lunes, 31 de mayo de 2021

Urge justicia para Keyla, su familia pide asilo en Costa Rica


LINyM

Por Giorgio Trucchi 

Familiares de la joven Keyla Martínez, asesinada en una celda policial en Honduras, decidieron solicitar refugio en Costa Rica, luego de haber sido víctimas de persecución y amenazas de muerte.

Así lo señala una nota de la Asociación costarricense de derechos humanos (Acodehu), enviada el 22 de mayo a la Dirección de Migración y Extranjería de este país, para que se le brinde colaboración a un grupo de nueve personas, todas familiares de la joven asesinada en febrero.   La noche del 6 de febrero, Keyla Martínez, una joven de 26 años, estudiante de la carrera de Enfermería, fue arrestada y encerrada en una celda por agentes de la Unidad Departamental de Policía de la norteña ciudad de La Esperanza, supuestamente por violar el toque de queda impuesto por las autoridades en medio de la pandemia de Covid-19.

Unas horas más tarde, el cuerpo sin vida de la joven era ingresado a emergencia del hospital departamental. Según la Policía, Keyla se habría suicidado ahorcándose de los barrotes de la celda. Sin embargo, la autopsia reflejó que la muerte fue por asfixia mecánica, es decir que fue asesinada.

Durante la audiencia inicial, el tribunal dictó auto de formal procesamiento y prisión preventiva para el policía de escala básico Jarol Rolando Perdomo Sarmiento, por el delito de femicidio agravado. Actualmente, Perdomo guarda prisión en el cuartel policial del Comando Especializado ‘Cobra’.

«Tanto los abogados como los familiares de Keyla estamos indignados. En lugar de cumplir la prisión preventiva en un centro penitenciario, al agente Perdomo lo mandaron a un cuartel policial. Prácticamente está como en su casa», lamentó Lilith Cálix, miembro del equipo acusador privado que integra el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh).

Para la abogada es un ejemplo más de la corrupción que impera en Honduras y del mecanismo que las instituciones implementan para protegerse entre sí.

«Estamos luchando contra un gigante. Esperamos que las investigaciones den con la responsabilidad de otros policías que participaron del crimen. Necesitamos de todo el apoyo y la solidaridad nacional e internacional», apuntó Cálix.

Foro contra la impunidad

El pasado 12 de mayo, se desarrolló el encuentro internacional de solidaridad «Justicia para Keyla Martínez». La actividad tenía el objetivo de compartir los avances del caso del asesinato de la joven, acuerpar a su familia y denunciar la persistente impunidad en Honduras.

Cofadeh, Convergencia contra el Continuismo, Plataforma por Honduras en Madrid (PHM) y Rel UITA fueron los organizadores del evento.

Any Matamoros y Andrés Pérez, de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh), recordaron que la impunidad en Honduras es un problema estructural.

En Honduras hay tres momentos claves que simbolizan la enorme deuda del Estado con la justicia: las desapariciones de los años 80, el golpe de estado 2009 y la crisis post electoral de 2017.

«En el caso de Keyla es importante que se investiguen a todos los responsables y se averigüe si se trata de femicidio, adoptando el modelo de protocolo latinoamericano de investigación de las muertes violentas de mujeres por razones de género [1]», advirtieron.

Daniela González, coordinadora internacional del Observatorio de los Derechos Humanos de los Pueblos, evidenció la agudización de las vulnerabilidades de las mujeres durante la pandemia

“Es muy importante intensificar nuestra lucha contra la violencia machista y el patriarcado, contra la precarización de la vida, en defensa de nuestros derechos.

Alzamos nuestra voz de justicia para Keyla. Exigimos castigo a los culpables, con garantías de reparación y no repetición”, aseveró la defensora de derechos humanos.

Muerte violenta de mujeres, una epidemia

El Observatorio de Violencia contra las Mujeres del Centro de Derechos de Mujeres (CDM) registró la muerte violenta de 278 mujeres en el 2020. Para el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH), 110 mujeres han muerto de forma violenta en lo que va del 2021.

Son 6.137 las mujeres asesinadas en los últimos 15 años (2005-2019), con un fuerte repunte a partir del golpe de 2009. Más del 90% de los crimines quedaron en la impunidad (OV-UNAH).

De acuerdo con datos del Movimiento de Mujeres por la Paz ‘Visitación Padilla’, de enero a septiembre de 2020, en plena pandemia, el Sistema Nacional de Emergencias recibió 76.520 llamadas de auxilio por violencia doméstica (43.590) e intrafamiliar (32.930), es decir unas 283 llamadas al día (en el último trimestre el promedio alcanzó las 301 llamadas diarias).

Estos datos evidencian un aumento del 8 por ciento con respecto al 2019.

En Honduras son más de 20 mil las denuncias de violencia doméstica que cada año ingresan en promedio a la Corte Suprema de Justicia. Solamente el 22 por ciento de los casos terminan con una sentencia favorable para la víctima.

«Hay que investigar más»

Bertha Oliva, coordinadora general del Cofadeh, explicó que todavía hay muchos puntos oscuros en el asesinato de la joven.

«Todavía no se entiende por qué la asesinaron, cuál fue la dinámica. Hay enormes vacíos. Tampoco entendemos porque, desde un inicio, la familia de Keyla fue custodiada y sigue sufriendo intimidaciones, amenazas y acoso», dijo.

«A los fiscales pedimos más contundencia en la investigación, porque no parecen estar comprometidos con la búsqueda de justicia y el combate a la impunidad.

A las organizaciones aliadas – concluyó la coordinadora del Cofadeh – pedimos que coloquen el caso de Keyla entre sus prioridades, para que hechos tan brutales no se repitan nunca jamás».

Nota:

[1] Es un protocolo para el abordaje judicial de la violencia contra las mujeres elaborado por ONU Mujeres y la Oficina para América Central de la Oacnudh



Zedes son la muestra del debilitamiento institucional de Honduras

Radio Progreso HN - La voz que está con vos

Proyecto Honduras Próspera en Islas de la Bahía, declarado uno de las ZEDES a instalar en Honduras.

Desde el inicio de la segunda década del nuevo siglo, el Congreso Nacional de Honduras reformó varios artículos de la Constitución de la República, y aprobó un reglamento para la creación de las Regiones Especiales de Desarrollo (RED), popularmente conocidas como “Ciudades Modelo”. A través de una jugada política, las Redes, hoy son conocidas como Zonas Especiales de Desarrollo Económico, ZEDES.

En octubre de 2012, por mayoría de votos, el Pleno de Magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) declaró inconstitucional el decreto legislativo No.283-2010 con el cual se creaba las Ciudades Modelo en Honduras.

En aquel entonces, la Corte Suprema de Justicia consideró que el decreto violaba la soberanía, el territorio y la forma de gobierno.

Para el exdiputado Aníbal Calix, las ZEDES son reflejo del plan de debilitamiento de la institucionalidad para la entrega del territorio. Recuerda que las ZEDES, son un proyecto de Juan Orlando Hernández y el llamado grupo de los libertarios (quienes no creen en el Estado, sino que consideran que debe ser reducido a su mínima expresión), quienes desde el 2010 se agruparon para echar andar sus proyectos económicos en el país.

“El proyecto se declara inconstitucional, después el señor Hernández estando en el Congreso Nacional, saca a los magistrados que habían declarado la inconstitucionalidad, pone a su gente y el proyecto nuevamente es aprobado con algunos cambios mínimos, pero con las ilegalidades que se tenían desde el principio.

Aníbal Cálix dice que la población hondureña debe tener claro que las ZEDES, son ciudades gobernadas por pequeñas oligarquías, que se han promovido en muchos países, pero no han encontrado cabida por los peligros que traen este tipo de proyectos.

Miriam Miranda, coordinadora de la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), opina que el tema de la ZEDES hay que verlo como una venta y entrega de la soberanía. Miranda no entiende cómo es posible que se estén entregando grandes extensiones de territorio a manos del capital extranjero.

“Mucha gente cree que esas ZEDES significan desarrollo. Sin embargo, es necesario aclararles que no traen desarrollo, se convierten en un encantamiento que se traduce en detrimento de los pueblos y comunidades que viven en las zonas donde se pretenden construir”.

Gobernanza

Honduras es una República regida por una Constitución que separa al Estado en tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Al menos en teoría, entre los tres poderes debería existir separación. En la práctica la situación es totalmente distinta.

Aníbal Cálix explica que la forma de gobierno en las Zonas Especiales de Desarrollo Económico, ZEDES, será totalmente distinta y ajena a la del resto del país.

Dice que la ciudadanía debe tener claro que las ZEDES no serán gobernadas por las instituciones hondureñas. Las mismas van a ser gobernadas por una institución que no existe en ningún otro lugar del mundo, conocida como el “Comité de Adopción de Mejores Prácticas (CAMP)”, quienes son un grupo de “Libertarios” de todo el mundo y serán ellos quienes aprobarán la regulación y la legislación interna de cada una de las ciudades modelo.

“Básicamente lo que hace esta Ley es que le entrega que todos poderes que tiene el Congreso Nacional, al CAMP y todos los poderes y responsabilidades que tiene el Poder Ejecutivo, se los entrega al Secretario ejecutivo de cada ZEDES”, explica Cálix.

Riesgos

El exdiputado detalla que uno de los riesgos es que la Ley permite que, a través del CAMP, pueda existir la expropiación. Es decir, el Estado cede el poder de expropiación a las ZEDES, ellos decidirán a quienes les pueden quitar las tierras. Además, el Estado les quita a las personas el derecho de establecer reclamos que detengan los procesos de expropiación.

 “Si la población tiene terrenos dentro del plan de expansión de las ZEDES, van a tener que venderlos, incorporarlos y van a tener que ser expropiados”, señala.

Empleos

El gobernante hondureño Juan Orlando Hernández y quienes promueven el avance de las ZEDES, han y siguen presentando el proyecto como una alternativa de crecimiento económico que garantizará empleo a la población hondureña. Sin embargo, el exdiputado Aníbal Cálix, no está convencido que eso sea cierto.

Señala que, hasta la fecha de todo el universo de iniciativas para la generación de empleos presentada en los últimos diez años, ninguna ha tenido éxito en el país. 

“Ninguna lo va a tener porque el problema en Honduras es la falta de seguridad jurídica, porque no se han atacado los principales factores que detienen el desarrollo”, señala.

Mirian Miranda opina que hay que irnos a la historia del país cuando llegaron las bananeras, quienes vinieron con la promesa de desarrollo o cuando llegaron las maquilas, y al final sirvieron para explotar a la población. En ese sentido, dice que si todas las promesas de desarrollo y empleo que surgieron con esos proyectos antes mocionados hubieran dado resultado no tendríamos necesidad que la población se vaya del país en grandes caravanas rumbo a Estados Unidos.


Caminata por la Memoria ¡Ni un desaparecidx más!


Defensores en Línea

El viernes 28 de mayo nos reencontramos con la memoria, con los rostros, historias, amigos y familiares y nuestros detenidos desaparecidos en las calles que recorrieron las madres y esposas de los “Pañuelos Blancos”.

Como parte de las actividades de la Semana Internacional del Detenido Desaparecido en América y Asía, el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), realizó a partir de las diez de la mañana la caminata por la Memoria ¡Ni un desaparecidx más!

Por las calles del centro de la capital caminaron familiares, jóvenes Embajadores por la Memoria, miembros de organizaciones sociales, compañeras y amigos.

El punto de reunión es la sede del COFADEH, siguiendo el recorrido que en los años 80 marcaron los pasos de las madres de los Pañuelos Blancos, esposas y familiares en reclamo de encontrar a sus hijos e hijas Detenidos Desaparecidos.

