jueves, 11 de febrero de 2016
¿Oposición o Posición?
Por J Donadin Álvarez *
Una considerable parte de la población hondureña considera que el país es rehén de un torbellino político en el que el oficialismo es el causante de todos los males y que los partidos políticos de oposición son víctimas de la maldad azul. Así las cosas, el Partido Anticorrupción (PAC) y Libertad y Refundación (LibRe) que han logrado reconfigurar el otrora homogéneo Congreso Nacional, serían héroes en la tragedia de la política nacional, exentos de toda responsabilidad, supuestamente porque su lucha ante el poder y su intento de revertir la actual hecatombe social del país ha sido evidente . No obstante, la prudencia recomienda revisar esta concepción.
No hay duda que la crítica hacia la desfachatez con que la tiranía azul ha secuestrado al Estado realizada por LibRe y el PAC es justa. El saqueo del Instituto Hondureño de Seguridad Social, la secretividad en torno a los presupuestos que maneja el presidente de la nación en materia de seguridad, la galopante corrupción e impunidad que caracteriza a este gobierno, el nepotismo etcétera, son asuntos que no pueden dejar de ser señalados por estos partidos de oposición. Tales hechos deshonrosos son los que innegablemente han enardecido la indignación de la población ávida de darle un Corte a la Suprema Injusticia que abunda en el país. Y los partidos opositores como supuestos abanderados del pueblo, lo menos que pueden hacer es señalar los desaciertos del actual gobierno.
Sin embargo, aunque valioso ha sido el surgimiento del PAC y LibRe como partidos de oposición no debe primar la emotividad sobre la prudencia al respecto. La adulación a estos institutos políticos por su justa condena a la tiranía azul no es más que la prueba de un infantilismo político que predomina entre los ciudadanos. La madurez ideológica, tan necesaria para analizar la política, nos revela que ni el PAC ni LibRe han estado a la altura de las circunstancias para hacer verdadera oposición a pesar de las atribuciones que el pueblo les ha conferido.
Más que hacer oposición parecieran buscar una posición, especialmente LibRe. Por eso no es de extrañarse que el coordinador general, Manuel Zelaya Rosales, haya estado en reuniones secretas con su presunto archienemigo Juan Hernández. Mientras los seguidores del depuesto presidente se muestran fanáticos e intransigentes en el diálogo con los activistas azules su líder se sienta a la mesa con el mayor contrincante político que tiene. Y es que, ¿quién puede negar que en el fondo ambos buscan la reelección?
La base popular de LibRe ha sido alimentada con un mesianismo falso. Los adeptos más ilusos erróneamente han interpretado como un despertar del espíritu revolucionario de la clase obrera el hecho de que sus máximos representantes en la actualidad sean diestros en la industria del insulto al sistema de corrupción de Honduras y se presenten como los salvadores del país, como los de la vanguardia revolucionaria. Muchos de sus diputados, por ejemplo, son revolucionarios de escritorio y expertos en despotricar a través de las redes sociales. Pero, ¿desde cuándo estos dirigentes del partido han propuesto el desalojo del poder a los malos gobernantes que tanto critican cuando se reúnen con ellos? No, en esos diálogos del “más alto nivel” no se habla de oposición sino de posición. “¿Cuánto poder me das? En función de eso apagarás mi descontento” pareciera ser el tema principal.
Los ciudadanos no debemos dejar la labor de oposición solamente a los diputados del Congrezoo Nacional pues algunos ya se han mostrado muy bandidos y vendidos. La verdadera oposición sólo puede hacerla el pueblo desde las calles. No obstante, para que la lucha popular no sea convertida en una feria populista se debe invisibilizar a los dirigentes políticos o a jóvenes entusiastas pero ideológicamente inmaduros pues muchos de ellos únicamente buscan protagonismo mediático como defensores de las causas populares para crearse un perfil de hombres de revolución.
La lucha es del pueblo. Nosotros los ciudadanos no buscamos una posición sino hacer oposición. Somos soldados de a pie y nuestro campo de batalla son las calles desde donde presionaremos por la verdadera transformación de nuestro país a aquellos que se hacen llamar nuestros representantes.
* Catedrático de las Ciencias Sociales de la UPNFM
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