jueves, 30 de abril de 2020

Carlos H Reyes: “Ministerio de Trabajo un defensor del sector capitalista y no de la clase trabajadora como es su obligación”



Por Riccy Ponce

Ante la llegada del Coronavirus o Covid-19 a el país y que se registrarán los primeros casos, el régimen decidió suspender las garantías constitucionales bajo el decreto PCM-021-2020.

Esto ocasionó que muchas empresas, microempresas, los pequeños negocios, vendedores informales (ambulantes) cerraran, dejando a un sin número de trabajadores sin el sustento diario, porque varias empresas los despidieron o los suspendieron, dejando a miles de familias sin posibilidades de poder mantenerse durante la crisis que está pasando el sector laboral durante la emergencia del Covid-19.

“Para hablar de ese tema debemos de ubicarlo en todo su contexto, o sea en la lucha de clases, si alguna duda ha habido sobre la existencia de esto, el coronavirus ha venido a desnudar las diferencias de clases”, expresó el dirigente sindical Carlos H Reyes.

Obreras en maquilas 2 Dijo que “este fenómeno de la lucha de clases de quien sale favorecido y quien no es un proceso que se ve a nivel mundial, entonces, salen favorecidos  fundamentalmente  las clases que tienen que ver con la propiedad del capital financiero, los grandes banqueros, otro grupo que sale  favorecido de esta crisis son los grandes empresarios, las transnacionales, los grandes terratenientes, los rentistas y los especuladores, ese es el grupo de los que sale favorecido”.

Así mismo dijo que “los  asalariados, los sub empleados, toda esa gente que está en la calle  vendiendo sus cositas, los desempleados, y la gente que está en extrema miseria, esta son las clases desposeídas que salen  afectadas con el coronavirus”.

Carlos H Reyes añadió que para la clase favorecida no es una crisis, es una oportunidad, por ejemplo los banqueros siempre salen beneficiados, el capital se centraliza más, y entonces tenemos cada vez menos ricos y cada vez más pobres en el país.

Por otro lado dijo que en el caso de las clases afectadas, son la de los pequeños y medianos propietarios, allí la mayor parte de esta gente va a quebrar, va a quedar en condiciones de que no va a seguir operando.

Indicó que el régimen anunció que les va a dar préstamos de no sé cuántos miles de millones para esta gente, que tiene que ir a los bancos y que no tiene cómo responder, de nada le sirve”.

ministerio trabajo

El líder sindical dijo que si bien es cierto  hay una serie de trabajadores de la empresa privada que si les están pagando, pero que a otros no tuvieron esa suerte.

“En el caso de los suspendidos, me estaban diciendo compañeros de las maquilas que ya van más o menos 70 mil solicitudes para suspensión de igual número de trabajadores, solo en las maquilas y ya no digamos  en otros sectores de la economía”.

Con la apertura de varias ferreterías han denunciado la gente que a varios les dijeron  que no puede trabajar porque están suspendidos, y uno de  60 y pico de años fue y le dijeron que el ya no puede trabajar, entonces ya perdió su trabajo”.

Al consultarle sobre cuáles son las condiciones en la que  se despiden los trabajadores Carlos H Reyes respondió.

“En primer lugar decir que en el Código del Trabajo hay una disposición que permite a los empresarios solicitar suspensiones de trabajo y el Ministerio  las puede aprobar en los casos que son de fuerza mayor,  y en este caso están los empresarios utilizando ese instrumento para solicitar suspensiones hasta de cuatro meses de los contratos de trabajo, esa misma disposición legal establece que  las suspensiones son sin responsabilidad  para las partes, lo que quiere decir que a los trabajadores durante esos 120 días no les pagan absolutamente nada”.

agencia bancariaAñadió que “el estado tiene la obligación de tomar medidas para paliar la situación de los afectados y es definitivamente lo que no está haciendo, y en el caso por ejemplo  de estas suspensiones que ha solicitado, no pueden aprobarse porque este caso se trata de una situación anormal, esto es una pandemia, entonces no pueden aplicar la legalidad normal, sin embargo han emitido una ley en la que están prácticamente promoviendo a los empresarios para que soliciten suspensiones y en esa misma ley  autoriza al Ministerio  de Trabajo”.

En cuántos la propuesta planteada para quitarle a los trabajadores las vacaciones para que sean tomadas por los días que no trabajaron, el líder sindical añadió que “eso es otra injusticia que está haciendo el Ministerio de Trabajo, esto es totalmente ilegal, eso no procede y ningún sindicato se va atrever a decirle a sus afiliados  miren por el tiempo que han estado sin trabajar por el coronavirus, cámbienlo por las vacaciones,  porque definitivamente nadie va a aceptar eso porque eso es una  situación errónea de parte  del Ministerio de Trabajo”.

Finalizó diciendo que son dos situaciones que desnudan al Ministerio de Trabajo como un defensor más bien del sector capitalista y no de la clase trabajadora, como es su obligación aplicar el Código del Trabajo, entonces todo  ese tipo de legislación, todo ese tipo de normativas que ha emitido el Ministerio de  Trabajo, precisamente  va en contra más bien de los trabajadores.

Hasta la fecha se han registrado varias protestas por la exigencia de comida al régimen, ya que ha transcurrido más de un mes de estar en las casa encerrados y las personas que viven con su trabajo diario ya no tienen como mantenerse.

Pero la respuesta del  gobierno ilegal de Juan Orlando Hernández fue mandar a sus fuerzas represoras a desalojar de manera violenta a punta de gas y de balas a la población que sufre los embates del Coronavirus en Honduras.

La dictadura es el virus



La estructura criminal más organizada de América Latina tiene sede en Honduras. Es la misma mafia que robó el dinero de la transformación nacional después del huracán Mitch y que ha cumplido 11 años saqueando el Estado después del golpe de 2009. Y que hoy se exhibe otra vez robándose el dinero del Covd-19.

La presidenta del Colegio Médico de Honduras, Suyapa Figueroa, lo ha descrito correctamente: La pandemia es la corrupción que destruye la salud pública a favor de los bolsillos de un grupo de funcionarios y de sus amigos los inversionistas privados de hospitales.

En apariencia, han sido destituidos tres altos ejecutivos de COPECO denunciados por la ejecución fraudulenta de centenares de millones de lempiras en compras de equipos y materiales médicos inútiles; en apariencia, porque los acusados siguen ahí sin haber sido requeridos por la Fiscalía.

En este desastre ético en cuarentena no sólo ha sido la compra de chatarras a través de los amiguetes intermediarios de la cúpula criminal que dirige el país, sino la mentira vulgar repetida a la población que se contagia y muere en tiempo real, sin hospitales de verdad, sin pruebas de verdad, sin reconstituyentes serios de sus sistemas inmunológicos.

Es una vergüenza la gerencia de esta pandemia en Honduras en términos de ética pública ante los ojos de la OMS, de las Naciones Unidas y de la población en general. Desde febrero tenían todo calculado en el Congreso, en la Gaceta, en COPECO y en el tal SINAGER para crear el marco de emergencia sin licitación, con una ley de aceleramiento económico que inyecta dinero al hocico de los buitres. Y quieren seguir aprobándose más dinero en medio de la recesión mundial.

En este contexto de robancina en medio de la desgracia nacional, el gobierno de Turquía aclaró que no está vendiendo ningún hospital a Honduras como informó COPECO, al contrario casi dijo que si le hubieran solicitado en donación lo habría hecho con gusto. Pero no lo hicieron los criminales del Covid, porque adquirir en donación no es negocio para ellos.

El forense Denis Castro, por iniciativa propia, mostró mascarillas en frágil papel desechable que COPECO compró por más de 100 lempiras cada una, y en Villanueva la prensa mostró unas carpas de circo abandonadas que los voceros del Sinager llaman hospitales móviles valoradas en millares de dólares.

El pueblo obediente en confinamiento dentro de sus casas y el pueblo hambriento en resistencia sobre las calles está harto de este comportamiento miserable que hace sonar los nombres de Investh, Dimex, David Chávez, Gabriel Rubí, Marco Antonio Bográn, sobrino del oráculo perverso, y el propio Juan Orlando Hernández. Son todos lobos de una manada que conocemos.

El robo es tan vulgar que la gente en las calles lo sabe, porque las adquisiciones hechas hasta ahora son todas pirujas de forma, tamaño y funcionamiento, y el sólo detalle que tienen elevado es su precio. Es la misma historia del Seguro Social en 2011 o la misma farsa informática del 2017.

En medio de esta pandemia corrupta el régimen no asegura la gratuidad del agua, la electricidad, los combustibles ni garantiza los salarios de los trabajadores confinados ni la comida de los 4 millones de familias empobrecidas que reciben raciones sectarias, incompletas, insuficientes, miserables.

Por esta horrible injusticia que se suma a la mentira oficial, la gente está tomando lentamente las calles en varios departamentos del país literalmente por hambre de comida y sed de justicia, exigiendo respeto. En respuesta, las manifestaciones han recibido balas vivas y gases lacrimógenos, como ocurrió esta semana en la aldea Las Metálicas, en el municipio de Tela, en Siguatepeque, Comayagua; en El Progreso, Yoro; en Choloma, Cortés y en la capital, entre otros sectores.

El empresario Roberto Contreras, por su parte, ha decidido someterse a una huelga de hambre desde la mañana del próximo lunes en San Pedro Sula, porque la mafia de la dictadura no solamente le cobra los impuestos y la energía eléctrica sin haber generado ingresos en sus restaurantes, sino que además lo amenaza.