Entre los lugares a visitar, que forman parte de la Ruta de Memoria Histórica de la Desaparición Forzada, están:

Corte Suprema de Justicia (Museo del hombre)

Antigua Casa Presidencial: utilizada por Roberto Suazo Córdoba (1982-1986) y José Simón Azcona (1986-1990), ambos del Partido Liberal, quienes dejaron la deuda pendiente de informar sobre los detenidos desaparecidos por razones políticas.

Congreso Nacional

Plaza de Los Desaparecidos, dónde se realiza desde 1982 el plantón exigiendo se nos diga ¿Dónde están? Los Detenidos Desaparecidos.

La Semana Internacional del Detenido Desaparecido este 2021 se conmemoró del 25 al 30 de mayo. 

La ruta de la Memoria Histórica es el camino entre la verdad histórica y la impunidad oficial, es la vía que las organizaciones de Derechos Humanos y de familiares de las víctimas de graves violaciones a los derechos fundamentales durante la década de los años ochenta han diseñado para derrotar la impunidad histórica.

Las familias de detenidos desaparecidos mantienen la esperanza de rescatar el informe de los 184 desaparecidos, del cual se ha hablado mucho desde el gobierno de Roberto Suazo Córdova, hasta la actualidad, sin saber su contenido, pero, aunque las autoridades callen, con estos recorridos por la historia, el COFADEH pretende mantener viva la memoria.

Actividades de este tipo son el rescate preciso de lo sucedido, es la reivindicación del dolor de cientos de víctimas y el recuerdo que constituye la propia historia e identidad.

La memoria constituye el material indispensable para construir un futuro mejor, es la representación de todos los lugares de detención, tortura y ejecución que instaló el Estado en el marco de la aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional.


Hemos hecho de la ciencia una nueva religión


Counterpunch.org

Por Jonathan Cook *

Foto: Joël Kuiper – CC BY 2.0

Traducido Para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

Allá por la década de 1880 el matemático y teólogo Edwin Abbott se propuso ayudarnos a entender mejor nuestro mundo describiendo uno muy diferente, al que llamó Flatland (Planilandia).

Imaginemos un mundo que no es una esfera que se mueve por el espacio como nuestro planeta, sino algo más parecido a una enorme hoja de papel habitada por formas geométricas planas y conscientes. Estas personas-formas pueden moverse hacia delante o hacia atrás y pueden girar a la derecha y a la izquierda, pero carecen del sentido de arriba o abajo. La mera idea de un árbol, un pozo o una montaña no tiene sentido para ellos porque carecen de los conceptos y la experiencia de altura o profundidad. Son incapaces de imaginar, y mucho menos de describir, objetos conocidos por nosotros.

En este mundo bidimensional lo más que pueden aproximarse los científicos a comprender una tercera dimensión son los desconcertantes espacios que registran sus máquinas más sofisticadas, que captan las sombras proyectadas por un universo mayor exterior a Flatland. Los mejores cerebros deducen que el universo debe ser algo más que lo que pueden observar pero no tienen forma de saber qué es lo que desconocen.

Esta sensación de lo incognoscible, de lo indescriptible, ha acompañado a los seres humanos desde que nuestros primeros ancestros fueron conscientes. Ellos habitaban un mundo de sucesos inmediatos y de cataclismos (tormentas, sequías, volcanes y terremotos) causados por fuerzas que no podían explicar. Pero también vivían maravillados por los grandes misterios permanentes de la naturaleza: el paso del día a la noche y el ciclo de las estaciones; los puntos de luz en el firmamento nocturno y su movimiento continuo; la subida y bajada de los mares; y la inevitabilidad de la vida y de la muerte.

Por eso no es raro que nuestros ancestros tendieran a atribuir una causa común a estos acontecimientos misteriosos, tanto a los catastróficos como a los cíclicos, a los caóticos como a los ordenados. Los atribuyeron a otro mundo o dimensión, al ámbito de lo espiritual, de lo divino.

Paradoja y misterio

La ciencia ha intentado reducir el ámbito de lo inexplicable. Ahora entendemos (aunque sea aproximadamente) las leyes de la naturaleza que gobiernan el tiempo atmosférico y sucesos catastróficos como los terremotos. Los telescopios y las naves espaciales nos han permitido, asimismo, explorar más a fondo los cielos para comprender algo mejor el universo que se extiende más allá de nuestro pequeño rincón del mismo.

Pero cuanto más investigamos el universo, más rígidos parecen ser los límites de nuestro conocimiento. Al igual que las personas-formas de Flatland, nuestra capacidad para comprender se ve limitada por las dimensiones que observamos y experimentamos: en nuestro caso, las tres dimensiones del espacio y la adicional del tiempo. La influyente “teoría de cuerdas” plantea otras seis dimensiones, aunque es poco probable que lleguemos a intuirlas con más detalle que las sombras que casi detectaban los científicos de Flatland.

Cuanto más escudriñamos el inmenso universo del cielo nocturno y nuestro pasado cósmico y cuanto más escudriñamos el pequeño universo del interior del átomo y nuestro pasado personal, mayor es nuestra sensación de misterio y asombro.

En el nivel subatómico las leyes normales de la física se desbaratan. La mecánica cuántica es la mejor hipótesis que hemos desarrollado para explicar los misterios de las partículas más diminutas que podemos observar, las cuales parecen actuar, al menos en parte, en una dimensión que no podemos observar directamente.

Y la mayoría de los cosmólogos, que observan el exterior en lugar del interior, hace tiempo que saben que hay preguntas que probablemente nunca seremos capaces de responder, entre otras, qué hay fuera de nuestro universo; o, dicho de otra manera, qué había antes del Big Bang. Durante algún tiempo la materia oscura y los agujeros negros han desconcertado a las mentes más brillantes. Este mes los científicos admitieron al New York Times que existen formas de materia y de energía desconocidas para la ciencia, pero que pueden deducirse porque alteran las leyes conocidas de la física.

Dentro y fuera del átomo, nuestro mundo está repleto de paradojas y misterios.

Arrogancia y humildad

A pesar de la veneración por la ciencia que tiene nuestra cultura, hemos llegado a un momento similar al de nuestros antepasados, que miraban llenos de asombro el cielo nocturno. Hemos sido forzados a reconocer los límites de nuestro conocimiento.

No obstante, existe una diferencia. Nuestros ancestros temían lo desconocido y, por tanto, preferían mostrar precaución y humildad frente a lo que no podían entender. Trataban con respeto y reverencia lo inefable. Nuestra cultura estimula precisamente el enfoque opuesto. Solo mostramos soberbia y arrogancia. Intentamos derrotar, ignorar o trivializar aquello que no podemos explicar o entender.

Los mejores científicos no cometen ese error. Como espectador entusiasta de programas científicos como la serie documental de la BBC, Horizon, me impresiona la cantidad de cosmólogos que hablan abiertamente de sus creencias religiosas. Carl Sagan, el más famoso de ellos, nunca perdió la capacidad de asombro que le producía estudiar el universo. Fuera del laboratorio, su lenguaje no era el lenguaje duro, frío y calculador de la ciencia. Él describía el universo con el lenguaje de la poesía. Comprendía los necesarios límites de la ciencia. En lugar de sentirse amenazado por los misterios y paradojas del universo, los celebraba.

Cuando, por ejemplo, en 1990 la sonda espacial Voyager 1 nos mostró por primera vez la imagen de nuestro planeta desde 6.000 millones de kilómetros de distancia, Sagan no pensó que él mismo o sus colegas de la NASA fueran dioses. Él observó extasiado un “punto azul pálido” y se maravilló de ver el planeta reducido a “una mota de polvo suspendida en un rayo de sol”. La humildad fue su reacción ante la vasta escala del universo, nuestro fugaz lugar dentro del mismo y nuestro esfuerzo por luchar contra “la inmensa oscuridad cósmica que nos envuelve”.

Mente y materia

Desgraciadamente la forma de entender la ciencia de Sagan no es la que predomina en la tradición occidental. Demasiado a menudo nos comportamos como si fuéramos dioses. Estúpidamente hemos hecho de la ciencia una religión. Hemos olvidado que, en un mundo de misterios, la aplicación de la ciencia es necesariamente provisional e ideológica. Es una herramienta, una de las muchas que podemos usar para entender nuestro lugar en el universo, de la que pueden apropiarse fácilmente los corruptos, los vanidosos, quienes buscan el poder sobre los demás y quienes adoran el dinero.

Hasta hace relativamente poco, la filosofía, la ciencia y la teología intentaban investigar los mismos misterios y responder las mismas preguntas existenciales. A lo largo de la mayor parte de la historia se les consideró disciplinas complementarias, no competidoras. Recordemos que Abbott era matemático y teólogo y que Flatland fue su intento de explicar la naturaleza de la fe. De modo similar, el hombre que probablemente ha configurado más el paradigma con el que todavía funciona gran parte de la ciencia occidental fue un filósofo francés que utilizó los métodos científicos de la época para demostrar la existencia de Dios.

Actualmente se recuerda a Rene Descartes sobre todo por su famosa –aunque pocas veces comprendida– máxima: “Pienso, luego existo”. Hace 400 años Descartes creía que podía demostrar la existencia de Dios gracias a su argumento de que mente y cuerpo son entidades separadas. Al igual que el cuerpo humano era diferente del alma, Dios era algo separado y distinto de los seres humanos. Descartes creía que el conocimiento era innato y, por tanto, nuestra idea de un ser prefecto, de Dios, solo podía proceder de algo perfecto y con una existencia objetiva fuera de nosotros.

Aunque muchos de sus argumentos resulten débiles e interesados hoy en día, la perdurable influencia ideológica de Descartes en la ciencia occidental fue penetrante. En particular el llamado dualismo cartesiano –la consideración de que mente y cuerpo son entidades separadas– ha estimulado y perpetuado una visión mecanicista del mundo que nos rodea.

Podemos hacernos una idea de la continuada influencia de su pensamiento cuando nos vemos confrontados con culturas más antiguas que han opuesto resistencia al discurso extremadamente racionalista de Occidente –en parte, es preciso señalar, porque se les ha tratado de imponer de maneras hostiles y opresivas que solo han servido para distanciarles del canon occidental.

Cuando escuchamos a un nativo norteamericano o a un aborigen australiano hablar del significado sagrado de un río o de una roca (o sobre sus ancestros) somos inmediatamente conscientes de lo lejano que suena su pensamiento para nuestros oídos “modernos”. En ese momento probablemente reaccionaremos de una de dos maneras: bien sonriendo por dentro ante su ignorancia pueril, o bien engullendo una sabiduría que parece llenar un vacío profundo en nuestras vidas.

Ciencia y poder

El legado de Descartes –un dualismo que asume la separación entre cuerpo y alma, mente y materia– ha resultado ser un legado envenenado para las sociedades occidentales. Una cosmovisión empobrecida y mecanicista que trata al planeta y a nuestro cuerpo como si fueran básicamente objetos materiales: el primero, un juguete para colmar nuestra codicia; el segundo, una coraza para nuestras inseguridades.

El científico británico James Lovelock, que contribuyó a modelar las condiciones en Marte para que la NASA pudiera tener una idea de cómo construir las primeras sondas que habrían de aterrizar allí, sigue siendo objeto de burla por su hipótesis Gaia, que desarrolló en la década de los 70. Lovelock comprendió que no era buena idea considerar nuestro planeta como una enorme masa de roca con formas vivas habitando su superficie, aunque distintas de ella. Él pensaba que la Tierra era una entidad viva completa, de enorme complejidad y que mantenía un delicado equilibrio. Durante miles de millones de años la vida fue haciéndose más sofisticada, pero cada una de las especies que la habitan, desde la más primitiva a la más avanzada, era vital para el conjunto y mantenía una armonía que sustentaba la diversidad.

