede rastrearse por contacto hasta un único proyecto de obra pública.

¿A quién le importa?

Avancemos medio siglo y la situación sigue siendo inquietantemente similar. El 17 de mayo, el secretario de Salud de Trump, Alex Azar, declaró en CNN que la elevada tasa de fallecimientos por coronavirus en Estados Unidos estaba menos relacionada con la inacción del gobierno que con el hecho de que algunas personas eran menos sanas que otras: “Lamentablemente, la población estadounidense es muy diversa”, explicó Azar, y señaló que “en particular”, las personas negras y las “comunidades minoritarias” tenían “considerables y subyacentes… diferencias en cuanto a su salud y afecciones comórbidas”.

Sus declaraciones eran solo una pequeña parte del inmenso engaño y distorsión que rodea la vergonzosa respuesta que ha dado el gobierno de EE.UU. al coronavirus, que ya se ha cobrado más de 100.000 vidas. Una vez más, el gobierno ha dejado claro que las vidas de los pobres (sobre todo los pobres negros e indígenas) son menos sagradas que la propiedad privada. La América blanca no ha hecho más que apropiarse de este argumento. Desde finales de abril, cuando las estadísticas demostraron que el virus había afectado mayoritariamente a las comunidades negras, latinas e indígenas, las denominadas protestas anticuarentena hicieron su aparición. Hombres armados con rifles de asalto y vestidos con equipos militares irrumpieron en los capitolios estatales y exigieron cortes de pelo y la reapertura de playas y heladerías. Por ese motivo la tribu sioux del río Cheyenne y la tribu sioux de Oglala comenzaron a instalar puestos de control sanitario: “No pediremos disculpas por ser una isla de seguridad en un mar de incertidumbre y muerte”, aclaró el presidente de la tribu, Harold Frazier, al gobernador de Dakota del Sur, uno de los cinco estados que dictó órdenes de no quedarse en casa como respuesta a la pandemia.

Las naciones indígenas han sido las más afectadas por el virus. La nación navajo, cuyas tierras ayudaron a convertir a Estados Unidos en el mayor productor de petróleo del mundo, se enfrenta ahora a los peores índices de contagio y muerte, no solo en comparación con otros estados, sino también con otros países. Aproximadamente un 30 % de la población de su reserva carece de suministro de agua y un 10 % de electricidad, mientras que el carbón de sus tierras se utiliza para alimentar centrales eléctricas y el agua de sus ríos sirve para regar campos de golf en Phoenix. Estados Unidos creó la primera bomba nuclear en una meseta sagrada de la nación tewa con uranio extraído de las minas ubicadas en tierras navajo, que luego terminó envenenando a varias generaciones. Para el pueblo navajo, la auténtica pandemia es, y siempre ha sido, la colonización de los recursos.

EE.UU. creó la primera bomba nuclear en una meseta sagrada de la nación tewa con uranio extraído de las minas ubicadas en tierras navajo

La “ayuda” que ha proporcionado el gobierno hasta el momento ha sido insuficiente, por no decir directamente perjudicial. Sobre el papel, parece que el Departamento del Interior, que se ocupa de conceder la libertad y la democracia estadounidenses a los pueblos indígenas (curiosamente, también administra la fauna silvestre y los recursos naturales), se encuentra en proceso de asignar los 8.000 millones del dinero de la Ley CARES, que se aprobó para ayudar a las tribus afectadas por el coronavirus. Sin embargo, si analizamos en profundidad cuál ha sido la respuesta del Departamento, observaremos que se parece más a una apropiación de tierras, a un soborno y a una masacre india a cámara lenta.

El 20 de mayo, cinco organizaciones tribales firmaron una carta dirigida a David Bernhardt, el secretario de Interior (y antiguo lobista del petróleo), en la que solicitaban la dimisión de la subsecretaria de asuntos indios, Tara Sweeney, una nativa inupiaq de Alaska (también una antigua lobista del petróleo) por el plan que había puesto en marcha durante la pandemia. A finales de febrero, cuando el coronavirus estaba arrasando el país, un tribunal federal negó a los mashpee wampanoag el derecho a recuperar sus tierras natales de Massachusetts; ese es el proceso judicial que Sweeney había iniciado en 2018 y que un juez federal finalmente revocó el pasado junio. Asimismo, su despacho fue también incapaz de proteger los sitios sagrados y funerarios de la nación tohono o’odham de la destrucción con explosivos para construir el muro fronterizo de Trump, que sigue avanzando mientras se suspenden amplios sectores de la economía. Por otro lado, el Departamento del Interior permitió que las corporaciones con fines de lucro de los nativos de Alaska, muchas de las cuales tienen inversiones en la industria del petróleo y del gas, obtuvieran indemnizaciones provenientes del dinero destinado a aliviar el impacto de la covid-19 entre las tribus indígenas. Cómo pudo haberse tomado esa decisión sigue sin esclarecerse. Así que, mientras por un lado complacía a las corporaciones con ánimo de lucro de los nativos de Alaska, por otro el despacho de Sweeney prohibía a los nativos de Alaska que recuperaran sus tierras natales mediante un procedimiento de adquisición en fideicomiso.