En medio de la tragedia nacional, el régimen impostor construye escenarios de porvenir luminoso con derrames de leche y miel, de sobreabundancia, de paz y tranquilidad; mientras, los hijos rapaces del “cariato” roban a lo bruto, abren los negocios de sus amigos, inducen el cierre o la destrucción de los mercados populares, y lanzan al ejército contra su pueblo.

El cronista y poeta Fabricio Estrada dice al respecto que desde el inicio de la cuarentena en marzo hubo una campaña sistemática de la televisión y la radio controlada por Juan Orlando Hernández contra los mercados de Comayagüela como sitios masivos de contagio.

“Ojalá se contaminen todos los que venden ahí”, decía una portavoz de esa feroz clase media que asiste también en masa a los centros comerciales de los agiotistas del régimen azul y a los súper mercados de la dinastía liberal coludida con el diablo.

“Estos ignorantes nos llevarán a la desgracia con esos tumultos en Comayagüela” repetía uno de los felinos caza votos que utilizan a los locatarios como mulas electorales. Luego, ya instalada la consigna de que el Covid 19 habitaba en los mercados populares, el nazismo local prendió fuego al mercado Colón. Y no es la primera vez, concluía el poeta.

Por la noche, otra vez la cadena; otra vez el impostor adelantándose a resumir una plática telefónica con el líder del fracaso estadounidense, Donald Trump, afirmando que éste le prometió respiradores mecánicos, traslado de makilas chinas al valle de sula para evitar las caravanas y que todo irá sobre ruedas. Minutos después, el fracasado supremacista blanco reveló en rueda de prensa que realmente lo que ofreció a Hernández fue experimentar en pacientes hondureños sus cockteles de hidrocloroquina para vencer el Covid-19. Y que ese desinfectante es maravilloso.

¡Vergüenza de dirigentes! ¡Vergüenza de humanos, sinvergüenzas!

Al pueblo le toca resolver esta situación y es de nuevo a la Convergencia Contra el Continuismo el actor social al que le toca trazar la ruta.

Población que se encuentra en retenes de bioseguridad son agredidos por agentes del estado



Por Riccy Ponce

En los últimos días se ha registrado una serie de ataques  por parte de la Policía Militar y Nacional en sectores donde la población  mantiene retenes de  bioseguridad para  evitar la propagación del virus,  que hace más de 40 días  mantiene en zozobra a la población  hondureña.
Tras registrarse los primeros casos en Honduras de esta pandemia, que  aqueja a todo el mundo, distintos sectores del país se unieron en sus comunidades, pueblos y ciudades para colocar retenes de bioseguridad para mayor control de las personas y para vigilar que todos tomen las medidas de salud y así evitar la propagación del Covid-19.

Esto ha provocado un descontento entre los elementos represores del Estado, que a sus anchas andan destruyendo cercos de bioseguridad instalados por la población, amenazando, difamando y agrediendo a personas que están intentando cuidar a sus comunidades de la pandemia, tal como es el caso de dos jóvenes en Santa Bárbara.

Según conoció el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), el viernes 24 de abril entre 7:30 y 8:00 de la mañana, llegó un grupo de policías preventivos de Peña Blanca al mando del Agente Espinal, a un retén ubicado en el Barrio el Zapote, en El Mochito, Santa Bárbara, donde los pobladores han instalado desde que se inició la emergencia por el Covid-19  un retén con apoyo de todas las personas de la comunidad, como una medida preventiva ante la amenaza latente de la pandemia.

Según informaron al COFADEH, los policías llegaron al retén y uno de ellos se dirigió al joven Oscar Machado, quien al ver que llegó la policía se puso a grabar y a transmitir en vivo en Facebook cuando llegó la patrulla, e inmediatamente lo agarró a patadas en el brazo y en el codo con la intención de votarle el teléfono, pero como no lo logró le pegó una manotada en la cara para que lo soltara, al ver que no tuvo éxito, lo arrinconó en la patrulla para que así lo soltara.

En eso llegó otro policía e inmediatamente le roció gas pimienta en la cara para que él se rindiera y votara el teléfono. Ante la reacción por el químico lanzado a su cara, el teléfono cayó al piso y lo recogió otro compañero de nombre Eduardo Vásquez, a quien un agente cobra lo pateó en el hombro  para que no recogiera el aparato celular. Además lanzaron dos bombas lacrimógenas para dispersar la gente que estaba en el retén según informaron defensores de la zona a procuradoras del COFADEH.

También informaron que luego de los hechos los subieron a la patrulla y los llevaron detenidos a la Posta Policial de Las Vegas, Santa Bárbara y les decomisaron tres bombas para rociar vehículos, una cadena, los conos y un botellón que habían instalado para recolectar dinero voluntariamente para ayudar a una señora que estaba enferma.

Una vez en la Posta, un policía de apellido López lo agredió verbalmente diciéndole: Deja de andar bramando como marica, revisá el teléfono de esa basura, si anda videos se la va a ganar este hijo de tantas y lo sentenció diciéndole: Ya vas a ver.

Asimismo, otro policía de apellido Avilés, lo sentenció: “Te quiero volver a ver en la calle y ya verás lo que te va a pasar”, dijo al COFADEH una de las víctimas agredidas por elementos policiales.

También informaron que producto de los gases que les lanzaron en la cara sentía que se asfixiaba, no podía abrir los ojos y aún en esas condiciones le pegaron una patada en la espalda. Como producto de estos golpes le duele el pecho y siente que no puede respirar, tiene aruñones en la espalda y los brazos.

Se conoció que  una vez liberados fueron llevados a un centro de salud y debido al dolor y daños causado por los golpes, les brindaron los primeros auxilios y les dieron algunos medicamentos para el dolor y a Oscar lo refieren a ortopedia, por posibles daños en la muñeca de su mano derecha.  Los jóvenes permanecieron detenidos desde las 8:00 a las 11:00 de la mañana.

Pero esto no solo es en  un sector del departamento de Santa Bárbara, también se ha registrado en Lempira y en la Zona Sur, específicamente en la Península de Zacate Grande, donde un poblador que permanecía en un retén   de bioseguridad fue agredido por un policía que no quiso pasar por las medidas de seguridad para entrar a la comunidad.

Así mismo en otros sectores del país se están registrando graves violaciones a los derechos humanos a la población que se manifiesta exigiendo alimentos,  tras permanecer alrededor de 40 días en cuarentena  y no tener como mantener sus familias.

«En esta crisis por primera vez nadie espera que las soluciones vengan de Estados Unidos»



Por Arturo Puente 

El periodista destaca que la clave de la respuesta asiática al coronavirus ha sido «anteponer la sanidad pública y los intereses de la población a la economía».

Uno de los efectos más claros de la crisis del coronavirus en la política internacional ha sido subrayar el papel de China y el pacífico occidental en un mundo multipolar. Rafael Poch-de-Feliu (Barcelona, 1956), quién fue corresponsal de La Vanguardia en Moscú desde la caída del muro hasta el 2002 y en Pekín desde ese año hasta 2008, ha visto de cerca tanto el cambio de hegemonías al final del siglo XX como el ascenso del gigante asiático.

El periodista apunta ahora a Estados Unidos como el país que podría salir peor parado de la pandemia, al tiempo que señala que la Unión Europea está «en la UCI». Además Poch alerta de que la clave de la respuesta asiática al coronavirus no han sido tanto las medidas autoritarias sino «anteponer la sanidad pública y los intereses de la población a la economía».

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El inicio de la crisis del coronavirus en China fue descrita por algunos medios como «el Chernobyl chino», sugiriendo el inicio de la decadencia de la potencia asiática. Un par de meses después, parece todo lo contrario…

Hay que ser muy prudentes, porque de este virus nos falta mucha información, pero de momento el Chernobyl no es tanto chino como americano. Yo hace unas semanas, cuando el principal foco era Europa, escribí que el siguiente problema gordo podía ser el de Estados Unidos, y eso es lo que tenemos ahora. En Estados Unidos se están confirmando las cosas más locas que se pensaban sobre ellos, como que es un país que pone el dinero por delante de la gente o que tienen unos responsables políticos absolutamente disparatados… Y mientras eso pasa en Estados Unidos, en China parece que de momento están saliendo. La actitud exterior china no solo no ha sido negacionista sino que ha dado información muy fluida a la OMS y ha hecho una labor de ayuda extraordinaria. Esta es una crisis en la que por primera vez nadie espera que las soluciones vengan de Estados Unidos, y parece que algunas incluso van a venir de China.

¿Por qué cree que se no se espera que las soluciones vengan de EE.UU? ¿Muestra una decadencia del país como potencia única o es por otras razones?

La crisis ha puesto en evidencia una situación que ya teníamos, que es una tendencia a cierto relevo de potencias. No en el sentido de que China vaya a ser la próxima superpotencia hegemónica, no está claro que China quiera ser eso, pero sí en el sentido de que el vector que ya conocíamos de que la potencia estadounidense se iba relativizando mientras la china se iba aumentando. Esta pandemia nos ha ofrecido una fotografía de eso. Y todo aquello que barruntábamos, de repente, lo vemos.

Antes sugería que quizás China no quiere ser esa potencia a la que parece estar llamada a convertirse. ¿Por qué?