Pocas personas le hicieron caso y se impuso nuestro complejo de dioses. Ahora, cuando las abejas y otros insectos están desapareciendo, todo aquello de lo que él advirtió hace décadas parece mucho más urgente. Con nuestra arrogancia estamos destruyendo las condiciones para la vida avanzada. Si no paramos pronto, el planeta se deshará de nosotros y retornará a una etapa anterior de su evolución. Empezará de nuevo, sin nosotros, mientras la flora y los microbios vuelven a recrear gradualmente –a lo largo de eones– las condiciones favorables para formas de vida superiores.

Pero la relación mecánica y abusiva que tenemos con nuestro planeta reproduce la que tenemos con nuestros cuerpos y nuestra salud. El dualismo nos ha animado a pensar que el cuerpo es un vehículo carnoso que, al igual que los de metal, necesita intervenciones regulares desde el exterior, un servicio de mantenimiento, un repintado o una renovación. La pandemia solo ha servido para subrayar estas tendencias malsanas.

Por una parte la institución médica, como todas las instituciones, está corrompida por el deseo de poder y enriquecimiento. La ciencia no es una disciplina inmaculada, libre de las presiones del mundo real. Los científicos necesitan financiar sus investigaciones, pagar sus hipotecas y anhelan mejorar su estatus y sus carreras, como todos los demás.

Kamran Abbasi, director ejecutivo de la [revista de la asociación médica británica] British Medical Journal, escribió un editorial el pasado noviembre advirtiendo de la corrupción del Estado británico, desencadenada a gran escala por la pandemia del covid-19. Pero los políticos no eran los únicos responsables. Los científicos y expertos de salud también estaban implicados: “La pandemia ha puesto de manifiesto cómo se puede manipular al complejo médico-político durante una emergencia”.

Añadía: “La respuesta ante la pandemia en Reino Unido se ha basado en exceso en las opiniones de científicos y otras personas nombradas por el gobierno que pueden actuar movidos por intereses preocupantes, como puede ser su participación accionarial en empresas que fabrican test diagnósticos, tratamientos y vacunas para el covid-19”.

Doctores y clérigos

Pero en cierto modo Abbasi es demasiado generoso. Los científicos no solo han corrompido la ciencia al priorizar sus intereses personales, políticos y comerciales. La propia ciencia está moldeada e influida por las suposiciones de los científicos y de las sociedades a las que pertenecen. A lo largo de los siglos el dualismo cartesiano ha proporcionado la lente a través de la cual los científicos han desarrollado y justificado muchas veces los tratamientos y procedimientos médicos. La medicina también tiene sus modas, aunque están sean, por lo general, más duraderas –y más peligrosas– que las de la industria textil.

En realidad, había razones egoístas que explican por qué la comunidad científica recibió con los brazos abiertos el dualismo cartesiano hace cuatro siglos. Su división entre mente y materia creaba un espacio para la ciencia fuera de la interferencia del clero. Ahora los médicos podían reclamar una autoridad sobre nuestros cuerpos diferente de la que afirmaba tener la Iglesia sobre nuestras almas.

Pero ha sido difícil quitarse de encima la visión mecanicista de la salud, aunque los avances científicos  –y su conocimiento de tradiciones médicas no occidentales– deberían haberla hecho cada vez menos creíble. El dualismo cartesiano sigue reinando en nuestros días, en la supuestamente estricta separación entre salud física y salud mental. Tratar a la mente y al cuerpo como inseparables, como las dos caras de la misma moneda, supone arriesgarse a ser acusado de charlatanismo.  La medicina “holística” todavía lucha para ser tomada en serio.

Enfrentados a una pandemia que suscita miedo, la institución médica ha recuperado la costumbre con más fuerza. Ha mirado al virus a través de una única lente y lo ha visto como un invasor que pretende superar nuestras defensas, y a nosotros como pacientes vulnerables que necesitan desesperadamente un batallón extra de soldados que puedan ayudarnos a combatirlo. Dentro de este marco dominante, han sido las grandes farmacéuticas (las corporaciones médicas con mayor potencia de fuego) las encargadas de venir a rescatarnos.

Es evidente que las vacunas son parte de una solución de emergencia y que ayudarán a salvar las vidas de los más vulnerables. Pero la dependencia de las vacunas, y la exclusión de todo lo demás, es un signo de que hemos vuelto a considerar nuestros cuerpos como máquinas. La institución médica nos ha explicado que podemos aguantar esta guerra con el blindaje que nos proporcionan Pfizer, AstraZeneca y Moderna. Todos podemos ser Robocop en la batalla contra el covid-19.

Pero la salud no tiene por qué considerarse como una batalla tecnológica cara y consumidora de recursos contra los virus-guerreros. ¿Por qué no le damos importancia a la mejora de una alimentación cada vez con menos nutrientes y más procesada, cargada de pesticidas, llena de químicos y de azúcar, como la que la mayor parte de nosotros consumimos? ¿Cómo encaramos la plaga de estrés y ansiedad que todos soportamos en un mundo competitivo y conectado digitalmente, en el que no hay lugar para el descanso, y despojado de todo significado espiritual? ¿Qué hacemos con los estilos de vida mimados que elegimos, en los que el esfuerzo es un complemento opcional al que denominamos ejercicio en lugar de estar integrado en la jornada de trabajo, y en donde la exposición a la luz solar, fuera de las vacaciones en la playa, es casi imposible de encajar en nuestros horarios de oficina?

Miedo y soluciones temporales

Durante gran parte de la historia humana nuestra principal preocupación fue la lucha por la supervivencia, contra los animales y otros seres humanos, contra los elementos y contra los desastres naturales. Los desarrollos tecnológicos han sido de gran ayuda para facilitarnos la vida y hacerla más segura, ya fueran las hachas de sílex y los animales domésticos, las ruedas y los motores de combustión, las medicinas o las comunicaciones de masas. Ahora nuestro cerebro parece programado para echar mano de la innovación tecnológica a la hora de abordar incluso las menores inconveniencias, de calmar nuestros miedos más salvajes.

Por tanto, como es natural, hemos puesto nuestra esperanza, y sacrificado nuestra economía, en encontrar una solución tecnológica para la pandemia. Pero ¿acaso esta fijación exclusiva en la tecnología para solucionar la actual crisis sanitaria no tiene un paralelismo con otros remedios tecnológicos temporales que seguimos buscando para solucionar las múltiples crisis ecológicas que hemos creado?

¿Calentamiento global? Podemos crear una pintura aún más blanca que refleje la luz solar. ¿El plástico inunda cada rincón de los océanos? Podemos construir aspiradoras gigantes que lo absorban por completo. ¿Las poblaciones de abejas desaparecen? Podemos inventar drones polinizadores que las sustituyan. ¿El planeta agoniza? Jeff Bezos y Elon Musk transportarán a millones de personas a colonias espaciales.

Si no estuviéramos tan obsesionados con la tecnología, si no fuéramos tan codiciosos, si no nos aterrorizaran tanto la inseguridad y la muerte, si no viéramos a nuestro cuerpo y a nuestra alma como entidades separadas y a los humanos como algo aparte de todo lo demás, podríamos pararnos a reflexionar si nuestro enfoque no está ligeramente equivocado.

La ciencia y la tecnología pueden ser cosas maravillosas. Pueden permitirnos mejorar el conocimiento de nosotros mismos y del mundo que habitamos. Pero necesitan ser dirigidas con un sentido de humildad que cada vez parecemos más incapaces de tener. No somos conquistadores de nuestro cuerpo, o del planeta, o del universo; y si imaginamos serlo, pronto averiguaremos que no podemos ganar la batalla que estamos librando.

* Jonathan Cook es un escritor y periodista free-lance británico residente en Nazaret. Fue merecedor del premio Martha Gellhorn de periodismo por su trabajo en Oriente Próximo. Se le puede seguir en su web: http://www.jonathan-cook.net


«Los bárbaros están volviendo»


Publico.es

Foto: Costa-Gavras — Luis Otero

Cineasta tan célebre como personal, extrovertido y políglota, pletórico de forma y lleno de lucidez, Costa-Gavras (Atenas, 1933), el autor franco-griego de Z (1969) y Desaparecido (Missing, 1982) sintetiza en esta entrevista una vida apasionante y ofrece su perspectiva sobre España y el mundo actual

Costa-Gavras llegó a Francia en los primeros años 50. Formado en el prestigioso Institut des Hautes Études Cinématographiques (IDHEC), su trayectoria, un montón de filmes míticos, destaca por su capacidad de construir relatos de género que van del thriller al drama, del filme judicial a la narración social, en los que la política y el entorno social son esenciales. Depredador de todo totalitarismo, comprometido con la realidad, Costa-Gavras va en dirección contraria a muchos de los directores de la época, al tiempo que atraviesa un período fértil y revelador en la historia sociopolítica y artística europea con el respaldo de público, crítica y profesión, alcanzando los principales premios (Oscars, Globos de Oro y triunfos en Cannes y Berlín). 

¿Cómo son sus orígenes en el cine? 

El cine que había en Francia no me interesaba. Ya lo había visto en Grecia, un cine estandarizado, de acción, de humor, etcétera. Sin embargo, en Francia, a pesar de hacer estudios de Literatura, encontré la Cinemateca, donde había cine clásico. Fue un descubrimiento importantísimo y me interesó mucho. Primero, quise aprender a escribir, y fui a la Escuela de Cine, al IDHEC, estudié dos años, y después, con una suerte extraordinaria, me pidieron hacer un primer trabajo de cine por unos días. El primer ayudante era Claude Pinoteau, que luego fue director. Así entro en el cine francés, lo que era bastante difícil, especialmente para un extranjero. Además en el puesto de ayudante. En ese momento era posible trabajar con gente como René Clair, Jean Cocteau, René Clément, Henri Verneuil, Jacques Demy, Clouzot… Fui ayudante de alguno de ellos. Conocí también a todos los grandes actores, pues en este período los ayudantes hacían el casting y había una relación muy próxima con ellos. Conocí a Montand, Piccoli, Trintignant… La primera película fue como un ejercicio escolar desde hacer el guión. El director de estudio leyó el guión y así se hizo. En la medida en que yo tenía un guión, el thriller, que era atractivo, generó interés y tuvo un gran reparto. La película funcionó muy bien.

Era Los raíles del crimen (Compartiment tueurs, 1965)…

Sí, y la segunda, Sobra un hombre (Un homme de trop, 1967), sobre la Resistencia francesa, fue un fracaso. Lo curioso es que ahora salió en DVD por primera vez y triunfó, tuvo unas críticas extraordinarias. Después hice Z (1969), donde está lo que me interesó siempre del cine. Cuando mi primera película tuvo éxito en los Estados Unidos, Harry Saltzman [el productor de James Bond] me propuso hacer una. Me preguntó: «¿Que película quieres hacer?». Yo le dije que La condición humana, de André Malraux. Dijo: «¿Qué? Hacen falta muchos chinos, no se puede» [ríe].

Lo que no había en el cine era un tipo de película acerca de la condición humana, de las revoluciones, las luchas cotidianas, las luchas no solo políticas sino también sindicales. No las había en este período. En Francia había la Nouvelle Vague, nos interesaban otro tipo de películas después de las grandes películas de los años 50, 60… Yo quería volver a este tipo de cine, influido posiblemente por películas americanas como Las uvas de la ira y cierto cine social muy interesante. 

¿Qué tipo de películas le gustan o le interesan? En alguna entrevista hablaba de Avaricia (Greed, 1924), de Stroheim, como una revelación para usted. 

Greed es una película de varias horas que parecía una tragedia, como la antigua tragedia griega. Había la posibilidad de hacer en el cine ese tipo de películas, cine no solo para divertir, como el fútbol.

