lunes, 22 de febrero de 2016

La necesidad de una democratización del poder de los medios de comunicación

Rebelión

Por Aníbal Garzón Baeza

Una vez más se hace evidente como la mayoría de los medios de comunicación españoles, vinculados a los poderes fácticos, acaban dirigiendo hacia dónde debe "debatir o razonar" la sociedad en los bares, paradas de trenes o en las comidas de casa, además de dirigir parte las órdenes del día de las instituciones políticas; desde secretarios de partidos, parlamentarios a militantes de base. Un ejemplo fue la nota manipulada del pasado 20 de enero por parte del noticiero del canal de Antena 3, medio audiovisual de la millonaria corporación privada Atresmedia, que emitía los supuestos "vínculos" de Venezuela con PODEMOS, la CUP, y ETA. Nota que hacía reflejar la realización de un supuesto viaje "secreto" de líderes políticos, periodistas e intelectuales, asociados al independentismo catalán, vasco o con la fuerza estatal de Podemos, a la capital venezolana. Esta nota, que dio el toque de clandestinidad sin serlo [1], poco informó de la transparencia de los asistentes a su visita a Caracas por el X Encuentro de la "Red de Intelectuales, artistas y movimientos sociales en defensa de la Humanidad".

Lo importante aquí no es sólo si Antena 3 manipuló (que es más que evidente) o dijo la verdad, si el chavismo financia la CUP, Podemos y ETA (que es más que mentira), o un sin fin de posibles argumentaciones. Lo importante de este fenómeno social comunicativo es que los medios, manipulando o no, deciden sobre que debemos debatir en la sociedad. Ese 20 de Enero muchas cosas pudieron suceder en España (manifestaciones medioambientales contra grandes empresas, protestas contra desahucios, alguna que otra corrupción municipal, o batalla sindical,...) o en el mundo (alguna reunión diplomática de los países más poderosos, aprobación de algún decreto transcendental en la ONU, causas y consecuencias de la baja del petróleo, conflicto en Siria o Ucrania,...) pero no tuvieron ni una imagen en ese telediario como si lo tuvo esta nota tergiversada. Una decisión que produjo el mecanismo simple de crear una noticia con subjetividad política, generar en base a este mensaje debate social (saturación del tema en facebook, whats app, twitter, el vis vis, o muchos otros medios de comunicación,..), y finalmente tener que justificarse los actores viajantes protagonistas de esa noticia como hizo Anna Gabriel de la CUP [2] o María José Aguilar de Podemos Castilla la Mancha [3].

Ese objetivo de "justificarse" es un mecanismo muy utilizado por los medios del poder que ha llevado a la situación constante de que líderes de los partidos de la izquierda rupturista deban argumentar sus comportamientos organizativos, ya sean buenos o malos, mientras el establishment político del bipartidismo y la monarquía tienen vía libre para actuar sin justificarse al ser los actores dominantes del modelo hegemónico. Una situación que pone en evidencia el estrecho vínculo del poder político y económico con los medios de comunicación, dejando el mundo de la información con escasez democrática y plural.

Un primer ejemplo del vínculo poder político-económico y medios es cuando el primero decide cuando alguien es enemigo de la política nacional. Un ejemplo evidente fue el juego del ataque de los medios de comunicación a los partidos de izquierda con el caso de Irán. Podemos fue atacado constantemente por medios de comunicación sobre tener vinculaciones con el gobierno de Irán por ser financiado el programa de televisión de Pablo Iglesias, Fort Apache, por el canal internacional de Irán Hispan TV. Siendo en todo momento Podemos una cosa, proyecto político colectivo, y el programa otra muy diferente, proyecto profesional de Pablo Iglesias. Justamente cuando el bloqueo de la Unión Europea y los países del Consejo de Seguridad de la ONU hacia Irán se va extinguiendo tras los pactos del programa nuclear iraní (G5+1) el mismo gobierno español se acerca al gobierno persa para fortalecer comercio e inversiones bilateralmente. En los medios Irán ya no es un objetivo. El poder decide cuando un actor internacional es enemigo o amigo de la política española, y los medios reiteran la clasificación. Ahora ya no es noticia en los medios criticar a Podemos sobre Irán porque ya no es enemigo del poder español. Lo mismo sucede con el caso de Cuba y de China, dado que han aumentado las relaciones bilaterales y comerciales con España (visitas a estos países por delegaciones empresariales y autoridades del gobierno del PP) ya no son ejemplos mediáticos de ataque contra la izquierda en general. ¿Hubiera hecho Antena 3 lo mismo si el viaje en lugar de Caracas fuera a La Habana o Pekín? En definitiva, Podemos ha tenido que justificar constantemente su no relación política con Irán, algo que no tendrá que hacer ahora el establishment español una vez abiertos los canales bilaterales. El pragmatismo de la derecha se olvida de su historia y sus principios.

Y una segunda situación es, mientras los medios dan boom negativo de posibles vínculos internacionales de los partidos de izquierda se genera silencio, o incluso boom positivo, de los partidos del establishment. Los medios se inundan de la supuesto relación CUP-Podemos-ETA con Venezuela, a la vez que poco se habló de otros movimientos, muy denunciables, por parte del bipartisimo. Desde la participación del líder del PSOE, Pedro Sánchez, en el poderoso Club de Bilderberg que reúne herméticamente a los actores más opulentos de Occidente y causantes de la crisis internacional de 2008, o el vínculo del PP, y la misma monarquía española, con regímenes represivos autoritarios como Israel o Arabia Saudita. Poco acento mediático despectivo se le dio a la visita oficial del expresidente extremeño Alberto Monago con el expresidente de Israel Simon Peres en 2013, conociéndose en la comunidad internacional las violaciones constantes de Derechos Humanos contra el pueblo palestino.

A todo esto, la sociedad española no sólo necesita un cambio democrático en las estructuras económicas, políticas, y sociales, tras el desgaste del Régimen del 78, sino también la democratización, pluralidad, y la objetividad (con su correspondiente auditoria de la comunicación) en los medios de comunicación, tanto privados como públicos. Romper con la enfermedad social de que unas manos privadas o una élite nos digan que debemos debatir cada día (muchas veces con manipulaciones mediáticas como el ejemplo de Antena 3) según los objetivos políticos y económicos del Régimen. Y construir una alternativa democrática participativa que diferentes actores de la sociedad civil, como representantes de la pluralidad social, sean el consejo consultivo y auditor ciudadano de los medios que haga de "embudo democrático" en muchos de nuestros debates diarios en bares, redes, instituciones políticas, en casa o en el trabajo. Los medios de comunicación no están para decirnos como la Religión que es el Bien o el Mal (medio de control), los medios de comunicación deben ser espacios para que los actores plurales de una realidad Social construyan sus mismas realidades políticas (participación y debates).

Notas
[1]



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