La pandemia también ha puesto de manifiesto cómo afecta la encarcelación en masa a las comunidades indígenas. De acuerdo con un informe elaborado por el Proyecto de Ley del Pueblo Lakota, el índice de hombres indios estadounidenses que cumple penas de cárcel es cuatro veces superior al de hombres blancos, y el de las mujeres indias estadounidenses es seis veces superior al de las mujeres blancas. Los indios estadounidenses y los afroamericanos tienen las tasas más altas de asesinatos a manos de la policía. El 28 de abril, tres semanas después de dar a luz en la cárcel, Andrea Circle Bear, una ciudadana de la tribu sioux del río Cheyenne de solo 33 años, se convirtió en la primera mujer en morir de coronavirus en una cárcel federal. Estaba embarazada de cinco meses cuando fue condenada a 26 meses por un delito menor de posesión de drogas. Las autoridades penitenciarias dijeron que la nueva madre “tenía una enfermedad preexistente” que la convertía en susceptible de experimentar síntomas graves, como por ejemplo dificultades respiratorias. No está claro cuál era esa enfermedad, pero su embarazo también se apuntó como posible factor de riesgo. En realidad, la “enfermedad preexistente” que apartó a Andrea Circle Bear de la “isla de seguridad” que su nación había configurado mediante los puntos de control sanitario, la que hizo que estuviera expuesta al virus, no fue solo la desigualdad. (Cinco años antes, el 6 de julio, la cuñada de 24 años de Andrea, Sarah Lee Circle Bear, una madre de dos hijos que su familia dice que estaba embarazada en aquel momento, falleció en la cárcel después de que la detuvieran por violar la libertad condicional a raíz de un accidente de tráfico).

Los indios estadounidenses y los afroamericanos tienen las tasas más altas de asesinatos a manos de la policía

El mes pasado fue el tercer aniversario del asesinato de Zachary Bearheels, un ciudadano de 29 años de la tribu sioux de Rosebud. Tras sufrir una crisis nerviosa y ser expulsado de un autobús de Omaha en su camino de regreso a Oklahoma City, se grabó a la policía disparando tásers contra Bearheels en doce ocasiones y pegándole doce puñetazos en la cabeza. “No puedo respirar, hostia”, les dijo a los agentes desde el asiento de atrás del coche de policía. Un forense determinó después que la causa de la muerte había sido “delirio excitado”, una enfermedad que supuestamente da pie a situaciones de agresividad, incoherencia y a una “fuerza sobrehumana”, por lo general después de haber ingerido cocaína o metanfetamina. (Sin embargo, Bearheels, no tenía rastros de alcohol o drogas en su organismo en el momento de su muerte). Este diagnóstico es polémico, aunque se utiliza a menudo cuando una persona fallece bajo custodia policial. Tres de los agentes involucrados en la muerte de Bearheels fueron restituidos en sus puestos en el mes de abril.

Como por casualidad, los agentes de policía de Minneapolis que asesinaron a George Floyd este pasado Día de los Caídos también habían pensado en utilizar el “delirio excitado” como excusa. Mientras Floyd yacía boca abajo en el asfalto de la carretera, con la rodilla de Derek Chauvin apretándole el cuello, uno de los agentes preguntó si deberían girar a la víctima para ponerla de lado: “Me preocupa el delirio excitado o eso”, le dijo a Chauvin, según la declaración judicial. “Por eso lo tenemos boca abajo”, respondió Chauvin. “No puedo respirar” le dijo Floyd a la policía. “Ninguna lesión física respalda un diagnóstico de asfixia traumática o estrangulación”, se pudo leer después en un informe médico forense preliminar; habían sido “enfermedades subyacentes”, como una enfermedad cardiaca, lo que le había provocado la muerte.

