lunes, 30 de abril de 2018

Futuro incierto tiene la misión contra la corrupción e impunidad en Honduras



Entre obstáculos y presiones funciona la Misión de Apoyo contra la Corrupción e Impunidad en Honduras (MACCIH), estructura que en los últimos días fue tema de discusión nacional debido a dos denuncias divulgadas por los medios de comunicación.

Todo comenzó con la denuncia pública realizada por los ex integrantes de la Misión, Julio Arbizu y Daniel Urrutia, quienes en la cadena de noticias CNN aseguraron que el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro tenía acuerdos internos con Juan Orlando Hernández, asimismo denunciaron una serie de irregularidades en la relación MACCIH- OEA.

Menos de un día pasó, para que la industria mediática nacional diera a conocer otro dato, la entrega de bonos de la MACCIH a fiscales del Ministerio Público para que se investigara y judicializara a funcionarios del Estado hondureño.

Como ya es una costumbre la segunda tuvo más eco que la primera, y es que el dato filtrado por los medios hondureños sirvió para echar tierra y sacar de foco la denuncia de Urrutia y Arbizu, para tratar de desprestigiar el papel que la MACCIH ha hecho en el país en los últimos años, al menos así lo valoró el analista e integrante de la Junta de Convocantes al diálogo, Olban Valladares.

“Sí hay una campaña, es notoria, entendemos que las cosas no ocurren y no se filtran a los medios si no hay intereses en particular, por consiguiente esto es un paso más en una madeja perversa para desacreditar a la Maccih. Primero intentaron desacreditar a Juan Jiménez, y se logró que al final renunciara de la organización. Los hondureños no debemos permitir que las tramas perversas de las personas involucradas en corrupción tengan efecto”. 

Para Valladares, hay grupos interesados en sacar de circulación a la MACCIH, y estos grupos pertenecen a los diversos partidos políticos, que tienen en común la participación en actos de corrupción contra el Estado.

La denuncia de los bonos a fiscales generó un fuerte impacto mediático. Al conocerse la denuncia, el ex vocero de la Misión, Juan Jiménez Mayor, dijo públicamente que esta es una campaña sin sentido, que solo busca obstaculizar el trabajo de la Misión y desacreditar para afectarla en las investigaciones vigentes.

Y ese proceso generó confusión, para el caso el vicepresidente del Congreso Nacional, Mario Villafranca, aseguró que todo esto obliga a poner cuidado y atención sobre lo que pasa en el país, y por supuesto a lo interno de los órganos de investigación nacional.

“Es una situación bastante compleja, toda la población debe estar pensando que es verdad y que no lo es. Desde antes de llegar al Congreso dijimos que apoyaríamos a la MACCIH por ser un ente que trabaja contra la corrupción, pero esto que ha salido acerca de unos bonos para algunos fiscales, entonces creo que complica la situación. Pareciera que es algo en lo que tenemos que ser cuidadosos, y esperar saber la realidad”. 

En este momento en el Congreso Nacional se habla del papel del pleno en la discusión de renovación o no del convenio entre el Estado y la MACCIH, por lo tanto Villafranca asegura que lo mejor es esperar, aclarar la situación y luego tomar una decisión.

Mientras tanto el empresario e integrante del partido Liberal, Eliseo Castro cree que todo este ambiente de polémica no debe detener la lucha contra la corrupción en el país.

 “Esperamos que no sea una campaña negativa contra una entidad que ha brindado apoyo al país en el combate a la corrupción e impunidad. Pienso que el futuro de la MACCIH debe ser en sintonía al anhelo de la gente que quiere que continúe colaborando contra la corrupción”. 

Mientras tanto el secretario del Partido Nacional, Luis Colindres, se refirió a la denuncia de Urrutia y Arbizu: “cada una de las personas que genera comentarios debe tener las pruebas, cualquier especulación debe ser dilucidada por las diferentes instituciones, lo más importante es que en Honduras se encuentre trabajo, crecimiento y desarrollo”. 

Colindres no profundizó en los argumentos para desmentir la denuncia y bajo el parámetro de la diplomacia logró desviar el tema de discusión.

Un futuro incierto

Luis Guimaraes sería el nuevo vocero de la MACCIH, por el momento el gobierno no ha reconocido el nombramiento y su reconocimiento oficial está estancado, a criterio de analistas esto es parte de un proceso de verificación por parte del gobierno que dirige Juan Orlando para de esa forma blindarse ante los posibles peligros que esto pueda significar.

Rassel Tomé dice que el temor de Hernández es ser investigado y denunciado por la misma MACCIH: “Él tiene cola que le pisen y le está dando largas a no darle entrada al nuevo vocero de la MACCIH”.

Por su parte el diputado Jari Dixon asegura que el gobierno está esperando el momento para que se cumpla el convenio con la MACCIH, para que el Congreso discuta y suspenda el mismo, y de esa forma poner el punto y final a todas las campañas que se han orquestado en su contra.

“Pronto veremos un Congreso aprobando decretos para obstaculizar el trabajo de la MACCIH, lo mismo con la Corte Suprema de Justicia y toda la institucionalidad”.

La corrupción es uno de los flagelos que genera más pérdidas económicas al Estado hondureño, según datos del Consejo Nacional Anticorrupción, se han perdido ya más de 30 mil millones de Lempiras, producto del funcionamiento de varias redes de corrupción.

En ese sentido, ante los intentos de sacar a la MACCIH, la diputada liberal Edinora Brooks, cree que los hondureños y hondureñas están en la obligación de ser vigilantes y de esa forma presionar para que se respete, se otorgue independencia y se defienda cualquier intención de sacar de circulación a esta instancia del país.

Por el momento los puntos suspensivos rodean el futuro de la MACCIH, un futuro que se marca por las crisis internas, por las denuncias contra su secretario general, por las campañas de desprestigio, por la decisión del Congreso y por la espera del nombramiento de su nuevo vocero.

Aura Minerals, empresa canadiense en Honduras, desentierra a 89 cadáveres para obtener aun más oro



Por Grahame Russell

Mientras que militares y policías hondureños asesinaban a más de 40 personas durante las protestas en contra de las elecciones robadas el 27 de noviembre de 2017, Aura Minerals y MINOSA (la empresa subsidiaria de ésta en Honduras) han desenterrado al menos 89 cadáveres, empleando actos de coerción y pagando a familias que viven en la pobreza por el “derecho” de trasladar a sus muertos.

En varias ocasiones, Aura Minerals/MINOSA han desenterrado “los cadáveres equivocados”, es decir, aquellos que pertenecen a familias que siguen oponiéndose a la profanación y destrucción del cementerio de 200 años de antigüedad, y al traslado de sus muertos – a pesar del amedrentamiento y la represión de soldados, policías y miembros de la seguridad de la empresa.

Con el apoyo de autoridades e inversores canadienses y del gobierno y las fuerzas armadas hondureñas, el día 5 de setiembre de 2017, Aura Minerals / MINOSA empezó con el proceso grotesco y depravado de intentar despejar este lugar sagrado.

“La historia detrás del reportaje: lo que Aura Minerals no quiso que viéramos en Azacualpa”
Aquí, se presenta un documental de 4 minutos (en ingles) en que Maggie Padlewska registra la manera en que la empresa, los soldados y la policía intentaron evitar que una delegación de canadienses visite la mina y el cementerio de Azacualpa en 2016.

Este intento de destruir el cementerio de Azacualpa ocurre después de años de funcionamiento de esta mina de oro a tajo abierto que filtra cianuro que provoca: múltiples daños a la salud, la deforestación, la contaminación del aire y del agua, el agotamiento y la  destrucción de la economía local, además de la represión y la criminalización de los miembros de la comunidad.  Muchos de estos miembros de la comunidad participan activamente en el Comité Ambiental de Azacualpa, documentando y protestando estos daños y violaciones.

¿Pretenden la destrucción del pueblo de Azacualpa?
La mayoría de miembros de la comunidad no sólo desean poner fin a la destrucción de su cementerio – tienen cientos de seres queridos enterrados allí – sino que saben que Aura Minerals busca más que sólo el oro que yace debajo del cementerio. Esta empresa también quiere el oro que existe al otro lado del cementerio, subiendo la cuesta de la montaña, es decir, el mismo pueblo de Azacualpa que queda a unos pocos kilómetros más allá.

¿Clamor?
¿Hasta qué tan grotesco y dañino tendrá que mostrarse la minería de origen canadiense, antes de que digan ¡basta! los políticos, los medios de comunicación, los inversores y la industria en Canadá? En nombre de los muertos y los vivos en Azacualpa, compartan esta información con familiares, amigos, los medios de comunicación, los políticos que los representan, etc. para poder dar a conocer la manera en que las empresas canadienses trabajan en otros países.

Continuarán estos abusos – incluso la profanación de los muertos – hasta que la población de los países de origen de empresas mineras – Canadá en este caso – responsabilice a estas empresas, a los inversores y sus gobie
rnos, y exija que rindan cuentas en lo legal y lo político, por los daños al medio ambiente, por la violación a los derechos humanos y la represión causada por la minería.

