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miércoles, 26 de enero de 2022

La información internacional, una de las más perjudicadas por la pandemia


La Marea

Por Olivia Carballar 

Una vecina ante las ruinas de su casa, destruida en un bombardeo nocturno en el Karabaj (Sergei Bobylev / TASS)

El virus ha dejado fuera de la agenda mediática importantes conflictos en diversos países, según un informe del Centre Internacional Escarré per a les Minories ètniquess.

La pandemia se convirtió en el tema central de la agenda de los medios de comunicación tanto en España como en los demás países del mundo. Y causó, además, un aumento del consumo de información, como han confirmado diversos estudios. Pero ¿cómo afectó la COVID a la información internacional? En ello se centra el informe publicado por el Centre Internacional Escarré per a les Minories ètniquess (CIEMEN), elaborado por la periodista Queralt Castillo y el periodista Miguel Fernández.

En primer lugar, la irrupción del virus dejó fuera de la agenda mediática importantes conflictos en diversos países y, a su vez, benefició a numerosos gobiernos autoritarios, que, además, usaron como excusa la pandemia. «A esto hay que sumar la opacidad de la gran mayoría de gobiernos mundiales en el recuento de personas fallecidas y contagiadas y la ejecución ciertos protocolos cuestionables, muchos en contradicción con los derechos básicos universales», dice el informe. «Es una situación, esta, que recuerda al contexto de Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. El 26 de octubre de 2001 se aprobaba en el país americano la Ley Patriótica, una medida polémica adoptada para, supuestamente, hacer frente a la amenaza terrorista, pero que acabó convirtiéndose en el marco jurídico ideal para vulnerar derechos básicos de la población estadounidense», añade.

El informe se sustenta en la experiencia de periodistas que trabajan a diario con información internacional: desde freelances hasta profesionales en plantilla. Y todos y todas coinciden en algo: todo lo que no ha sido explicado, ya no se explicará. Un ejemplo: el conflicto que afectó al Alto Karabaj, en la región caucásica. El 27 de septiembre de 2020, las fuerzas armadas de Azerbaiyán, con el apoyo de Turquía, lanzaron una ofensiva militar contra el territorio armenio del Alto Karabaj con el objetivo de quedárselo. Las fuerzas atacantes bombardearon de forma indiscriminada zonas civiles y más de 75.000 personas, la mitad de los habitantes de la República del Artsakh, tuvo que huir. Durante el primer mes de conflicto, al menos 100 civiles murieron a causa de los bombardeos. ¿Alguien recuerda esta historia hoy? ¿Alguien recuerda haberla leído en los medios?

«El conflicto en el Karabaj apenas ha aparecido en los medios de comunicación. El momento más intenso de los bombardeos, cuando se combatía en las calles de Stepanakert, coincidió con las elecciones de Estados Unidos [durante noviembre de 2020]. Se contaron votaciones durante una semana y fue imposible vender ninguna pieza [sobre el conflicto en el Karabaj] durante aquellos días; incluso en un diario como Gara, en el que estos contenidos suelen tener cabida», cuenta Karlos Zurutuza, uno de los periodistas que se desplazó hasta el terreno. Se han perdido muchísimas historias –prosigue–, como la ofensiva turca en el norte de Siria y sobre la población civil de Qandil o lo que ha pasado durante este tiempo en Libia, donde existe un proceso político abierto. «No hemos podido llegar a causa de las cuarentenas que nos han impuesto, pero le da igual: el material no se habría podido vender«, asevera.

María Eulate pone como ejemplo el yihadismo en el continente africano, que durante la pandemia no se ha detenido: “Muchos países africanos no se confinaron y el yihadismo va a ir al alza. Esto no ha salido en los medios; tampoco se ha hablado a fondo del conflicto en el norte de Mozambique”, asegura. En el documento, Eulate hace referencia al conflicto en Cabo Delgado, una provincia en el norte de ese país africano. Según Amnistía Internacional, desde 2017, el grupo yihadista En el Shabaab ha causado más de 2.000 muertes y 670.000 desplazamientos.

“Los desplazados por el conflicto relatan decapitaciones y pueblos arrasados ??en manos de los yihadistas, ejecuciones extrajudiciales y bombardeos indiscriminados por parte de los militares y los mercenarios”, relataba el periodista Pepe Naranjo en un reportaje en El País publicado el 22 de marzo de 2021. Se trata –insiste el informe– de uno de estos conflictos sin rostro que la irrupción de la crisis sanitaria ha invisibilizado aún más. En ello incide Patricia Simón, que menciona el caso del Sahel: “El yihadismo ha aumentado, y también la presencia de las tropas españolas en el terreno. También han desaparecido de la agenda los conflictos internacionales clásicos como Palestina e Israel, el Sáhara o las migraciones”.

A ello se une, además, la situación de precariedad que vive el sector y, en particular, quienes se dedican a cubrir este tipo de información. «La figura del corresponsal ha sido descuidada, lo que no ocurre en otros países. Abusamos de los y las periodistas freelance, que, sin embargo, están en situación de desprotección”, afirma Ebbaba Hameida, periodista que ha desarrollado gran parte de su carrera en TVE. Ella asegura que se informa a diario con France24 o la BBC en árabe: «Entra más información y se adapta al público (…). En España nos miramos demasiado el ombligo y hacemos un periodismo que se basa en declaraciones».

Y pone más ejemplos: “Ahora hablamos de Bielorrusia o Polonia [en referencia a la situación migratoria], pero la situación no se ha dado de un día para otro, los problemas vienen de antes. Creo que la situación de Hungría ha empeorado y no se ha hablado tampoco, y también se han dejado de lado otras pandemias que estaban afectando al continente africano”.

Desde Reino Unido, James Badcock cuenta que la irrupción del coronavirus también ha contribuido a que se desplomara de la agenda informativa de los medios británicos el procés: “Cuando apareció el virus, el tema ya estaba muy desgastado, sobre todo después de la condena y las protestas de 2019, que se fueron apagando con los meses. Por lo general, el proceso ha sido largo y parecía estar condenado a entrar en una situación de inmovilidad. La reunión de Pedro Sánchez con Quim Torra fue muy importante, pero no recuerdo si hicimos alguna cobertura, pienso que no: en The Telegraph esperaban un evento que no llegó a producirse”.

Más allá del caso de España, el informe concluye que los grupos vulnerables y vulnerabilizados son los que más han sufrido y están sufriendo la crisis sanitaria: «Personas sin una situación administrativa regular, recién llegados y recién llegadas, personas sujetas a vulneración de derechos y/o minorías étnicas, entre otros. Hablamos de personas que no solo han tenido que enfrentar una situación traumática de pandemia mundial y todo lo que esto implica, sino que además han tenido que hacer frente a las trabas de un sistema social que a menudo resulta injusto porque les hace más vulnerables».

Preguntados por propuestas para mejorar las coberturas de internacional, los y las periodistas que participan en el informe coinciden en que hace falta más inversión: «Es necesario tener medios de comunicación robustos, fuertes e independientes para que los temas internacionales tengan cabida. También se necesitan nuevos enfoques, nuevas narrativas y dejar de lado la mirada colonialista y la epistemología occidental. Es necesario incluir la voz de las personas pertenecientes a las minorías y el grupo vulnerables y vulnerabilizados».


lunes, 13 de diciembre de 2021

La pandemia que polariza a Europa


Rebelión

Por Sergio Ferrari 

Vacunados vs. antivacunas

Europa, nuevamente epicentro mundial de la pandemia, no disimula su creciente preocupación. El aumento en flecha de contagios y de la protesta social, marca ya la cotidianeidad de un continente que podría pagar, en los próximos cuatro meses, el pesado costo de 700.000 muertes adicionales según la Organización Mundial de la Salud. La presencia confirmada en suelo europeo, a partir del viernes 26 de noviembre, de la variante Ómicron agrava aún más la ya preocupante prognosis.

Cifra impresionante barajada por la Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS). De mantenerse la actual tendencia de infecciones, 25 países de la región sanitaria europea – que incluye a 53 naciones de este continente y de Asia Central –podrían carecer de suficientes camas en los hospitales en los próximos meses. Según las mismas estimaciones, las unidades de cuidados intensivos de 49 de estos países corren el riesgo de atravesar una situación de estrés alto o, incluso, extremo, entre diciembre de este año y marzo de 2022.

Si bien a mediados de noviembre casi el 70% de la población de la Unión Europea y del Espacio Económico Europeo había recibido al menos una dosis de la vacuna anti- COVID 19, las desigualdades son significativas. Bulgaria, con la tasa más baja, llegaba al 25% de su población con la pauta completa, en tanto Rumania y Croacia oscilaban en el 45% y Eslovenia, República Checa y Polonia no alcanzaban el 60%. Fuera de la Unión Europea, Rusia, contabiliza apenas a fines de noviembre un 37% de su población vacunada con las dos dosis.

A este panorama de por sí incierto y con la quinta ola que vuelve a inundar el continente, la variante “sudafricana”, denominada Ómicron, agrega un factor de desconcierto e incertidumbre. Poco se conoce, en realidad, a nivel científico, sobre la misma. Aunque la misma OMS anticipa que debido a la cantidad de mutaciones que contiene, su posible impacto – reinfecciones y eventual menor efecto de las actuales vacunas, todo a verificar — la convierten en una variante “preocupante.

La caída de los valores de las bolsas de valores, el cierre de fronteras internacionales e incluso, intraeuropeas, son señales significativas de la perplejidad que crea la nueva variante en este ya enrarecido ambiente pandémico.

Aumento en flecha

La quinta y nueva ola pandémica en el Viejo Mundo parece ser imparable. Situación que llevó a Hans Kluge, director de la OMS-Europa, a enfatizar en las últimas horas que para vivir con este virus y seguir con nuestra vida diaria necesitamos un enfoque que vaya más allá de la vacuna. “Eso significa recibir las dosis estándar y una de refuerzo si es ofrecida, pero también incorporar medidas preventivas en nuestras rutinas”. En la evaluación del organismo onusiano, solo la vacuna no da respuesta a este recrudecimiento y es imprescindible reinstaurar masivamente la distancia social, la higiene de manos y la generalización de la mascarilla, usos que en diversos países se fueron diluyendo de a poco.

Bélgica registró un aumento de 64 % de casos la última semana de noviembre en relación a dos semanas atrás, en tanto las hospitalizaciones incrementaron un 54% y los decesos un 44%. En Francia, el 23 de noviembre, el Ministerio de Educación daba cuenta de 6.000 clases cerradas debido al COVID, 2.000 más que la semana precedente. En el pico de la ola de abril del año pasado se llegó a contabilizar 11.000 clases confinadas.