La condición humana

Estados Unidos tiene a sus espaldas una larga historia de sacrificar o asesinar grupos de personas (mediante guerras, enfermedades o ambas) en nombre de su autoproclamado destino. Esta creencia en la superioridad violenta del país ya resultaba evidente entre los antiguos puritanos, que atribuyeron la extinción en masa de los pueblos indígenas a la intervención divina. “Dios les ha perseguido”, dijo de los indígenas John Winthrop, el líder puritano de la colonia de la bahía de Massachusetts, en una carta al rey de Inglaterra en 1634. “El sarampión ha barrido la mayor parte de ellos… Dios ha querido así despejar nuestra titularidad sobre este lugar”. Winthrop y sus compañeros colonos consumaron después su apropiación al mezclar sangre y tierra en la guerra Pequot de 1637, que sentó las bases para las subsiguientes campañas indias que acabaron con la cuasi total exterminación de sus enemigos.

Para vendarse los ojos ante la destrucción que habían provocado, los colonos urdieron ficciones culturales sobre la “inmensidad” de un continente carente de civilización humana (Terra nullius) y por lo tanto expuesto al asentamiento europeo blanco. (Esto fue un precoz antepasado ideológico de la frase sionista: “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”, que ha terminado justificando la expulsión y colonización de los Palestinos). El general Henry Knox, héroe de la Guerra de Independencia y primer Secretario de Guerra de EE.UU., tenía menos dudas sobre cómo se había logrado vaciar la tierra. Recordó la “total extirpación de los indios en las partes más pobladas de la Unión” con medios “más destructivos para los indios nativos que la conducta de los conquistadores de México y Perú”; lo que no es moco de pavo.

Mientras Irán experimentaba un aumento en el índice de casos de coronavirus, el país se estaba enfrentando a una crisis de abastecimiento médico debido a las sanciones

El proyecto imperial no se limitó a lo que terminaría convirtiéndose en los Estados Unidos continentales. Poco después fue extendiéndose hacia afuera, a medida que el colono exportaba al resto del planeta los horrores que había cometido contra el indígena. La mayoría de los historiadores no ha sido capaz de reconocer la evidente relación que existe entre las elevadas tasas de infección y las pésimas condiciones de vida que hay durante los períodos de guerra, invasión y colonialismo. Solo hay que fijarse en el brote de cólera de Yemen para ver la relación que existe entre esa enfermedad y la política exterior de EE.UU. Nadie duda de que la infección de millones de personas y las muertes de miles de ellas a manos de esa enfermedad evitable sean el resultado de la guerra dirigida por Arabia Saudí, con el respaldo de EE.UU., que ha hecho desaparecer las infraestructuras sanitarias de Yemen. No debería sorprendernos enterarnos de que una de cada cuatro amputaciones quirúrgicas que se producen en los centros de la Cruz Roja en Irak, Siria y Yemen, son producto de la diabetes. Estos tres países han servido a EE.UU. de base de operaciones para unas intervenciones militares e invasiones que han alterado unas cadenas de suministros médicos y alimenticios esenciales.

Las sanciones económicas, que los políticos de todos los colores a menudo ensalzan como una alternativa “más humana” a la guerra, son sencillamente una guerra con otros medios. En la actualidad, hay 39 países (un tercio de la humanidad) que están siendo duramente golpeados por las sanciones de EE.UU., y eso no solo provoca inflaciones y devaluaciones en sus monedas, sino que afecta a la distribución de medicinas, comida, energía, a la depuración de aguas y a otras necesidades humanas. Un informe elaborado en 2019 por el Centro de Estudios Económicos y Políticos concluyó que las sanciones estadounidenses en Venezuela habían provocado entre 2017 y 2018 unas 40.000 muertes y unas pérdidas de 6.000 millones de dólares en ingresos provenientes del petróleo. Mientras Irán comenzaba a experimentar un aumento en el índice de casos de coronavirus, el país se estaba enfrentando a una crisis de abastecimiento médico como consecuencia de las sanciones. Mientras países como China o Cuba, castigados ambos por las sanciones de EE.UU., brindaban ayuda internacional a otros países afectados por la pandemia, Trump impedía de forma activa que otros países pudieran responder adecuadamente a la crisis. Por si eso fuera poco, este pasado mayo se retiró formalmente de la OMS en señal de protesta, y culpó a China por el fracaso de su país a la hora de contener la propagación del virus.