Por tradición secular, China ha sido un país y una cultura introspectiva, más bien cerrada en sí misma. No ha sido una potencia expansiva. Sí, ha tenido cierta expansión imperial en su inmediato entorno, pero no ha sido un imperio de comercio de gran distancia ni nada de eso, como fueron las potencias europeas. Y el motivo podría ser la gran fragilidad interna que siempre ha tenido China, un país en el que siempre han coincidido las sequías, las inundaciones y, en fin, ha habido enormes problemas de gobernabilidad interna. También cierta idea de superioridad, de «nuestra civilización es la más perfecta y hay que defenderse de los bárbaros», lo que la Muralla China representa.

Pero todo esto puede ser música celestial si lo comparamos con los imperativos de la globalización, cuando hablamos de una potencia industrial y de exportación, que necesita materias primas para funcionar, y eso cambia mucho las cosas. Desde el momento que eres la fábrica del mundo necesitas cierta política exterior.

En Europa se ha instalado cierta idea fatalista de que, si vamos a competir con China, hace falta que demos un giro tecnocrático. ¿Es así?

Antes hablábamos de Chernobyl. En estos momentos Europa está en la UCI, clarísimamente. También ha ofrecido una fotografía en esta crisis de todas las miserias e insuficiencias que la Unión Europea demostró durante la crisis del 2008. El egoísmo de Alemania, la incapacidad de hacer una política solidaria dentro de un esquema diseñado como una autopista de la globalización neoliberal. Eso es muy difícil de transformar y agudiza la crisis interna de la UE.

Una crisis que parece recurrente entre el norte y el sur europeo.

En el caso de Alemania las posiciones han sido espectaculares, en una de las últimas reuniones de la UE se estaba discutiendo qué hacer y había una presión muy fuerte de los países como Francia, Italia y España para hacer algún tipo de política solidaria. Eso debía hacerse dentro de la Comisión, pero la Comisión estaba dominada por Francia, Italia y España, en términos numéricos, así que el truco de Merkel fue que esa decisión se tomara en el Eurogrupo. Este tipo de trucos ahora cada vez huelen más y son los que llevan a la UE a la UCI. La Comisión Europea, entre 2011 y 2018, exigió en 63 ocasiones a los países miembros que recortaran sus gastos en sanidad. Esto es muy difícil de olvidar.

Así como en la crisis pasada no parecía tan factible, en la actual crisis se habla en voz alta de la posibilidad de una ruptura de la UE. ¿Cree que es posible?

Creo que estamos hablando de cosas que en cierta manera ya han sucedido. Siempre pongo el ejemplo de la Sociedad de Naciones, la antecesora de la ONU. Fue un acontecimiento histórico, por primera vez las naciones del mundo intentaban ponerse en común, conscientes de que debían tratar problemas generales. La práctica demostró que no pintaba nada y se acabó disolviendo sin que nadie lo notara. Pero luego se creó la ONU. ¿Por qué? Porque la necesidad de una coordinación entre estados para un gobernanza mundial existía. Pues yo creo que con la UE pasará lo mismo, no sirve para nada, está complicando las cosas, nos ha quitado soberanía y democracia, es imposible de cambiar con el actual esquema pero, al mismo tiempo, la necesidad de una integración entre las naciones de Europa es por todos reconocida y fundamental.

¿Las democracias liberales están peor preparadas para afrontar una crisis como la del coronavirus o no tiene nada que ver con sistema político?

La pregunta es: ¿Para vencer al coronavirus tenemos que ser un régimen autoritario de partido único? Pues creo que es una idea disparatada. Porque de momento, insisto en el «de momento», quien lo ha hecho bien no es solo China sino Asia Oriental en general. Y ahí tenemos regímenes políticos muy diferentes: Japón, Taiwan, Corea del Sur… Y en China ha habido medidas de tipo autoritario pero también otras que simplemente tienen que ver con el buen gobierno y con anteponer la sanidad pública y los intereses de la población a la economía. Eso ha ocurrido bajo diferentes métodos. Ahora, sí que es necesaria cierta disciplina cívica y cierto regreso a una gobernanza estatal efectiva, cosas que en occidente se han perdido en beneficio de la gobernanza empresarial.

Uno de los debates es sobre las medidas de protección a la salud en contraposición con el impacto económico que podían generar. Y se le pueden sumar también los derechos. ¿Cree que en Europa se ha resuelto bien esta cuestión?

Respecto a las libertades, en condiciones de pandemia la solidaridad pasa por el distanciamiento social. Parece contradictorio, pero no, es absolutamente claro. El confinamiento por tanto no solo no es autoritario sino que es altruista y solidario. Ahora bien, el dilema entre la economía y la salud no es ninguna tontería. Otra cosa es que el capitalismo siempre prime la economía en detrimento de la población. Pero en una posición 100% humanista, atenta a los intereses de la población, la pregunta continúa siendo válida: ¿Hasta qué punto este confinamiento llevado más allá de lo razonable no se puede volver contra nosotros? El dilema este es muy serio, independientemente de que Trump o Merkel le hayan dado una respuesta asquerosa desde el principio.

En un sistema comunista también habría este dilema, ¿no?

Claro. Por eso hay que buscar un balance. Pero es muy difícil porque esta pandemia, sin ser históricamente nueva, es novedosa porque hace tantos años que no ocurría algo así, y nunca en una sociedad tan moderna, que estamos en terreno desconocido.

Rusia ha apostado por unas medidas mucho más blandas que China o el sur de Europa en relación con el coronavirus. Parece que se ha alineado más con los países negacionistas. ¿Por qué cree que ha sido así?

Hay un punto de misterio en la respuesta rusa a esta pandemia, aún no está claro si es que han tenido suerte, si han acertado mucho en las medidas preventivas, o si han sido de una incompetencia increíble. O podría ser una combinación de todas estas. En primer lugar, las características de la sociedad rusa dan ventajas: hay menos sociabilidad que en España o Italia, tienen un espacio físico enorme, las redes viarias son menos fluidas, hay mucho comercio con China, pero es sobre todo de petróleo y gas… todo esto ayuda a que el impacto sea menor. Además Rusia cerró ya en enero la frontera con China, y desde febrero los pasajeros a Moscú eran controlados por equipos médicos, y a quien daba fiebre se le metía en casa por 40 días. Todo eso ocurrió.

Más allá de lo que dice el Gobierno de Putin, entonces, ¿la clave es que Rusia apostó por la prevención?

Sobre todo fueron medidas muy prontas, ya desde enero. A partir de ahí, la vida en Moscú ha continuado con pocos cambios hasta hace prácticamente una semana. Pero tienen pocos casos y por eso, a la pregunta de si se falsea la información, pues es totalmente plausible. Yo sostengo que en este tipo de crisis la estadística se convierte en un recurso de Estado: cada uno cuenta los muertos como quiere. Y eso es aplicable tanto a China como a Rusia, pero también lo estamos viendo en España.

Hay quien sostiene que la crisis del coronavirus puede generar un giro hacia posiciones más solidarias o de defensa de los servicios públicos. ¿Lo ve de forma tan optimista?

Yo lo que veo claro es que las cosas van a cambiar. Pero, ¿En qué línea? Esta es la cuestión. ¿Hay oportunidades para un cambio negativo o positivo? ¿Puede acabar esto en una guerra? Por qué no. ¿Puede acabar en una revuelta social o en un despertar social? Pues también, puede ser. Ahora bien, también es posible una utopía de estas orwellianas, con más control social. Yo creo que el futuro está bastante abierto y tenemos que reconocer que simplemente no sabemos qué va a pasar.

¿Un segundo «New Deal» también para Latinoamérica?



Por Juan J. Paz-y-Miño Cepeda

En su Historia del Siglo XX, el historiador marxista británico Eric J. Hobsbawm (1917-2012) sostiene que este “corto” siglo (no coincide con el cronológico) se inició con la Revolución Rusa de 1917, esencialmente porque se abrió la posibilidad de un nuevo sistema, distinto al capitalismo. Siguiendo su concepto, podría decirse que para América Latina el siglo XX-histórico se inició con la revolución mexicana de 1910 y particularmente con su Constitución del año 1917, porque esos procesos marcaron el lento camino de superación del régimen oligárquico, comenzó la cuestión social y despegó definitivamente el capitalismo, aunque a distintos ritmos entre los países.

En ese siglo se ubica la “crisis de los años 30”, estudiada ampliamente en la pionera obra The Great Crash 1929 (1954) del economista norteamericano John K. Galbraith (1908-2006). Para él, la crisis se originó en cinco factores: 1. La pésima distribución de la renta: el 5% de la población, con rentas más altas, concentraba una tercera parte de la renta nacional (“el rico no puede comprar grandes cantidades de pan”); 2. Muy deficiente estructura de las sociedades anónimas: creación de holdings y trusts, dedicados a la especulación e interesados en acrecentar rentabilidades; 3. Pésima estructura bancaria: de modo que la quiebra de un banco arrastró a otros; 4. Dudosa situación de la balanza de pagos; 5. Míseros conocimientos de la economía de la época: los empresarios, asesores y economistas del presidente Herbert Hoover (1929-1933) contribuyeron a agravar los problemas, porque se manejaban con dogmas sobre reducción de impuestos, salarios, ajustes presupuestarios, condiciones de mercado, renunciando a políticas económicas de Estado. 