Desde Latinoamerica a Europa, el mundo corporativo, la banca, las empresas y esas luchas cotidianas o los sistemas totalitarios… De alguna manera su cine recorre toda la historia de su época, de aquellos sistemas políticos o sucesos que ocurrieron en la realidad a su alrededor. ¿Existe desde el principio en su cine la voluntad de contar relatos sociales o es algo que va sucediendo sobre la marcha? 

De base, siempre me interesaron la resistencia y el poder. Y cómo en nuestra sociedad el poder participa como represión en nuestra vida diaria. Además, el poder es algo que tenemos todos. No es solo el poder político, eclesiástico, económico, nosotros tenemos poder sobre algunas personas y hay personas que lo tienen sobre nosotros. Esta relación con el poder me interesa mucho porque de ella dependen la felicidad y la infelicidad. Después viene también la resistencia. Cómo resistimos a lo negativo. Resistir es lo más importante, si no, nos convertimos en esclavos. Son los temas que hay en mis películas, lo que a mí me interesa. 

Hay un elemento singular en sus películas que es que ese análisis o crítica al poder va dirigida a todos los tipos de poder. Pueden ser los tupamaros, el retrato de Arthur London en La confesión (L’aveau, 1970), la ocupación alemana, el nazismo, el golpe de Pinochet… Recuerdo El sendero de la traición (Betrayed, 1988), donde se habla también de la banalidad y de la normalidad del mal. De cómo bajo un hombre común pueden ocultarse formas inquietantes de poder. 

Porque el poder es como una droga, cuando tienes poco quieres más y más. ¿Y cómo hace uno para alcanzarlo? Algunas veces va por direcciones legítimas, pero puede optar por otros caminos. Como el dictador griego de Z, Papadópoulos, que no era un general, era un coronel que alcanzó un poder enorme. El poder es seguramente el aspecto humano más importante. 

Después del éxito de Z, ¿tiene libertad creativa para hacer sus películas? 

Absolutamente. Es la ventaja de tener éxito con una película. La confesión era un libro imposible, enorme, 500 páginas, cuando la gente lo veía no lo creía posible. Semprún y yo hablamos mucho y, finalmente, resultó fácil de hacer. 

En ese momento, todas las películas empiezan a tener proyección internacional. 

Sí, es decisivo tener buenos actores. Les llaman stars porque son buenos actores. Aunque también hay stars que no lo son. 

Hay varios rodajes en los que tiene producción estadounidense. ¿Percibe diferencias en esto además de en la parte cultural?

Las primeras películas, las que más me interesaron, las hice en Estados Unidos. Me ofrecieron hacer El Padrino, y no me interesó nada. El libro, para mí, no era un buen libro. Coppola hizo una película extraordinaria que yo no podría hacer porque yo no era americano. Sí que acepté hacer Missing (Desaparecido) pidiendo a cambio controlar también el casting. Y aceptaron. Además, hice la posprodución en Francia. Fueron las condiciones que puse y me dieron libertad.

Hay un debate, casi siempre que el cine toca la política, sobre la forma, sobre cómo se cuentan las historias. Con usted, con Ken Loach y con otros cineastas, siempre se discutió que se acercaran a formas populares, lo que permite que sean más accesibles. ¿Que opina de eso? 

Este fue un debate muy potente, especialmente con la Nouvelle Vague. La tradición de la construcción de un guión es de origen griego. El teatro griego es un thriller, todas las tragedias griegas lo son en cierto modo. En esta construcción el interés va en aumento para llegar al final. Eso me parece esencial. No se puede hacer siempre con esa simplicidad, pero generalmente esa es la dirección que yo tomé desde mi primera película. 

Siempre me interesa saber qué proyectos quedaron por el camino, qué obras se frustraron o no llegaron a ser realizadas

Había un proyecto del que hicimos el guión, El cormorano, la historia de una gran compañía internacional que cambió la política del Estado, como sucedió en cierto momento en Portugal. No debemos dar el nombre del país, dejaba todo y se marchó a otro país. Pasa cada día, pero no encontré el dinero para hacer este proyecto. Nadie quiso. William Holden había aceptado hacerla, pero no encontramos inversión. Los americanos habían aceptado, hablé con actores como Meryl Streep y Al Pacino, pero dije que había que hacerla en China. Fui allí, primero querían hacerla, pero después querían cambiar todo el guión. Finalmente, acepté que no se podía hacer. Precisábamos el paisaje chino. Intentamos realizarla en otros países y los americanos propusieron reproducir todo en Hollywood, pero era imposible. Se dieron las condiciones económicas, pero no de localización.

¿Encontró alguna vez dificultades o intromisiones de los productores por la audacia política, o porque eran temas que no interesaban? 

Sí, con algún proyecto. Con Z, por ejemplo, la gente decía que nunca funcionaría. Pero había que insistir, y finalmente se hizo, los actores aceptaron y la película se hizo porque Jacques Perrin había luchado mucho y también los argelinos, pues Argelia es el país donde se rodó.

En algunas de sus últimas películas, como Arcadia (Le couperet, 2005) y El capital (2012), analiza las estructuras económicas próximas a la parte sociopolítica. ¿Es esa su visión de la sociedad y enlaza con todas las películas anteriores? 

La sociedad ha cambiado. Todo el mundo habla hoy de democracia, pero hay otro poder que ha llegado llegó, que existe hoy, que es el dinero, el súper capitalismo. En el cine, los temas de poder están aquí hoy, en la economía. No se habla de otra cosa. Todo el mundo conoce el Dow Jones. 

Otros tipos de totalitarismo, Stalin, el nazismo y ahora este capitalismo… 

Exactamente, son otro tipo de totalitarismos. 

Me gustaría que hablara ahora de Semprún, que fue guionista en tres de sus películas (Z, La Confesión y Sección especial) y de la idea que tiene sobre España, un país con una historia convulsa en el siglo XX y hasta la actualidad. Con Semprún llegó a haber un proyecto sobre Yoyes, la etarra asesinada… 

Él no podía hacerlo en ese momento porque era ministro, y yo no quería hacer un tema español sobre alguien que no conocía. Pero después, con Jorge, hicimos películas sobre verdaderas historias, pero siempre tuvimos el problema de escoger personajes y situaciones. Porque una película como La confesión o como Z podía durar horas. Hablé con Jorge de hacer una película sobre Malraux, una oportunidad para hablar sobre España y sobre cómo se hace el cine en España. Cómo Malraux cambió completamente, cómo conoció el PC, llegó a Francia y dijo: «Se acabó», esa declaración extraordinaria al llegar a Francia. Además, había una historia de amor muy interesante. Hablamos e hicimos un primer trabajo muy largo. Primero trabajamos el libro y después el guión. Cuando terminó, Jorge fue al hospital con dolor de espalda y le detectaron cáncer. Duró semanas. Con él había intención de permanencia, de hacer algo juntos, algo que nos había interesado a los dos, sobre Francia y España.

Alberto Costa-Gravas. — Luis Otero

Curiosamente, en España, Semprún es una figura respetada pero su obra es muy poco conocida, como pasa con otros personajes de la resistencia y el exilio. 

Es curioso, sí. 

En los últimos años hubo tentativas de revoluciones democráticas, un caso es Grecia.

Un caso muy particular. A lo largo de la historia, Grecia siempre ha sido un laboratorio. Tsipras empezó muy joven, con un problema de deuda enorme. Imposible de pagar. Había que encontrar soluciones. Además no tenía todo lo poder. Tenía el 36% de los votos. Va a Europa, sin experiencia con los europeos, que son monstruos de la economía. Tiene cerca de él a Varoufakis y esta relación es importante. Pero, ¿qué hacen los europeos? Todo lo que pueden para separarlos. Y lo consiguen. Merkel, que le prometió todo a Tsipras, que participó en esta separación, pensaba al principio que había algunos gestos para mejorar la situación en Grecia. Pero 300.000 jóvenes se fueron del país, una pérdida enorme para el futuro. Los salarios bajaron un 40 %. Todo esto se volvió contra Tsipras y Alemania no hizo el mínimo gesto, al contrario. Pidió más y más y más. Los griegos votaron una segunda y una tercera vez a Tsipras porque no había otro.

La historia va muy rápido y Tsipras poco menos que cayó en el olvido. Aquello ha quedado como un movimiento político abortado que acabó entrando en las convenciones. ¿Qué piensa de algunas de las cosas que suceden ahora? El Brexit, Trump, la ultraderecha en Francia… 

Estamos entrando en un período de barbarie. La extrema derecha ha vuelto a Grecia. Amanecer Dorado celebra el nacimiento de Hitler. Eran muy pocos, pero con el drama económico griego ahora son un 13% o un 15 % ya. Y no solamente en Grecia. En Francia, con la vieja historia de Le Pen, pero también en Austria, en Alemania… Los bárbaros están volviendo. Y lo peor es en América. Recuerdo un detalle, cuando hice Bretrayed…

Betrayed parece una película anticipatoria…

Sí. Y muchos americanos me dijeron: «¿Dónde has visto esto? No existe en los Estados Unidos». Pero yo lo había visto en la gira que había hecho por el país. Decían que éramos comunistas que veníamos de Europa.

¿Qué relación ha mantenido estos años con Grecia? Llegó a Francia en los años 50, a veces se habla de usted más como francés y se olvidan sus orígenes. 

Yo son bígamo [ríe]. Pasé casi 20 años en Grecia, y Grecia no se olvida. Pero Francia me lo dio todo. Nunca soñé que habría podido tener la vida que tengo en Francia. No sólo en lo profesional, sino que me piden que participe en la vida política y cultural. Grecia no me lo dio, al contrario, yo escapé de allí. Mis raíces son griegas, pero culturalmente soy más francés que griego. 

En España estamos interesados en cómo nos ven desde fuera. ¿Qué opina de lo que ocurre en este país? ¿Cómo ve nuestra sociedad? ¿Cree que hay posibilidad de ascenso de la extrema derecha aquí?

Es una situación muy difícil y también muy peligrosa, porque si se usa la violencia, y no las vías democráticas, para resolver el problema de Cataluña, las consecuencias pueden ser muy graves. No hay que tomar posición por unos o por otros, es una cuestión española. Hay que salvar a Europa también. Yo creo mucho en Europa, estas cosas me parecen importantes por la problemática española. No sé qué va a pasar después de las elecciones, pero el uso de la violencia me parece muy, muy negativo. Los problemas humanos deben solucionarse con el diálogo y con la cesión por ambas partes para llegar a una solución que pueda contentar a todos, porque si no podemos acabar en una guerra civil, como ya pasó aquí y en Grecia.

En cuanto a los Estados Unidos, ¿piensa que Trump viene a demostrar la actitud demasiado cómoda o de dependencia que tuvo Europa con los Estados Unidos en muchos aspectos? 

América no es lo que la gente quiere que sea. También es esto. Lo peor de todo es el problema ecológico. No hablamos mucho de ello, pero la población aumenta y somos un cáncer para la tierra. Destruimos todo. Hoy pensaba desde el avión que somos cómo animales que devoran la sustancia de la tierra. ¿Qué va a pasar cuándo se agote por completo? Nadie lo piensa. No será en mi generación, pero tengo nietos, ¿qué van a hacer aquí? ¿Cómo van a vivir? Se dice que en algunas pequeñas islas, en Tahití, por ejemplo, la gente está pensando en construir muros para evitar la subida de las aguas. Además, está el colosal problema de la emigración. Es un problema que no va a acabar, mire lo que está pasando en algunos países, la situación es terrible y la gente quiere una vida mejor. Ese problema no parece interesar a los jefes de Estado. No se preocupan de esto, solo piensan en las próximas elecciones. 