En Alemania, donde las autoridades debaten sobre la opción de establecer la obligatoriedad de la vacuna – por ahora solo el 68% cuenta con las dos dosis–, se registraron casi 45.000 nuevos casos el 27 de noviembre. Para señalar la complejidad de la situación, el ministro de Salud lanzó el tétrico eslogan: al terminar el invierno (es decir para marzo 2022) estaremos “vacunados, curados o muertos”.

Con menos del 70% de vacunados, Austria, que superó los 11.000 casos el 26 de noviembre, había dado un paso desafiante el lunes 22 de noviembre: decretó un nuevo confinamiento general hasta el 13 de diciembre con la excepción de los establecimientos escolares. En paralelo, anticipó la obligatoriedad por ley de la vacuna anti-COVD a partir de febrero del año próximo.

Suiza – con una población de 8,6 millones de personas — registró 8.033 nuevos casos el último miércoles viernes de noviembre. Los mayores de 12 años íntegramente vacunados llegan al 74.37%, cifra considerada insuficiente por las autoridades. Sin embargo, estudios que se realizan en algunos cantones indican niveles mucho más altos de seroprevalencia, es decir con presencia de anticuerpos. Este dato positivo anticipa que, si bien el sistema hospitalario puede tensarse en los próximos días, no llegaría al nivel que debió enfrentar a fines del año pasado, en lo más alto de la peor ola. Especialistas y epidemiólogos subrayan el impacto muy positivo de la vacunación en tanto colchón protector de la población. Constatan que un alto porcentaje de las actuales hospitalizaciones y pacientes en cuidados intensivos son no-vacunados. Y certifican que el actual incremento explosivo de contagios en Suiza no se traduce por el momento en un crecimiento proporcionalmente alto de hospitalizaciones, entubaciones y decesos.

Los electores suizos se pronunciaron el domingo 28 de noviembre sobre una Ley COVID, ejercicio único en el continente. Por segunda vez en menos de seis meses aceptaron en las urnas con 62 % de votos a favor las medidas implementadas por el Gobierno durante la crisis sanitaria, sea a nivel de la ayuda financiera a desempleados, empresarios afectados y trabajadores independientes, como con respecto a las medidas pandémicas restrictivas y la exigencia del pasaporte sanitario para poder participar en actividades públicas masivas.

El enojo de algunos

Esta nueva ola pandémica y las restricciones adicionales que la acompañan provocaron, en la segunda quincena de noviembre, una efervescencia social significativa en varios países del continente. Con manifestaciones, en algunos casos, como en los Países Bajos y Bélgica, particularmente violentas. Pero también con protestas callejeras entre otros países en Croacia, Italia, Francia y Suiza.

Las protestas cada vez más concurridas y convocadas en paralelo en diversas ciudades del continente, aparecen como un nuevo fenómeno social de cierto peso.

El movimiento que se opone a las normas anti-COVID, de identidad difusa y con una gran heterogeneidad interna, ha tomado fuerza y sale a la calle. Aunque los actores principales son grupos ligados a la derecha y a la extrema derecha, confluyen también representantes de algunas formaciones de extrema izquierda, ecologistas y alternativas, así como jóvenes descontentos de barrios urbanos periféricos.

Dichos grupos cuestionan fundamentalmente el recorte de libertades que van de la mano de ciertas medidas anti pandémicas. Algunos, aunque muy minoritarios, denuncian las ganancias multimillonarias de las principales transnacionales productoras de vacunas.

En apenas 18 meses, la crisis sanitaria europea y sus consecuencias económicas, sociales, jurídicas e institucionales provocan, también, nuevos comportamientos políticos y dan pie a cuestionamientos ideológicos de ciertos sectores de la población. Nace un nuevo tipo de protesta contra el Estado y contra las medidas “autoritarias” (a las que incluso califican de dictatoriales) y empieza a definirse un nuevo espacio social que podría, en el futuro cercano, alimentar la base de las fuerzas políticas de derecha y ultraderecha que disputan electoralmente cuotas de poder institucional.

Daniel Steinvorth, corresponsal en Bruselas del prestigioso cotidiano suizo Neue Zurcher Zeitung, en un artículo del 24 de noviembre analizaba las manifestaciones en los Países Bajos y relativizaba el contenido de las mismas. En su artículo, “Los que buscan la violencia siempre encuentran una excusa” se interrogaba, ¿qué expresa, en relación a la política pandémica del Gobierno, la actitud de estos jóvenes violentos, que celebran el motín como un acontecimiento? “Básicamente nada”, responde. “En cualquier caso, no significa que las medidas para combatir el virus sean tan controvertidas que lleven a la sociedad a los extremos”, reflexiona.

Para Steinvorth, la protesta tiene que ver más con un Estado social que se ha venido debilitando progresivamente que con la misma pandemia. Y recuerda que “los populistas de derecha llevan muchos años ganando popularidad. Ellos también contribuyen a la disminución de la confianza en la política”. Al mismo tiempo, recuerda, la delincuencia relacionada con las drogas y las bandas –que también es consecuencia de una política de integración fallida– aumenta la tensión social.

Y retrotrae su análisis a las protestas de enero pasado en los Países Bajos, en las cuales, delincuentes, militantes de extrema derecha, “pero también grupos de jóvenes bastante normales y aburridos, muchos de ellos de origen inmigrante, se amotinaron durante el toque de queda produciendo los disturbios nocturnos”. Y concluye: “esta situación inicial no ha cambiado diez meses después”.

Medios de prensa y analistas, en paralelo, se interrogan sobre la verdadera fuerza de estos sectores protestatarios. Y ponen sobre la mesa la pregunta clave de la sostenibilidad de su acción violenta: ¿son expresiones coyunturales que se desinflarán luego de la crisis pandémica? O bien, por el contrario, constituyen nuevas expresiones de una forma diferente de concebir la participación social. Y representan el origen de algo distinto, diluido, heterogéneo, pero marcadamente individualista y conservador, esencialmente anti-Estado, que se consolidará aun después de esta crisis sanitaria.

La denuncia global ciudadana

A partir del martes 30 de noviembre hubiera debido reunirse en Ginebra, Suiza, la Duodécima Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio, anulada a última hora debido el pico pandémico. Esta instancia ministerial es el órgano que toma las decisiones más importantes de la OMC sobre todos los asuntos comprendidos en cualquiera de los Acuerdos Comerciales Multilaterales.

Unas 40 organizaciones solidarias de una decena de países europeos y americanos convocan, de todas maneras, para el 30 a una movilización frente a la sede del organismo rector del comercio mundial. El objetivo de la protesta: exigirle a la OMC que se levanten los derechos de propiedad intelectual y se facilite el acceso universal a la atención sanitaria, en particular, a las vacunas anti-COVID.

Las organizaciones convocantes sostienen que 10.000 personas mueren cada día de COVID en el planeta. “Mientras que los países ricos tienen acceso a los tratamientos, vacunas y diagnósticos contra el COVID, la mayoría de la población mundial, que vive en países de ingresos bajos y medios, tiene poco o ningún acceso a ellos”.

Esto se debe a que los derechos de propiedad intelectual, incluidas las patentes, protegen los beneficios de las empresas farmacéuticas. Las cuales, junto con los gobiernos de los países ricos, se oponen a la eliminación de estos derechos en la OMC, es decir rechazan democratizar la producción y acceso de las vacunas en todo el mundo.

El Llamado de Ginebra, elaborado por los promotores de la protesta, invita a movilizarse “para gritar nuestro desacuerdo con esta política de *apartheid* médico y para exigir el levantamiento de los derechos de propiedad intelectual sobre las vacunas, los tratamientos y los diagnósticos COVID”.  (https://nov30noprofitoncovid.com/espanol/)

A un año y medio de comenzar a propagarse en Europa el coronavirus, la crisis sanitaria es ya mucho más que una cuestión sanitaria. La pandemia ha ido revolucionando comportamientos individuales, miradas colectivas y percepciones ideológicas. Desata un debate de sociedad, desafía a cada ciudadano a posicionarse con respecto al Estado y al Gobierno e interpela sobre los métodos para expresar consensos o diferencias sobre las nuevas normas vigentes. Silenciosamente, además, la sociedad europea, parece haberse ido fracturando con otro tipo de grieta social que desborda las contradicciones prepandémicas, por un lado, los vacunados y por otro los antivacunas.


jueves, 18 de noviembre de 2021

Viejos y nuevos paradigmas sociales


Rebelión

Por Raúl Allain *

Las tecnologías de la información y comunicación están llevando a la sociedad a un nuevo paradigma de convivencia, donde lo virtual cada día gana terreno en todas las actividades cotidianas, pasando por la ciencia, la política, el comercio electrónico, la teleeducación y todos los sistemas de persuasión de masas nunca antes vistos.

El distanciamiento social y la cuarentena a raíz de la pandemia de COVID-19 está imponiendo la llamada “nueva normalidad”, que definitivamente implica que las viejas estructuras mentales y sociales adquieren un ropaje donde todo pasa por la autopista de la información y las nuevas tecnologías. 

Tanto la economía, la educación y la vida social es “virtual”. Tal como lo he sostenido en artículos anteriores, el desarrollo, aplicación y uso de las nuevas tecnologías está engendrando nuevas formas de esclavitud digital, que son parte del engranaje económico y generan nuevos modos de producción y mecanismos de adaptación social cada vez más refinados y sofisticados. 

Hoy bajo el imperio del Internet, muchos creen tener cierto poder desde su “smartphone”, que a la vez es la punta de lanza para ser sometido. Nada más eficaz para el sistema de trabajo que su autorreproducción en la psiquis y la mente de quienes lo sustentan con su fuerza de trabajo y “el sudor de sus frentes”, es decir, con la energía de sus propias vidas. 

Actualmente, en el Perú se habla con más fuerza del “teletrabajo”, “trabajo virtual”, “trabajo remoto” y “trabajo on-line”. Si bien es cierto que la Internet facilita la comunicación y permite que muchos puedan “trabajar desde casa”, hay otra cara de la moneda. Pero también es evidente que ahora la tecnología es factor decisivo para la perpetuación de un sistema basado en el sometimiento objetivo, pero con una fuerte carga de control mental. Esto ya se veía venir con la llamada “cultura de masas” que proponían con el auge de la radio y la televisión. 

En este sentido, los trabajadores consumidores modernos, bajo los dictámenes del mercado laboral y del consumismo digital, son conducidos en la totalidad de sus vidas por una especie de “control remoto” y lejos de reconocer y romper su determinación ajena, constituyen sin duda y “ocultos a plena vista”, la nueva esclavitud del siglo XXI. 