Grahame Russell, Rights Action (Derechos en Acción)

*******
Gobierno de Canadá en Honduras
Embajador James Hill, Embajada de Canadá en Costa Rica, Honduras y Nicaragua: James.Hill@international.gc.ca, tglpa@international.gc.ca
Emabajada canadiense para Honduras, Bertrand-Xavier Asselin: Bertrand-Xavier.Asselin@international.gc.ca; Isabelle Solon Helal: Isabelle.SolonHelal@international.gc.ca; Kyle Sundstrom: Kyle.Sundstrom@international.gc.ca

Aura Minerals
Rodrigo Barbosa, Presidente y Principal Director Ejecutivo
William Monti Reed, Gerente de minas – Honduras: info@auraminerals.com, www.auraminerals.com;

Las ZEDE en Honduras


OFRANEH
Rebelión

Como parte de las transformaciones por las que han pasado las “ciudades modelo” en Honduras, Juan Orlando Hernández ofreció “zonas de empleo protegidas” en la III Cumbre Empresarial” efectuada el pasado 12 de abril, en Lima Perú en el marco de la VIII Cumbre de las Américas. Las Ciudades Modelo, conocidas como Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE) a partir del golpe a la Corte Constitucional promovido por el poder legislativo en diciembre de 2012, después de haber sido declaradas inconstitucionales, se han convertido en uno de los pilares de las administraciones gubernamentales surgidas a partir del golpe de estado del 2009. 
Después de haber sido promocionadas las “ciudades modelo” durante la administración de Pepe Lobo, su heredero Juan Orlando Hernández asumió el experimento en gobernanza promovido por Paul Romer y los libertarios de ultraderecha estadounidenses, de crear estados-ciudad con independencia en materia jurídica. 
Desde un inicio la empresa coreana POSCO mostró interés en la posible implementación de una ciudad modelo en el golfo de Fonseca. La empresa DAEWOO, filial de POSCO estuvo involucrada en el experimento que intentó Romer en Madagascar, cuando el entonces presidente Marc Ravalomanana cedió buena parte de la isla a la empresa coreana para la siembra de palma africana. El golpe de estado impulsado por el repudio popular ante la entrega del territorio derrocó a Ravalomana. 
Posteriormente ante la crisis surgida en Honduras, Romer asociado con empresarios canadienses pretendió la instauración de las ciudades modelo en Honduras. POSCO apareció en la escena, como encargada de realizar el estudio de factibilidad de las ciudades modelo en el golfo de Fonseca, el que fue concluido en el 2017. 
El conglomerado metalúrgico POSCO, una de las empresas más prosperas de Corea del sur se ha visto implicada en un sinfin de casos de corrupción que conllevaron a la renuncia de varios de sus más poderosos ejecutivos, afectando a la presidente Park Geun-hye, la que fue condenada a 24 años de prisión por corrupción. Recientemente Kwon Oh-joon -presidente de la compañía POSCO- ha ofrecido su renuncia al encontrarse implicado en la trama que defenestró a Park.
Para el 2015 Honduras firmó un convenio con la poderosa Consultora Mckinsey la que vende sus servicios desde el gobierno de Arabia Saudita hasta la Coca Cola, empresa que canceló el contrato con Mckinsey como resultado del escándalo en Sudáfrica Más de sesenta países forman parte de la cartera de la consultora además de reconocidas multinacionales. MCkinsey forma parte de los artífices de la resurrección de las “ciudades modelo” además de la creación del elefante rosado Honduras 20-20, y promotor de la Ley de Incentivos para el Turismo. 
La “respetable” consultora Mckinsey se ha involucró en una grave caso de corrupción en Sudafrica que conllevó a la caída del régimen de Jacob Zuma, acontecida en febrero de este año. El gobierno de Sudafrica demanda el retorno de más de $150 millones por parte de Mckinsey. Dominic Bartón jefe de Mckinsey reconoció públicamente los errores cometidos en Sudafrica, sin embargo hasta la fecha la consultora no ha tomando las medidas necesarias para subsanar el escándalo de corrupción cometido en ese país africano. 
Con los antecedentes que se han dado con la empresa POSCO y la Consultora Mckinsey, es de temer que las “ciudades modelo” en Honduras se convertirán en epicentro de latrocinio. Hasta el momento las empresas que han mostrado interés en la subasta de Honduras por retazos, entre ellas la sudafricana Saab Miller, propietaria de la Cervecería Hondureña, la temida Energy Transfer propiedad Kelci Warren, promotor del Dakota Pipeline y dueño de REPCO en Roatán; además de empresas a la criptominería. 
Como es de conocimiento publico, Honduras es un paraíso de la corrupción, de ahí con la colaboración de POSCO y Mckinsey se logrará establecer las ciudades modelos de la corrupción. 
Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH

De cómo y por qué los jóvenes (no) envejecieron



Por David Guzmán Játiva

La imagen que podemos salvar de una época, en un momento de peligro, posiblemente nos engañe, nos aliente, nos detenga. Cuando pensamos en una época de revueltas, tal vez la última época propiamente rebelde, la imagen de ese momento, la figura que sobrevive hasta hoy, medio siglo después, es la de la juventud. ¿Existe algún Dios consagrado a la juventud como tal? ¿Acaso Dionisio? ¿Algún héroe antiguo? ¿Espartaco? La belleza es sin lugar a dudas joven. ¿Venus? En la juventud, o más bien, en los jóvenes de los años sesenta se combinaban, con ansiedad y de manera indiferenciada, la alegría, la rebelión, el erotismo. Quizá la imagen que podríamos inventar de esos años es la de una Venus mexicana de la mano de un Espartaco vietnamita recibiendo flores y poemas de un Dionisio parisino. Todos jóvenes y hermosos. Inocentes y, quizá demasiado pronto, ya viejos.
La imagen de aquellos años se ha convertido en una fuente de ilusiones sobre el futuro. ¿Es posible que nosotros, habitantes del presente, podamos vivir de nuevo como en aquellos tiempos? No sólo deseamos, a veces, y por lo general día a día en secreto, las fuerzas de la juventud que desafía las costumbres y los miedos, que es capaz de cambiar la lógica y la tradición y descubrir una nueva poesía, una nueva forma de amor y de comunión. Deseamos también, de manera mucho más desgarradora, perecer bajo las balas en las plazas, morir en las montañas con un fusil guerrillero. Los años sesenta encarnan la imagen más pura del deseo: pero junto a los goces que ofrece, anidan los más dolorosos padecimientos.

Nosotros, que no vivimos aquellos años, a quienes sólo llega el eco y el reflejo, sabemos que la radicalidad política y estética, el oro en polvo de la rebeldía no pueden resucitarse así nomás. Después de los excesos enloquecedores de los alucinógenos, la poesía vanguardista, las guerrillas en las montañas y en las ciudades, el amor libre y el rock, ¿qué ha quedado? El narcotráfico, el mercado editorial, la violencia común, la soledad y el ruido. Nosotros, que miramos con deseo el pasado, vivimos en medio de las ruinas de ese pasado, o más bien, las ruinas de ese pasado son justamente las torres y castillos indestructibles que hoy nos aplastan y que ostentan, en gran medida, el blasón de nobleza de una época en la que los jóvenes conquistaron el mundo. Los jóvenes de ayer levantaron un imperio todopoderoso que guarda, en su centro, la imagen de la juventud.

Sucedió, como tantas otras veces, que la revuelta degeneró en revolución y, quienes querían socavar y aniquilar el poder, terminaron por alimentar nuevas formas de poder, aún más insidiosas, más seductoras, más terribles. Los jóvenes se fueron haciendo viejos y a medida que se distanciaban de su punto de partida, intentaban transmitir su herencia filosófica, política, histórica, civilizatoria a quienes les sucedían. Era la mejor herencia que alguien podía recibir, pero a costa de renunciar al propio momento vital y extraviarse en las lejanías de lo que ya no se podía vivir.

“¡Hay que reinventar el amor!” “¡Hay que ser absolutamente moderno!” “¡Ha llegado el tiempo de los asesinos!” Sería malsano acusar a una generación llena de virtudes de los defectos de las generaciones que le sucedieron. Lo que la juventud de entonces fue capaz de hacer significó, muchas veces, la locura o la muerte. Hay que pensar en eso antes de echar maldiciones sobre su herencia. Si resultaba más cómodo y rentable convertir la experimentación con drogas en consumo de estupefacientes, eso no es culpa de la generación que se volcó a probar LSD, marihuana, hachís, peyote… hasta reventar. Es evidente la diferencia que existe entre, pongamos por caso, El almuerzo desnudo (1959) y Trainspotting (1996). ¿Cómo es posible que después de treinta años las drogas se hayan convertido en una forma de aniquilación? En el prólogo de su libro, Burroughs elabora la lista –larga lista– de psicotrópicos que probó y, con una frialdad heroica, cuenta cómo se deshizo de la adicción a algunas. Allí no hubo lucha, ni drama: el poeta beat no busca nuestra admiración ni nuestra compasión. Mientras enTrainspotting las drogas son un aliciente, ayudan a soportar, y finalmente son un negocio. No percibimos la grandeza del científico experimental en la película de John Boyle. La herencia que queda a los jóvenes de Edimburgo de los años noventa es el consumo y la pobreza de la adicción. Podríamos comparar al mismo Burroughs, que se adentró en el Amazonas para probar el yagé, con Pablo Escobar que, años después, desangró a Colombia por vender cocaína y amasar fortunas. ¿Cómo podríamos responsabilizar a la curiosidad de Burroughs por la maldad y vesania de Escobar? No tendría sentido, y sin embargo, el viejo maestro de Kerouac y Ginsberg estaba abriendo un camino, estaba dando una señal que sus seguidores continuaron, a veces, de una manera estúpida y espantosa. ¿Cómo es posible que la promesa de una percepción más amplia se haya convertido en el submundo de la adicción y en la mierda del crimen? No atino aún una respuesta cabal, pero advierto que existió un descenso degenerativo, un envejecimiento prematuro.