Las crisis en varios países de América Latina venían de antes. Exportadores primarios, con algún producto base, sus economías tuvieron serias dificultades cuando la I Guerra Mundial (1914-1918) cerró los mercados europeos. El giro hacia los EEUU fue renovador; pero el “gran crash” sorprendió a la región en condiciones débiles y contribuyó al derrumbe de sus propias economías, que dependían tanto de productos importados como de la demanda externa. Cayeron café, azúcar, algodón, cereales, salitre, petróleo, arrastrando a todos aquellos países que obtenían sus mayores recursos de las exportaciones. El cacao ecuatoriano había entrado en crisis desde 1920 y ella se prolongó tres décadas. Pero si en los mismos EEUU había “míseros conocimientos” de la economía, en prácticamente toda Latinoamérica las soluciones procuraron movilizar las fórmulas tradicionales, manteniendo reprimidos los salarios de quienes lo ganaban, pues hay que recordar que la mayor parte de la población de los países latinoamericanos era rural, con campesinos e indígenas todavía sujetos a diversas formas de servidumbre. Eran soluciones oligárquicas, ni siquiera “capitalistas”.

El cambio, para los EEUU, la solución vino con el presidente Franklin D. Roosevelt (1933-1945), quien fue el primero en abandonar los dogmas del mercado libre y del empresariado inversionista, e imponer la acción directa del Estado, con el programa que pasaría a denominarse “New Deal”: más impuestos, políticas públicas, inversiones, control de emisiones, direccionamiento de créditos, fijación de tasas de interés, regulaciones sobre empresas; junto a políticas como la seguridad social, pensiones jubilares, subsidios para desocupados, incremento de salarios, prohibición de despido de trabajadores, recursos estatales para movilizar el trabajo. Fueron acciones de gobierno tildadas de “comunistas” por los ortodoxos y de “deplume a los ricos”, por parte de los gerentes de las corporaciones. Pero la crisis cedió, los EEUU iniciaron la construcción de una economía social y Roosevelt fue reelecto por tres ocasiones más, hasta su muerte, en 1945.

Sin embargo, hay un rasgo poco conocido sobre estas políticas, destacado por Mario Rapoport y Florencia Medici, en su interesante artículo “Corazones de Izquierda, Bolsillos de Derecha: El New Deal, el Origen del FMI y el fin de la Gran Alianza en la Posguerra”: Roosevelt fue pionero en consultar con académicos y profesores universitarios, pero solo escogiendo a los de línea progresista y marginando a los ortodoxos. Formó así un primer “Brain Trust” integrado por Raymond Moley, Rexford Guy Tugwell, y Adolf A. Berle Jr., todos profesores de la Universidad de Columbia, a quienes se unirían, más tarde, Henry A. Wallace, Jacob Viner (Universidad de Chicago) e incluso Harry Dexter White, Lauchlin Curri, Henry Morgenthau Jr. y Cordell Hull. 

Entre ellos había posiciones críticas a los empresarios por sus conductas especulativas, cuestionamientos al dogma de que el interés individual capitalista provoca crecimiento y bienestar social, desconfiaban de las soluciones monetaristas; Wallace no ocultó sus simpatías por la URSS; Currie y White eran vistos con sospechosa actitud hacia el comunismo. En 1944 White fue, junto a John M. Keynes, un promotor de la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI), bajo la idea de implantar un “New Deal” mundial. Después de la II Guerra Mundial (1939-1945) Keynes pasó a influir en forma determinante sobre el pensamiento económico, que dio continuidad a la línea del fortalecimiento de las capacidades de la demanda, con actuación reguladora de los Estados.

La crisis de los años 30 no tuvo iguales soluciones en América Latina. Un país como Ecuador, inauguró con la Revolución Juliana (1925-1931) una serie de políticas coincidentes, en mucho, con el New Deal y anticipándose a él. Eran medidas necesarias para liquidar el régimen oligárquico y el dominio de la “plutocracia”; pero instituciones como el Banco Central, que también fue creado en Brasil, Bolivia, Chile y Colombia, requirieron la influyente presencia de la Misión Kemmerer, la cual tuvo el propósito de generalizar, en América Latina, el mismo esquema de la Reserva Federal norteamericana. 

En Brasil, la política “populista” de Getulio Vargas (1930-1945 y 1951-1954), la de Lázaro Cárdenas en México (1934-1940) o la de Juan Domingo Perón en Argentina (1946-1955 y 1973-1974), bien pueden ser comparadas con las del New Deal de Roosevelt, pero tuvieron sus propios fundamentos en las necesidades antioligárquicas, la industrialización capitalista, el nacionalismo y la atención favorable a la creciente “cuestión social”.

De aquella época, cuando se produjo la primera crisis mundial de la era imperialista, hasta el presente hay, sin duda, una distancia histórica que se acerca a un siglo. Pero la inédita crisis actual, provocada por la pandemia del coronavirus, ha arrasado, nuevamente, con los dogmas del mercado libre, la empresa privada desregulada y el retiro del Estado. 

En Europa se argumenta a favor de recuperar los “Estados de bienestar”; en los EEUU, muy tibiamente y a regañadientes, se logra entender el papel de los Estados por encima de las grandes empresas y se vuelve a hablar sobre la necesidad de otro “New Deal”, en lo que ha persistido el senador demócrata y excandidato presidencial Bernie Sanders. En América Latina, son precisamente las respuestas neoliberales, que han sido convertidas en políticas de Estado por gobiernos conservadores, las que han quedado destruidas.

Como en los años treinta, la pandemia mundial del presente renueva una lección histórica: ya no es posible acudir a los políticos tradicionales ni a los criterios de banqueros, inversionistas o empresarios interesados en el rendimiento exclusivo de sus negocios, y mucho menos a los economistas neoliberales. En América Latina se volvió urgente diseñar una nueva economía social y equitativa, que apunte a redistribuir la riqueza, fortalecer al Estado y sus servicios, contar con los ciudadanos, afectar a las elites, y crear un sistema de solidaridad latinoamericana e internacional, basada en el bien humano común.

miércoles, 29 de abril de 2020

Alerta por condición de presos políticos


Rel UITA

Por Giorgio Trucchi

El Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh) envió una nota a Joel Hernández, Relator para Honduras de la CIDH, en relación a los graves riesgos que corren los presos políticos y defensores de derechos ambientales, que guardan prisión en diferentes centros penales del país.

Las dramáticas condiciones de las cárceles en Honduras han sido señaladas y condenadas tanto por organizaciones de derechos humanos como por organismos internacionales.

Una situación que se ha puesto aún más preocupante por las medidas sanitarias de emergencia impuestas en el país contra la pandemia de Covid-19.

Es por eso que Cofadeh, Grupo de Litigantes contra la Tortura en América Latina, OMCT y ERIC[1] interpusieron ante la Sala Constitucional un hábeas corpus correctivo[2], con el fin de que el Estado aplique medidas alternativas a la prisión preventiva para 11 presos políticos.

El recurso es a favor de los 8 defensores de los bienes comunes[3] de la comunidad de Guapinol, que están siendo acusados de diferentes delitos por defender los ríos del Parque Nacional Montaña de Botaderos, cuya zona núcleo está siendo amenazada por la compañía minera Los Pinares[4].

La empresa es propiedad de Lenir Pérez, ya involucrado en el pasado en otros conflictos mineros, y Ana Facussé, hija del tristemente famoso terrateniente palmero Miguel Facussé Barjum.

El procedimiento jurídico también busca salvaguardar la salud de los otros presos políticos Carlos Daniel Tinoco (menor de edad), Víctor Castillo y Rommel Herrera Portillo, este último víctima del falso positivo de la quema de unas llantas frente a la entrada de la embajada estadounidense en Tegucigalpa[5].

Ante la falta de respuesta de la Sala Constitucional, Bertha Oliva, coordinadora general del Cofadeh, envió una nota al Relator para Honduras de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Copia de la nota fue enviada también a la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

“Consideramos que la situación de los presos políticos y defensores ambientales actualmente privados de libertad es sumamente grave. Necesitamos que se les otorguen medidas alternativas a la prisión”, dijo Oliva a La Rel.

“Lamentablemente  ̶ continuó ̶  la Sala Constitucional no ha dictado sentencia sobre el habeas corpus. Por eso hemos decidido dirigirnos al comisionado Joel Hernández para que se pronuncie públicamente, y recomiende al Estado tomar las medidas necesarias”.

Coronavirus y militarización

La semana pasada, la CIDH se pronunció sobre la situación generalizada de hacinamiento que hay en las cárceles, y los peligros que corren las personas privadas de libertad en el contexto de pandemia por Covid-19.

Por ello instó a los estados miembros a reevaluar casos de prisión preventiva “para identificar aquellos que pueden ser convertidos en medidas alternativas”.

“Lo más absurdo es que la justicia es lenta y tardía cuando se trata de presos políticos, pero se pone rápida y eficaz cuando debe liberar a funcionarios o políticos acusados de corrupción”, advirtió la coordinadora de Cofadeh.

Oliva se mostró preocupada también por la actitud del gobierno de querer enfrentar la pandemia sin capacidades profesionales, tratando de resolver todo con más militarización y la suspensión progresiva de derechos constitucionales.

“La situación es caótica y la crisis está siendo manejada de forma irresponsable, ignorando los aportes fundamentales que puede brindar el Colegio Médico.