La tribu que no ven

“Estados Unidos funciona de acuerdo a unas premisas sumamente estúpidas”, escribió el intelectual de la reserva india de Standing Rock, Vine Deloria Jr., hace medio siglo en Custer Died for Your Sins [Custer murió por tus pecados]. “Nunca ha llegado a comprender la naturaleza del mundo y por eso no desarrolla políticas que sirvan para conservar la lealtad de la gente”. En pocas palabras, Estados Unidos solo conoce la violencia. Convence mediante la fuerza. Es insensible ante el sufrimiento e indiferente frente al bienestar de las personas.

Cuando se tiene que enfrentar a la ciencia y a hechos concretos que niegan su mitología, Estados Unidos elige la alucinación. Observa cómo el genocidio indio se lleva a cabo delante de sus propios ojos y culpa a las “condiciones preexistentes”. Observa cómo cada día la policía asesina y tortura a personas negras y lo describe como ley y orden. Observa cómo se aproxima el calentamiento global y no hace nada al respecto (en realidad, lo acelera, al renombrar los combustibles fósiles como “moléculas de libertad” y el gas natural como “gas de libertad”, que se emite para liberar la atmósfera). Observa cómo se avecina una pandemia y decide no reaccionar.

Quizá la ilustración más descarnada del poder de intoxicación que ejerce la doctrina del Destino manifiesto es el coqueteo reciente de Estados Unidos con el espacio. En febrero de 2019, el presidente Trump emitió un decreto cuyo objetivo era iniciar el proceso de creación de la sexta rama del ejército, la Fuerza Espacial, “para organizar, entrenar y equipar a las fuerzas militares espaciales… y garantizar un acceso sin restricciones al espacio, y libertad para operar en él”. (En diciembre ya se había creado formalmente). “Estados Unidos siempre ha sido una nación fronteriza”, observó en su último discurso sobre el Estado de la Unión. “Ahora debemos asumir la próxima frontera, el destino manifiesto de EE.UU. en las estrellas”. Dos meses después, en medio del caos que ha provocado la creciente pandemia, el presidente firmó un decreto que otorgaba el derecho prioritario a EE.UU. (el primer monopolio de derechos) para comenzar a extraer minerales de la luna y los asteroides. Y mientras una rebelión abierta estallaba en más de treinta ciudades de EE.UU. a causa de la violencia policial racista, Trump y su vicepresidente Mike Pence se fueron a Florida a ver cómo el SpaceX de Elon Musk lanzaba un astronauta al espacio. La beligerancia de EE.UU. ya ha sido elevada al espacio gracias a Trump.

Si dirigiera su mirada de nuevo hacia la Tierra, se daría cuenta de que tras haber pasado por dos recesiones económicas, una guerra sin fin y una destrucción ecológica en forma secuencial, los estadounidenses siguen comportándose como anticuerpos del virus llamado capitalismo. Así y todo, hay otro mundo que está viendo la luz, incluso mientras arde el Amazonas o las calles de Minneapolis. Siempre estuvo ahí. Estuvo presente en Standing Rock, en los cánticos que decían “el agua es vida”; se pudo escuchar en los llamamientos de la nación Wet’suwet’en para “curar los pueblos, curar la tierra”; y resonó de nuevo cuando cientos de miles de personas salieron a las calles para exigir que las vidas negras importan.

Sí, ese mundo siempre estuvo ahí, pero como dijo una vez el fallecido poeta de la nación Dakota, John Trudell: “Somos la tribu que no pueden ver”. Su mensaje estaba claro: el colonialismo no solo es una contienda por el territorio, sino por el significado de la vida misma. Las palabras “indio” o “indios nativos” (vocablos imaginados) nunca se escucharon en las tierras que ahora llamamos Estados Unidos hasta que se produjo la invasión europea. “Nos han llamado de muchas maneras”, observó Trudell, y enumeró otras etiquetas (hostiles, paganos, militantes…) que se han convertido en sinónimo de indígena en la lengua del colonialismo. “Los que nos ponen nombres no pueden vernos, pero nosotros sí podemos verlos a ellos”, explicó. “Somos la Aluci Nación”.

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* Nick Estes es un ciudadano de la tribu sioux de Lower Brulé. Trabaja como profesor adjunto de Estudios Americanos en la Universidad de Nuevo México, y es el autor de Nuestra historia es el futuro: Standing Rock contra el oleoducto de Dakota Access, y de La larga tradición de la resistencia indígena.

Este texto fue publicado originalmente en The Baffler.