Esta entrevista se publicó originalmente en gallego en la revista Luzes https://luzes.gal.  Ahora Público la reproduce como parte de un acuerdo de colaboración con la revista. https://blogs.publico.es/publico/2020/02/25/el-periodismo-pausado-e-inconformista-de-luzes-ahora-tambien-en-publico/ . Aquí puedes encontrar más artículos de Luzes en Público. https://www.publico.es/luzes

Puedes leer este artículo en gallego pinchando aquí 


sábado, 29 de mayo de 2021

La justicia también se hace desde los pueblos


Defensores en Línea

Por Sandra Rodríguez 

Cerca de las 12 de mediodía se organiza un grupo de personas en su mayoría de los pueblos originarios Lenca y Garífunas, en sus manos llevan un plato, cuchara y vaso para recibir sus alimentos, preparados por sus compañeras y compañeras.

Les piden que guarden el distanciamiento requerido, como medida de bioseguridad, ya que la pandemia del Covid-19 aún no se controla en Honduras, por el contrario, los contagios son elevados y las vacunas –posiblemente- no se han aplicado en las personas que apoyan el campamento feminista “Viva Berta”, que desde el 11 de mayo pasado está permanentemente frente a la Corte Suprema de Justicia (CSJ).

El campamento alberga cerca de un centenar de compañeros y compañeras exigiendo justicia para la lideresa indígena lenca Berta Isabel Cáceres Flores, asesinada el 2 de marzo de 2016 en La Esperanza, Intibucá. Por ese crimen están en prisión siete hombres condenados entre 30 y 50 años de cárcel.

Pero la justicia para Berta no solo es desde los Tribunales, también se expresa mediante su existencia y legado, detalló Yessica Trinidad, representante de la Red Nacional de Defensoras, una de las organizadoras de este campamento.

Es importante organizarse y hacer resistencia, hacerles sentir la presión de que, aunque no creemos en su justicia (sistema judicial), estamos vigilantes en los pasos que van dando en la causa de nuestra compañera y hermana Berta, agregó Trinidad.

Las comisiones en este espacio se encargan de la cocina, salud con dos médicos, comunicaciones, logística, limpieza, arte, vigilancia y que el altar para Berta esté según el día del Nahual (cosmología maya) que comprende cambio de velas y flores en el círculo de piedra que han marcado como centro de energía.Toda aquella persona que crea en que se puede hacer justicia desde la resistencia, puede llegar al campamento Viva Berta, en Tegucigalpa, el cual es indefinido.

Al inicio del juicio contra David Castillo el 6 de abril y postergado para el 26 de abril hasta esta fecha, se denunció actos de vigilancia, levantamiento de perfil y hostigamiento, por lo que se suspendió en las primeras dos semanas y se volvió a instalar el 11 de mayo.

La influencia popular y la reparación

El juicio contra David Castillo marca un precedente muy importante, ya que es un trabajo que se hace desde los sectores populares, es de conocimiento nacional e internacional y desde esas instancias se demanda justicia para Berta Cáceres, declaró el abogado Víctor Fernández, parte del equipo legal que representa a la familia de la defensora y al Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) que dirigía Berta y ahora su hija Bertha Zúniga-Cáceres.

La justicia se ha ido construyendo con sus propias herramientas y ha tenido logros como que, el Tribunal se haya abierto y aceptado hacer público el Juicio contra Castillo. Así se ha roto la idea de la secretividad que se ha venido imponiendo.

El hecho de abrir los contenidos de todas las comunicaciones del grupo empresarial, de militares y sicarios que participaron en el asesinato, escucharles su lenguaje, su vulgaridad, que la gente sepa quiénes son ellos, nos parece un aporte cualitativo muy importante, más allá de los resultados que se tengan, que también creemos que va a ver resultados positivos dentro del sistema, agregó Fernández.

Cabe señalar que en el juicio contra Castillo se ha dado a conocer vaciados telefónicos y conversaciones por mensajería telefónica que implica a otras personas que participaron en el plan que dio muerte a la lideresa indígena lenca.

Otro punto positivo es añadió Fernández es “el hecho de que la víctimas -en este caso la familia- plantee elementos de prueba, el contexto que presente todo el fenómeno de corrupción que le precede al asesinato, todas las violaciones a los derechos humanos que hay antes del crimen y que van a ser reflejadas en el juicio”.

Entonces, antes que se dicte sentencia contra uno de los autores intelectuales del crimen contra el premio Goldman al Medioambiente 2015, la participación y resistencia popular ya es una victoria muy importante, afirmó el defensor.

Para la familiar ser parte del juicio es una manera de sentirse reparada, es importante que nosotros y el pueblo podamos ver todas las falencias que tiene el Sistema de administración de justicia.

No es posible que después de cinco años del asesinato, el Ministerio Público no tenga claro quiénes son los responsables y cuáles son los motivos de este crimen, afirmó el defensor.

Los defensores del territorio luchan en contra de un proyecto que tiene unos dueños. En el caso del asesinato de Berta Cáceres, que se opuso a la construcción del Proyecto Hidroeléctrico Agua Zarca (PHAZ) de la empresa Desarrollos Energéticos SA (DESA), también tiene dueños, los cuales hasta ahora ni siquiera han sido citados como testigos en el juicio que se le sigue a David Castillo, declaró el abogado Víctor Fernández.

Y declaró que “eso muestra las componendas, confabulación e impunidad que hay en este tipo de cosas. En medio de esta disputa que se le hace al Sistema, también se logra evidenciar la existencia de un <pacto de impunidad> qué favorece a los Poderosos de este país, y sobre eso hay que ir”.

Por lo que el éxito en la lucha por la búsqueda de justicia en la causa Berta Cáceres, plantea los desafíos de seguir confrontando al sistema, andando y construyendo una forma de Justicia que alcance a los que nosotros venimos llamando como “autores intelectuales del crimen”, qué son los dueños de esa empresa, pero además autores estructurales del crimen.

El abogado se refirió al sistema financiero nacional e internacional que es parte del Sistema, pero que teniendo su supuesta salvaguardia ejecuta su práctica “correcta” de financiamiento a cualquier proyecto.

En este caso, se trata de un proyecto que había sido denunciado por ser el violador y por los crímenes que se estaban produciendo en la zona de ejecución, en el departamento de Intibucá, al occidente de Honduras, y finalmente terminaron financiando el PHAZ.

Entonces –agregó- ellos son culpables estructurales, así como los funcionarios del Estado de Honduras que para el PHAZ hicieron una concesión corrupta, pusieron sus policías, militares y sus jueces para perseguir a la oposición que hacía el COPINH, coordinado por Berta Cáceres y la gente del pueblo lenca Río Blanco, todo eso que va quedando claro en el juicio se convierte en un desafío a futuro y compromiso permanente de parte de quienes estamos involucrados.

E hizo extensivo todo el reconocimiento para el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), organización que estuvo de cerca en el acompañamiento de Bertita y sus medidas cautelares a tiempo, cuando denunció las persecuciones a partir del año 2009, además que con sus medios de comunicación “son una voz permanente en este reclamo, en esta construcción de la justicia desde la perspectiva popular”.


Partidos y líderes de América Latina fracasaron por incumplir pacto democrático con la ciudadanía


Radio Progreso

El hecho de que las democracias en Latinoamérica estén en crisis obedece a varios motivos, según Omar Rincón, profesor universitario, periodista y analista colombiano. “Los partidos políticos tradicionales y sus líderes han fracasado porque se tomaron el Estado y nunca fueron capaces de cumplir el pacto democrático con la ciudadanía”, según Rincón.

Manifiesta que otro factor son los poderes del Estado, que tendrían que mantener la autonomía, están en entre dicho como el Poder Legislativo. Además, porque la justicia no funciona en toda América Latina sólo para los pobres, los ricos salen ilesos, es mafiosa la justicia.

“Y cuarto, es que estamos en el mundo de las redes digitales y lo cool hace que sea el caldo de cultivo perfecto porque un personaje, un influencer lo único que tiene que hacer es tener muchos seguidores en las redes digitales y tener un discurso muy cool”, aseguró Rincón.

Al calor de lo que vive Latinoamérica, Radio Progreso (RP) dialogó con Omar Rincón (OR) sobre el estado de las democracias.

RP. ¿Qué está pasando en Colombia?

OR. Colombia está en paro nacional, marchas y protestas. Estamos en el momento más grave del Covid, tenemos 500 muertos diarios, no hay vacunas, y a pesar de eso la gente está en las calles lo que demuestra que hay una bronca social muy grande. Y como en todas partes, lo peor es que tenemos a un gobierno insensible y que no escucha, lo único que hace es militarizar. La no escucha del gobierno y la militarización hace que la protesta continúe.

RP. Así como en Colombia, muchos países están en revueltas, ¿cuál es la realidad de las democracias en América Latina?

OR. Todo mundo le echa la culpa a la Democracia. La Democracia no tiene nada que ver con la economía, ése es un asunto que uno puede decidir sin necesidad de estar en Democracia: Pinochet con la dictadura y el neoliberalismo, China con un capitalismo estatal o Trump con un capitalismo populista.

Segundo, la Democracia parece que es lo que hacen los políticos y no lo que hacen los ciudadanos. Tercero, las democracias fueron tomadas por las élites, en Centroamérica lo tiene claro. Ahora tenemos otro problema, y es que las democracias fueron capturadas por celebritys populistas digitales, y ustedes tienen el ejemplo maravilloso de Bukele en El Salvador, o Trump en Estados Unidos o Bolsonaro en Brasil. Todos conducen a autoritarismos.

RP. ¿Por qué llegamos a tener una Democracia conducida por celebridades?

OR. Hay cuatro motivos: primero, los partidos políticos tradicionales han fracasado y sus líderes han fracasado porque se tomaron el Estado y nunca fueron capaces de cumplir el pacto democrático con la ciudadanía. Segundo, los poderes, que tendrían que mantener la autonomía están en entredicho como el Poder Legislativo.

Tercero, es la justicia que no funciona en toda América Latina sólo para los pobres, los ricos salen ilesos, es mafiosa la justicia. Y cuarto, estamos en el mundo de las redes digitales y lo cool hace que sea el caldo de cultivo perfecto porque un personaje, un influencer lo único que tiene que hacer es tener muchos seguidores en las redes digitales y tener un discurso muy cool.

RP. ¿Y ahora se gobierna por las redes sociales?

OR. No solamente las redes sociales porque eso no estaría mal, me parece bien que Bukele busque seguidores y diga todo el tiempo que lo aman y que él es el rey del twitter, todo bien, el problema es que eso no genera ningún impacto si la justicia no funciona. Las redes digitales te pueden dar muchos like pero no te pueden dar legitimidad democrática.

RP. ¿Por qué los líderes se embelesan por el poder?

OR. El poder es muy interesante, es una neurona que todos tenemos, todos tenemos un poder y nos encanta. Lo que le pasa a todos, ha pasado con Correa, con Chávez, con Cristina, con Lula, con Trump y hasta con el mismo Bukele, inician rodeados de gente muy amplia, gente pensante y buena, y a medida que se van enamorando de sí mismo van expulsando al que los critique y se van quedando con una manada que les dice tú eres un genio, tú eres muy bonito, tú eres una maravilla, y eso es muy fatal.

RP. ¿Hay condiciones para que la protesta social tumbe algún gobierno?

OR. Depende de los contextos. Por ejemplo, lo que está pasando en Colombia, si hubiera pasado en Ecuador, el Presidente hubiese caído, si hubiera pasado en Perú el Presidente se cae, igual en Argentina y Bolivia. En contexto de países donde la protesta social tiene bastante impacto, éste Presidente ya no podría existir.

RP. ¿Dejó de funcionar la Democracia y ahora son tiempos de dictaduras?