Además, el régimen está aprovechando la situación para profundizar los ataques contra activistas sociales, y no está dando respuestas serias a las miles de personas que están aguantando hambre”, concluyó la defensora de derechos humanos.

Notas

[1] Organización Mundial contra la Tortura (OMCT), Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC).

[2] Procedimiento jurídico que se da cuando se verifican situaciones ilegales o arbitrarias respecto de las formas o condiciones en que se cumplen las detenciones o las penas privativas de la libertad.

[3] Jeremías Martínez Díaz, Porfirio Sorto Cedillo, José Abelino Cedillo, Kelvin Alejandro Romero, Arnold Javier Alemán, Ever Alexander Cedillo, Orbin Nahún Hernández y Daniel Márquez.



Policía ataca a dirigente comunal en Zacate Grande



Pobladores denuciando en la Posta Policial de Puerto Grande/ Imagen ADEPZA
Porque le pidieron que cumpliera con las medidas de bioseguridad para ingresar a la Península de Puerto Grande, municipio de Amapala, Valle, un agente policial atacó a Derlin Roberto Corea Cabrera, este viernes en el desvío Las Pilas, al sur del país.

El agente de apellido Lagos, está asignado a la posta policial de Puerto Grande, comunidad situada a la orilla del Golfo de Fonseca. “Se transportaba en motocicleta, vestido de civil y sin mascarilla, como exigencia mínima de bioseguridad para evitar la propagación del Coronavirus o COVID 19”, denunció un pariente de Corea.

Cerca de las 4:30 de la tarde, en el desvió de la Las Pilas que conduce a varias comunidades de la península sureña, cuatro representantes de Puerto Grande estaban de turno cuidando el retén y asegurándose que las personas que ingresen sea de la manera correcta.

No saben de qué lugar viajaba el policía, pero la preocupación aumentó en el departamento de Valle, tras confirmarse el primer caso positivo de Covid-19, en las últimas horas.

La agresión fue una muestra irracional, el policía en vez de ponerse el cubre bocas y dar el ejemplo de cuidado solidario, con el casco golpeó a Derlin en la cabeza, le dio patadas en la espalda e hizo tres disparos sin herirlo, pero claramente era una amenaza contra su vida y le quitó el teléfono celular, detalló el denunciante.

Pasadas las seis de la tarde, Derlin, de 30 años,  fue llevado a la posta policial, misma donde está asignado su agresor, para interponer la denuncia contra el policía –que- vestido de civil- lo torturó y amenazó con un arma de fuego, probablemente la pistola asignada por la Secretaría de Seguridad.

La denuncia se interpuso en la posta de Puerto Grande, pero solo dejaron que entrara el muchacho, y adentro ya habían llegado policías de las ciudades de San Lorenzo, detalló uno de los acompañantes.

Fue hasta ese momento que el policía Lagos le devolvió el celular y en mal estado, agregaron en la denuncia.

Después, los familiares de Derlin, estaban viendo la forma de levarlo a una clínica médica o al Hospital de San Lorenzo a 30 kilómetros de distancia, porque temen ante los golpes en la cabeza. El policía estaba fuera de sus cabales, recalcaron ante el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), cuando solicitaron asesoramiento legal.

Retén en el desvío de Las Pilas, Zacate Grande/ Imagen ADEPZA
Cabe señalar que el departamento de Valle, hasta ayer entró a la lista de regiones afectadas por el Coronavirus en Honduras, y ya se registra un total de país 591 casos positivos de los cuales 55  fallecieron, según datos ofrecidos por el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (SINAGER).

Las medidas de bioseguridad se han intensificado, ya que, ante un sistema de salud tan precario, sería una catástrofe que se salga de control los contagios por el Covid-19, indicó Marlon García, integrante de la Red de Defensores y Defensoras de Derechos Humanos de la zona Sur del país (REDEHSUR).

Lo representantes de las 10 comunidades que conforman la Península de Zacate Grande, habían acordado organizar un patronato sectorial, desde antes de la imposición del toque de queda, bajo el Decreto Legislativo PCM 021-2020 del 16 de marzo pasado, que hoy se cumple 40 días de encierro y movilidad segmentada solo por casos de emergencia.

Y siguiendo esa idea, se han organizado en turnos de vigilancia por comunidades, hoy le tocaba el turno a Puerto Grande, sin saber que al finalizar el día, uno de sus compañeros estaría golpeado por defender las medidas de bioseguridad, que un policía preventivo, no quiso acatar.

El COFADEH, ha denunciado el abuso policial y militar ejercido con la suspensión de garantías constitucionales, desde que se emitió el PCM 021-2020, con la supuesta finalidad de evitar la propagación del Covod-19. Aún más, cuando la Secretaría de Seguridad es la encargada de divulgar información del régimen que dirige Juan Orlando Hernández, y las Fuerzas Armadas las que reparten alimentos.

Ataques reiterados durante la cuarentena

Cabe señalar que ayer, en las Metalias, Tela, departamento de Atlántida, un grupo de militares repartían las “bolsas solidarias” una pequeña provisión de alimentos, cuando pobladores enardecidos protestaron porque la entrega no llegó a ellos, y el hambre no distingue a nadie, peor aún, en la sexta semana de toque de queda. Entonces los agentes de seguridad pública reprimieron con gases lacrimógenos y balas, hiriendo a dos personas en la cabeza y el brazo; y cinco manifestantes fueron capturados.

Y esta tarde, a través del canal de televisión Hable Como Habla (HCH), se informó que, en la ciudad de Omoa, departamento de Cortés, la Policía Militar disparó contra dos muchachos en un retén, que tiene el mismo objetivo, evitar el libre tránsito de personas y que se propague el Coronavirus.

Los nombres de las víctimas son Marvin Rolando Alvarado Santiago y Héctor Arturo Alvarado Santiago, confirmando que son hermanos, cuando ingresaban al Hospital de Puerto Cortés.

Estos hechos se dieron en la costa norte de Honduras, región más afectada por el Coronavirus, especialmente el departamento de Cortés que registra el 73.1 por ciento de los casos positivos, y el mayor número de víctimas mortales, según fuentes oficiales.

Solicitan medidas cautelares ante CIDH para proteger la vida de los defensores del Río Guapinol



El viernes 24/04 la Fundación San Alonso Rodríguez (FSAR), el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC-SJ) y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), solicitaron medidas cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) con el fin de proteger la vida e integridad de los ocho defensores del agua de los ríos Guapinol y San Pedro, quienes se encuentran privados de libertad desde hace más de ocho meses. 

Esta solicitud se genera ante la existencia de un riesgo inminente de daño irreparable a los derechos a la vida, la salud y la integridad de los defensores, en virtud de las condiciones de detención preventiva en las que se encuentran, las cuales se han visto recrudecidas en el marco de la crisis penitenciaria que atraviesa Honduras y la pandemia de COVID-19 que afecta actualmente a la humanidad.  

En su escrito, las organizaciones peticionarias, denuncian que la privación de libertad que enfrentan los defensores es producto de la criminalización por su labor de defensa del medio ambiente, y consideran que su detención fue ilegal, arbitraria y contraria a los estándares de derechos humanos, al no haber sido debidamente motivada ni producto de un análisis pormenorizado de las circunstancias del caso. 

En esta misma línea, sostienen que, desde septiembre de 2019, la representación legal de las personas defensoras ha presentado una serie de recursos para solicitar medidas alternativas a la prisión preventiva, las más recientes presentadas los días 19 y 24 de marzo;  sin embargo, a la fecha estos se encuentran pendientes de resolución, aunque ya se han superado los plazos legales establecidos para resolverlos y a pesar de que la Salsa Constitucional sesionó el 22 de abril para revisar recursos urgentes. 

Por su parte, según la información presentada, las condiciones de los centros penales hacen imposible la adopción de medidas de prevención de contagio del COVID 19. En específico las organizaciones denuncian que en los centros penales de Olanchito y La Ceiba, donde se encuentran los defensores, existe una seria situación de hacinamiento, problemas para acceder a alimentos, atención sanitaria deficiente y medidas insuficientes e inadecuadas para proteger a los internos frente a la propagación de enfermedades al interior del centro penal. 

A estas condiciones se suman también los factores de riesgo que presentan algunos defensores criminalizados de Guapinol, entre ellos hipertensión, asma y edad avanzada, los cuales les dejan en una mayor situación de vulnerabilidad ante el COVID 19 y, de resultar contagiados, podrían implicar consecuencias devastadoras para su salud y su vida.  

En este sentido, el Comité Nacional de Prevención contra la Tortura de Honduras (CONAPREV) tras su visita al centro penal de La Ceiba, constató una grave situación de hacinamiento y condiciones indignas de alojamiento. Por su parte, en el centro penal de Olanchito, CONAPREV aseguró que los defensores “se encuentran cumpliendo la medida cautelar de prisión preventiva, en un espacio reducido y con limitaciones de material de aseo, hogar con poca ventilación y en condición de hacinamiento como el resto de la población privada de libertad, estas condiciones generan un trato indigno e inhumano, por lo que este comité de prevención recomienda a las autoridades judiciales la revisión urgente de la medida cautelar de prisión preventiva por una menos lesiva en el marco de la emergencia y ante las condiciones de alojamiento”. 