Lo mismo podríamos decir de la poesía y el arte, de la política y la guerrilla, del amor y la música, del nomadismo y el internacionalismo. Había en los años sesenta una pureza que logró cristalizar pero que, las generaciones que vinieron luego, no han logrado distinguir o reinventar. Creo que una de las causas, quizá la razón principal, reside en que los sucesores, los herederos, los continuadores se empeñaron en comprender y recomponer-descomponer-criticar la forma, y olvidaron que esa forma era al mismo tiempo mensaje y experiencia e imaginación. La confusión y desidia en la que hoy nos encontramos empantanados reside, en gran parte, en mirar para otro lado cuando los problemas y los dilemas se presentan frente a nosotros y nos exigen asumir una conciencia y una acción, a veces, titánica. Creo que esa que podemos llamar una generación heroica, fue capaz de exponerse a la disolución en nombre de su deseo y de su sueño. Fue, en ese sentido, una juventud creadora. Quienes copiaron los gestos, la forma, la rutina, los vaciaron de proyección. Pensemos, por ejemplo, en lo que ha sucedido con el amor libre. O con el cine erótico. Cuando hablamos de erotismo nos referimos a una rebelión contra el matrimonio, o más bien, a un rechazo al matrimonio sin amor. Hablamos también de la experimentación sexual, de la perpetuación del deseo. Se me ocurre que podría comparar El graduado (1967) con Neon Demon (2016). Se me ocurre que El graduado, una película que me gusta volver a ver cada cierto tiempo, logra presentar la agonía de esa generación. Supongo que la mayoría de ustedes han visto El graduado. Ben escapa con Elaine en un autobús, mientras el novio de Elaine y los invitados a la boda de Elaine se quedan atrapados en la iglesia cuya puerta Ben se encargó de cerrar con una cruz. Durante casi la mitad de la película, después de haber practicado el sexo por el sexo con la madre de Elaine, Ben entra en rebeldía y persigue a Elaine y la busca y, contra todo pronóstico, se marcha con ella. La película tiene un final esperanzador, pero no es un final conformista: Ben y Elaine se han echado encima a la sociedad, a la Iglesia, a la familia. Tendrán que enfrentarlos, pero se tienen a sí mismos y la pureza y grandeza de su amor.

Neon Demon no es propiamente una historia de amor; en realidad, parece lo contrario. Una adolescente hermosa llega a Los Ángeles para convertirse en modelo. Su belleza natural desata las envidias de sus compañeras y competidoras. Aunque al comienzo ella actúa con inocencia, muy pronto se pervierte y presume de superioridad “natural” para con sus adversarias y aún para con un muchacho que la acompaña y la quiere. El resultado final de esta “toma de conciencia” es que ella se queda sola, a merced de la maldad y el vampirismo de sus enemigas, quienes finalmente la matan y se la comen. Es una historia devastadora, y aun asquerosa. Casi que podría decir que es una inversión o una perversión de El graduado. Mientras el graduado recupera la inocencia y el amor, tras haber caído en la rutina del sexo, la modelo pierde la naturalidad y la inocencia tras caer en las garras de la ambición material, del narcisismo y del sentimiento de superioridad.

Lo que sucede con la modelo de Neon Demon, el esteticismo sin alma, o como diría Jameson, la confusión de la economía y la cultura, es en gran parte una especie de sinécdoque de lo que pasa en todas las esferas de la vida que, en realidad, es una sola esfera. Lo que hemos perdido al someternos a la repetición sin sentido, a la belleza sin lo sublime, a la política sin utopía, se puede advertir a cabalidad en los testimonios de un autor como Chuck Palahniuk. Pude escuchar a Palahniuk hace algunos años en España y, aunque no me provocó interés leerlo, si me sorprendió lo que decía. El escritor se refería a un mundo en el que la violencia, la mutilación, la tortura, la muerte se habían convertido en una especie de atracción, de goce, de iluminación. Como si fuera un periodista de crónica roja Palahniuk describía diversos tipos de heridas, quemaduras, muertes que sufrían las personas, y cómo el relato de esas crueldades se convertía, por sí mismo, en literatura, o diríamos, también, en poesía. Como si la violencia, o las marcas de la violencia, fuesen figuras literarias, metáforas, un lenguaje por sí mismo seductor. Del arte por el arte pasamos a la crueldad por la crueldad. Ahora bien, las guerrillas revolucionarias y nacionalistas de los años sesenta y setenta y ochenta eran capaces de utilizar la violencia, a veces de manera cuestionable, pero según su programa y su ética, estas guerrillas libraban una guerra de resistencia o de liberación. ¿Cómo podíamos pedirles a los vietnamitas que dejen las armas frente a los norteamericanos? Podíamos condenar la violencia contra civiles desarmados, pero en el terreno del enfrentamiento militar no podíamos condenar la violencia de los vietnamitas o de los argelinos. No creo que pudiéramos decir lo mismo de los norteamericanos o de los franceses. Así mismo no podíamos decir lo mismo de la violencia del ejército colombiano contra la República independiente de Marquetalia en la que se juntaban pobres gentes a intentar una vida nueva. Sin embargo, como muestra el ejemplo de Palahniuk, y del consumo de un cine y una literatura llena de crímenes gratuitos y de una violencia extrema, hoy mismo carecemos de una reflexión moral y ética sobre la violencia y el mal. La violencia y el mal nos provocan un goce puramente sádico, un goce sin límites: los rebeldes de antaño sabían que la violencia no debía provocar goce. Posiblemente hubiera muchos sádicos entre los guerrilleros y rebeldes, pero la orientación general de una rebelión violenta no residía en el goce sino, como he dicho ya, en la liberación y a veces en la resistencia a un invasor. Este es uno de los aspectos más sensibles que podemos tocar en relación con la herencia de los años sesenta. Quisiera recordar, para explicar mejor mi posición sobre este tema, a dos personajes históricos. El primero es Hélder Câmara, un obispo brasileño de los años sesenta. El otro es el político heleno Alekos Panagulis.

Tanto Câmara como Panagulis se enfrentan a dictaduras sangrientas. Los dos sufren persecución y, aunque Câmara no llega a la violencia, termina por justificar la violencia de las guerrillas contra el ejército, aunque admite que los jóvenes guerrilleros no tienen ninguna oportunidad frente a las fuerzas militares. Pese a admitir la derrota, para el obispo la lucha de los guerrilleros es justa.

Panagulis intenta matar con una bomba al dictador de Grecia, pero falla. Lo someten a torturas y, algo que me conmovió profundamente es que Panagulis, aún en medio de las torturas, se sigue enfrentando con sus opresores. Escapa varias veces de prisión y otras tantas veces lo vuelven a encarcelar. Cuando el dictador pretende regalarle una amnistía, Panagulis se niega.

¿Podríamos encontrar ejemplos semejantes en nuestro mundo actual? Resulta muy difícil. Quienes antaño encarnaron las fuerzas de la libertad, como los guerrilleros de la Sierra Maestra, hoy mismo, tras casi sesenta años de mantenerse en el poder, son en realidad las fuerzas de la opresión y la tiranía. Han envejecido sin advertirlo. Y quienes utilizan el terrorismo contra civiles, aun cuando terminen inmolándose, carecen de la grandeza de los guerrilleros que se enfrentaban con el ejército o de Panagulis que encaraba a sus torturadores. Posiblemente por eso, al carecer de grandeza, la violencia con la que entramos en contacto nos produce vergüenza y rabia en lugar de la melancolía que pudo sentir en su momento Câmara por los guerrilleros caídos. Es una violencia de cobardes.

Creo que, últimamente, el rock y la poesía son núcleos duros de la historia y el destino. Y al revés: las canciones de la república española y los cantos partisanos resuenan en los aullidos de Jim Morrison y en la indignación de Tzántzicos, Nadaístas, Horacerianos, del cinema Novo y del arte experimental, como el Land art. Existe un hilo de continuidad entre la victoria de los Aliados y la resistencia contra los nazis y los jóvenes rebeldes de 1960. Es más, existe una corriente común entre la victoria del socialismo en 1917 y las guerras de independencia y las revoluciones en el llamado Tercer Mundo que se extienden hasta los años 90. Si lo miramos bien, existe una proyección aún mucho más larga que comunica, abierta o soterradamente, el lenguaje de la Comuna de 1871 con el lenguaje del Foro Social Mundial del siglo XXI. Ese lenguaje, si escuchamos bien, es el mismo que hablan Victor Hugo, Baudelaire, Rimbaud y los surrealistas, los beats, los situacionistas y las vanguardias de América Latina; es el mismo lenguaje de Roque Dalton, Juan Gelman y Nicanor Parra. ¡Franz Fanon dice palabras que resuenan en José María Arguedas! ¡Lu Xun y Roberto Bolaño no son tan diferentes entre sí!

Lo que sucede con esa lengua franca, que atraviesa el tiempo y el espacio, es que ha debido de saltar, oponerse, interrumpirse. Tras la victoria contra los nazis, tras el ascenso de una cultura libertaria en los años 60, se vino un periodo de reacción: la victoria de los neoconservadores en Inglaterra y Estados Unidos; las dictaduras sanguinarias y el monopolio de los partidos únicos en América Latina; el anquilosamiento de las revoluciones socialistas en Rusia, Europa del Este, China, Cuba…; la degeneración de los nacionalismos revolucionarios en tiranías y dogmatismos religiosos. Quienes antaño luchaban en nombre del nacionalismo y el socialismo ¡hoy lo hacen en nombre de Alá y la fe en el Islam! El lenguaje internacionalista de los oprimidos, “arriba los pobres del mundo, de pie los esclavos sin pan”, ha sido invertido y convertido en el lenguaje internacionalista de las corporaciones industriales y financieras. La política y la poesía de la libertad y la comunión que atravesaban fronteras han sido reemplazadas por los gobiernos mundiales y por el mercado cultural. Ese es el fondo y el trasfondo de por qué la herencia de los años sesenta se nos vuelve al mismo tiempo extraña y atractiva: entre nosotros y la juventud de aquellos años media una derrota. Quienes nacimos y vivimos después cargamos con el peso de la derrota y por eso la imagen de aquellos años luce borrosa y atractiva.

Pero ¿cómo logró consumarse una derrota semejante? ¿Por qué las fuerzas del socialismo libertario fueron incapaces, esta vez, de resistir? ¿Por qué la poesía y la belleza se disolvieron en vanagloria y decoración?