OR. La Democracia funciona demasiado bien porque la Democracia ha demostrado que cualquiera puede ser Presidente. Un presentador de televisión puede ser Presidente como Jimmy Morales en Guatemala. Hoy un twittero como Bukele, puede ser Presidente, hoy un presentador de Reality Show como Trump puede ser Presidente. Pero no hay un concepto de Estado, de sociedad, de futuro, de ideas, eso no existe.

RP. Y no se trata de izquierdas ni de derechas.

OR. El problema es que la izquierda y la derecha son igual de corruptas e igual de fundamentalistas. Por ejemplo, en Bogotá gobierna una alcaldesa que es lesbiana y vive con su pareja, eso es de progreso, pero en lo económico es de derecha, en lo social es de centro, en lo medioambiental es de centro. La izquierda tiene mucha responsabilidad por ser jurásica y por seguir una agenda del siglo pasado.

Que no sea izquierda, hay un nombre como progresismo, socialismos o como quiera, pero hay que defender lo público, estar en perspectiva de derechos, trabajar por una salud pública, por una educación pública, aceptar la diversidad sexual, trabajar por la soberanía territorial, son cosas obvias y que forman parte de las nuevas agendas.


Las enfermeras logran nuevos acuerdos con el gobierno


Radio Progreso

El presidente de la Asociación Nacional de Enfermeras y Enfermeros Auxiliares de Honduras, ANEEAH, Josué Orellana, informó que luego que la Secretaría de Salud incumpliera varios acuerdos relacionados con pago de deudas, jubilación y la contratación de personal, han logrado nuevos acuerdos.

“Hemos logrado acuerdos importantes con la Secretaría de Salud, y hemos sido claros que no vamos a dar más prórroga y los tiempos que están consignados en esta acta de compromiso deben ser cumplidos a cabalidad, de lo contrario estamos en la obligación de exigir de otra forma el cumplimiento de la misma”, dijo Orellana.

Señaló que se abordó el tema de inseguridad de las brigadas que están en la vacunación, y tanto la Secretaría de Salud como la Secretaria de Seguridad van a buscarle una solución en coordinación con los directores de hospitales regionales.

Josué Orellana, Presidente de la Asociación Nacional de Enfermeras y Enfermeros Auxiliares de Honduras, ANEEAH.“En el pago de cesantías se acordó que se va a terminar de pagar el año 2018 y parte del año 2019. En cuanto a las deudas, a más tardar el 30 de julio se va a hacer efectivo el pago de la deuda del año 2006 al 2010 y en el último trimestre se va hacer el pago del 905 del año 2008”, explicó.

Orellana dijo que, en el tema de los nombramientos, el proceso va a iniciar a partir del 01 de julio de este año con el primer grupo, el 01 de agosto el segundo y el 01 de octubre el tercer grupo. Pero advirtió que no ajustará el tiempo para nombrar a los más de dos mil 200 trabajadores de enfermería trasladando la responsabilidad únicamente a la Secretaría de Salud.

“A partir del mes de julio vamos a sentarnos con las autoridades para determinar que en el segundo semestre del año se van a reasignar a todo aquel personal de enfermería que está realizando funciones como enfermeros, pero nombrados en otras disciplinas, van a ser reasignados a auxiliar de enfermería para que tengan otro estatus en materia económica”, manifestó el Presidente de los enfermeros.

En cuanto al bono que está pendiente de mil 500 lempiras para los trabajadores de la salud, sostuvo que se acordó hacer una modificación presupuestaria que se enviará a la Secretaría de Finanzas para recibir el pago en los próximos días.


Mujeres sin techo, la tragedia invisible


Publico.es

Por Marcel Beltran 

Acudir a un centro de acogida y no tener a tu disposición algo tan simple como una compresa o un espacio de higiene privado. Estar más expuesta a la violencia en la calle que un hombre. No ser reconocida como una persona sin techo por los servicios sociales. Estos son algunos de los dramas cotidianos que debe hacer frente una mujer que no dispone de hogar.

– Yo no era nada. Nadie. Pero ahora vuelvo a ser Estebana.

Un jardín trasero en el que cae la luz y algunas gotas inofensivas de lluvia. Cinco sillas dispuestas en círculo y una sexta en la que se posan una cafetera y varias tazas. Plantas, flores, piedras, una manguera que zigzaguea en el suelo. El patio, por un costado, delimita con la fachada ondulada del monasterio benedictino que hay pegado a la finca. Quien alguna vez no se sintió nadie, y que hoy vuelve a ser Estebana, se recoge el cabello con una mano y con la otra aprieta un pañuelo húmedo. Viste un anorak rojo. La voz le vibra al hablar.

– Yo no era nada. Me encontré un día con una pared en blanco, con una maleta vacía. No era nadie.

Hace tres años Estebana Ortiz aterrizó en Barcelona. Hace tres años Estebana Ortiz lo perdió todo. «Yo no vine acá para ganar más dinero; yo vine acá para salvarme». Era funcionaria en su país, Colombia. Trabajadora social con más de 25 años de experiencia. Como defensora de los derechos humanos, el Estado la destinó a una zona de riesgo con la Cruz Roja. Cobraba su sueldo. Hasta que tuvo que huir porque su vida pasó a correr peligro. Al llegar a España, solo poseía una carta contractual a la que nadie hacía ningún caso. Fue como si algo muy profundo, muy metido en el fondo del cuerpo, se rompiera de golpe. «Yo era el soporte económico de mi familia allá. Era responsable de mis cuatro hijos y hasta de mi mamá. Y de repente aquí me veo sola, sin que nadie me ayude. Terminas hundiéndote, aplastándote… Pasas a ser nada».

Estebana explica que acudió al Servicio de Atención a Inmigrantes, Emigrantes y Refugiados para pedir asilo político. Estebana explica que le dijeron que estudiarían su caso, pero no cuando le darían una respuesta. Estebana explica que no sabía qué hacer. Esteban explica que tuvo que quedarse en la calle, y que en ella durmió con un tipo que nunca le faltó el respeto. Que luego le concedieron una plaza en un albergue, donde en principio tenía que permanecer solo dos semanas, pero que acabó pasando más de un año en ese hostal. Estebana explica que durante todo ese tiempo solo podía comer en un restaurante pakistaní y que el estómago se le redujo a cero, porque no estaba acostumbrada a esa cocina. Que en diciembre de 2020 por fin la trasladaron a un piso en Vilassar de Mar, pero que ahí vivían otras siete personas, y que se produjo un brote de coronavirus del que solo ella notificó a los sanitarios, algo que generó un conflicto en la vivienda y la llevó a tener que marcharse. Estebana explica que dejó de ser Estebana.

Sobre el jardín, que es verde oscuro, hermoso, se levanta la Llar Impuls. El edificio es de dos pisos y cuenta con un vestíbulo, dos salones, una cocina, una despensa, tres neveras, armarios, una terraza superior, baños, lavadoras, unas cuantas habitaciones que se abren y se cierran con su propia llave. Aquí, en esta casa que funciona como espacio de acogida desde julio de 2020 (antes era una residencia de estudiantes) y que gestiona Assís, una entidad dedicada a garantizar los derechos y ofrecer recursos a las personas sin techo, residen actualmente seis mujeres.

Todas ellas se quedaron sin vivienda a raíz de la crisis de la covid. «Son mujeres que nunca se habían encontrado en una situación como esta; tal vez estaban en una situación de precariedad sostenida, o de exclusión residencial severa, pero no se habían visto antes directamente en la calle», concreta Elena Sala, responsable del programa Mujeres con Hogar de Assís. «Te lo puedes imaginar: entraron muy frágiles». La Llar Impuls solo es uno de los muchos puntos de acción de una asociación que también coordina un centro de día y una veintena de pisos de inclusión por los que pasan usuarios con toda clase de problemáticas. Acaba de inaugurar un nuevo local, la Llar Violeta, también en Barcelona, con capacidad para 26 inquilinos. Un centro que sí que presentará una necesaria particularidad. Como en el caso de Impuls, solo acogerá a personas del género femenino que no dispongan de un hogar.

Una mujer sin techo es una mujer invisible. Una víctima de un problema que no se ve porque no se mira. Ese desconocimiento general viene precedido por varios factores. En primer lugar, porque cuantitativamente son una minoría: en el caso de la capital catalana nunca han excedido el 15% del total de personas en situación de calle. En segundo lugar, porque el fenómeno nunca se ha abordado desde las instituciones específicamente.

«La invisibilidad existe porque el sinhogarismo siempre se ha analizado desde la perspectiva mayoritaria, como si los únicos afectados fueran hombres», razona Sala. Hasta hace algunos años, ni siquiera había literatura científica sobre el tema. Un absoluto desierto. «No se han empezado a abrir servicios públicos concretos para ellas hasta el pasado octubre», comenta Sala, que añade que todo es tan reciente que ni siquiera los aspectos más básicos los tenían cubiertos. Una mujer llegaba a un centro de acogida y no tenía acceso a una compresa, porque no había. Una mujer llegaba a un centro de acogida y solo podía ducharse en el mismo sitio que decenas de hombres, porque los espacios de higiene eran compartidos.

Otro factor que provoca esa ignorancia es que las formas de sinhogarismo que padecen las mujeres no se manifiestan de un modo tan evidente en la vida pública, sino que ocurren muchas veces de puertas para dentro. Porque, como aseguran los expertos, el sinhogarismo no es un estado, es un proceso. «Estamos hablando de mujeres que viven en viviendas inseguras, inadecuadas. Mujeres que intercambian servicios a cambio de un techo. O que sostienen relaciones muy tóxicas para no quedarse sin nada. Eso es el sinhogarismo oculto».

En general, son ellas las que llegan más tarde a la calle. Y las que acostumbran a estar menos tiempo en ella. Según Sala, eso se explica por dos motivos: «Tendemos a cultivar más nuestras redes sociales, con lo que surgen más opciones en momentos difíciles, y nos adaptamos mejor a la precariedad y estamos dispuestas a aguantar situaciones límite antes que perder el hogar». Una resistencia que, aún así, define un hecho dramático: hay menos mujeres en la calle, pero las que finalmente llegan ahí lo hacen en peores condiciones que los hombres, tras haber sufrido mucho, con la salud mental, física y relacional más deteriorada.

Estabana se gira desde el patio y dirige una mirada calma, reposada, al interior de la estancia.

– Yo le agarré amor a esta casa.

Ella también vivió aquí durante unos meses, cuando tuvo que abandonar el domicilio de Vilassar. Ahora ya no, pero regresa siempre que se presenta la oportunidad.

– Yo era como la líder. La que organizaba, la que programaba… Me volví como la mamá de todas, pero porque sentía que tenía que dar lo mejor.

Hoy Estebana comparte un piso en L’Hospitalet con un chica marroquí. Más espacio, más autonomía, más intimidad. Otro paso hacia adelante. Pero cuando vuelve a la Llar Impuls, siente como si tuviera otra vez los pies en la casilla de salida, preparada para remontar. «Lo considero esa piedra que tú pisas para pasar al otro lado», dice. Entre estas paredes, con la ayuda de los equipos de acompañamiento de Assís, se estabilizó, retomó la vida doméstica, volvió a cocinar para ella misma, se formó como sociosanitaria. Comenzó a recuperar la confianza perdida. A encontrarse.

«Más que un piso, acá me ofrecieron una mano. Me decían: No pasa nada, Estebana. Y yo solo con escuchar eso ya iba fortaleciéndome. Cada funcionario me ha ayudado. Hasta el de la puerta, cuando me daba los buenos días». También encontró a un grupo de compañeras que estaban pasando por lo mismo que ella, con las que aprendió a convivir, a repartirse las tareas de la casa, a cuidarse, a salir adelante. «Construimos una hermanad», recuerda orgullosa.