Parece que la esclavización de la mente y por ende del comportamiento del ser humano alcanza niveles irreversibles, a causa de la doblegación mental y corporal que actúa sin misericordia sobre sus víctimas para evitar que estas se rebelen contra un orden social intrínsecamente inhumano y explotador. 

Quienes cuestionamos estos modos de esclavitud, seguiremos luchando en pos de la formación de una conciencia global que contrarreste y acabe con todas formas de explotación económica, opresión política, discriminación social y alienación humana. 

Pero los sistemas laborales tienen como contrapartida las exigencias de una sociedad de consumo, ahora cada vez más monetizada mediante el dinero electrónico y nuevas monedas digitales como los “bitcoins”. La presión para comprar es fuerte. Parece que el mensaje es: “Compra y sé feliz”. Y el que no tiene para comprar, es marginado. 

Hay una presión sociocultural y social muy fuerte para comprar. Uno de los mercados en expansión es el de nuevas tecnologías de la información y comunicación. Y la telefonía celular es equivalente a conexión con el mundo. Estar al día en comunicación es imprescindible para poder tomar decisiones. Pero, también, los aparatos se renuevan a un ritmo vertiginoso, lo que acelera la obsolescencia de las “novedades”. Lo que hoy es nuevo, mañana ya será un artefacto inservible, una pieza de museo. 

Parece que nos quieren inocular la idea de que tener un teléfono de última generación es sintonizar con el mundo actual y especialmente poder acceder a las redes sociales más populares de Internet: Facebook, Instagram, TikTok, YouTube, WhatsApp, entre muchas otras. Son masivas las descargas de música, videos y otras aplicaciones como por ejemplo para buscar taxi con seguridad, entre otras “apps”. 

Y ahora –a raíz de la pandemia– están en auge las teleconferencias y hasta las reuniones sociales digitales y ceremonias a través de la pantalla. 

Existe un marketing agresivo para convencer a los diversos sectores de que se pleguen a esta oleada, incluso con la utopía de falsos liderazgos, grupos o “colectivos”, pero al fin de cuentas todos sucumben al sistema. 

El ser humano en una nueva encrucijada, con el riesgo de una idiotización manejada desde “ranking de popularidad”. Es una paradoja: muchos se desviven por un “like” o un “me gusta en Facebook”, poniendo además su historial y privacidad en manos de esas poderosas empresas que manejan las redes sociales. 

Desde un teléfono en las manos tenemos acceso a viajar por el mundo, navegando por el universo casi infinito de la Internet, donde hay páginas web de información y de entretenimiento, y especialmente buscadores potentes de información, ahora con servicios “en la nube” para almacenamiento de fotos y archivos. En contrapartida, los “hackers” o piratas informáticos cometen delitos usando la vulnerabilidad del sistema. 

Es una sociedad de consumo, donde los intercambios comerciales dominan la escena, el acto de compra parece que se va convirtiendo en la razón de ser del sistema. Es muy fuerte la presión actual de producción y venta de teléfonos inteligentes. 

Ya se sabe que la sociedad humana cada día es más digital, y este fenómeno está afectando incluso el plano económico, social y cultural, en campos diversos como la medicina, la arquitectura, la industria, la ciencia y el arte. Estamos en la autopista de la información, viajando a toda velocidad en el ciberespacio. ¿Sabemos hacia dónde?

* Raúl Allain. Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y director de Editorial Río Negro.


jueves, 11 de noviembre de 2021

El coronavirus colapsa y destruye el sistema educativo en América Latina


Rebelión

Por Carlos de Urabá

Tras más de un año y medio de estar cerradas las escuelas a causa del coronavirus, y aunque ya se dio la orden de abrirlas desde en agosto en México y en otros países de Latinoamérica, lo cierto es que todavía no se han activado las clases presenciales.

Ante esta desoladora emergencia sanitaria la educación pública es la más afectada pues en la mayoría de los países (el 60% de su territorio especialmente el medio rural), se han quedado en el limbo al carecer los medios adecuados para recibir la señal de Internet. Entonces, no les ha quedado más remedio a los docentes que improvisar otras estrategias como la televisión educativa para salvar el año escolar.  La tragedia para los alumnos no puede ser más desgarradora porque ya de por si el nivel educativo antes de la pandemia era deplorable pero ahora es calamitoso. Al entrar en pánico al dispararse las cifras de muertos e ingresados en los hospitales se clausuraron las escuelas a cal y canto.  Una decisión política que trajo como consecuencia que muchas fueran saqueadas o vandalizadas. Las autoridades se equivocaron pues nunca se debieron cerrar los centros escolares ya que como se ha demostrado es el sitio más idóneo si se toman correctamente las medidas de seguridad sanitarias con todo el rigor. Se ha condenado a los niños y los jóvenes a la educación en línea vía zoom como única herramienta de comunicación y supuesta panacea para afrontar esta grave emergencia. Brasil, uno de los epicentros de la pandemia, ha reabierto las escuelas desde marzo 2021 con tan solo el 35% de ocupación máxima en las aulas. El 40% de los estudiantes de las escuelas públicas urbanas de Brasil no tiene computador o tableta en su casa, en las áreas rurales sube al 65%. La reapertura de los centros escolares se ha visto afectada por las demandas ante los tribunales de los sindicatos de los profesores que se niegan a regresar a clases presenciales. El estado de excepción o el confinamiento impide la libre circulación de los ciudadanos y lo peor de todo es que se violó el derecho universal de los niños y las niñas a la educación. 

Además, los alumnos se han quedado huérfanos porque las escuelas no eran solo un lugar donde recibían clases sino también sus hogares pues allí desarrollaban parte de su vida social; se reunían con sus amigos y se interrelacionaban con sus maestros y tutores.  Además de asistir a distintas actividades extraescolares, en bibliotecas, campos de deportes. los comedores que les brindaban al menos una comida diaria y miles que residían parcial o totalmente como internos. Las escuelas cumplen un papel de protección y monitoreo que va más allá de los propósitos académicos.  Cuando eres un niño o un adolescente lo que quieres es relacionarte con tus amigos. Así que no pueden estar encerrados en medio del agobio y el hacinamiento en sus casas junto a sus padres porque están desarrollando autonomía. Ahora sobreprotegidos parece difícil que vayan a emanciparse a los 18 años. Y encima son tantos los problemas afectivos que deben soportar gritos, agresiones y violencia. Se calcula que en un 55% se han elevado las agresiones físicas, 48%, las psicológicas, un 20% en abusos sexuales y violaciones a niños y niñas. Cerca de la mitad de los niños, las niñas y adolescentes (91 millones) viven en la pobreza en América Latina. Un fenómeno que ha afectado la salud mental de millones de personas que sufren depresión, angustia, falta de autoestima, estrés, ansiedad. Las conductas suicidas han aumentado en un 30% y, por ejemplo, según la Secretaría de Educación de México, en el 2020 el número de suicidios y adolescentes de ambos sexos alcanzó la cifra record de 1.150 víctimas.

Durante el confinamiento ha sido tal la demanda de Internet que en muchas regiones los servidores colapsaron. O sencillamente no existía conexión. Y en el colmo las familias no tenían datos móviles por falta de presupuesto  porque “si hay para internet, no hay para comida”  En un hogar con tres o cuatro hijos han tenido que compartir un computador o un teléfono celular para recibir sus clases en línea -los más afortunados-. Ha sido imposible tomar sus cursos al mismo tiempo y conectarse con sus profesores aparte de que se perdía la señal de Wi Fi. Millones de hogares más pobres y marginales no pueden conectarse a Internet y deben conformarse con atender las clases por televisión que muchas veces está ocupado en las telenovelas o los partidos de futbol. Desde luego que el aprendizaje en línea ha sido catastrófico.  En un intento por mitigar la emergencia escuelas y colegios se organizaron grupos de WhatsApp para al menos recibir las tareas y que se mantuvieran los alumnos activos. Pero la perdida total de tiempo y el aburrimiento de estar encerrados provocó que millones de niños, niñas y jóvenes desertaran de las clases en línea. En México la cifra supera 6 millones, en Colombia unos 300.000, en Perú 340.000, en Brasil 7 millones. Por falta de recursos se calcula que 40% de los alumnos abandonarán las universidades privadas.  El sistema educativo no estaba preparado para esta crisis sanitaria y menos para impartir las clases de manera virtual o hibrida. Entonces, ¿de qué vale estudiar a los más humildes si nunca alcanzarán el nivel de educación superior y universitario?  El derecho a la educación pública es también parte de la lucha de clases porque es la única salida de los más desfavorecidos para subir en la escala social. Superarse por méritos propios para salir de la pobreza. pero sin recursos económicos o una beca para pagar una matrícula universitaria esto parece utópico. Solo una élite de privilegiados ha mantenido sus ingresos e incluso los han aumentado. Blindando el nivel educacional sus hijos en escuelas o universidades privadas donde generalmente son aprobados no por su capacidad técnica o intelectual sino por su pertenencia a familias de alta alcurnia. 

Quienes carezcan de patrimonio económico solo heredarán marginalidad y pobreza; lo que significa estar condenados a ser el recambio de sus padres en los trabajos más precarios y peor remunerados. La verdad es que según las estadísticas de la CEPAL en América Latina hay ya 210 millones de pobres (22 millones de personas más que el año 2019) Centroamérica y el Caribe es la región más depauperada con 30 millones de personas sumidas en la indigencia. La tasa de vacunación contra el COVID no sobrepasa el 20 % de la población y el nivel educacional es uno de los más bajos del Tercer Mundo. En el Salvador, Honduras, Guatemala o Belice, Haití, República Dominicana apenas el 20% de los alumnos de las escuelas públicas tienen acceso a la educación virtual y su retraso es más que ostensible.

En las favelas y suburbios de las grandes ciudades se concentra el lumpen proletariado que sobrevive en medio de la exclusión y la miseria. El COVID 19 ha afectado mayormente a los países pobres y vulnerables. Muchos niños, niñas y los jóvenes o adolescentes de los estratos más bajos se vieron obligados a ayudar a sus padres en sus trabajos informales (en América Latina hay 140 millones de personas laborando en condiciones de informalidad lo que representa el 50% del empleo real) El hambre y la marginalidad hizo que infinidad de jóvenes y adolescentes se enrolaran en las pandillas delincuenciales o los carteles del narcotráfico donde al menos reciben una paga por sus servicios (muy superior al salario mínimo)  Poco a poco se van  iniciado en el sicariato, los secuestros, los asaltos, la prostitución, el tráfico de armas o el narcomenudeo. no están escolarizados, no hay bibliotecas, ni centros culturales o campos deportivos solo cantinas, antros y burdeles ¿Cómo evadirse de un ambiente tan ruin y opresivo? Solo consumiendo sustancias psicotrópicas o alcoholizándose. Porque las mafias más dominantes, adaptables y violentas del mundo se han aprovechado de la situación de quiebra total para reforzar su accionar en los cordones de miseria.

Hoy las carreras más solicitadas y las más promocionadas por las universidades públicas y privadas son las profesiones relacionadas con el ámbito digital: marketing digital, cuentas digitales, community manager, social media manager, programadores de informática, administración de empresas, corredores de valores, gerentes de sociedades offshore, brokers, inversionistas, comisionistas, comercial delivery, ejecutivos de venta on line, turismo on line, ejecutivo expertos de blockchain, criptomonedas y Bitcoin, cibernética, Uber technologies, la inteligencia artificial, técnicos en desarrollo de software o hardware,   telemática, robótica, programadores de videojuegos, creadores de Apps, es decir, especialistas en el  modelo de desarrollo calcado al de Silicon Valley con sus grandes parques tecnológicos. Multimillonarios exitosos como Billy Gates, Jobs o Bezos son el espejo para los emprendedores y marcan el camino a seguir. Nuestros estados tan serviles se han entregado las trasnacionales y nuestra dependencia tecnológica es total y absoluta con respecto a EE. UU, Europa, China o el Japón que son los que poseen las patentes (en EE. UU las patentes con mayor valor son las que registraron las organizaciones y compañías electrónicas, comunicaciones, servicios y equipos de Internet, Google, Facebook, YouTube, Apple e IBM) El concepto de innovación y competitividad entre universidades, centros de investigación y empresas de la tecnología de la información van a regir el mundo globalizado. Porque el sistema productivo y los planes de negocios no pueden parar de crecer. Las leyes del capitalismo son muy claras: solo los más preparados e “inteligentes” o, mejor dicho, los que alcancen a costearse sus estudios de educación superior -a la que solo accede el 5 % de la población -serán los elegidos para asumir las riendas del poder y seguirán dominando  el ámbito político, económico, empresarial e industrial.   

Millones de latinoamericanos han sido golpeados brutalmente por la crisis económica desatada por la pandemia. El desempleo afecta un 15% más que en 2019 rozando los 30 millones de personas que en su inmensa mayoría, no reciben subvenciones de los gobiernos para mitigar la tremenda catástrofe. Las ayudas sociales son irrisorias y han tenido que reinventarse en trabajos por cuenta propia.  En América Latina: más de 28 millones de personas entrarán en situación de pobreza este año por el COVID-19. Con un 30% Argentina es el país con las mayores tasas de desempleo juvenil en el Cono Sur. Mientras el nivel de empobrecimiento de la población ha subido hasta el 43%. Y es que oficialmente el confinamiento todavía se mantiene en muchos países porque la incidencia del COVID-19 es muy alta. Los maestros se niegan a volver a clases presenciales puesto que la vacunación de los menores de doce años es casi nula. Temerosos de contagiarse prefieren seguir sometidos a la educación virtual.  Evidentemente para las nuevas generaciones como consecuencia de estar confinados meses y meses el impacto emocional y psicológico será tremendo y dejará unas taras que no van a borrarse de la noche a la mañana. Nos esperan unos cambios sociales impresionantes. En Colombia entre abril y junio del 2021 se produjo un paro nacional reprimido por las fuerzas del orden del gobierno del derechista de Duque y que dejó extraoficialmente más de 78 muertos, 2.500 heridos y 180 desaparecidos. 

El gobierno mexicano consciente de la urgencia en reactivar el sistema educativo obligó a abrir las escuelas en el mes de agosto después de un año y medio de ausencia. 16 millones de alumnos regresaron a las aulas, es decir, el 48%. la pregunta es ¿por qué no cerraron los cuarteles, ni los casinos, los centros comerciales, los restaurantes, ni los antros o los prostíbulos? La educación es una actividad estratégica esencial tan importante como la industria o la salud. Como bien lo reconoció el presidente López Obrador “Tenemos que correr riesgos. Imagínense si no salimos porque nos puede pasar algo, ¿nos vamos a quedar todo el tiempo ahí encerrado?” los pequeños ya necesitan regresar, ya vemos problemas fuertes de violencia intrafamiliar, de estrés, de obesidad y de adicción a los aparatos electrónicos” Las redes sociales son manipuladoras y tóxicas. Que se regrese a la escuela o la universidad para comunicarse y socializar” Pero ya es tarde. Ahora tenemos un sistema escolar colapsado y los niños han perdido el hábito del estudio, de la lectura, no se concentran y son incapaces de leer o escribir correctamente. Los niños que antes jugaban en los parques al final de la jornada escolar ahora se han vuelto seres pasivos pegados a los artilugios electrónicos. Una epidemia de miopía golpea a los menores de edad a raíz de la larga exposición  a las pantallas digitales y el poco tiempo que pasan al aire libre. 

Lo cierto es que se ha perdido un año y medio lo que significa casi dos cursos lectivos. El retraso ya es imposible de recuperar en un corto espacio de tiempo y solo queda confiar en la buena voluntad de los alumnos para que disciplinadamente estudien sus lecciones en sus hogares. Pero todos sabemos que los jóvenes están más interesados en conectarse a las redes sociales o a dedicarse a jugar con la PlayStation o la Nintendo (75 millones de mexicanos se consideran videojugadores y el país ocupa el puesto número 12 a nivel mundial) El control de los dispositivos electrónicos deben asumirlo los padres de familia, pero como han perdido la autoridad apenas si se atreven a reprender a sus hijos. Las consecuencias son muy nocivas pues los niños están completamente enviciados y si se les prohíbe sus juguetes favoritos llegan incluso a agredir a sus padres y en algunos casos hasta matarlos. Este va a ser uno de los mayores dramas sociales del recién comenzado siglo XXI: la guerra de cuarta generación por el dominio de las mentes. El Big Data procesa, analiza e interpreta con su algoritmo grandes volúmenes de datos que generar los usuarios de Internet y que controlan nuestras vidas con el incesante bombardeo propagandístico que dicta cuales son nuestros deseos y preferencias. Una alienante manipulación que podríamos calificar de “fascismo cibernético”.

Las multinacionales de la industria digital y sus poderosísimas maquinarias mediáticas son las principales interesadas en promocionar la venta de computadores, teléfonos inteligentes, tabletas, etc. que por arte de magia transformarán a los alumnos en unos genios. El consumismo es de tal envergadura que a pesar de la crisis económica el iPhone 12 es el más vendido, aunque su precio sea de 700 dólares.  El número de teléfonos celulares en América Latina supera los 450 millones de unidades.  ¿Un profesor reemplazado por un androide que dicta los cursos a través de un computador o un teléfono celular? Se están criando niños solitarios y antisociales y de carácter autistas que se niegan a relacionarse con los demás y que se pasan horas y horas enchufadas a las pantallas. Sin contar que los altos niveles de radiaciones electromagnéticas de radiofrecuencia que a lo largo de la vida puede dañar las neuronas y destruir las células cerebrales hasta provocar cáncer o alzheimer.

Lo cierto es que los grandes triunfadores de la pandemia han sido las multinacionales de la tecnología digital y la industria del entretenimiento que han incrementado sus ganancias en un 30%.  Las que más han subido son las ventas de los productos on line,  pornografía on line, a los burdeles on line,  los casinos on line, o las casas  de apuestas de fútbol como Caliente, Codere, bet 365, Betway, 1XBET, y hasta la lotería de los EE.UU Mega Millons con un premio mayor de 345 millones de dólares y que es una de las más populares en México. Hay que buscar emociones fuertes y evadirse de la cruel realidad con unos servicios que se activan mediante una tarjeta de crédito (perteneciente a los cabezas de hogar pero que sustraen sus hijos) y que solo en Colombia recaudaron unas ganancias en el 2020 de 102.137 millones de pesos. 

Se está criando una juventud de ludópatas y tahúres ilusionados por obtener dinero fácil y hacer realidad todas sus fantasías.  La publicidad que se emite a través de Internet y las redes sociales no se detiene ni un minuto y sigue escupiendo sus magníficas ofertas que nos cautivan. En nombre de la libertad de expresión están esclavizando especialmente a los niños y niñas que son los más indefensos y manipulables. En Tijuana a los adolescentes durante el confinamiento y para mantenerlos ocupados se les aplicó la receta de PlayStation, chelas (cervezas) y mota (marihuana) 

La tecnofilia crea unas adicciones tan perversas que los pacientes más graves necesitarían un tratamiento de choque parecido al de los heroinómanos para desengancharlos. Hace pocas semanas China prohibió que los menores de edad estén más de tres horas semanales en los videojuegos.  Unas restricciones que afectan drásticamente a la enorme industria del juego en el país. El Partido Comunista Chino se han dado cuenta que las nuevas generaciones están gravemente afectados en su salud física y mental por el continuo uso de artilugios digitales. ¿Cómo romper esas cadenas invisibles que los atan al ciberespacio? Los niños-autómatas han desarrollado síntomas de neurosis, inclinaciones suicidas o se han suicidado.  Han perdido la capacidad de memorizar y concentrarse, han perdido las habilidades sociales, escolares y académicas de aprendizaje. No están motivados con los medios digitales que se resume en buscar la tarea que se les ha encomendado en las páginas web de Internet y sencillamente cortar y pegar y enviársela al profesor para que las califique.   

El caso más aberrante quizás sea el del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia que bajo el pretexto de brindar conexión a Internet gratis a los colegios públicos situados las zonas rurales más apartadas y desfavorecidas del país pagó por adelantado 70.000.000 de pesos las empresas COMCEL y UTCP.  De una licitación de 1.07 billones de pesos que tan solo se ha ejecutado el 1%. Incomprensiblemente incumplieron los contratos y el presupuesto se perdió en el pozo sin fondo de la corrupción. El proyecto de “un país digital” naufragó por completo. 

La comunicación entre alumnos y profesores se hace a través del cordón umbilical del zoom confiados en que el aprendizaje sea óptimo y se alcance las más altas cotas del conocimiento académico. Se pensó que la tecnología punta iba a suplir todas las funciones de las aulas convencionales pero el comportamiento de los alumnos deja mucho que desear porque sencillamente están más preocupados en jugar con la  PlayStation, ver películas en streaming (especialmente los de guerra, violencia y terror), chatear con sus amigos por el WhatsApp. Allí son felices y se niegan a desconectarse de esos paraísos artificiales. Como no existe la disciplina ni el espíritu autodidacta ningún niño va a leer voluntariamente un libro si no se le obliga. La cultura de masas es más entretenimiento o diversión que conocimiento. 

La Secretaría de Educación Pública de México ordenó que ningún alumno que se haya conectado a las clases virtuales en el curso 2020 2021,  ya sea de forma intermitente o permanente, podrá ser reprobado: todos deberán tener una calificación mínima de 6. De inmediato, los muchachos y sus padres lo celebraron por todo lo alto  y prepararon las respectivas fiestas de graduación donde tradicionalmente deben lucir las togas y birretes como símbolo haber alcanzado las más altas cumbres del saber. Una farsa que solo sirve para elevar aún mas los niveles de ignorancia y analfabetismo. Esta pandemia ha desnudado las falencias educativas en América Latina y el tremendo abismo que separa a ricos y pobres. En Ecuador solo el 37% de la población tiene la conexión de Internet para las clases virtuales. Los maestros mandan las tareas por WhatsApp a los alumnos y deben esperar hasta que ya entrada la tarde sus padres llegan a su casa y les prestan el teléfono celular.  

Según el informe PISA- en México los estudiantes no comprenden lo que leen y en un 70% tiene dificultades para redactar un folio y sus faltas de ortografía son lamentables. La OCDE les ha calificado con un promedio bajo en lectura, matemáticas y ciencias (solo 1% obtuvo un nivel de competencias superior)  A partir del año 2020 la Secretaría de Educación suspendió las pruebas de campo (con medios analógicos)  en las escuelas públicas y privadas para no hacer más visible el fracaso de su sistema educacional. Es preferible ocultar estos resultados tan vergonzosos de los que nadie quiere hacerse responsable. ¿Algún alumno está dispuesto a hacer las pruebas presenciales sin soportes digitales y en formato convencional? Parece que muy pocos se atrevan pues lo más seguro es que obtendrían unas pésimas calificaciones. ¿Si la educación es el pilar del desarrollo y el progreso de la sociedad cuál será el futuro que nos espera? En un estudio de la OCDE y la UNESCO México se posicionó en el puesto 103 de 108 países en el  que tan solo se leen 3 libros al año por persona (el libro más leído es la Biblia) Pero las encuestas que se han hecho últimamente sostienen que el 40% de la población jamás ha leído un libro en su vida. 

La reconstrucción post pandemia se alargará durante toda la década del 2020-2030. Por lo tanto, con un horizonte tan sombrío el subdesarrollo se cronifica eternizando la dependencia de los países del Primer Mundo. Lo que se traduce en una mayor exclusión social ampliando el abismo entre ricos y pobres. América Latina se consagra como la región más desigual del mundo. La recesión va a ser antológica así que no hay más remedio que endeudarse o empeñarse y pagar a crédito a los bancos o las entidades financieras para obtener liquidez. ¿Cuándo se van a recobrar los niveles de crecimiento que se venían observando a finales del 2019? A sabiendas que la inmunidad colectiva se adquiere con el 80% de la población vacunada todavía falta como mínimo 2 años para disfrutar de una relativa normalidad (condicionado al surgimiento de nuevas mutaciones) La catástrofe educacional causada por el coronavirus no se ha medido en toda su dimensión pues los políticos, burócratas y tecnócratas parecen estar más preocupados por demostrar que las cifras macroeconómicas y el crecimiento del PIB son muy favorables para este año 2021.


miércoles, 10 de noviembre de 2021

El dejar morir: La condición necropolítica en América Latina


Rebelión

Por Eduardo Gudynas *

Bajo la sombra del Covid19 se han acentuado profundos cambios en las concepciones y prácticas de la política que conocemos. Muchos de ellos ya estaban en marcha bajo crisis previas, como la pobreza, violencia o degradación ambiental, pero se acentuaron aprovechando la pandemia. Esa transformación se profundizó por sucesivos pasos en estos casi dos años bajo la pandemia, alimentados por el temor a la enfermedad y la muerte. Es el tiempo de la necropolítica.

Esa idea, acuñada por el camerunés Achille Mbembe a inicios del siglo, sirve de inspiración para caracterizar lo que está ocurriendo en América Latina y otras regiones. Un primer aspecto son las medidas de confinamiento y aislamiento que alcanzan una intensidad y escala nunca vista antes. Por ejemplo, en Chile, restricciones y cuarentenas se sucedieron durante un año y medio (en algunos sitios se llegó a 172 días de confinamiento continuado), y en Argentina, Buenos Aires estuvo 244 días bajo prohibiciones de circulación (tal vez una de las cuarentenas más largas del mundo).

Se clausuraban y confinaban barrios, ciudades enteras, regiones e incluso países. Se estima que entre 2020 y 2021 estuvieron bajo algún tipo de confinamiento al menos 300 millones de sudamericanos. Lo mismo ocurrió en otros continentes haciendo que la escala de la necropolítica fuera planetaria.

Un segundo aspecto es que ese confinamiento se aplicó bajo un amplio abanico de medidas de vigilancia y control, e incluso castigos. Se aceptaron toques de queda, prohibiciones al movimiento y reunión de las personas, se impidió que funcionaran comercios y ferias, y se lanzaron a las calles a policías y militares para controlar a los ciudadanos. Los que incumplían podían ser detenidos, judicializados e incluso encarcelados. La guetización ocurrió tanto bajo vigilancias clásicas, como políticas en retenes en calles y carreteras, pero también aprovechando nuevos instrumentos como las cámaras de vigilancia que inundan nuestras ciudades.

Cualquiera de esas prácticas se justificó para detener el virus, pero queda claro que en América Latina su utilidad fue dudosa ya que el Covid se diseminó en todos los países. Sin embargo, sirvió para instalar y legitimar el control y la vigilancia sin que casi nadie protestara, e incluso respondiendo a amplios sectores ciudadanos que las reclamaban.

En tercer lugar, están en marcha efectos sociales y económicos demoledores. La recesión económica ha golpeado duramente a países como Venezuela, Perú y Argentina, y tan solo en el pasado año se sumaron 22 millones de nuevos pobres. Regresaron al primer plano dramas como el hambre, que por ejemplo en Brasil significó que 19 millones de personas la padecieron a fines del 2020. Se perdieron millones de puestos de trabajo, y eso ha golpeado sobre todo a los más jóvenes, con menor educación, así como a las mujeres.

Observando estas situaciones resulta evidente que la política de la pandemia terminó produciendo multitudes de nuevos pobres y desempleados, confinados y vigilados, muchos de ellos apenas vivos, enfrentados continuamente al riesgo de la precariedad y la muerte.

Eso explica una cuarta característica: la necropolítica deja morir a las personas. Es una política que usa la pandemia para ofrecer toda clase de explicaciones y excusas, desde la crisis económica a la necesidad de cuarentenas, pero que en realidad funcionan para liberarse de culpa y vergüenza. No firma órdenes de ejecución ni es el verdugo directo, pero es una política que se desentiende de las muertes evitables, naturaliza su propia incapacidad, y simplemente deja morir.

Siguiendo la misma perspectiva, se deja morir a la Naturaleza. Esta quinta característica no es menor, ya que su resultado es que bajo la pandemia se han mantenido, por ejemplo, todas las estrategias extractivistas. El deterioro ambiental siguió su marcha, como lo muestra el aumento de la deforestación y las olas de incendios que asolaron a América del Sur.

Pero al mismo tiempo, la necropolítica mantiene viva a la economía. Este sexto atributo es impactante, ya que se deja morir a las personas y a la Naturaleza mientras que se ponen todas las energías y los recursos en sostener la economía convencional. Por ejemplo, en Chile, Colombia y Uruguay, la ayuda estatal durante la pandemia se enfocó sobre todo en rescatar empresas, duplicando al gasto social; y en Ecuador se aprovecha la situación para un severo ajuste económico neoliberal. En todos los países se mantuvieron operando y con todo tipo de facilidades las empresas extractivas, a pesar de los riesgos sanitarios para sus obreros. Bajo la necropolítica parecería que los ministros de economía contabilizaban las exportaciones de recursos naturales para festejar balances, aunque ello implicaba que las muertes por Covid19 no tuvieran una expresión en sus planillas de cálculo.

Todos estos factores convergen en dejar en claro que estamos ante un dramático fracaso de la política en su más amplio sentido. Los gobiernos, sean de la tendencia ideológica que sean, todos fracasaron en evitar y controlar la pandemia, en impedir la pobreza y la crisis ambiental. Esto es doloroso, pero no se puede ocultar. América Latina ha sido una de las regiones más golpeadas por la pandemia, con unos 40 millones de afectados, y casi un millón y medio de muertos. Hemos sido testigos de inoperancias y corrupción de todo tipo, desde las vacunaciones VIP para los ricos y privilegiados a las personas que morían en las calles o sus hogares sin que nadie las atendiera, desde peleas callejeras por el oxígeno a presidentes que decían que era una “gripecita” que se resolvía tomando té. Estos y otros atributos de la necropolítica se exploran con más detalle en un reciente ensayo, publicado en la revista Palabra Salvaje.

Todo esto ha sido posible por una mezcla de indiferencias ante la tragedia y la muerte, impotencia para poder enfrentarla y remontarla, e incapacidades de todo tipo. Esa mezcla es la que naturaliza y acepta ese dejar morir a las personas y la Naturaleza, sin entender la contradicción que implica que al mismo tiempo mantenga viva a la economía convencional. En esto se expresa uno de los componentes más profundos en esta deriva necropolítica: se están modificando las argumentaciones morales de la política.

En el pasado, contabilizar ese enorme número de muertos o presenciar la pobreza generalizada en las calles, hubiera sido insoportable para amplios sectores sociales. No sólo eso, sino que los embargaba la vergüenza y la angustia. Hoy, en cambio, la pandemia instaló una necropolítica por la cual se convive con la muerte, con los muertos-vivos que deambulan entre la pobreza y la violencia, bajo la aceptación o resignación de muchos.

Estamos ante un nuevo tipo de opresión, o de la vieja opresión pero que ahora se lanza sobre ámbitos más profundos, alcanzando la moral que alimenta a la política. Y lo hace de modos por los cuales eso pasa desapercibido, volviéndose todavía más peligrosa.

La necropolítica, entendida de estos modos, es la consecuencia de una Modernidad agotada, incapaz de detenerla y fatalmente productora de ella. Es por ello que la necropolítica asoma bajo muy distintos regímenes políticos. Es una Modernidad sumergida en la repetición, la aceptación y la resignación. Ha intentado todo tipo de reformas y revoluciones, pero vuelve a caer en problemática de origen, como su obsesión por la dominación. La necropolítica es expresión de una Modernidad ya exhausta. Son esas condiciones las que se deben contemplar para postular cualquier alternativo de cambio real.

* Eduardo Gudynas es analista en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES). El ensayo completo sobre necropolítica se puede acceder en: http://palabrasalvaje.com/2021/10/necropolitica-la-politica-del-dejar-morir-en-tiempos-de-pandemia/



viernes, 15 de octubre de 2021

Autoridades de salud reportan que sigue el descenso de pacientes de Covid19


Radio Progreso

Como una noticia positiva, los médicos han comenzado a comenzado a reportar una disminución notable en la hospitalización de hondureños y hondureñas infectados de Covid-19.

De acuerdo a la Secretaría de Salud, Honduras pasó a reducir la ocupación hospitalaria al 39 por ciento, su punto más bajo desde que se detectaron los dos primeros casos de coronavirus en marzo de 2020.

En el último reporte sobre la ocupación hospitalaria, se notificó que existen 34 camas UCI y 918 camas de hospitalización sin ocupar, lo que se traduce en una ocupación del 39 por ciento.

La reducción de casos de Covid-19 y de ocupación hospitalaria se debe a la vacunación que se lleva a cabo a nivel nacional señalan las autoridades sanitarias hondureñas.

Según el Gobierno, hasta ahora se han vacunado a 5.5 millones de personas con una dosis, y de esa cantidad, más de 2 millones ya tienen el cuadro completo de dos dosis.


jueves, 14 de octubre de 2021

Viene otra crisis (¿la grande?) y no se le da respuesta


Juantorreslopez.com

Por Juan Torres López 

Cuando comenzó a extenderse la Covid-19 advertí (por ejemplo, aquí) que la pandemia produciría una doble crisis o una sola, si se prefiere, con dos manifestaciones separadas y muy diferentes. Por un lado, una de demanda, como consecuencia de la caída de los ingresos provocada por los cierres de empresas y la gran disminución de la actividad durante el confinamiento. Esta, dije desde el principio, tenía un tratamiento muy costoso, pero bastante fácil de aplicar, la garantía gubernamental, total o parcial, de los ingresos perdidos por empresas y familias. Un tratamiento que conocemos desde hace tiempo cuando, por alguna razón, deja de haber dinero en los bolsillos y la falta de consumo paraliza la vida económica. No hay otro remedio, entonces, que crear dinero y repartirlo, aunque sea, como gráficamente decía el liberal Milton Friedman, tirando billetes desde un helicóptero.

Se trata de una solución conocida y de relativamente fácil pues basta, como hemos visto, con que los bancos centrales creen medios de pago o los gobiernos se endeuden. Aunque eso no quiere decir que resuelva todos los problemas, ni que salga gratis.

No resuelve todos los problemas porque nunca estará garantizado que el dinero que sale de los bancos centrales llegue finalmente a las empresas y consumidores que lo gastan. E, incluso si llega, tampoco es seguro que se dedique al consumo o la inversión. Unas veces, porque los bancos se quedan con el incremento de dinero para sanear sus balances o realizar inversiones financieras, sin utilizarlo para conceder crédito a la actividad productiva. Otras, porque los gobiernos, las empresas o los hogares solo dedican el nuevo flujo monetario a amortizar deuda anterior.

En esta última crisis de demanda provocada por la Covid-19 los bancos centrales (creando dinero nuevo) y los gobiernos (endeudándose) no dudaron ni por un momento, a diferencia de lo que ocurrió en la de 2008, y han suministrado una dosis nunca antes vista de financiación extraordinaria a las economías. Así han salvado la crisis, aunque lógicamente a cambio de un incremento no menos gigantesco de la deuda: se estima que a finales de 2020 ya había crecido en 32 billones de dólares en todo el mundo. Y, aunque todavía no se ha comenzado a sentir el esfuerzo durísimo que habrá que hacer para pagarla, el Fondo Monetario Internacional ya ha advertido que unos 100 países han tenido que empezar a hacer recortes en gasto social y de bienestar para hacerle frente. Lo mismo que ocurrirá en todos los demás, a medida que vaya pasando el tiempo, si no se adoptan pronto medidas de reestructuración, quitas ordenadas y procedimientos de financiación que no impliquen nuevas oleadas de recesión y miseria en muchísimos países.

En cualquier caso, como he dicho al principio, esta ha sido la parte fácil de la crisis provocada por la Covid-19. La prueba es que, aunque con el coste futuro que acabo de señalar, allí donde se han aplicado inyecciones financieras adecuadas se ha conseguido recobrar la actividad y el empleo.

Pero, tal y como señalé al principio, la pandemia iba a traer consigo inevitablemente otra crisis mucho más peligrosa porque se iba a producir por el lado de la oferta. Y eso es lo que ya está ocurriendo.

Dicho de la manera más fácil posible para que todo el mundo me entienda lo que sucede es que no hay suficiente disponibilidad de bienes y servicios para satisfacer la demanda de las empresas y los hogares.

Este desacoplamiento es muy peligroso por dos razones principales. Por un lado, porque produce subidas de precios como consecuencia del exceso de demanda coincidente con la escasez de oferta. Por otro, porque la respuesta convencional que los bancos centrales dan a esa tensión inflacionaria (subir los tipos de interés) deprimiría aún más la oferta. Si actúan como se supone que deben hacerlo lo que provocarán será que las empresas disminuyan aún más producción y el empleo, sin que los precios finalmente se reduzcan.

Hasta ahora, sin embargo, los bancos centrales vienen manteniendo que esta situación es un simple efecto del confinamiento, de la incertidumbre y de los cambios acontecidos en todo este tiempo, la situación no debería producir demasiada preocupación. Concluyen, por tanto, que nos encontramos ante una especie de cuello de botella temporal que ciertamente produce escasez y, en consecuencia, tensiones al alza en los precios, pero solo de carácter temporal pues que no hay otra razón que impida que los mercados recobren pronto la normalidad. De ahí que no hayan tomado prácticamente ninguna medida ante este desajuste.

Yo creo, sin embargo, que se están equivocando porque la situación va a ser más grave y duradera por una sencilla razón: los desajustes en los mercados internaciones de bienes y servicios no se han producido solamente a causa de las perturbaciones lógicamente provocadas por la pandemia sino que venían de antes.

El problema que se está planteando con crudeza en toda la economía internacional es que la pandemia ha acelerado y agravado la desarticulación de un sistema global de producción y logística globales que ya estaba en crisis con anterioridad. El sistema no sufre una mera perturbación coyuntural sino que está registrando una fuerte tensión estructural.

Lo que se está produciendo ante nuestros ojos es la muerte por éxito del capitalismo neoliberal de nuestro. Ha logrado que se produzca una concentración extraordinaria de capitales y de rentas y riqueza; el dominio casi absoluto de los mercados que han alcanzado las grandes empresas les ha permitido disfrutar de cuentas de resultados con beneficios desorbitados y nunca antes vistos; cifras de negocios gigantescas que vienen de la mano de la rentabilidad mucho más que extraordinaria que su exagerada liquidez les proporciona en los mercados financieros en continua expansión; y una influencia social y política que hace poco resultaba sencillamente inimaginable. Pero todo eso ha provocado también la fragmentación de los mercados, una desarticulación productiva tampoco antes vista y una pérdida progresiva de rentabilidad, por pérdida de mercado o endeudamiento creciente, de franjas cada vez más anchas de la actividad empresarial. Lo mismo que el resto de la gente se aleja cada día más de la minoría todopoderosa que lo gana todo, también se excluye del reparto de la tarta a una proporción creciente del pequeño y mediano capital. Y así, el capitalismo renuncia a la capacidad de alimentarse alimentando a los demás que lo ha mantenido exitoso durante tanto tiempo.

Esa y no la pandemia es la verdadera causa de la crisis de oferta que se está empezando a manifestar con gran crudeza: cientos de barcos se mantienen a la espera en los puertos donde se nutren las exportaciones mundiales; los precios del transporte marítimo se multiplican hasta por diez en algunas rutas;  cientos de mega factorías están prácticamente inactivas por falta de suministros, lo que se traduce en la paralización sucesiva de los procesos de producción que hasta ahora estaban encadenados.

El sistema logístico internacional está al borde del colapso y no es solo como consecuencia de la pandemia. Esta ha provocado ciertamente un gran cuello de botella, al poder recuperarse la demanda con lógica mayor rapidez que la oferta. Pero el colapso proviene de un sistema de redes globales que no responde a lógicas de suministro racionales sino a la volatilidad de la especulación financiera y que son incapaces de autoalimentarse generando fuentes de ingresos descentralizados en los diversos mercados donde actúan. Al revés, el capital transnacional actúa como una especie de bomba que absorbe y seca todo a su alrededor y por completo.

Lo que está empezando a ocurrir en el mundo es que se está resquebrajando el sistema de provisión inherente a la globalización de las últimas décadas y que había sido la base del predominio del capital transnacional que diseñó al neoliberalismo como estrategia civilizatoria. Se ha centralizado y concentrado tanto que ahora resulta incapaz de proporcionar la provisión más o menos generalizada, puntual y universalmente rentable y la aceleración que, mientras más o menos las había ido garantizando, hacían de la globalización el tótem sagrado de nuestro tiempo.

Y ese proceso de desarticulación se ha agudizado por los efectos que el capitalismo intensivista ha venido provocando sobre el clima y el medio ambiente y que han eclosionado en una crisis de recursos energéticos que tiene, a su vez, consecuencias fatales sobre el propio capitalismo porque es incapaz de gobernarlos. Comenzaremos a ver la proximidad y auténtica magnitud y gravedad de este proceso a partir del próximo invierno y por supuesto que no solo en China.

Los retrasos que se están acumulando en la provisión de materias primas y bienes intermedios no son, por tanto, coyunturales. Creer que el remedio es esperar a que escampe es una irresponsabilidad. Subidas de precios como las de los alimentos, las más altas desde los años setenta del siglo pasado, o las que se están dando en otros bienes y servicios no pueden ser un simple desajuste momentáneo.

En realidad, no creo que crean realmente que lo que se está avecinando no sea grave y que dejarlo pasar sea la mejor respuesta. Más bien pienso que los bancos centrales carecen de instrumentos para hacer frente a corto plazo a la coincidencia de una presión de la demanda con una restricción de oferta y prefieren considerar que los síntomas (la inflación y el frenazo de la actividad) son la enfermedad.

En los años sesenta y setenta del siglo pasado, el capital se enfrentaba a una situación de agotamiento parecida y con manifestaciones semejantes, pero era a consecuencia de la fortaleza que habían adquirido los movimientos sociales, los sindicatos, los movimientos de liberación y el llamado «campo socialista», a pesar de sus múltiples defectos. Por tanto, tenía clara la estrategia que debía adoptar para salir adelante: combatirlos y vencerlos para hacer que la balanza del reparto de la riqueza y del poder girase hacia el otro lado.

Ahora, la paradoja es que el enemigo del capitalismo es el capital sometido a la lógica financiera y especulativa que se ha quedado con todo pero que ha terminado destruyendo la base global sobre la que él mismo había asentado la industria, desarticulando las redes de producción y las cadenas de valor, y que ha generado una explosión de deuda incontrolable e insostenible, una tensión social creciente como consecuencia de la desigualdad y un poder al margen de las instituciones que materialmente amenaza con impedir el gobierno y la resolución más o menos consensuada de los conflictos.

Esa es la razón de por qué no hacen nada cuando la escasez de suministros y el encarecimiento de la energía están empezando a paralizar a las economías. Tienen un conflicto con ellos mismos y no saben ni están dispuestos a transformarse. El resultado seguro será un gran desorden, el más peligroso.


lunes, 4 de octubre de 2021

Solo el 20% de la población tiene el cuadro completo de la vacunación contra el Covid19


Radio Progreso

Honduras es uno de los países con menor índice de población vacunada contra la Covid-19. Y aunque las autoridades de gobierno mantienen una campaña publicitaria que indica que más de 5 millones de dosis de vacunas se han aplicado, la realidad es que no más del 20% de la población ha completado el cuadro completo de vacunación.

Los expertos, consultados por Radio Progreso, señalan que no hay claridad sobre la cantidad de vacunas que han llegado al país, lo que sí está claro, es que muchas de las estrategias utilizadas para que la población se vacune; no están siendo efectivas.

Según denunció en Radio Progreso el delegado del Colegio Médico en El Progreso, Yoro, doctor Roberto Castellanos, sólo la Perla del Ulúa lleva más de 5 semanas sin vacunas para inmunizar a personas mayores de 18 años de edad.

El doctor Roberto Castellanos aseguró que únicamente se está vacunando a personas que necesitan la segunda dosis, mujeres embarazas y menores de 12 a 17 años, reflejando que la vacuna no está al alcance de todos y todas.

Castellanos dijo las autoridades de Gobierno están haciendo campaña publicitaria con la vacuna, haciéndole creer a la gente que hay vacunas para todos, sin embargo, la realidad dista mucho de la promoción gubernamental


viernes, 1 de octubre de 2021

El cóctel mortal: Pandemia y propiedad intelectual


Sin Embargo

Por Alejandro Calvillo 

Diversas naciones del Sur podrían estar produciendo sus vacunas, tanto en América Latina como en Asia, si los Estados Unidos y la Unión Europea no se hubieran opuesto en la OMC a que se aplicara la cláusula de suspensión temporal de las reglas de propiedad intelectual.

Los Estados Unidos y parte de las naciones europeas poseen el doble de las vacunas que requiere su población mientras que naciones de bajos ingresos no cuentan con las vacunas suficientes para cubrir a sus trabajadores de la salud y a su población más vulnerable. La posibilidad de enfrentar la pandemia de la COVID-19 depende del acceso global a las vacunas y, en especial, de evitar que se desarrollen variedades más agresivas que puedan volver a las vacunas ineficientes.

Diversas naciones del Sur podrían estar produciendo sus vacunas, tanto en América Latina como en Asia, si los Estados Unidos y la Unión Europea no se hubieran opuesto en la Organización Mundial de Comercio (OMC) a que se aplicara la cláusula de suspensión temporal de las reglas de propiedad intelectual. Esta suspensión temporal de los derechos de propiedad intelectual está establecida como un derecho en caso de emergencias sanitarias por la propia OMC.

Mientras la pandemia continúa, un puñado de naciones y empresas controlan la producción, precio y destino de las vacunas. Lo hacen sin ningún criterio estratégico de combate de la pandemia a escala global. Es decir, la aplicación de las vacunas no responde a un plan para contener la pandemia a escala global en un mundo íntimamente interconectado.

Más de 100 naciones llamaron a la suspensión temporal de los derechos de propiedad intelectual relacionados con la vacunas, medicinas, diagnósticos y equipos médicos para enfrentar la COVID-19. El objetivo es que estas pudieran producirse en varias regiones del mundo al mismo tiempo, pudiendo dar respuesta a una pandemia que afecta a una población global de más de 7 mil millones de personas.

El escenario no es nuevo, las pandemias requieren respuestas coordinadas globalmente. Desde 2013 se presentó una propuesta ante la Organización Mundial de la Salud para establecer un tratado internacional que, a través de aportaciones de fondos públicos de varias naciones, permitiera desarrollar la investigación y desarrollo de medicamentos, lo que podría incluir vacunas, que pudieran ser de acceso abierto a todas las naciones. Este fondo multimillonario podrás garantizar la respuesta rápida, justa y equitativa a emergencias sanitarias globales.

Los recursos destinados desde fondos públicos actualmente ante la COVID-19 serían más que suficientes para lograr un acuerdo internacional que permitiera el desarrollo, investigación y producción de vacunas y medicamentos frente a la COVID-19 y otras amenazas. Estos recursos serían de acceso abierto sin limitaciones de propiedad intelectual y producción. Actualmente, estas limitaciones están significando la muerte de cientos de miles de personas por falta de acceso a vacunas, diagnósticos y medicamentos.

A principios de la pandemia decenas de gobiernos, a titulo individual o agrupándose, destinaron 5.6 mil millones de dólares para financiar a instituciones académicas y empresas privadas para investigar y desarrollar vacunas. Y, antes de que las vacunas fueran probadas, varios gobiernos se comprometieron a la inversión de 45 mil millones de dólares para su compra. Estos recursos, más los que se están destinando alrededor del mundo para la compra de vacunas, permitiría tener los fondos internacionales suficientes para desarrollar las respuestas más rápidas posibles, poniendo a operar a los mayores expertos del mundo y a las instituciones de investigación más prestigiadas para dar respuesta a las amenazas a la salud de la humanidad.

La COVID-19 ha expuesto la incapacidad de este sistema dominado por las farmacéuticas para responder a la pandemia. Existe la necesidad de cambiar esta situación y actuar bajo acuerdos globales que garanticen que la respuesta a las pandemias se dé bajo una estrategia que permita combatirlas de forma efectiva y no bajo principios puramente comerciales que ponen en riesgo esa efectividad y pueden ser contraproducentes. De hecho, la dominancia de los intereses comerciales en la distribución de las vacunas, diagnósticos y medicamentos, puede tener un desenlace que actúe como boomerang para las propias naciones que hoy acaparan estos recursos.

Al mismo tiempo que se requiere retomar la gobernanza global bajo el interés de la humanidad y por encima de los intereses de las corporaciones, se requiere también recobrar las capacidades nacionales para la producción de vacunas. En México, en los años 70 nos encontrábamos en la autosuficiencia, produciendo el 90 por ciento de las vacunas requeridas. Con el Gobierno de Salinas de Gortari inició el desmantelamiento de la producción nacional de vacunas favoreciendo la compra en el exterior, proceso que nos ha llevado a la compra de la mayor parte de las que se requieren para el esquema nacional de vacunación. En 2009, con la pandemia de la influenza de H1N1 se reconoció la incapacidad del país por falta de infraestructura y personal para enfrentarla y se estableció el compromiso de elaborar la vacuna contra la influenza estacional, compromiso que no se ha cumplido.

Tanto a escala global como a escala nacional los multimillonarios recursos públicos destinados a enfrentar las pandemias serían suficientes para desarrollar la investigación y desarrollo de estas vacunas y medicamentos. La cooperación internacional es la solución. Sabemos que los intereses corporativos continuarán tratando de aprovecharse de las oportunidades, pero, justamente, se habían desarrollado principios internacionales y nacionales para poner el derecho a la salud por encima de esos intereses, la pandemia nos exige recuperarlos.

El hecho de que algunas naciones cuenten con vacunas suficientes para inocular al doble de su población y que existan otras naciones que no pueden proteger a sus trabajadores de la salud que se encuentran en la primera línea y, menos aún, a su población más vulnerable, es una muestra clara que el actual sistema no opera, es injusto y criminal. No se trata solamente de justicia y equidad, que es lo más importante, se trata de lo absurdo e irracionales que son estas prácticas para las propias naciones que acumulan estos recursos, a las cuales puede volver la pandemia fortalecida por mutaciones generadas en poblaciones que no han sido protegidas y frente a la cual no sean efectivas las vacunas que acumulan.

Se prevén más epidemias y se requiere una respuesta internacional coordinada y eficiente. Se han propuesto los mecanismos para hacerlo y la evidencia de lo que está ocurriendo exige actuar por el interés colectivo. La pandemia, en su tragedia, nos restriega nuestra condición humana y la necesidad de actuar como especie para protegernos, ya que no hay salida individual, como es también el caso con el cambio climático. Es claro que la evolución no vino por la competencia, vino por el apoyo mutuo. La tragedia viene por la competencia que no permite actuar de forma consciente.

* Alejandro Calvillo es Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.


jueves, 23 de septiembre de 2021

Septiembre podría ser el mes más mortífero por Covid 19


Radio Progreso

Según el presidente de la asociación de médicos del Instituto Hondureño de Seguridad Social en San Pedro Sula, doctor Carlos Umaña, unas 770 personas han fallecido de Covid-19 en los primeros 14 días de septiembre. Entre las victimas 12 mujeres embarazadas y 14 recién nacidos.

Umaña cataloga como una desgracia epidemiológica la crisis sanitaria que enfrenta el país, asegurando que septiembre va camino a convertirse en el mes más mortífero de la pandemia.

“Es irresponsabilidad de varios factores: comienzo tardío de las vacunas, descuido de la gente y la negligencia del gobierno por no hacer una campaña correcta. Esto se conjuga  para que se muera un montón de gente”, denunció el médico.

Según Umaña, cinco compañeros del departamento de anestesia en Seguro Social han resultado positivos al virus, por atender a gente que anda en los estadios, concentraciones políticas y fiestas disfrutando la vida sin las medidas de bioseguridad.


jueves, 16 de septiembre de 2021

Covid, clima y el nuevo negacionismo


Por Edward Snowden

edwardsnowden.substack.com 

El bulto que tienes en el dedo del pie probablemente sea cáncer; los niveles de hielo marino del Ártico están disminuyendo y aumentando; el mundo tiene 6.000 o 4.500 millones de años …

Como está online, ya lo sabe: Google (o Mad-Libs, su motor de búsqueda) es capaz de vomitar datos «científicos» para respaldar, incluso «confirmar», casi cualquier teoría privada que desee. Y sí, la verdad es que muchos de esos datos serán precisos, pero muchos no lo serán.

Probablemente no tenga cáncer de dedo del pie.

Se ha derramado mucha tinta sobre las noticias falsas y la pseudociencia que nos devuelven nuestras búsquedas: la información (llamémosla así) que responde a nuestras consultas lo hace de una manera alineada algorítmicamente con nuestras preferencias y las preferencias de nuestra comunidad. Aunque para la palabra «preferencias», también podría sustituir «sesgos»…

Los datos filtrados por los que se llaman a sí mismos «los medios», a diferencia de los datos filtrados por un individuo, deberían ser mejores, pero no lo son. Después de todo, las estadísticas de CNN, FOX y The New York Times, alguien también las buscó en Google. En eso se han convertido los medios: alguien que busca en Google por ti . Y, sin embargo, cada vez que los medios presentan estadísticas, de alguna manera nunca logran recordarnos que las estadísticas son intrínsecamente inciertas. El campo de las estadísticas es, literalmente, el estudio de la incertidumbre, de posibles o probables probabilidades.

Para muchos de nosotros, leer las noticias diarias es evaluar nuestros niveles de riesgo personales y, sin embargo, rara vez recordamos —y los medios de comunicación nunca mencionan— que el verdadero desafío no es enumerar el riesgo, sino vivir con él; para marcar el punto medio resistente entre negar el peligro por completo (y, por ejemplo, negarse a usar una máscara en un tren o autobús lleno de gente) y no encontrar nada más que peligro en todas partes (y, por ejemplo, usar una máscara y guantes cuando está solo en medio de el bosque).

La forma en la que evaluamos el riesgo es inseparable de la forma en que procesamos el miedo, y es uno de los muchos factores que determina nuestra paranoia y susceptibilidad a la conspiración. Los anti-vacunas temen a la vacuna (que salva vidas) más que a la enfermedad (que los mata o los enferma gravemente); Los políticos que niegan el clima temen las consecuencias económicas de la adaptación climática más que … el fin del mundo, que, ya sabes, podría tener algún impacto en la cartera.

Una de las preguntas más interesantes y urgentes para mí es cómo lidiar con una buena investigación que también resulta ser una mala noticia, especialmente cuando se trata de Covid y los cambios en nuestro clima.

Las variantes de coronavirus se están multiplicando; el nivel del mar y las temperaturas están aumentando, las tormentas no estacionales son más poderosas y frecuentes que nunca, se están extendiendo incendios forestales sin precedentes y, “a menos que haya reducciones inmediatas, rápidas y a gran escala de las emisiones de gases de efecto invernadero, limitar el calentamiento a cerca de 1,5 ° C o incluso 2 ° C estarán fuera de su alcance «. Si no quiere escuchar sobre estas cosas, tiene una opción: puede mirar los «datos» del otro lado que dicen lo contrario, o puede arrojar su teléfono al océano… que está tirando basura.

Cuando decidimos que la situación es tan mala que no hay nada que hacer, sucumbimos a una especie de parálisis cívica. Una abrumadora concatenación de negatividad, comunicada como una catástrofe que se desarrolla constantemente, conduce incluso a los más inmunes a la conspiración a la apatía y la ignorancia deliberada. Y ahora, aquí está la noticia más mala: nos lleva a la apatía y la ignorancia deliberada de si creemos o no en la ciencia .

Tomemos la troika nihilista del científico climático Steven Chu  :

  1. personas que aceptan el cambio climático y piensan que es causado por humanos
  2. personas que aceptan el cambio climático y piensan que es causado por la naturaleza
  3. personas que no aceptan el cambio climático en absoluto

¿Qué tienen todas estas personas en común? Por lo general, pueden estar de acuerdo en el «hecho» de que no se puede hacer nada.

Con Covid-19 persistiendo hasta el 21, y este otoño marcando el segundo aniversario de nuestras nuevas vidas, esta cepa mutante de “negacionismo científico” se ha convertido en su propia pandemia, una que nos deja en la negación de nuestra capacidad para implementar el cambio.

Por Edward Snowden en su blog https://edwardsnowden.substack.com/

Traducido por Javier F. Ferrero

Recordamos que es posible apoyar económicamente a Snowden para que siga escribiendo: https://edwardsnowden.substack.com/subscribe?utm_source=menu&simple=true&next=https%3A%2F%2Fedwardsnowden.substack.com%2Fp%2Fthe-new-denialism



miércoles, 15 de septiembre de 2021

Qué sabemos sobre los cambios en la menstruación tras la vacuna de la covid


Agenciasinc.es

Por Olga Ocón Hernández *

Gran parte de las mujeres que han participado en el estudio preliminar de la Universidad de Granada refieren haber presentado cambios en su regla tras la vacunación, entre ellos aumento del sangrado. / Adobe Stock

Siete de cada diez mujeres dicen haber presentado cambios en la regla tras la vacunación, según una encuesta preliminar a 14.000. Ahora, investigadoras de Granada estudiarán su salud menstrual para conocer si estas alteraciones se deben a la inmunización contra la covid-19.

Gran parte de las mujeres que han participado en el estudio preliminar de la Universidad de Granada refieren haber presentado cambios en su regla tras la vacunación, entre ellos aumento del sangrado.

A principios de agosto, una de las actualizaciones periódicas de seguridad de las vacunas contra la covid-19 de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés), se hizo eco de la comunicación de trastornos menstruales tras la vacunación y solicitó más información a las agencias comercializadoras, comprometiéndose a revisar la evidencia disponible y monitorizar este posible efecto.

Por su parte, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) también incluyó este aspecto en su séptimo informe de farmacovigilancia, el pasado 20 de julio, informando que hasta el momento no se ha encontrado una relación causal entre estas alteraciones en la regla y las vacunas de la covid-19, aunque aclara que está en estudio.

Las agencias reguladoras se han hecho eco de trastornos menstruales tras la vacunación contra la covid-19 sin, de momento, encontrar relación causal

En este sentido, desde la Universidad de Granada y el Hospital Universitario San Cecilio de Granada se está realizando un estudio científico, el Proyecto EVA, liderado por la profesora Laura Baena, en el que se trata de evaluar si la vacunación está asociada con esta consulta cada vez más frecuente de trastornos menstruales.

El estudio tiene tres ramas. La primera es un cuestionario online que ya cuenta con cerca de 14.000 respuestas y que esperan cerrar en septiembre. Sin ser datos definitivos y aún no publicados, más del 70 % de las mujeres que han participado refieren haber presentado cambios en su regla tras la vacunación, entre ellos aumento del sangrado, sangrado más frecuente y retrasos en la menstruación, entre otros.

Más del 70 % de mujeres dicen haber presentado cambios en su regla tras la vacunación, según datos preliminares del Proyecto EVA

Una segunda rama se centra en el seguimiento a lo largo de un año de algo más de 100 mujeres, desde antes de la vacunación, y si estos trastornos se presentan poder caracterizarlos; entre ellas y sin haber finalizado el estudio, cerca del 30 % refieren estar presentando algún tipo de alteración. En una tercera rama, se está realizando análisis de sangre en un subgrupo de estas voluntarias (antes, entre dosis y tras la última dosis de vacuna) para intentar estudiar el mecanismo biológico que pudiese estar implicado.

Falta de comprensión

El ciclo menstrual y una autopercepción de un patrón menstrual normal es uno de los procesos fisiológicos más importantes para la salud de las mujeres, ya que su alteración es a veces un signo precoz de otras patologías, aunque también puede modificarse por factores externos, como hábitos de vida, aspectos psicológicos, actividad física y consumo de fármacos, entre otros. Sin embargo, existe aún hoy una falta de comprensión acerca de la fisiología menstrual, visible en la falta de estudios que existen en este ámbito.

La covid-19 ha afectado hasta el mes de agosto a más de 200 millones de personas en todo el mundo. La enfermedad está asociada a graves efectos, reflejados en una alta tasa de defunciones y en graves secuelas para la salud. Además, algunos estudios han asociado esta infección vírica con cambios en los niveles de hormonas sexuales de la mujer y con importantes alteraciones en determinados parámetros de la coagulación.

Algunos estudios han asociado la covid-19 con cambios en los niveles de hormonas sexuales de la mujer

No obstante, los estudios realizados en este sentido continúan siendo escasos para inferir un conocimiento claro acerca del mecanismo y las consecuencias en los trastornos del ciclo menstrual, más aún si se tiene en cuenta la falta de incorporación de la perspectiva de género en la investigación científica, es decir, investigación diferenciada por sexo y análisis posterior con perspectiva de género para entender las razones de las diferencias, si las hay.

Las primeras vacunas

Uno de los objetivos más importantes en la búsqueda de estrategias para frenar esta pandemia ha sido el desarrollo de vacunas eficaces contra la propagación del virus SARS-CoV-2 y una campaña de vacunación masiva a escala mundial.

La Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) aprobó cuatro vacunas sobre la base de ensayos clínicos aleatorizados: Pfizer/BioNTech, Moderna, AstraZeneca y Janssen. Hasta la fecha, en España el 73,3 % de la población tiene al menos una dosis de alguna de estas vacunas. Sin embargo, ninguna de estas vacunas contempla en sus prospectos el riesgo de alteraciones menstruales como posible efecto secundario de su administración. La literatura científica es muy escasa en relación a los efectos secundarios de la vacunación sobre la salud reproductiva de la mujer.

Ninguna de las vacunas contempla el riesgo de alteraciones menstruales como posible efecto secundario

Esto se puede deber a que este tipo de posibles alteraciones no suele estar incluido en los estudios sobre efectos adversos de las vacunas. Volvemos a la falta de una metodología científica con perspectiva de género, más aún sabiendo que el 77 % de efectos secundarios de las vacunas contra el SARS-CoV-2 notificados a la EMA se han producido en mujeres.

Esperamos en los próximos meses poder dar más respuestas sobre el efecto de estas vacunas en la salud menstrual, de forma que se pueda informar e incluir en la ficha técnica de las vacunas comercializadas al igual que el resto de los efectos secundarios ya conocidos, lo que podría evitar consultas y pruebas innecesarias en las mujeres que los presenten.

Asimismo, es necesario aplicar una perspectiva de género en la investigación en salud, sin simplificar y atribuir al estrés o al neuroticismo los efectos en salud observados en las mujeres, tanto por la enfermedad de la covid-19 como con otras enfermedades o en los ensayos clínicos como los realizados con la vacunación contra el SARS-CoV-2.

* Olga Ocón Hernández es ginecóloga e investigadora Juan Rodés del Instituto de Salud Carlos III en el Hospital Clínico Universitario San Cecilio de Granada y el Instituto de Investigación Biosanitaria ibs Granada.