Esta recomendación se suma a las emitidas por organismos internacionales para garantizar los derechos de las personas privadas de libertad en el marco de la emergencia sanitaria. En particular, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha recomendado a los Estados reducir la población penitenciaria a través de la liberación de aquellas personas privadas de libertad detenidas “sin motivos jurídicos suficientes, entre otros a los presos políticos y otros internos que fueron encarcelados simplemente por expresar ideas críticas o disentir”.

De acuerdo con las organizaciones peticionarias, los argumentos presentados dan cuenta del grave impacto que la materialización del riesgo al que están sometidas las personas defensoras puede tener en sus derechos a la salud, la vida y la integridad, particularmente en el marco de la pandemia. Esta situación resulta especialmente grave en el caso hondureño, debido a que este país registra la más alta tasa de mortalidad por COVID 19 del continente entre los países que registran más de 100 casos.

Así, las organizaciones representantes solicitan a la CIDH adoptar de manera inmediata medidas cautelares de protección para las personas privadas de libertad defensoras de Guapinol. En particular requieren: 

Que se proceda a la liberación de los defensores y se impongan medidas alternativas a la prisión preventiva. Asimismo, que se realicen los exámenes correspondientes para constatar si han sido contagiados con COVID-19 y en caso de que el resultado sea positivo reciban la atención médica adecuada; 
Que se garantice que, mientras permanezcan detenidos, reciban todos los medios de protección biosanitaria y la atención médica necesaria, para resguardar su salud, su vida y su integridad personal.
Finalmente, hacen un llamado a la CIDH para ordenar al Estado de Honduras tomar todas las medidas para garantizar sus derechos a la salud, vida e integridad de manera consensuada con las personas defensoras y sus representantes. 

La pandemia es un portal



Por Arundhati Roy 

¿Quién puede usar el término «se volvió viral» hoy en día sin estremecerse un poco? ¿Quién puede observar algo: una manija de la puerta, un envase de cartón, una bolsa de verduras, sin imaginar que está repleta de esas burbujas invisibles, no muertas pero sin vida, salpicadas de ventosas que esperan adherirse a nuestros pulmones?

¿A quién se le ocurre besar a un extraño, subirse a un autobús o enviar a su hijo a la escuela sin sentir miedo real? ¿Quién puede pensar en cualquier placer ordinario sin evaluar su riesgo? ¿Quién de nosotros no es epidemiólogo, virólogo, estadístico o profeta? ¿Qué científico o médico no está orando en secreto por un milagro? ¿Qué sacerdote no está, al menos en secreto, sometiéndose a la ciencia?

Pero, incluso mientras el virus prolifera, ¿a quién no le emociona la ola de cantos de pájaros en las ciudades, los pavos reales que bailan en los cruces de tráfico y el silencio en los cielos?

El número de casos en todo el mundo esta semana aumentó más de un millón. Más de 50.000 personas han muerto. Las proyecciones sugieren que el número aumentará a cientos de miles, tal vez más. El virus se ha movido libremente por los caminos del comercio y el capital internacional, y la terrible enfermedad que ha traído a su paso ha encerrado a los humanos en sus países, sus ciudades y sus hogares.

Pero a diferencia del flujo de capital, este virus busca la proliferación, no la ganancia y, por lo tanto, sin darse cuenta, en cierta medida, ha revertido la dirección del flujo. Se ha burlado de los controles de inmigración, la biometría, la vigilancia digital y cualquier otro tipo de análisis de datos, y ha golpeado con fuerza, hasta ahora, en las naciones más ricas y poderosas del mundo, deteniendo el motor del capitalismo. Tal vez temporalmente, pero al menos durante el tiempo suficiente como para que examinemos sus partes, hagamos una evaluación y decidamos si queremos ayudar a arreglarlo o buscar un motor mejor.

A los mandarines que manejan esta pandemia les gusta hablar de guerra. Ni siquiera utilizan la guerra como metáfora, la usan literalmente. Pero si realmente fuera una guerra, ¿quién estaría mejor preparado que los Estados Unidos? Si los soldados de la primera línea no necesitaran máscaras y guantes, sino armas, bombas inteligentes, búnkers, submarinos, aviones de combate y bombas nucleares, ¿habría escasez?

Noche tras noche, desde el otro lado del mundo, algunos de nosotros miramos las conferencias de prensa del gobernador de Nueva York con una fascinación que es difícil de explicar. Seguimos las estadísticas y escuchamos las historias de hospitales abrumados en los Estados Unidos. Relatos de enfermeras mal pagadas y con exceso de trabajo que tienen que hacer máscaras con bolsas de basura y gabardinas viejas, arriesgando todo para ayudar a los enfermos. Historias sobre los Estados que se ven obligados a competir entre sí por respiradores, sobre los dilemas de los médicos acerca de qué paciente debe recibir uno y quienes deben morir. Y pensamos, para nosotros mismos: “¡Dios mío! ¡Esto es América!»

La tragedia es inmediata, real, épica y se desarrolla ante nuestros ojos. Pero no es algo nuevo. Son los restos de un tren que ha estado yendo por la misma vía durante años. ¿Quién no recuerda los videos de «abandono de pacientes»: personas enfermas, todavía con sus batas de hospital, desnudas, arrojadas subrepticiamente en las esquinas? Las puertas de los hospitales se han cerrado con demasiada frecuencia a los ciudadanos menos afortunados de los Estados Unidos. No ha importado cuán enfermos han estado o cuánto han sufrido.

Al menos no hasta ahora, porque ahora, en la era del virus, la enfermedad de una persona pobre puede afectar la salud de toda la sociedad rica. Y, sin embargo, incluso ahora, Bernie Sanders, el senador que ha hecho una campaña por la atención médica para todos, es considerado un caso atípico en su apuesta por la Casa Blanca, incluso por su propio partido.

¿Y qué hay de mi país, mi país pobre y rico, la India, suspendido en algún lugar entre el feudalismo y el fundamentalismo religioso, entre la casta y el capitalismo, gobernado por nacionalistas hindúes de extrema derecha?

En diciembre, mientras China luchaba contra el brote del virus en Wuhan, el gobierno de la India estaba lidiando con un levantamiento masivo de cientos de miles de sus ciudadanos, que protestaban contra la descaradamente discriminatoria ley de ciudadanía anti-musulmana que acababa de aprobarse en el Parlamento.

El primer caso de Covid-19 fue reportado en la India el 30 de enero, solo días después de que el honorable invitado principal de nuestro Desfile del Día de la República, el devorador de bosques del Amazonas y negador del coronavirus, Jair Bolsonaro, hubiera abandonado Delhi. Pero había mucho que hacer en febrero para que el virus entrara en el calendario del partido gobernante. Hubo una visita oficial del presidente Donald Trump programada para la última semana del mes. Le había atraído la promesa de una audiencia de un millón de personas en un estadio deportivo en el estado de Gujarat. Todo eso llevó mucho dinero y mucho tiempo.

Luego hubo elecciones en la Asamblea de Delhi que el Partido Bharatiya Janata había programado para perder, a menos que mejorara su juego, lo que hizo, desatando una campaña nacionalista hindú viciosa, sin restricciones, repleta de amenazas de violencia física y la acusación de «traidores». Perdió, de todos modos. Entonces hubo un castigo para los musulmanes de Delhi, a quienes se culpó por la humillación. Multitudes armadas de vigilantes hindúes, respaldados por la policía, atacaron a musulmanes en los barrios de la clase trabajadora del noreste de Delhi. Se quemaron casas, tiendas, mezquitas y escuelas. Los musulmanes, que esperaban el ataque, contraatacaron. Más de cincuenta personas, entre musulmanes y algunos hindúes, fueron asesinadas.

Miles de personas se mudaron a campos de refugiados en cementerios locales. Los cuerpos mutilados todavía estaban siendo sacados de la red de desagües sucios y apestosos cuando los funcionarios del gobierno tuvieron su primer encuentro sobre el Covid-19 y la mayoría de los indios comenzaron a escuchar acerca de la existencia de algo llamado desinfectante de manos. Marzo también estuvo ocupado. Las primeras dos semanas se dedicaron a derrocar al gobierno del Congreso en el estado de Madhya Pradesh, en el centro de India, y a instalar un gobierno BJP en su lugar. El 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud declaró que Covid-19 era una pandemia. Dos días después, el 13 de marzo, el ministerio de salud dijo que el coronavirus «no es una emergencia sanitaria».

Finalmente, el 19 de marzo, el primer ministro indio se dirigió a la nación. No había hecho mucha tarea. Tomó prestado el libro de recetas de Francia e Italia. Nos habló de la necesidad de «distanciamiento social» (fácil de entender para una sociedad tan inmersa en la práctica de la casta) y pidió un día de «toque de queda del pueblo», el 22 de marzo. No dijo nada sobre lo que su gobierno iba a hacer en la crisis, pero pidió a la gente que salga a sus balcones, toquen las campanas y golpeen sus ollas y sartenes para saludar a los trabajadores de la salud.

No mencionó que, hasta ese mismo momento, la India había estado exportando equipo de protección y equipo respiratorio, en lugar de guardarlo para los trabajadores de salud y hospitales del país.

No es sorprendente que la solicitud de Narendra Modi fue recibida con gran entusiasmo. Hubo marchas, bailes comunitarios y procesiones. No hubo mucho distanciamiento social. En los días siguientes, los hombres fueron por barriles de estiércol de vaca sagrada, y los partidarios de BJP organizaron fiestas para beber orina de vaca. Para no quedarse atrás, muchas organizaciones musulmanas declararon que el Todopoderoso era la respuesta al virus y pidieron a los fieles que se reunieran en mezquitas en gran número. El 24 de marzo, a las ocho de la noche, Modi apareció nuevamente en la televisión para anunciar que, desde la medianoche en adelante, toda la India estaría bajo aislamiento. Los mercados estarían cerrados. Todo transporte, tanto público como privado, sería cancelado.