«Aquí no solo las ayudamos cubriendo sus necesidades, también trabajamos mucho en su recuperación emocional, en intentar que vuelvan a sentirse tranquilas y seguras», apunta Sala. «Recuperar el control sobre la propia vidaes terapéutico. Ya implica un cambio, un primer salto». Sin embargo, dejan que sean ellas las que marquen los ritmos del proceso. «No les obligamos a hablar con nadie hasta que no quieran. Si les pides una y otra vez que cuenten su historia, puede parecer que les estés diciendo: Justifícame por qué te tenemos que darte ese bocadillo. Eso es revictimizarlas. Hay que tener en cuenta, además, que suelen ser personas que han vivido situaciones muy fuertes».

Una mujer sin techo es una mujer superviviente. Gran parte de las que alguna vez se han quedado sin hogar han sido víctimas de algún tipo de violencia. Hace unos meses Assís realizó una encuesta de perfil entre las personas que atiende y obtuvo datos contundentes. El 82% de las mujeres consultadas reconocieron haber sido víctimas de violencia física, psicológica o sexual en algún momento de sus vidas. El 64% víctima de violencia de género en el ámbito de la pareja y el 32% víctima de violencia sexual. También un 64% declaró haber sufrido violencia mientras dormía en la calle, un riesgo al que están mucho más expuestas que los hombres. El Observatorio Hatento de Delitos de Odio también confirma esa realidad: el 45% de las personas sin techo manifiestan haber sido víctimas de violencia motivada por la aporofobia; si solo contamos a las mujeres, esa cifra se eleva al 60%.

«La seguridad, tanto para los hombres como para las mujeres, es un valor fundamental. Pero en el caso de las mujeres es especialmente relevante, porque es un derecho vulnerado desde hace mucho tiempo», comenta Sala. Por eso es tan necesario que encuentren sitios como la Llar Impuls. Un espacio privado, un sitio en el que puedan dejar de sentirse en constante peligro. «Esto al final tiene consecuencias para cualquiera», continúa la educadora social. «Son mujeres que viven con la escopeta cargada todo el día. Cuando llegan aquí, después de procesos tan largos, de haber pasado tanto miedo, de haber picado tantas puertas, son terriblemente desconfiadas. Porque son mujeres que se han presentado como sin techo frente a los diferentes recursos, y nunca han sido identificadas como tales. Es un tema que se ha abordado desde la pobreza, se ha abordado desde la inserción laboral, se ha abordado desde muchos puntos… Pero nunca desde la exclusión residencial».

La pandemia también ha provocado que cambie el perfil de las mujeres que acuden a los centros pidiendo ayuda. Hasta ahora, lo más común era que fueran personas de más edad, por esa inclinación a resistir y aguantar lo que se pueda antes de quedar desamparadas del todo. Pero cada vez las entidades se encuentran con personas más jóvenes. «No es que la crisis de la covid haya generado eso, sino que ha acelerado los procesos y los ha visibilizado», reflexiona Sala. Actualmente, tres de las residentes de la Llar Impuls tienen menos de 25 años.

Estebana guarda el pañuelo en el bolsillo del abrigo, se levanta y lleva la cafetera y las tazas a la cocina. La entrevista ha acabado. Ahora es el turno de las fotografías, pero no puede demorarse mucho, porque luego tiene que marcharse al trabajo. Sí, al trabajo. Después de acabar las prácticas del curso en una residencia y de que la contrataran durante un tiempo, hoy forma parte del equipo de Assís: será auxiliar de noche en el nuevo centro que la entidad abre dentro de una semana. La mujer sin techo, la mujer invisible, da un nuevo paso hacia delante.

– Me siento grande. Otra vez grande.

«El cambio ya ha empezado. De aquí a unos años nos va a resultar impensable que una mujer que estaba en la calle tuviera que ir a un albergue con un 95% de hombres, que tuviera que ducharse en el mismo espacio que ellos, o que fuera a un centro de acogida y hubiera cuchillas de afeitar pero no compresas. Ojalá nos parezca aberrante, porque querrá decir que hemos avanzado», concluye Sala.


Los heraldos negros, una contemporaneidad contradictoria


Agencia Paco Urondo

Por Roger Santiváñez 

El poeta peruano Roger Santiváñez analiza el primer libro de César Vallejo para encontrar las razones de su vigencia.

Vamos a empezar con una idea de Michel Foucault que podría servirnos de base para iniciar esta interpretación de Los heraldos negros (Lima, imprenta Souza Ferreyra 1918, pero que recién circuló -como todos sabemos- en 1919). Sostiene el gran pensador francés que hay -en el hombre- “una especie de primitivo reconocimiento” del mundo, “antes incluso de que haya podido retomarse en la forma de un cogito, hay significaciones previas”. Y prosigue: “Así, una primera complicidad con el mundo fundamentaría para nosotros la posibilidad de hablar de él, en él, de designarlo y nombrarlo, juzgarlo y finalmente conocerlo en la forma de la verdad”. Y aquí lo más importante: “Si hay discurso, ¿qué puede ser entonces, en su legitimidad, sino una discreta lectura? Las cosas murmuran ya un sentido que nuestro lenguaje no tiene más que hacer brotar; y este lenguaje, desde su más rudimentario proyecto, nos hablaba ya de un ser del que él es como la nervadura”.

Podríamos decir que dicha “nervadura” constituye el lenguaje poético de César Vallejo en la obra que estamos estudiando. Afirma Foucault que en la interacción del sujeto del discurso con el mundo que lo rodea, en “ese intercambio, esa lectura, esa escritura nunca ponen en juego más que los signos. El discurso se anula así, en su realidad, situándose al servicio del significante”. Vemos con claridad que es una hermosa definición de la poesía. Intentaremos describir cuáles son los elementos que configuran el estilo de Vallejo en la formación -formalidad e informalidad- de significantes en cierta área de Los heraldos negros. Un estilo que, como afirmó Gutiérrez-Girardot, “logra mantener en incesante plenitud la conjunción de emotividad y cálculo de la palabra, cómo el poeta logra encontrar para los cuadros que brotan de sus excitadas visiones la expresión adecuada y concisa”.

Un tema que nos interesa es el del universo perdido de la infancia. Por supuesto, es uno de los grandes temas de la literatura en general. Pero aquí vamos a tratar de observarlo desde una perspectiva distinta. Entremos a la sección Canciones de hogar para analizar -como un todo- los cinco textos que la conforman. El ambiente que impera es de índole religioso. Así estamos ante “cuadros de santos”, “Como una Dolorosa, entra y sale mi madre”, alusión a una imagen de la Virgen María, “está la hostia, oblea hecha de Providencia”. Luego: “Hay soledad en el hogar; se reza”. No falta el tema bíblico: “Mi padre se despierta, ausculta / la huida a Egipto”. También: “Ahora yo me escondo, / como antes, todas estas oraciones vespertinas”, “Padre, aún sigue todo despertando;/ es enero que canta, es tu amor / que resonando va en la Eternidad” alusión a la vida eterna tras la muerte cristiana. Y finalmente los famosísimos versos “Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo, / grave”.

Ahora bien, habida cuenta de la profunda religiosidad del hogar vallejiano (conocemos perfectamente la historia de sus dos abuelos sacerdotes españoles) podemos encontrar que dicha fe está cuestionada, socavada diríamos, por la presencia de la muerte (la cual campea en la totalidad del poemario) y de una negatividad que rechaza toda aceptación complaciente del ordenado y estable mundo de la creencia religiosa. Veamos las marcas textuales o significantes (en el decir de Foucault): “mi ser recibe vaga visita del Noser”, “Y al verlos siento como un algo que no quiere partir” aunque partirá de todos modos, ya sea coyuntural -del hogar- o inexorablemente -la muerte-). Luego vienen los conocidos estribillos en relación a su padre y al hogar de “Los pasos lejanos”: “si hay algo en él de amargo, seré yo”, “si hay algo en él de lejos, seré yo”, “si hay algo quebrado en esta tarde /…. / mi corazón a pie”. Y el desgarrador testimonio por la muerte del hermano querido: “Miguel, tú te escondiste / una noche de agosto, al alborear”. Finalmente en “Espergesia”: “todos saben que vivo, / que soy malo”, “Y no saben / por qué en mi verso chirrían, / oscuro sinsabor de féretro, / luyidos vientos”. O lo que es más definitivo: “Y no saben que el Misterio sintetiza / que él es la joroba / musical y triste que a distancia denuncia / el paso meridiano de las lindes a las Lindes”. Es decir, Vallejo se inclina por resolver toda su preocupación metafísica en los planos del misterio -podríamos hablar de un claro agnosticismo aquí- pero que se lleva como un peso sobre la espalda -una joroba- musical y triste -¿Hay alguna definición más hermosa de la poesía?- que nos expresa y nos confronta con la existencia tan absurda que va de un lado a otro sin saber qué hacer “ni qué omnibus tomar”, como escribió Enrique Verástegui en uno de sus primeros poemas.

El poeta entonces se sitúa afuera -al realizar dicha operación de negar aquel supuesto paraíso perdido de la infancia, que -en realidad- vemos que no lo es por ningún lado. No hay nostalgia de ninguna especie, sino más bien una posición crítica. Del mismo modo ocurre con los poemas agrupados en la sección precisamente titulada “Nostalgias imperiales” que -se supondría- constituyen evocaciones henchidas de simpática memoria de la vida aldeana y la cultura andina; el Santiago de Chuco en el que Vallejo nació y creció hasta la primera juventud en que viajó a Trujillo, luego a Lima y en definitiva a Europa, aunque bueno es tener presente sus constantes regresos al pueblo natal.

En los cuatro sonetos que conforman la serie “Nostalgias imperiales”, si bien encontramos una aparente apología de la raza y la supuesta grandeza del imperio incaico o preincaico, el tono es manifiestamente crítico e insatisfecho con lo que está pasando. En el soneto I dice: “El campanario dobla…No hay quien abra / la capilla…Diríase un opúsculo / bíblico que muriera en la palabra / de asiática emoción de este crepúsculo”. Se trata de una realidad muerta que -de paso- es tipificada con vocabulario modernista filo-oriental, en momentos en que Vallejo empieza ya a dejar ese modo rubendariano que también está muriendo en su escritura. Esto queda claro en la siguiente estrofa en la que usa peruanismos de raíz quechua, fusionándolos -en avanzado supermestizaje- aún con sonido supérstite del modernismo: “Un poyo con tres potos, es retablo / en que acaba de alzar labios en coro / la eucaristía de una chicha de oro”. El vino cristiano trastocado en la bebida de los incas. Es fama el alarmado escorzor que causaron en la exquisita sensibilidad simbolista de Eguren dichos vocablos populares, lo cual no le impidió a Vallejo recrear a Eguren, el obscuro -como lo llamó Xavier Abril- manejando magistralmente su tonalidad dark como vemos en el poema “Aldeana”: “El ambar otoñal del panorama / toma un frío matiz de gris doliente!” (70) y “cual dos gotas de llanto / tiemblan sus ojos en la tarde muerta!” o “Lánguido se desgarra / en la vetusta aldea”. 

 En el soneto II leemos: “Hay ficus que meditan, melenudos / trovadores incaicos en derrota, / la rancia pena de esta cruz idiota”. En el primer verso destaca una imagen que se aproxima a la vanguardia (de este modo Vallejo se va alejando suavemente del modernismo como hemos mencionado) prosigue en el segundo verso aludiendo a los haravicus derrotados (si hacemos la equivalencia entre los trovadores medievales con los poetas quechuas) para cerrar la estrofa con un insulto al emblemático símbolo cristiano, lo cual ya es mucho decir si nos atenemos a la supuesta profunda religiosidad del poeta. El asunto está en que eso es lo que suscita en él la visión del poblado andino. Una realidad inmóvil, estática, muerta diríamos. Y que si estiramos esta interpretación llegaríamos a una suerte de vergüenza o embarazosa situación que linda con el fracaso histórico: “en la hora en rubor que ya se escapa, / y que es lago que suelda espejos rudos / donde náufrago llora Manco Cápac”. Quizá esto es lo que lleva a afirmar a la estudiosa norteamericana Michelle Clayton: “La secuencia ‘Nostalgias imperiales’ colocada en el centro de la colección forma una poesía insistentemente emparejada con el término ‘derrota’ “ [traducción mía] abundando en la siguiente cita: “parece el alma exhausta de un poeta, / arredrada en un gesto de derrota”. Y lo que es más rotundo e importante para una comprensión más total y abarcadora de esta obra: “Los heraldos negros insiste en ofrecer la imagen de un poeta rechazado por los lugares que visita o habita, en una carencia que no es sólo personal o del oficio, sino coyuntural a la época: una referencia englobadora a la inhabilidad de la poesía contemporánea para enfrentarse a una cambiante realidad” [traducción mía]. Esta situación estaría graficada en estos nítidos versos del texto “Hojas de ébano” (también de esta misma sección): “Y la abuela amargura / de un cantar neurasténico de paria / !oh , derrotada musa legendaria!”. En esto está clara -como afirma Ferrari en su clásico libro: “su participación en un espíritu moderno de la poesía”. O más nítidamente: “Vallejo toca en tales casos el vértice de la tensión poética, Su esfuerzo no es solamente el esfuerzo por expresar lo inefable, sino el esfuerzo por decir la imposibilidad de decir”. Este sería el problema de fondo en Los heraldos negros.

Otras marcas significantes de la disconformidad vallejiana con el entorno andino: “Llega el canto sin sal del mar labrado / en su máscara bufa de canalla / que babea y da tumbos, ahorcado”, “Llueve…llueve…Sustancia el aguacero, / reduciéndolo a fúnebres olores”, “El ojo del crepúsculo desiste / de ver quemado vivo el caserío”, “Las pallas, aquenando hondos suspiros, / como en raras estampas seculares, / enrosarian un símbolo en sus giros”. Tenemos vanguardia incipiente, pincelada indigenista, alusión religiosa; todo junto, mezclado y /o fusionado -muchas veces yuxtapuesto- en un juego de voces y conceptos caprichosamente construidos, elaborados con un característico tono lírico superpersonal en tránsito hacia una voz totalmente propia pero que todavía no lo es. A veces, Vallejo resuelve el problema con la inserción directa de la realidad con una forma que anuncia la poesía conversacional de décadas adelante: “Madrugada. La chicha al fin revienta / en sollozos, lujurias, pugilatos”. O bordea la vulgaridad más coloquial: “Lejos / el río anda borracho y canta y llora”. O con notable talento unifica indigenismo y vanguardia, potencializando -más allá de la distancia que toma- enormemente la riqueza de su lenguaje: “Y al sonar una caja de Tayanga, / como iniciando un huayno azul, remanga / sus pantorrilas de azafrán la Aurora”. Nótese que aquí está todavía el Azul rubendariano, más el atisbo erótico, el localismo insoslayable y el ultraísmo cosmopolita: Un artífice genial sin duda.

El rechazo del sitio es evidente en la “Oración del camino”: “Es tu raza, la pobre viejecita / que al saber que eres huésped y que te odian, / se hinca la faz con una roncha lila” y luego: “la aurífera canción / de la alondra que se pudre en mi corazón!”. En el siguiente poema “Huaco” encontramos: “Yo soy el llama, a quien tan sólo alcanza / la necedad hostil a trasquilar /…/ volutas de clarín brillantes de asco”. De todos modos una reivindicación étnica e histórica: “Soy el pichón de cóndor desplumado / por latino arcabuz” y otra vez y siempre, el recurso bíblico para enfatizar una redención -o mejor dicho resurrección de la raza sojuzgada por la conquista española: “y a flor de humanidad floto en los Andes / como un perenne Lázaro de luz”. Identificado con “la gracia incaica” que sin embargo “se roe / en áureos coricanchas bautizados” Vallejo nos expone esa “nervadura” de lenguaje -de la que hablaba Foucault al principio de esta ponencia- cerrando el poema: “A veces en mis piedras se encabritan / los nervios rotos de un extinto puma”. Se hace uno con la piedra ancestral andina y con audacia coloquial asume aquel “criadero de nervios” (como dirá en Trilce) que cobija en su sensibilidad extrema, inestable y desasosegada. En “Mayo” igual nos habla de “alientos rotos” y su malestar quedará nítidamente expresado en “Aldeana” cuando se coloca en posición de observador desde afuera: “De codos yo en el muro, / cuando triunfa en el alma el tinte oscuro / y el viento reza en los ramajes yertos”. Hay una opaca estática que lo separa del mundo aldeano que lo rodea, y allí mismo ve “que en la penumbra gualda y roja / llora un trágico azul de idilios muertos!”. Más muerte entonces, ahora con la memoria de los amores finados. Recordemos que -en el poema anterior, “Mayo”, Vallejo ha escrito: “o entregarse a los vientos atoñales / en pos de alguna Ruth sagrada, pura / que nos brinde una espiga de ternura / bajo la hebraica unción de los trigales!”. Busca una muchacha que no encuentra y la describe con reminiscencia bíblica -estando en los Andes- en medio de un campo judío. Directa traslación literaria de prosapia simbolista-modernista que se amestiza, diríamos más adelante, cuando “La zagala que llora / su yaravi a la aurora. / recoge !oh Venus pobre! / frescos leños fragantes / en sus desnudos brazos arrogantes / esculpidos en cobre”. La campesina es una greco-romana diosa pero chola y cobriza. Lo mismo ocurre con el artefacto que cuelga del becerro que nos ofrece “un himno de Virgilio en su cencerro!”. El poeta escucha al sumo vate latino sonando en plena altura andina. Este modus operandi vallejiano -proclive al occidentalismo- nos queda claro en la carta que dirige -desde Lima- a sus amigos de Trujillo el 27 de febrero de 1918 donde dice: “! Oh santa elasticidad ideal del simbolismo! ! Oh la Francia lírica moderna!”. Pero estábamos en los “idilios muertos” último verso del poema “Aldeana” con el que el poeta anuncia el texto que sigue, el archiconocido y precisamente denominado “Idilio muerto”.

En este poema -como lo ha insistentemente señalado la crítica- habría una férrea oposición entre la ciudad moderna -tipificada como “Bizancio” en el texto- y el poblado andino, donde permanece “Rita” la figura femenina del poema. Clayton sostiene que “Vallejo asocia una oralidad espontánea al perdido idilio de la sierra; su antigua interlocutora ‘mi andina y dulce Rita’ continua hablando en ausencia del poeta, quien contrariamente languidece silenciosamente en una improductiva bohemia urbana”. Y prosigue esta estudiosa norteamericana: “Pero esto no restringe la conversación a un posicionamiento utópico de la sierra en una suerte de fácil ruralismo; encarando su nueva situación venidera, el poeta gira también hacia nuevos tipos de comunicación que pueden y deben ser generados en el espacio de la ciudad”. Habría entonces un anhelo de comunicación -y de conocimiento, agregaríamos nosotros- “Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita / de junco y capulí” o “Qué será de su falda de franela; de sus / afanes; de su andar”. Y la incrustación oral: “y al fin dirá temblando: ‘Qué frío hay…Jesús!”. La distancia -o mejor dicho el vacío instalado entre los dos mundos: el urbano y el campo- llevarían a Vallejo sólo a comprobar su propia externalidad frente a ambos universos. El poeta queda ajeno al idílico espacio andino pero también disyunto de la ciudad y su bohemia literaria: “ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita / la sangre, como flojo cognac, dentro de mí”. Se trataría de la exclusión del poeta moderno en la realidad y sociedad contemporáneas.

Esta modernidad vallejiana es la clave de Los heraldos negros. “En gran medida, la poesía moderna no es tanto la expresión de un yo, como su búsqueda. Esta búsqueda la emprende el poeta a través de un yo que todavía no es él”, afirma Guillermo Sucre en un artículo sobre Vallejo. Sin duda, dicha empresa ocurre en el ámbito del lenguaje. Un lenguaje donde prima el modernismo rubendariano, pero con notorios “rasgos que nos hablan de una transición entre el modernismo y algo que ya no lo es”. Mas ¿qué es entonces? -pues -César Vallejo, cabría como única respuesta. Jean Franco viene en nuestro auxilio: “esta situación límite del lenguaje tampoco es captada como una reflexión iniciada por un yo consciente. Más bien, se trata de un poema/drama en el cual, el hablante poético, ensaya una y otra vez para dar coherencia al universo que no responde ni corresponde al sujeto”. Es una especie de grado cero de la escritura al que llega el genio de Santiago de Chuco, tras enarbolar desencadenadas, yuxtapuestas y muchas veces raras y/o anómalas distintas voces, en un collage de sonidos cuasi desesperados que no van a ninguna parte: “No habrá remedio para este hospital de nervios”, leemos al comenzar la sección “Truenos” o con la más rotunda y sincera expresión sobre nuestra absurda e incomprensible existencia: “Hay golpes en la vida, tan fuertes…Yo no sé”, en el poema escudo del libro. Es por eso que Clayton afirma, citando a Agamben, estamos ante “un experimentum linguae…en el cual los límites del lenguaje no se encuentran fuera de él, en la dirección de sus referentes, sino en la experiencia del lenguaje como tal, en su pura autoreferencia”. Allí radica entonces la gran verdad vallejiana, en la colusión de sus variados discursos; lo que confiere a su poesía la más extendida contemporaneidad que llega hasta nosotros y contradictoriamente, porque ese es el quid de la cuestión: No hay nada definido sino una maravilla de temporalidad suspendida. Recordemos lo que César nos canta en “Huaco”: “floto en los Andes”.

Roger Santiváñez nació en Piura, costa norte del Perú. Estudió literatura en la Universidad de San Marcos de Lima. Obtuvo un doctorado en poesía latinoamericana en Temple University, Filadelfia, Estados Unidos, donde trabajó 20 años. Su obra ha sido reunida en Dolores Morales de Santivánez. Selección de poesía 1975-2005» (Lima 2006), Sagrado. Poesía reunida 2004-2016» (Lima 2016) y Santificado sea tu nombre. Poesía 1977-2017» (Quito 2020). Fundó el grupo La Sagrada Familia (1977), militó en Hora Zero (1981) y fundó el estado de revuelta poética de neovanguardia denominado Movimiento Kloaka (1982-1986). Vive a las orillas del río Cooper, sur de Nueva Jersey, íntegramente dedicado a la contemplación, a la escritura y al estudio de los lenguajes de la poesía. Para este trabajo sobre Los heraldos negros utilizó la siguiente bibliografía: Poetry in pieces. César Vallejo and Lyric Modernity, de Michelle Clayton; El universo poético de César Vallejo, de Américo Ferrari; “Cronología de vivencias e ideas”. Aproximaciones a César Vallejo. Tomo I, de Ángel Flores; El orden del discurso, de Michel Foucault; “La muerte de Dios”. Aproximaciones a César Vallejo. Tomo I, de Rafael Gutiérrez Girardot; Vallejo dice hoy… Cómo leer poesía: Una aproximación metodológica, de Miguel Ángel Huamán; La nostalgia de la Inocencia”. Aproximaciones a César Vallejo. Tomo I, de Guillermo Sucre; Obra Poética, de César Vallejo y En los extramuros del mundo, de Enrique Verástegui.