Tenemos, antes del hundimiento del espíritu libertario, tres regiones que experimentan cambios históricos distintos. El que se denominaba Primer Mundo se encuentra, a fines de los años sesenta, en medio de un pacto paradójico entre el capital y el trabajo. Las industrias han elevado el nivel de vida de los obreros y éstos han terminado por identificarse, al menos culturalmente, con el estilo de vida de la burguesía. En aquellos años Marcuse se refiere a la sociedad sin oposición para definir cómo la izquierda y la derecha han logrado zanjar sus diferencias –al menos las ideológicas– y han derivado en una civilización nueva: los obreros ya no buscan la revolución mundial sino un aumento de sueldo. Este confort termina por disolver la mentalidad crítica y es, en último término, engañoso: la crisis de los años setenta va a dar inicio a la expropiación del confort y al nacimiento de lo que Eric Hobsbawm denominó una subclase, es decir, aquellos que no tienen trabajo ni ninguna perspectiva de conseguirlo.

Cuando industriales y empresarios advierten cómo el pacto con los trabajadores implica finalmente la reducción de sus ganancias, o más bien, la imposibilidad de conseguir ganancias, terminan con el pacto y se llevan las industrias y los capitales a países donde la mano de obra sea más barata. Simultáneamente, el capital financiero se instala en un lugar central con respecto a las industrias y al comercio y da origen a una economía especulativa. Es un momento de expansión del capitalismo frente al cual los obreros de los países centrales no atinaron a reaccionar y que, en apariencia, resultaba beneficioso para los países del Tercer Mundo que recibían a los inversores como enviados del progreso, la ciencia, la libertad, etc., ¿por qué los capitalistas abandonaron sus industrias y mercados locales y se lanzaron a buscar nuevos obreros y nuevos mercados? Wallerstein lo explica de la siguiente manera: con el tiempo los trabajadores se organizan y mejoran sus condiciones de vida reduciendo el margen de ganancia de los capitalistas, que, para ampliar su producción y mercado, abandonan a los trabajadores y se lanzan a la caza de nueva mano de obra y de nuevos mercados. Ya la producción no resulta rentable. El territorio de este peligroso pacto es el Estado: cuando los capitalistas deciden desechar a los obreros rompen el pacto y se quedan con el Estado.

Tras la derrota de los trabajadores en el mundo industrializado, el capitalismo financiero y productivo se desplaza a terrenos en los que puede explotar mejor la mano de obra y en los que existen mercados ansiosos por consumir. Aunque los trabajadores del primer mundo pierden sus empleos de forma masiva, el Estado cubre de alguna manera sus necesidades y las grandes empresas mantienen los centros de investigación y la producción sofisticada en los estados centrales. Es decir, se establece además una jerarquía entre trabajadores. Mientras, los estados subdesarrollados comienzan a desarrollarse, según el modelo implantado por los capitalistas extranjeros y propios. En los capítulos finales de Las venas abiertas de América Latina, Eduardo Galeano denunció el nacimiento de este nuevo orden mundial cuando contaba, por ejemplo, cómo se instalaban plantas de producción de automóviles Volkswagen en Brasil, México o Argentina. La integración económica terminó por sustituir el internacionalismo revolucionario: es así como, saltándose el socialismo, los países del Tercer Mundo se modernizaban y parecían compartir la riqueza y el saber de las potencias centrales. Esta modernización significaba la victoria del Primer Mundo en un territorio en disputa con el “comunismo esclavista”. El Tercer Mundo, Asia, África y América Latina, se dividió a su vez entre países que optaron por el nacionalismo revolucionario –cuya simpatía por la URSS era abierta– y países que adoptaron la democracia y el capitalismo. México, Argentina, Brasil son ejemplos de cómo gobiernos nacionalistas revolucionarios –Cárdenas, Perón y Vargas– fueron quebrados violentamente por dictaduras fascistas que instalaron el liberalismo y el neoliberalismo. Pero en otras latitudes, Siria, Egipto, Libia, Angola o Mazambique, los gobiernos oscilaron entre el nacionalismo revolucionario, el socialismo y finalmente la dictadura. Como sucedió con Cuba.

Con el estancamiento y la derrota del socialismo real las coordenadas geopolíticas y culturales cambian completamente. Aunque ahora el fracaso de los bolcheviques nos parezca lógico por el centralismo y el autoritarismo con que actuaron al inicio, y el hundimiento de la URSS resulte evidente por el terror mediante el que se impuso Stalin, y la desintegración del mundo socialista parezca natural cara a la “corrupción e incompetencia” que Hobsbawm señala en relación con la época de Brezhnev, lo cierto es que en los años setenta semejante derrumbe estaba lejos de ser previsto y, aunque los críticos más agudos, como Octavio Paz, daban por muerto al paciente, eso no significaba todavía que las nociones de socialismo, libertad e independencia debían enterrarse.

Creo que cuando reflexionamos sobre estos acontecimientos podemos creer que el socialismo consistiría solamente en una repartición de los bienes, es decir, en una aparente igualdad económica –algo así llega a decir Leonardo Padura en su novela sobre Trotski–, pero creo que semejante creencia es limitada, pues de nada nos serviría contar con el sustento básico si tenemos que vivir sometidos a un régimen autoritario o totalitario que, cuando le plazca, puede sacarnos de nuestra casa y enviarnos a un campo de trabajos forzados. Es más, el socialismo no sería solamente una conquista económica y un goce de la libertad política, sino que implicaría una esfera cultural en la que podamos expresarnos con libertad y en el que nuestras energías se orienten en dirección de nuestros deseos y, por lo tanto, de nuestra creatividad. De ahí que las vanguardias de los años sesenta señalaran el sustrato político de las decisiones personales. Lo personal es político, decían.

Cuando enterramos a la URSS, enterramos, también, al socialismo. Ese es el peso que cargamos quienes no vivimos ninguna efervescencia libertaria ni ninguna cercanía con los sueños utópicos. Para quienes crecimos y vivimos en los ochenta y noventa, lo que nos quedó fue la desilusión y la desesperanza. El consumo o el desempleo. El conformismo político y el canibalismo cultural. O sea, un mundo sin poesía, sin libertad ni igualdad. Quedaba China, donde el comunismo había sido comprado. Quedaban los escritores profesionales. Quedaba el feminismo, el indigenismo, el ecologismo. Pero ya no era posible decir palabras en una lengua que atravesara las fronteras y prometiera la comunión entre los hombres. Existían las corporaciones multinacionales que atravesaban fronteras, pero su lenguaje era el de la sumisión. La etno-política, las reivindicaciones de las mujeres, el cuidado de la naturaleza suenan a particularismos, a un lenguaje que por su misma naturaleza no puede atravesar las fronteras nacionales y las fronteras de clase y género y signifique un reencuentro con los hombres. Este es el estado de cosas en que nos dejó la pérdida del espíritu libertario de los años 60.

La derrota política fue, al mismo tiempo, una expropiación económica y una imposición cultural. Jameson lo aclara al comparar la resistencia que tuvo la guerra de Vietnam en los años setenta con el silencio con el que fue recibida la guerra del Golfo en los años noventa. Cuando se refiere a la literatura, el cine y el arte de los años noventa y advierte su nostalgia por el pasado, su incapacidad para dar respuesta a los problemas del presente. Cuando observa cómo el esteticismo se asienta en la vida cotidiana y termina por disolver la potencia crítica y la experiencia de lo sublime. En un afán similar se embarcan Lipovetsky y Juvin cuando apuntan a la completa subversión de la alta cultura por la cultura de masas, cuando señalan cómo el capitalismo occidental ha terminado por convertirse en la base cultural de las sociedades no occidentales, cuando muestran que de la libertad individual hemos pasado a la vida solitaria y aislada. El conformismo, la nostalgia, la belleza decorativa; la cultura –antaño rebelde o espiritual– convertida en mercancía, la aparente diversidad sometida a la lógica de la ganancia y el interés, la soledad: todas son experiencias de enfermedad, de envejecimiento, de renuncia y de derrota.

En la adolescencia me sentía confundido por la música y la literatura de épocas distintas. Me gustaban Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, pero mis contemporáneos eran Nirvana y Queen y Metallica. Me gustaba Hemingway, John Dos Passos, García Márquez, Herman Hesse; quizá porque era un lector solitario encontraba una grandeza natural en las novelas de aventura y donde los personajes intentaban algún tipo de hazaña. Creo que me sigue gustando Polvo y ceniza. En la escuela de literatura los que resultaban mis héroes naturales fueron reemplazados por el culto al texto y la asepsia política y cultural. Los dioses académicos eran Joyce, Eliot, Mallarmé, Barthes, Foucault, etc. No quiero decir que Joyce sea un incapaz, sino que en los años noventa lo utilizaban para restar un valor vital a la escritura. Lo mismo sucedía con los demás. Por lo tanto Hemingway, Dos Passos, Roque Dalton eran residuos del pasado: el culto por el texto provocaba justamente ese sentimiento de melancolía que anida en la derrota. Lo mismo sucedía con Hendrix, Joplin, Morrison: habían caído para siempre y, aunque se escucharan, había que ser contemporáneo y cambiarlos por cualquier cosa, como por ejemplo por el rock sinfónico y músicas más sofisticadas. No digo que Queen o Metallica sonaran mal. Pero eran demasiado suaves o demasiado severos. ¿Dónde estaba finalmente la vida? Terminé por enamorarme de Rimbaud, de Henry Miller, de Ernesto Cardenal, a quienes leía como quien comete a propósito una disonancia para aproximarse al hilo de la poesía y la historia que estaba perdido.

Quizá quepa preguntarnos si las fuerzas libertarias podían vencer verdaderamente sin convertirse con el tiempo en regímenes dictatoriales, o si hubieran podido sobrevivir a la expansión de empresas multinacionales, de la burocracia internacional financiera y política, y al poder de las potencias centrales. En su Historia del siglo XX Hobsbawm señala que la URSS intentaba reformar sus estructuras políticas, económicas y sociales. Quería adoptar un modelo parecido al de Suecia, de carácter cooperativo y democrático. La pregunta sería, entonces, ¿por qué el ejemplo de Suecia no prosperó, al menos en Europa, Estados Unidos y América Latina? ¿Por qué en lugar de crear empresas autogestionadas y sociedades libres los trabajadores terminaron por someterse a las corporaciones multinacionales y al poder de partidos y burocracias? Quisiera añadir que la vida cooperativa y democrática de Suecia se encuentra muy cerca de las comunas libertarias de los años treinta en España y los soviets de la revolución de 1917. Es decir que, si los soviets y las comunas hubieran podido sostenerse en el tiempo hubieran terminado por encontrar una forma similar a la de las cooperativas suecas. Si las comunas hippies de los años 60 y las comunas anarquistas de principios del siglo XX hubieran logrado sobrevivir, hubieran recreado y ampliado una forma similar a la del cooperativismo. ¿Por qué no sobrevivieron? Es más, ¿por qué en la misma Suecia estas invenciones sociales han entrado en retroceso?

Hardt y Negri señalan, en su conocido ensayo Imperio, que los discursos poscoloniales y posmodernos sobre la diferencia, el binarismo, la hibridación no son una alternativa al nuevo orden mundial. Serían más bien posiciones teóricas que describen y terminan por reforzar el carácter expansivo, descentrado y jerárquico del Imperio (que según los autores sería una versión ampliada de las formas políticas y culturales de los Estados Unidos). Los autores afirman allí que el fundamentalismo religioso –el Islámico o el Cristiano– sería una respuesta de los perdedores frente al poder sin límites del nuevo orden mundial. Creo que este libro es de una extraordinaria riqueza histórica y conceptual, y sin embargo, me atrevo a pensar que los autores se equivocan al creer que los fundamentalismos son una reacción de resistencia al mercado, el consumo, el liberalismo y el fin de las fronteras. Aunque nuestra mirada apunta al futuro creo que las verdaderas alternativas al nuevo orden mundial se encuentran en experiencias históricas próximas al cooperativismo, el comunitarismo o las comunas, es decir, a experiencias que cobraron realidad en los años sesenta, aunque hayan sufrido la violencia de la represión o hayan desaparecido por la desilusión de los comuneros.

El cineasta Raymundo Gleyzer, al que conocí por el querido amigo Joaquín Manzi, es un preclaro ejemplo de que es posible crear organizaciones obreras igualitarias y, al mismo tiempo, denunciar las traiciones al interior de los grupos de trabajadores. Gleyzer es una especie de cristalización de lo que he dicho unas líneas arriba, es decir, es una síntesis, y su experiencia es de una riqueza y de una ayuda enorme. ¿Qué es lo que hizo este cineasta argentino? Como en muchos otros niveles –en imprentas, fábricas, astilleros, etc.–, el grupo de trabajadores que hacía películas con Gleyzer carecía de jerarquías, es decir, aunque cumplían funciones diferentes, los utileros tenían una participación semejante a la de los actores, los camarógrafos estaban en igualdad de condiciones que el director. Admitir la igualdad es el principio de la creación de grupos cooperativos o comunitarios. Una de las películas de Gleyzer, Los traidores, relata cómo el ascenso de un dirigente obrero va ligado a la entrega que hace el mismo de sus trabajadores a los patronos. En Los traidores Gleyzer muestra cómo se hunde el sindicalismo, la política de la representación y finalmente la búsqueda de igualdad y de libertad. Su grupo de trabajo, Cine de la Base, contrasta abiertamente con lo que muestra en esta película. Gleyzer murió asesinado por la dictadura argentina en 1976.

En el Cine de la Base está contenido el espíritu libertario de los años 60, su fortaleza crítica y la represión que experimentó. Es cierto que el Cine de la Base se organiza en una época diferente, en la que encuentra correlatos y un clima cultural que lo alienta y sostiene. El Cine de la Base no podría existir sin otras experiencias similares, que, a la manera de los consejos de obreros, terminen por crear una república de Soviets. Pero es preciso hacer énfasis en el principio de igualdad que neutraliza cualquier afán representativo, jerárquico y, en último término clasista, y cómo ese principio puede dar lugar a experiencias semejantes en el presente.

No quiero mostrarme ingenuo y tengo muy presente un pequeño relato de Fernando Pessoa: El banquero anarquista. Allí el narrador, un banquero, defiende la libertad por sobre cualquier otro bien. Dice que, en el mundo en el que vive, la libertad significa controlar el dinero, y que no importa lo que haya que hacer para controlar el dinero, que significa la libertad. Sin embargo, el banquero anarquista suprime la igualdad como principio de la libertad. “Cuando entré a militar en un grupo anarquista –dice más o menos el banquero– me di cuenta de que siempre hay alguien que quiere dar órdenes, que quiere prevalecer”. Es decir que en el grupo anarquista no existía una igualdad real, pues constantemente había una lucha individual por prevalecer, es decir, por someter a los demás a una jerarquía.

Frente a este relato pesimista, que sin embargo debemos tener muy presente, una película de Ken Loach, Tierra y libertad, relata la historia de una escuadra de milicianos internacionalistas durante la República Española. Son nueve o diez combatientes, incluidas mujeres, que pelean en las filas republicanas y pertenecen a la CGT, el sindicato anarquista. Hay un momento en la película en el que liberan un pequeño pueblo y, tras discutir y razonar con los pobladores, los milicianos y los campesinos en conjunto deciden, por medio de una votación, colectivizar la tierra. Al final de la historia los milicianos son aplastados por el estalinismo del partido comunista. La película comienza cuando el protagonista del film, un obrero inglés, muchos años después de los acontecimientos de la República española, muere en soledad en la pobreza de su departamento. Su nieta llega al lugar donde el viejo miliciano está muerto. Después la nieta lee las cartas y encuentra las fotos de los años de miliciano de su abuelo. Y finalmente encuentra un pañuelo con la tierra que los milicianos y campesinos colectivizaron. La nieta entierra a su abuelo con ese puñado de tierra libre y comunal y se queda con el pañuelo.

Creo que estos ejemplos y reflexiones pueden ayudar a comprender en qué medida la herencia de los años sesenta está viva o puede revivirse. Esa herencia comprende, en su base, la invención, permanencia y expansión de organizaciones y grupos libres e igualitarios capaces de producir bienes y mensajes y de imaginarse como alternativa al actual orden de cosas. Dice Edgar Morin: “Pensaba y sigo pensando que el núcleo inventivo, ardiente, libertario comunitario es lo esencial de Mayo”.

  • David Guzmán Játiva (Quito, Ecuador, 1980) es novelista, ensayista y agitador cultural, impulsor de varias revistas. Es también profesor en la Universidad San Francisco de Quito y la Universidad Central del Ecuador. Recientemente ha publicado Detectives en la vanguardia. Modernidad y posmodernidad en Roberto Bolaño (Quito, 2016).


Cuba en una encrucijada

Rebelión

Por Guillermo Almeyra

El 29 de marzo Rebelión publicó una entrevista a Rafael Hernández, director de la revista cubana Temas, que tiene el prometedor título de “Por un socialismo sin miedo” y hace importantes observaciones.
Dentro de pocos días Raúl Castro renunciará a la presidencia de la República y quedará a cargo del partido. Se plantea pues cuál será la relación entre el Estado y el partido, hasta ahora entrelazados pero con el partido subordinado al aparato estatal capitalista. También habrá que optar entre las diversas líneas - apenas esbozadas, lo cual aumenta la confusión- sobre qué debe entenderse como construcción del socialismo en una pequeña isla con escasos recursos aunque gran capacidad y calidad humanas situada en duraderas condiciones de asedio, escasez y de capitalismo de Estado.

En efecto, estamos al borde de una guerra nuclear o de una catástrofe ecológica y en los próximos años no parece probable una revolución y un régimen anticapitalista en ningún país industrializado y los adversarios del imperialismo estadounidense, salvo Venezuela, no son generosos amigos de Cuba sino países capitalistas que, como China y Rusia, sólo responden a los intereses de sus respectivas oligarquías.

Hernández nos recuerda que, para la juventud cubana, que creció en los últimos cuarenta años en la crisis económica, la escasez y la falta de perspectivas, la frase del Che sobre “los rezagos del pasado” no evoca el capitalismo sino el “Período especial”, de fuerte autoritarismo y burocratización. Hace notar también que Fidel Castro tenía razón cuando decía que “nadie sabe cómo se construye el socialismo” porque, fuera de la referencia de Marx a la Comuna de París (y, agrego, de las indicaciones de Trotsky en 1936 en “La Revolución Traicionada”), eso no se encuentra en los libros sino que tiene que ser resuelto por la vía de experimentación-error-corrección por los pueblos en su lucha por la liberación nacional y social y, además, según las condiciones en cada país, podría tener una respuesta distinta.

También hace notar que en Cuba hubo estalinistas pero no estalinismo, como en la URSS, Europa Oriental o China. No sólo por las diferencias de Fidel Castro con los estalinistas cubanos ni por la historia de su movimiento obrero en la que anarquismo y trotskismo tuvieron un papel destacado sino también por las características mismas del pueblo (los mambises independentistas y Martí, la insurrección contra Machado, Guiteras, la lucha contra Batista que unió católicos sociales, militares democráticos, estudiantes radicales, comunistas de izquierda, anarquistas y trotskistas) y, por último, porque la revolución se hizo a pesar y en contra del Kremlin y del Partido Socialista Popular (Jruschiov creía incluso que Fidel Castro era agente de la CIA).

Por eso la solidaridad masiva está arraigada en los cubanos, el gobierno tiene amplio consenso en la defensa de la independencia nacional, no cesan las críticas a su política económica ni a la burocratización y los privilegios y hay un ala socialista en sectores de la intelectualidad y en el mismo Partido Comunista cubano. Por eso también en Cuba no se llegó a una dinastía, como en Corea del Norte, a un déspota vitalicio, como en China, o a un zar con Iglesia Ortodoxa y todo como Putin y, en cambio, hay progresos importantes en la lucha por la igualdad de género, por las libertades sexuales y por la defensa del ambiente.

La juventud cubana es culta y critica el burocratismo, la falta de confianza en la capacidad de comprensión de los trabajadores y el pueblo en general y la falta de participación de éstos en la definición de las necesidades y de las prioridades, que el partido-Estado sólo les presenta ya determinadas para su aprobación.

El socialismo es autogestión social generalizada, democracia, libre discusión y capacidad de decisión, crecimiento político de los trabajadores guiados por la defensa del interés comunitario, colectivo e impulsado por la tendencia al igualitarismo y por la solidaridad. Es un objetivo, una movilizadora utopía posible que aunque no se puede alcanzar en un solo país pero hacia la cual es posible avanzar apoyándose en lo adquirido a pesar de todos los errores. Cuba necesita por eso hacer un urgente balance de lo que fue el stalinismo y la URSS y de la discusión en los año 20 y 30 en el seno del Partido bolchevique.

Cuba exporta conocimiento –médicos y educadores- a costa de su propio desarrollo y paga con médicos el petróleo venezolano. Pero esa exportación depende de la situación política en los países receptores porque un golpe, como el de Brasil o el que el imperialismo promueve en Venezuela, podría anularla en cualquier momento y hacer peligrar la vida misma de los internacionalistas cubanos. Para no depender de factores inestables, como la ayuda médica o el turismo, el país necesita dinamizar su economía que está trabada por el bloqueo y la amenaza de agresión imperialista pero también por la pequeñez del mercado (que facilita la planificación pero no permite economías de escala y encarece la producción). Necesita urgentemente elevar los salarios y establecer una escala racional que retribuya el valor de la fuerza de trabajo (hoy son privilegiados quienes reciben dólares o viven legal o ilegalmente del turismo). Esa escala debe ser discutida y fijada por los trabajadores y sindicatos independizados del partido y del Estado. La Unión Soviética se hundió por la planificación burocrática, el autoritarismo, los privilegios y la ceguera de dirigentes que vivían como capitalistas y aspiraban a serlo. Pero también por la baja productividad ya que los trabajadores decían “fingen que nos pagan y fingimos que trabajamos”.

Cuba también necesita urgentemente más salarios indirectos y, sobre todo, un urgente plan de vivienda trazado y decidido barrio por barrio en asamblea por los habitantes pues éste daría trabajo e impulsaría la economía mejorando el territorio.


sábado, 28 de abril de 2018

Con engaños y chantajes gobierno busca implantar proyectos extractivos, denuncia ambientalista



Con engaños y chantajes gobierno busca implantar proyectos extractivos, denuncia ambientalista

De acuerdos a los resultados del Sondeo de Opinión Pública del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, Eric de la Compañía de Jesús, hay una opinión muy cerrada de la población con relación a la construcción de represas hidroeléctricas. Un 48.8 opinó estar de acuerdo y 47.2 rechaza dichos proyectos.

El ambientalista e investigador del Eric, Pedro Lanada cree que este resultado se da porque se vendió la idea que los gobiernos al generar energía limpia iban a bajar los costos de la electricidad, entonces la gente ve necesario que la factura de la Enee baje. 

“Creo que la población fue víctima de un engaño. Por otra parte, la población que dice estar en contra es la que valora lo que significa tener un río en la comunidad, y que ya ha vivido en carne propia lo que ha implicado la construcción de una represa”, manifestó Landa.

Radio Progreso (RP) dialogó con Pedro Landa (PL) sobre la situación actual de la lucha en favor de los bienes comunes a la luz de los resultados del Sondeo de Opinión del Eric.

RP. En los resultados del Sondeo de Opinión, se resalta que la población rechaza la privatización del agua y la extracción del bosque, ¿cómo lo analizan ustedes?

PL. Es claro y evidente que la población está con una extrema preocupación por la crisis hídrica que estamos viviendo en el país, y sobre todo por la política de privatización del agua que el gobierno inició en 2014 a través del traspaso de los proyectos de agua que eran del Sanaa a la municipalidad. Y en relación a los bosques, la gente se opone porque ha habido ya un proceso de generación de conciencia porque en la medida de que se descombran las montañas se pierde la capacidad de captación de agua de las comunidades, y esa es una de las razones por las que estamos viviendo y sufriendo cada vez mayor escases de agua potable para las comunidades.

RP. Hay una opinión muy cerrada de la población con relación a la construcción de represas hidroeléctricas. Hay un 48.8 a favor y un 47.2 en contra, ¿cómo se entiende?

PL. El hecho de que, prácticamente, al mismo nivel se exprese la aceptación y el rechazo a los proyectos hidroeléctricos tiene que ver con dos cosas: se ha vendido la idea por parte de los gobiernos de que la generación de la energía eléctrica iba a bajar los costos de la electricidad hacia las comunidades, entonces la gente ve necesario que la factura de la Enee baje. Creo que la población fue víctima de un engaño. Por otra parte, la población que dice estar en contra es la que valora lo que significa tener un río en la comunidad, y que ya ha vivido en carne propia lo que ha implicado la construcción de una represa.

RP. ¿Por qué la agente opina a favor la presencias de Zonas Especiales de Desarrollo y Empleo, ZEDE, mejor conocidas como Ciudades Modelo?

PL. La población ha sido víctima de la esperanza, de la confianza en que el gobierno va a realizar acciones a favor de la población, porque uno de los principales problemas que se reflejan en el sondeo es la crisis económica y la falta de empleo, y cuando uno escucha el nombre de la ley: Zona de Empleo y Desarrollo Económico, entonces la gente lo que piensa es que sí se va a generar empleo y sí se va a generar desarrollo, pero no hay un conocimiento a profundidad de lo que implica esta ley, de lo que se esconde en términos de soberanía territorial, en términos de la pérdida del control del Estado y de lo que significa también el despojo de los bienes naturales.

RP. La población se opone a que el Partido Nacional regule las redes sociales, ¿qué papel han jugado las redes sociales en la resistencia a favor de los bienes comunes?

PL. Han sido fundamental porque recordemos que con esta dictadura que se ha tenido y con estas intenciones de coartar la libertad de expresión, en la medida en que el Estado ha tratado de ocultar los impactos que se están viviendo con las políticas extractivistas que se han implementado a lo largo del país, los verdaderos conflictos que se viven día a día en las comunidades, eso no es noticia en los grandes medios corporativos. Las redes han servido para rechazar lo que pasa el país, articular acciones conjuntas y para informar sobre lo que realmente está sucediendo.

RP. ¿Cómo se están resolviendo los conflictos?

PL. Bueno la población se ha dado cuenta, y el propio sondeo de opinión lo refleja, la falta de confianza en la institucionalidad. La gente ya no cree en presentar una denuncia en el Ministerio Público porque están cansados de presentar ese tipo de denuncias y que la final ese Ministerio Público actúa en contra de la población y a favor de las grandes empresas, entonces allí ya hay una pérdida de confianza total. 

RP. ¿Y qué le toca hacer a la población frente a esa desconfianza?

PL. A la población lo único que le queda es la organización, articulación, la defensa física prácticamente cuando instalan un campamento para impedir que la maquinaria ingrese a estas zonas, es la lucha más emblemática cuando la población manifiesta su rechazo hasta arriesgar sus vidas para defender uno de estos bienes naturales porque sabe que el Estado no lo va defender.

RP. ¿Son los bienes comunes, su explotación y extracción lo que sostiene el actual modelo económico?

PL. Son los que sostienen el sistema económico privado, no el estatal porque los estudios en materia fiscal, en materia tributaria que se han realizado por organizaciones como el Fosdeh (Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras) o por el Icefi, Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, han demostrado cosas como que en términos de la minería los ingresos no representan ni siquiera el 1.3% de todo el Producto Interno Bruto, PIB, es decir que Honduras puede decir NO a todos este tipo de proyectos y eso no impactaría en la economía nacional.

RP. La población ha mostrado un desinterés por participar en organizaciones comunitarias. ¿Cómo lograr mayor organización para hacerle frente a este modelo?

PL. Yo entiendo que el desinterés de participar en procesos organizativos es porque ha habido, históricamente, un aprovechamiento y manipulación de la misma pobreza, muchas organizaciones han sido cooptados por el Estado y también programas que han sido creados por el Estado y que llegan a las comunidades con dadivas. Una de las cosas es como ser más creativos para plantear la realidad de lo que se esconde detrás de los proyectos mineros.

RP. La gente, cuando piensa en el futuro del país, lo piensa con mucha esperanza, ¿Es Honduras un pueblo pacífico?

PL. Claro. Es que uno puede ver que como pueblo hondureño nosotros hemos sido un pueblo tradicionalmente pacífico, un pueblo confiado y a veces esa confianza nos lleva a caer en ingenuidades, en creer en las promesas, y creo que frente a una situación tan dramática, la gente busca de donde aferrarse, cualquier propuesta, cualquier oferta la ve como una posibilidad y una esperanza para salir de la miseria, salir de la pobreza. Y es el Estado ha sido muy hábil en mantener a la población con las manos extendida.

Una bomba lacrimógena arrebató su ojo, NO sus sueños



Una bomba lacrimógena arrebató su ojo, NO sus sueños

El 26 de noviembre de 2017 vivirá en la mente de muchos hombres y mujeres de Honduras, especialmente jóvenes. Si para algo sirvieron las elecciones generales, fue para que se materializará el #FueraJOH, sin embargo, no fue posible evitar el fraude electoral. Nadie puede ocultar ni hacer creer lo contrario, el fraude es una verdad. Según el Sondeo de Opinión Pública del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC), divulgado en abril de 2018, 6 de cada 10 hondureños consideran que hubo fraude en los comicios generales. 

Muchas personas no olvidarán la noche en que Juan Orlando Hernández -JOH- se declaraba ganador diciendo “esto no se acaba hasta que se acaba”, como reafirmando “voy hacer lo que tenga que hacer”. Ante el anuncio de triunfo de JOH, la indignación de la población hondureña no se hizo esperar, al contrario, se sintió no solo en las redes sociales, también en las calles.

La juventud con su rebeldía abrazó la resistencia pacífica en oposición al fraude electoral. Uno de esos rebeldes es Luis Melara, con apenas 26 años de edad, comerciante y originario de El Progreso, Yoro al norte del país. Luis es padre de un niño de 10 meses de edad, quien le impulsó a abrazar la resistencia, a buscar la libertad de su país. Señalando a su hijo, Luis dice que “lo hice por él, por el anhelo de una Honduras libre de corruptos”.

El 30 de noviembre de 2017, a las 4:00 de la tarde, con la certeza de revertir el fraude, Luis decidió salir junto a su compañera de hogar y hermana. Con cierta nostalgia dice: “la manifestación que se desarrollaba era pacifica, fuimos al puente La Democracia, la gente que transitaba en vehículos no se manifestaba molesta, entendían la razón de nuestra protesta y hasta expresaban estar de acuerdo con la misma. Previo a la represión, a través de un canal televisivo expresé mi descontento con lo ocurrido en el país”. 

En la movilización, de aquella tarde gris, andaba un grupo de 15 jóvenes aproximadamente, la gente comentaba que eran infiltrados, buscaban enfrentar a la Policía, golpeaban las puertas de los locales comerciales de la ciudad, Luis asegura que les pidió se retiraran de la movilización. Cuando la población movilizada se acercaba al Obelisco, punto de encuentro de aquellos días de movilización, la Policía Nacional llegó. Cuenta que los jóvenes comenzaron a “tirar piedras sobre los policías y como respuesta comenzaron a lanzar bombas de gas lacrimógeno en cantidades desproporcionadas, era imposible ver”. En Honduras, para nadie es extraño, todas las acciones de protesta son infiltradas con la intención de generar los disturbios para justificar la represión.

La bomba lacrimógena 
Sin imaginar lo que iba ocurrir, Luis comenzó a gritar “no tengan miedo, que lo que están haciendo es malo, la protesta es un derecho”. Recuerda que decidió quedarse frente de la policía y pensó “no soy amenaza, no les estoy agrediendo”, sin embargo, los uniformados comenzaron a lanzar bombas lacrimógenas. “Cuando el humo del gas me cubrió, decidí correr, la gente seguía corriendo, escapando del gas lacrimógeno”. A la policía no le bastó con dispersar la protesta, seguían a los manifestantes disparando bombas. Esa tarde, Radio Progreso trasmitía en directo las acciones de protesta de la ciudad de El Progreso, Yoro, que en menos de tres días sufrían la segunda represión.

Luis todavía no acepta lo en aquella tarde-noche ocurrió. Su preocupación por la gente que corría lo inquietaba. Decidió ver hacia atrás, creyendo que las fuerzas policiales habían logrado su objetivo y pararían la represión, y una bomba le impactó en su rostro hiriéndole la ceja del lado izquierdo y explotando en su ojo derecho. Cuando Luis compartía los hechos ocurridos fue imposible no sentir escalofríos y dolor, apenas había pasados unos días de la represión.

Luis es uno de los más de 100 casos que dio a conocer la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), a través de un informe que recoge las violaciones a los derechos humanos que se cometieron en el país en el marco de la crisis post electoral. Este organismo verificó que, entre el 29 de noviembre de 2017 y el 27 de enero de 2018, al menos 60 personas fueron heridas por elementos de las fuerzas de seguridad nacional, durante la dispersión de las protestas y operaciones de persecución.

Atención médica precaria 
Ante la agresión sufrida, Luis gritó pidiendo ayuda. Un joven lo auxilió al observar que la sangre por su rostro no dejaba de salir; decidió subirlo a un taxi y llevarlo al hospital público de la ciudad. Al llegar solo había una enfermera en emergencias -enfermeras que están ejerciendo su práctica profesional. La única atención recibida fueron unos puntos de sutura en su ceja y un sedante para que pudiera soportar el dolor.

Según testimonio de la compañera de Luis, después de un tiempo, llegó un doctor y lo revisó, quien “volvió la mirada a la enfermera, se vieron raro, no me gustó, fue una señal que las cosas no estaba bien”. Ante el sangrado abundante y la ausencia de un doctor especialista –oftalmólogo-su compañera de hogar decidió trasladarlo a un hospital privado de la ciudad de San Pedro Sula. El diagnóstico fue claro: “ruptura del globo ocular izquierdo”. Luis necesita una cirugía exploratoria, pero la misma no se podía practicar en ese hospital; fue remitido a otra clínica. Él comenta que la recuperación fue muy difícil, dejó de trabajar por varias semanas. Luis aún conservaba la esperanza de recuperar la visión de su ojo.

Persecución a la oposición 
La represión salvaje sufrida por miles de personas que decidieron ejercer su derecho a defender el voto y la débil democracia en Honduras, no es suficiente. Muchas personas no recibieron atención de salud gratuita y de calidad, esto a raíz de la persecución de la policía hasta los centros hospitalarios públicos. Un doctor, en la zona norte, brindó atención a una cantidad importante de personas heridas como resultado de las represiones. Cuando lo escuchaba vino a mi memoria la denuncia que hizo la compañera de hogar de uno de los asesinados en las protestas, “los militares lo hostigaron hasta cuando estaba en el hospital, queriendo corroborar que muriera”.

Con el paso de los días, una va olvidando ciertos detalles o situaciones que ocurrieron o se vivieron en el marco de la crisis post electoral, quizá como terapia para intentar olvidar golpes y cerrar heridas. Luis se niega hacerlo, no puede. “Abogada, Usted recuerda que varias personas denunciaron en las redes sociales que no querían atenderlos en ciertos centros hospitalarios, era una orden de arriba”, me dice. 

A pesar del miedo y desconfianza, la Oficina del Alto Comisionado analizó denuncias de 104 civiles heridos en el contexto de protestas en todo el país, recabadas mediante visitas a los centros de salud, denuncias individuales remitidas por el personal médico, servicios sociales, organizaciones de la sociedad civil y datos policiales. Esta entidad dice que el número de heridos puede ser mayor, debido a que no se denuncian los casos por desconfianza en las instituciones del Estado o por temor a represalias.

Solidaridad 
Sin duda toda acción en beneficio de otra persona en tiempos oscuros es fundamental. Luis agradece a todas las personas que se acercaron, no fueron políticos. Menciona el nombre de una mujer, lideresa comunitaria, quien fue el alcance con una empresa para que le apoyara a viajar a España, y recibir un dictamen favorable sobre su ojo. Es notable que guarda en su memoria y corazón el cuidado, la ternura y la paciencia de su madre y compañera de hogar. Tampoco olvida el gesto noble de los jóvenes de la Convergencia Juvenil de El Progreso: “junto a mi esposa hicieron actividades para recaudar algunos fondos y practicarme la cirugía”. 

Denuncia 
Como resultado de las represiones a manos de las fuerzas de seguridad pública, buena parte de las víctimas, a pesar del temor y desconfianza en las instituciones encargadas de investigar y condenar a violadores de derechos humanos, interpusieron denuncias. Luis lo hizo acompañado por una organización de derechos humanos, la denuncia se ha quedado en la toma de declaraciones por parte de la Fiscalía de Derechos Humanos. 

Hasta la fecha desconozco si alguna denuncia de víctimas avanzó o si será presentado por lo menos un requerimiento fiscal. Me atrevo asegurar que la mayoría de denuncias presentadas en el marco de las represiones efectuadas por la Policía Militar de Orden Público, Policía Nacional y Fuerzas Armadas de Honduras siguen en diligencias administrativas. Lo anterior lo confirma el informe de la OACNUDH: “la Policía Nacional no ha denunciado ninguna investigación abierta en relación con las lesiones sufridas por los manifestantes o transeúntes”. 

Llamado de solidaridad 
Con el apoyo de su padre y de una empresa de la zona, recientemente Luis viajó a España con la esperanza de tener una noticia favorable para no perder la visión de su ojo. No fue así, el diagnóstico es claro: pérdida completa de la visión de ojo derecho y procede la extirpación y colocar una prótesis. Esta cirugía tiene un costo de aproximadamente veinte mil Lempiras. Luis no cuenta con esta cantidad para practicarse dicha cirugía, por lo tanto, hace un llamado de solidaridad urgente. 

A pesar de todo lo sufrido en este tiempo, con la mirada puesta en su pequeño hijo, Luis sueña con una Honduras libre de corrupción e impunidad donde las niñas y niños sean felices.

  • Dunia Pérez, feminista defensoras de derechos humanos, abogada del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, ERIC-SJ y Radio Progreso.


Junta de Convocantes priorizan reformas electorales en Mesa de Diálogo



Junta de Convocantes priorizan reformas electorales en Mesa de diálogo

Las consecuencias más graves de la crisis post electoral siguen sin resolverse en Honduras. Las decenas de asesinatos, a manos de las fuerzas de seguridad, aún están en la impunidad en un Ministerio Público que se limita a decir que la Fiscalía de Delitos Contra la Vida desarrolla “pruebas de balística, tomando testimonio y realizando investigaciones en las zonas donde se registraron los 23 crímenes”, reportados por la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (OACNUDH).

En la otra cara de la moneda se ven las 23 personas presas políticas, tras las protestas contra la continuidad ilegal de Juan Orlando Hernández. “Lourdes Johana Gómez, estuvo activa en las protestas post-electorales y también tiene una larga historia de amenazas e intimidación por parte de la policía en Pimienta, Cortés. Su esposo y un hermano fueron también líderes en las protestas locales y están detenidos actualmente en la cárcel de El Pozo. Esto indica que la familia fue perfilada por ser parte de la oposición”, cita la Delegación Internacional que Investiga la Situación de los Presos Políticos, en sus conclusiones preliminares tras una visita a familiares y organizaciones que exigen la libertad de los presos políticos.

Sin embargo, esta semana, la Junta de Convocantes ha hecho llamado a los actores políticos –oposición y oficialismo- a retomar las mesas de discusión que les lleve a un diálogo nacional para acordar reformas del sistema político-electoral y como última instancia la situación de derechos humanos.

“Estamos haciendo una ronda de visitas con los protagonistas principales para lograr que se vuelvan a sentar por Honduras”, dice Jorge Yllescas, integrante de la Junta de Convocantes, quien además reitera que los temas principales en la “mesa de diálogo son las reformas al sistema electoral, un planteamiento sobre la corrupción y el respeto a los derechos humanos”.

Por su parte, Olban Valladares señala que las discusiones deben darse fuera del hemiciclo legislativo, puesto que los partidos políticos, principales actores de la crisis, son quienes tienen que generar los insumos y soluciones para que el Poder Legislativo las convierta en ley: “yo quiero recordarles que hace muchos años se creó una instancia que era el Foro Nacional de Convergencia, ahí era donde iba la sociedad entera a discutir fuera del marco del Congreso Nacional de la República y luego los resultados se llevan para que fueran vinculantes”.

Octavio Pineda, secretario del Partido Liberal, aunque reconoce que se deben castigar las violaciones a derechos humanos durante la crisis post electoral, apunta que las discusiones en la mesa de prediálogo se tendrán que centrar en “reformas a la Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas y transformar el Tribunal Supremo Electoral”.

Comunidad internacional

El abogado Graco Pérez, analista internacional, es del criterio que la insistencia en entablar un diálogo nacional responde a cumplir un requisito con la comunidad internacional y “realmente no se tiene interés en encontrar un camino que permita a la sociedad hondureña se una en un solo objetivo que es el desarrollo”.

Agrega que “finalmente lo que hay aquí es una lucha de intereses y poder, no se está pensando en una visión a largo plazo, no se están enfocando en la razón principal de ese diálogo que es la confrontación política y la diferencias sobre el proceso electoral”.

Pérez señala que en el llamado proceso de prediálogo los hondureños “perderán cuatro años” entre los que están en el poder y quienes tienen una posición sectaria y partidista.

“Nos preocupa las condiciones inhumanas dentro de las prisiones, como la severa escasez de agua potable en La Tolva, la calidad del agua y los alimentos disponibles en El Progreso y El Pozo; el acceso al cuidado médico, restricciones de visitas y maltrato a familiares que intentan ver a sus parientes privados de libertad”, manifestó Delegación Internacional que Investiga la Situación de los Presos Políticos, mientras los actores políticos y convocantes al diálogo piden un diálogo para acordar reformas electorales y políticas.

Hijos de torturadores: Argentina conoce otra cara de la dictadura



Por Daniel Gutman

Al cabo de cuatro décadas, la sociedad argentina ha procesado de muchas maneras los atroces crímenes de la última dictadura militar (1976-1983). Pero cuando todo parecía conocido, salió a la luz pública un grupo que muestra otra cara de la historia: la de ser hijo o familiar de un represor.
Se trata de personas que han condenado la actuación de sus padres, generalmente al costo de romper sus relaciones con todos sus parientes, para reivindicar la memoria de los 30.000 desaparecidos que, según organismos de derechos humanos, dejó esa dictadura.

“Vivimos nuestras historias con mucha vergüenza y mucha soledad porque nuestras propias familias nos rechazan y, fuera de ellas, la visión tampoco es muy favorable. Entonces, mostrarnos colectivamente es importante para nosotros”, contó Analía Kalinec a un grupo de otros medios internacionales, entre ellos IPS, en un encuentro organizado con cuatro integrantes del grupo.

Después, en el 42 aniversario del golpe de Estado, el colectivo participó por primera vez, en el centro Buenos Aires, en la manifestación que cada 24 de marzo recuerda a los desaparecidos y reclama que sigan adelante los juicios por la represión ilegal.

Fueron unas 30 personas que se ganaron los aplausos de muchos de los asistentes a la manifestación cuando exhibieron la bandera del grupo, que dice “Historias desobedientes, hijas e hijos y familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia”.

Analía es hija de Emilio Eduardo Kalinec, un excomisario de la Policía Federal que cumple una condena a prisión perpetua por haber participado en interrogatorios realizados bajo tortura en al menos tres de los cientos de centros clandestinos de detención y exterminio que el gobierno de facto encabezado por Jorge Videla (1976-1981) estableció en todo el país.

Los secuestrados lo conocían como el “Doctor K”.

Analía, una psicóloga de 38 años y madre de dos hijos, contó que, una vez que su padre fue detenido, hace 12 años, la familia comenzó a visitarlo cada domingo en la cárcel, pero que jamás se mencionaba el motivo del arresto.

“En un determinado momento yo quise saber y entonces leí el expediente judicial y busqué más información en Internet. En 2008, finalmente, un día lo enfrenté en la cárcel y le pregunté si era cierto que había participado en la represión ilegal. El sólo intentó justificarse. Dijo que en Argentina había habido una guerra y que los desaparecidos no eran 30.000”, recordó.

“Al día siguiente me llamó por teléfono y me preguntó si lo seguía queriendo. Yo le dije que lo había hecho estaba muy mal. Nunca más lo fui a ver”, agregó.

A pesar de su corto recorrido, el grupo de Historias Desobedientes ya produjo una noticia impactante, en noviembre.

Fue cuando presentó en el legislativo Congreso Nacional un proyecto de ley para que se modifique el artículo del Código Procesal Penal que impide que una persona denuncie o declare contra un familiar directo, a menos que el delito haya sido cometido en perjuicio de ella.

”El proyecto de reforma es para que estas prohibiciones sean removidas cuando se trate de delitos de lesa humanidad, habilitando de esta manera a las hijas, hijos o familiares de genocidas, que en forma voluntaria quieran dar su testimonio”, explicaron entonces en un comunicado.

Se espera que el proyecto sea discutido este año por los legisladores.

Liliana Furió, otra de las integrantes del grupo, contó: “Soy la hija de un teniente coronel del Ejército condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad y, gracias a que encontré este grupo, pude canalizar esta realidad que me avergonzaba”.

Su padre, Paulino Furió, fue un oficial de inteligencia que actuó durante la dictadura en la ciudad de Mendoza, en el centro-oeste del país.

Aunque fue condenado por primera vez en 2012, en 2017 fue juzgado por otros hechos y entonces defendió provocativamente ante el tribunal la represión ilegal que, con la excusa de la necesidad de combatir a la guerrilla de izquierda, hizo víctimas a miles de personas sin ninguna vinculación con la lucha armada.

“No estoy arrepentido. Volvería a hacerlo. Eran ellos o nosotros”, dijo entonces el exjefe militar.

Liliana contó que las cosas nunca fueron fáciles en su familia: “Él fue siempre muy machista y violento, pero de chica tuve una madre cariñosa que compensaba”.

Las revelaciones de los crímenes cometidos por el padre produjeron un quiebre en la familia de Liliana, ya que algunos sintieron la misma vergüenza que ella, pero la madre nunca se mostró dispuesta a ver la realidad.

“A mi padre lo juzgaron durante 11 meses en Mendoza y mi madre asistió al juicio. Estuvo casi un año escuchando los relatos del horror más espantoso. Sin embargo, sigue pensando que esa lucha fue una guerra y que su marido es un mártir de la patria”, recordó.

Los juicios por los crímenes de la dictadura fueron promovidos por el primer presidente luego de la recuperación democrática, Raúl Alfonsín (1983-1989).

El punto culminante fue en 1985, cuando Videla y el exalmirante Emilio Massera, quienes controlaban el poder durante la parte inicial de la dictadura, fueron condenados a cadena perpetua.

Más tarde, sin embargo, los juicios fueron interrumpidos debido a leyes exculpatorias dictadas por el bicameral Congreso bajo presión militar y hasta los propios Videla y Massera fueron indultados por el entonces presidente Carlos Menem (1989-1999).

Sin embargo, en 2003, a instancias del presidente Néstor Kirchner (2003-2007), el Congreso derogó las leyes de amnistía y más tarde, en la misma sintonía, la Corte Suprema de Justiciadeclaró la inconstitucionalidad de los indultos.

Desde que en 2003 se retomaron las investigaciones judiciales, se dictaron 200 sentencias en las que fueron condenadas 856 personas, de acuerdo a datos de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, actualizados a diciembre de 2017.

Las demoras, sin embargo, son evidentes porque hay cerca de 400 causas en trámite y más de la mitad de ellas están todavía en la etapa de instrucción, que es la parte inicial del proceso, ya que las condenas se dictan en juicio oral y público.

La aceleración de los procesos fue uno de los reclamos de los manifestantes el 24 de marzo, pero la inquietud más importante tuvo que ver con que recientemente se hizo pública una lista que el gobierno elevó al Poder Judicial de presos por la represión ilegal que, según el Servicio Penitenciario Federal, están en condiciones de acceder a prisión domiciliaria.

Entre ellos está el exmarino Alfredo Astiz, considerado el mayor símbolo de los crímenes de la dictadura, porque entre otras muchas acciones represoras en 1977 infiltró al grupo fundador de las Madres de Plaza de Mayo, que comenzaban a organizarse para buscar a sus hijos, y posibilitó su secuestro y desaparición.