Dijo que estaba tomando esta decisión no solo como primer ministro, sino como el anciano de nuestra familia. ¿Quién más puede decidir, sin consultar a los gobiernos estatales que tendrían que lidiar con las consecuencias de esta decisión, que una nación de mil trescientos ochenta  millones de personas debería ser encerrada sin ninguna preparación y con cuatro horas de aviso? Sus métodos definitivamente dan la impresión de que el primer ministro de India piensa en los ciudadanos como una fuerza hostil que necesita ser emboscada, tomada por sorpresa, pero nunca confiable.

Encerrados estábamos. Muchos profesionales de la salud y epidemiólogos han aplaudido este movimiento. Quizás tengan razón en teoría. Pero seguramente ninguno de ellos puede soportar la calamitosa falta de planificación o preparación que convirtió el aislamiento más grande y punitivo del mundo en exactamente lo contrario de lo que estaba destinado a lograr.

El hombre que ama los espectáculos creó a la madre de todos los espectáculos.

Mientras observaba un mundo horrorizado, la India se reveló con toda su vergüenza, su brutalidad estructural y social, su desigualdad económica, su insensible indiferencia al sufrimiento.

El aislamiento funcionó como un experimento químico que, de repente, iluminó cosas ocultas. A medida que las tiendas, los restaurantes, las fábricas y la industria de la construcción se cerraron, mientras los ricos y las clases medias se encerraron en barrios privados, nuestros pueblos y megaciudades comenzaron a expulsar a sus ciudadanos de clase trabajadora, sus trabajadores migrantes, como una acumulación no deseada.

Muchos fueron expulsados ​​por sus empleadores y propietarios, millones de personas pobres, hambrientas y sedientas, jóvenes y viejos, hombres, mujeres, niños, personas enfermas, personas ciegas, personas discapacitadas, sin ningún otro lugar a donde ir, sin transporte público a la vista, comenzaron una larga marcha hacia sus aldeas. Caminaron durante días, hacia Badaun, Agra, Azamgarh, Aligarh, Lucknow, Gorakhpur, a cientos de kilómetros de distancia. Algunos murieron en el camino.

Sabían que iban a casa potencialmente para frenar el hambre. Quizás incluso sabían que podrían llevar el virus con ellos e infectarían a sus familias, a sus padres y abuelos en casa, pero necesitaban desesperadamente un poco de familiaridad, refugio y dignidad, así como comida, y también amor.

Mientras caminaban, algunos fueron golpeados brutalmente y humillados por la policía, acusada de hacer cumplir estrictamente el toque de queda. Se hizo que los hombres jóvenes se agacharan e hicieran saltos de rana por la carretera. En las afueras de la ciudad de Bareilly, un grupo fue reunido y lavado con una manguera con spray químico.

Pocos días después, preocupado de que la población en fuga propagara el virus a las aldeas, el gobierno selló las fronteras estatales incluso para los caminantes. Las personas que habían estado caminando durante días fueron detenidas y obligadas a regresar a campamentos en las ciudades de las que acababan de obligarles a irse.

Entre las personas mayores se evocaron los recuerdos de la transferencia de población de 1947, cuando la India se dividió y nació Pakistán. Excepto que este éxodo actual fue impulsado por divisiones de clase, no por la religión. Aún así, estas no eran las personas más pobres de la India. Estas eran personas que tenían (al menos hasta ahora) trabajo en la ciudad y sus  hogares para regresar. Los desempleados, las personas sin hogar y los desesperados permanecieron donde estaban, en las ciudades y en el campo, donde la angustia profunda crecía mucho antes de que ocurriera esta tragedia. Durante estos días horribles, el ministro de asuntos internos, Amit Shah, permaneció ausente de la vista pública. Cuando comenzó la caminata en Delhi, utilicé con frecuencia un pase de prensa de una revista para la que escribo para conducir a Ghazipur, en la frontera entre Delhi y Uttar Pradesh.

La escena era bíblica. O tal vez no. La Biblia no podría haber conocido números como estos. El aislamiento para forzar el distanciamiento físico había resultado en lo contrario: compresión física en una escala impensable. Esto es cierto incluso dentro de los pueblos y ciudades de la India. Las carreteras principales pueden estar vacías, pero los pobres están hacinados en cuartos estrechos en barrios marginales y chabolas.

Todas las personas que caminaban con las que hablé estaban preocupadas por el virus. Pero era menos real, menos presente en sus vidas, que el inminente desempleo, el hambre y la violencia de la policía. De todas las personas con las que hablé ese día, incluido un grupo de sastres musulmanes que habían sobrevivido a los ataques anti-musulmanes solo unas semanas atrás, fueron las palabras de un hombre las que me preocuparon especialmente. Era un carpintero llamado Ramjeet, que planeaba caminar hasta Gorakhpur, cerca de la frontera con Nepal.

“Quizás cuando Modiji decidió hacer esto, nadie le habló de nosotros. Quizás él no sepa de nosotros», dijo. «Nosotros» significan aproximadamente cuatrocientos sesenta millones de personas. Los gobiernos estatales en la India (como en los Estados Unidos) han mostrado más corazón y comprensión durante la crisis. Los sindicatos, los ciudadanos privados y otros colectivos están distribuyendo alimentos y raciones de emergencia. El gobierno central ha tardado en responder a sus desesperados pedidos de fondos. Resulta que el Fondo Nacional de Socorro del primer ministro no tiene efectivo disponible. En cambio, el dinero de los simpatizantes está llegando al nuevo y misterioso fondo PM-CARES. Las comidas pre-empaquetadas con la cara de Modi en ellas han comenzado a aparecer.

Además de esto, el primer ministro ha compartido sus videos de yoga nidra, en los que un Modi animado y transformado, con un cuerpo de ensueño, muestra asanas de yoga para ayudar a las personas a lidiar con el estrés del autoaislamiento. El narcisismo es profundamente preocupante. Quizás una de las asanas podría ser una asana en la que Modi solicita al primer ministro francés que nos permita renunciar al muy problemático acuerdo de aviones de combate Rafale y usar esos 7.8 mil millones de euros para las medidas de emergencia que se necesitan desesperadamente para apoyar a millones de personas hambrientas. Seguramente los franceses lo entenderán. A medida que el bloqueo entra en su segunda semana, las cadenas de suministro se han roto, los medicamentos y los suministros esenciales se están agotando. Miles de camioneros siguen abandonados en las carreteras, con poca comida y agua. Los cultivos en pie, listos para ser cosechados, se están pudriendo lentamente.

La crisis económica está aquí. La crisis política está en curso. Los principales medios de comunicación han incorporado la historia del Covid-19 en su campaña anti-musulmana. Una organización llamada Tablighi Jamaat, que celebró una reunión en Delhi antes de que se anunciara el cierre, resultó ser un «súper propagador». Eso se está utilizando para estigmatizar y demonizar a los musulmanes. El tono general sugiere que los musulmanes inventaron el virus y lo han propagado deliberadamente como una forma de yihad.

La crisis del coronavirus aún está por llegar. O no. No lo sabemos. Si lo hace, y puede hacerlo, podemos estar seguros de que se abordará, con todos los prejuicios prevalecientes de la religión, la casta y la clase completamente en su lugar.

Hoy (2 de abril) en la India hay casi 2,000 casos confirmados y 58 muertes. Estos son seguramente números poco confiables, basados ​​en pocas pruebas. La opinión de los expertos varía enormemente. Algunos predicen millones de casos. Otros piensan que el costo será mucho menor. Es posible que nunca conozcamos los contornos reales de la crisis, incluso cuando nos golpee. Todo lo que sabemos es que la carrera en los hospitales aún no ha comenzado.

Los hospitales y clínicas públicas de la India, que no pueden hacer frente a los casi un millón de niños que mueren de diarrea, desnutrición y otros problemas de salud cada año, con los cientos de miles de pacientes con tuberculosis (una cuarta parte de los casos del mundo), con una vasta anemia y con la población desnutrida vulnerable a cualquier cantidad de enfermedades menores que resulten fatalas para ellos, no podrán hacer frente a una crisis como la que están enfrentando ahora Europa y los Estados Unidos.

Toda la atención médica está más o menos en espera ya que los hospitales han sido puestos al servicio del virus. El centro de traumatología del legendario Instituto de Ciencias Médicas All India en Delhi está cerrado, los cientos de pacientes con cáncer, conocidos como refugiados de cáncer, viven en las carreteras fuera de ese enorme hospital, conducidos como ganado.

La gente se enfermará y morirá en casa. Puede que nunca sepamos sus historias. Puede que ni siquiera se conviertan en estadísticas. Solo podemos esperar que los estudios que dicen que al virus no le gusta el clima cálido, sea correcto (aunque otros investigadores han puesto en duda esto). Nunca un pueblo anheló tan irracionalmente y tanto por un verano indio ardiente y castigador.

