miércoles, 17 de febrero de 2016

Honduras requiere un genuino Pacto Social


La celebración y la festividad de Nuestra Señora de Suyapa el día 03 de febrero trascendió del ámbito religioso y se introdujo de lleno en la vida política nacional. Tanto la “cúpula nacionalista gobernante” como la jerarquía católica se apropiaron de dicha celebración para darle un sesgo muy coyuntural en el que ambas instituciones se “legitimaron recíprocamente”. Y no deja de ser curioso que en la misma celebración de hace seis años, en el mismo escenario, se repitiera la historia, ¡eso sí!, con distintos actores y distintos contextos, pero con la misma finalidad, la consolidación del “bipartidismo eclesial”, entonces con los liberales y ahora con los nacionalistas.

Y como ya es habitual la cobertura mediática se desplegó en todas sus dimensiones, la cual se focalizó en torno a la propuesta y la homilía del cardenal de Tegucigalpa. Los principales actores sociales y políticos casi unánimemente aplaudieron, aprobaron y dieron su visto bueno a su propuesta respecto al impase que atravesamos como país referente a la elección de la nueva Corte Suprema de Justicia. Y como muestra del compartir el mismo discurso teológico-político, diferente pero complementario, “el presidente Hernández ofreció un pequeño discurso al final de la misa en el que agradeció las palabras del cardenal”.

No se confundía la prensa nacional al decir que “la misa más esperada es la que preside el cardenal Oscar Andrés Rodríguez, que reúne a todo el clero, autoridades de los tres poderes del estado y a miles de peregrinos”. Y, en unión estrecha con el gobierno, pidió combatir el zika como el segundo mal a combatir en el país. El primero es “la necesidad de construir una tierra nueva, una Honduras nueva y esto no pasa por la indiferencia, sino por la corresponsabilidad (…) este construir una tierra nueva nos está llamando a este proceso que, tristemente parece que está empantanado, la elección de los nuevos magistrados a la Corte Suprema de Justicia”.

El cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga advirtió a los diputados que al detener la elección de la nueva Corte Suprema de Justicia no le hace bien al país y por el contrario detiene la justicia y prolifera la impunidad. Pidió a los diputados elegir la nueva CSJ deponiendo sus intereses de grupo que solo le traen al país menos justicia e impunidad”.

Mirando la historia, aunque sea de manera esquemática, nos encontramos con varios modelos de las relaciones entre la “religión y la política”: en primer lugar está la “concepción religiosa” que proclama la superioridad absoluta de la religión sobre la política; en segundo lugar, la “concepción instrumental” que afirma lo contrario: la preponderancia de lo política sobre la religión; en tercer lugar, la “concepción liberal” que trata de separar estrictamente la religión y la política; en cuarto lugar, una “concepción laica de la religión y de la sociedad.

En estos momentos el Papa Francisco a través de su exhortación “El Evangelio de la Alegría” ha sido muy claro al señalar, no una neocolonización de la Iglesia que pretendiera imponerse a la sociedad, a la economía, la política y la cultura, sino que estas dimensiones fundamentales de la vida sociopolítica deben estar subordinadas a la persona humana. En razón de ello postula poner límites a la economía, a la política, al sistema financiero, a la idolatría del dinero y a la cultura de la indiferencia.

Por lo tanto, este “bipartidismo eclesial” queda muy por detrás del modelo de una “iglesia y religión liberadoras” que propugna el papa Francisco que mantiene su autonomía e independencia frente a cualquier tipo poder que garantiza a la Iglesia su libertad profética de todo clase de ataduras y poder decir su palabra sin pactos, acuerdos y sometimientos de ningún tipo.

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