¿Qué es esto que nos ha pasado? Es un virus, sí. En y por sí mismo no tiene ningún resumen moral. Pero definitivamente es más que un virus. Algunos creen que es la forma en que dios nos llega a nuestros sentidos. Otros dicen que es una conspiración china para dominar el mundo. Sea lo que sea, el coronavirus ha arrodillado al poderoso y ha detenido el mundo como nada más pudo hacerlo. Nuestras mentes todavía están corriendo de un lado a otro, anhelando un retorno a la «normalidad», tratando de unir nuestro futuro a nuestro pasado y negándose a reconocer la ruptura. Pero la ruptura existe. Y en medio de esta terrible desesperación, nos ofrece la oportunidad de repensar la máquina del fin del mundo que hemos construido para nosotros mismos. Nada podría ser peor que volver a la normalidad.

Históricamente, las pandemias han obligado a los humanos a romper con el pasado e imaginar su mundo de nuevo. Esta no es diferente. Es un portal, una puerta de enlace entre un mundo y el siguiente. Podemos elegir atravesarla, arrastrando los cadáveres de nuestro prejuicio y odio, nuestra avaricia, nuestros bancos de datos e ideas muertas, nuestros ríos muertos y cielos humeantes detrás de nosotros. O podemos caminar a la ligera, con poco equipaje, listos para imaginar otro mundo. Y listos para luchar por él.

Traducción al castellano para Comunizar: Catrina Jaramillo.

Neofascismo y coronavirus en Nuestra América


Rebelión

Por Cristóbal León Campos *

La avanzada de la pandemia del COVID-19 ocultó hasta cierto punto y retrasó una serie de procesos sociales que venían pujando con fuerza por transformaciones sociales urgentes, pero también, dejó a la vista de todos, la razón de muchas de las demandas exigidas en el contexto justo de esos procesos sociales referidos. Para el caso de Chile, la violencia del régimen neofascista de Sebastián Piñera y el proceso constituyente abierto por la fuerza popular prosigue, aunque como es natural, las condiciones del cuidado de la salud han modificado formas de protesta o la magnitud de ellas, pero el pueblo chileno no ha renunciado a la lucha, sigue la demanda por la instauración de una constituyente real que garantice las reformas sociales del pliego petitorio popular. Piñera a su vez, a quedado en evidencia por su incapacidad y desinterés por ejercer medidas reales para combatir la pandemia, siendo precisamente Chile, el país experimental de origen de las políticas neoliberales que desmantelaron en América Latina y el mundo los sistemas de salud pública y los derechos laborales hoy tan abatidos en el marco la de crisis sanitaria que vivimos.

En Brasil, Jair Bolsonaro ha demostrado inutilidad absoluta, burlándose de la magnitud de la pandemia, distorsionando información y quedando relegado de última hora del poder por sectores militares que mediante un golpe blando lo desplazan para entre otras cosas evitar mayores manifestaciones de inconformidad al menos por el momento, aunque se sabe que esos desplazamientos suelen ser antesala de mayores imposiciones y limitaciones en términos democráticos y de las garantías individuales de los pobladores, pues desde los primeros días de la llegada del COVID-19 a Brasil, la sociedad adoptó medidas de cuarentena sin la dirección gubernamental y organizó la resistencia efectuando cacerolazos diarios por la noche, Bolsonaro, más ocupado en servir a los grupos ultraconservadores evangélicos ha declarado sin pena, que es posible equiparar las muertes por el coronavirus con accidentes de autos, a decir del neofascista, son hechos inevitables lavándose las manos del asunto, siendo el primer gran resultado de esa actitud su alejamiento del poder.

En Ecuador, al parecer la situación ha alcanzado niveles realmente trágicos, denuncias por las redes sociales muestran videos de personas muertas en las calles, sumando según algunas fuentes miles de pérdidas humanas, ante lo cual y si bien mediante un video, el presidente Lenin Moreno, pretendió dar la imagen de estar actuando y preocuparse por los hechos sin que nada mejore, ahora, su figura pasa desapercibida en medio de la catástrofe, además, al igual que Bolsonaro, se muestra más preocupado por satisfacer las demandas de la oligarquía ecuatoriana, al procurar que Rafael Correa, sea sentenciado a ocho años de cárcel por presunta vinculación delictiva, queriendo con ello, dejarlo fuera de los comicios que deben celebrarse en el 2021 para la presidencia ecuatoriana.

En Colombia, la situación no es diferente, mientras la pandemia avanza, Iván Duque se presta al juego del imperialismo estadounidense y se convierte en agente abiertamente participe de las agresiones contra la República Bolivariana de Venezuela, apoyando la llegada de buques militares postrados frente a Venezuela, simulando desconocimiento de que es Colombia el país con mayor tráfico de drogas a los Estados Unidos y no Venezuela como se quiere hacer creer. Duque ha permitido la violación de la soberanía colombiana al dejar sus fronteras como campo estratégico de batalla para la preparación de la agresión militar que están fraguando, ya semanas atrás, Juan Guaidó y otros sátrapas del imperialismo, fuero descubiertos y denunciados por el tráficos de armas con fines golpistas, siendo Colombia su protector y proveedor paramilitar, Duque sometido a Donald Trump, se ocupa más de ser el fiel lacayo imperialista que en salvaguardar la salud de sus pobladores.

En el Salvador una serie de protestas han desnudado el carácter del régimen de Nayib Bukele, quien en un principio, quiso jugar al héroe anunciando la suspensión de pagos de impuestos y otros cobros por tres meses, pero en realidad, buscaba lavar su imagen sobre sus actos en la asamblea salvadoreña a la cual asaltó para lograr sus objetivos económicos y políticos semanas antes de la llegada del coronavirus y, después, en medio de sus anuncios simulados, endeudó a el Salvador con un millonario préstamo al Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo que como sabemos, pasada la cuarentena, se encargará de comenzar a saquear al país centroamericano ante lo que el gobierno actuará como se han hecho otros a lo largo de la historia latinoamericana, permitiendo el robo a su nación y cargando sobre la espalda del pueblo salvadoreño la deuda que no les venefició y por la que tampoco fueron consultados a la hora de ser adquirida, al igual que como pensó Bukele que la entrega de subsidios familiares sería una medida popular y resultó ser la causa desencadénate del malestar social, de la misma forma ocurrirá cuando los efectos del préstamo comiencen a caer sobre los salvadoreños.

En países como Haití que han entrado a la fase de transmisión comunitaria, las medidas tratan de ser reforzadas, enfrentándose a la cruda realidad de que el desmantelamiento continuo de los servicios de salud pública, junto a la grave crisis social y económica que vive desde hace muchos años, y que de manera particular en el último año y medio ha mantenido protestas regulares contra el gobierno, crean un panorama un difícil por vencer. En Bolivia, las imágenes hablan del incremento de la represión militar golpista para tratar de calmar los reclamos socuelas de apoyo económico por la aguda situación de pobreza que ha regresado justamente desde que aconteció el golpe neofascista contra Evo Morales, además, hay que recordar que estaban programadas para mayo las elecciones presidenciales cuya tendencia electoral encabeza el Movimientos al Socialismo (MAS). Por su parte en México, el gobierno federal, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, ha ido implementando las medidas conforme los resultados van avanzando, apunto de entrar a la tercera etapa de la pandémica según los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), parece es posible evitar una catástrofe como ha ocurrido en países europeos, pero, lamentablemente, sabiendo la difícil situación por la que se pasa, grupos ultraconservadores con rasgos neofascistas, se lanzan con ataques y descalificaciones, generando desinformación con el fin de manipular la opinión pública y así buscar mermar la imagen gubernamental. Estos grupos herederos de las formas del viejo régimen, desearían que el gobierno federal endeudase a la nación con un nuevo préstamo al FMI como lo hicieron los anteriores gobiernos, y frente a la negativa de endeudar al país, se muestran hambrientos de tragedia sin importarles realmente el bienestar colectivo y social, quieren a todas luces utilizar los acontecimientos de la pandemia para desestabilizar y dar un golpe neofascista.

Es de notarse que en los países cuyos gobiernos se han mostrado tendientes al neofascismo la pandemia de COVI-19 causa mayor daño a la población y sus regímenes son repudiados por la sociedad, ese es el caso de Brasil, Ecuador, Bolivia, Chile y Colombia, tendiendo estos gobiernos a la militarización, la represión, el endeudamiento y el apoyo a las agresiones imperialistas sobre países como Cuba y Venezuela, quienes por su parte, ponen el ejemplo de humanismo en la región y el mundo controlando la pandemia al interior de sus naciones, brindando apoyo a otros países con brigadas médicas, recursos económicos y resistiendo la continua agresión imperialista a través de los bloqueos económicos que les han impuesto, la guerra mediática incesante y las amenazas y agresiones militares con cercos e invasiones perpetradas con la ayuda de las oligarquías neofascistas de la región.

Los neofascistas fieles al imperialismo estadounidense, quieren aprovechar el contexto de la pandemia del coronavirus para avanzar estratégicamente e imponer con mayor fuerza su brutalidad, pero los pueblos latinoamericanos reconocen en el ejemplo de Cuba y Venezuela el verdadero rostro del humanismo, de la solidaridad internacionalista, la defensa de la soberanía y autodeterminación, la resistencia popular y proletaria sigue su curso, aunque por ahora no sea posible ocupar las calles en su totalidad, la conciencia no disminuye, muy al contrario, la cara neofascista y proimperialista de los regímenes mencionados queda desnuda y será combatida con la organización y la fuerza popular de Nuestra América.

* Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas