sábado, 13 de febrero de 2016

¿Cheles chabela?



Por Javier Suazo

El Partido Liberal de Honduras necesita cirugía especializada para no morir en diciembre de 2017, cuando se realicen las elecciones generales para elegir a las nuevas autoridades de gobierno incluyendo a los diputados al Congreso de la República. Esto es así, ya que contrario a líderes de antaño como Ángel Zúñiga Huete, Villeda Morales y Modesto Rodas Alvarado, que se distanciaron de posiciones y arreglos bajo la mesa con su tradicional adversario el Partido Nacional cuando afectaba los intereses de la patria y del pueblo, los actuales más bien promueven los arreglos.

Estos arreglos y acuerdos se han venido institucionalizando a partir de la vuelta de Honduras a la democracia “electorera” en 1982, ya que es evidente un “pacto” entre los partidos tradicionales para el reparto de la administración de los poderes del Estado y puestos públicos, al grado que se considera una regla que los magistrados a la Corte Suprema de Justicia se repartan entre liberales y nacionalistas impuestos  por los dueños de los partidos bajo la modalidad de un procedimiento poco trasparente que debilita la participación de la sociedad hondureña, en tanto eligen candidatos según sea los intereses que tenga cada organización e institución nominadora. Es un procedimiento viciado ya que los mismos que eligen proponen a la vez; así la Corte Suprema elige a los  candidatos pero a la vez propone candidatos, lo mismo sucede con el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) y las Universidades.

El Partido Liberal que tiene en la actualidad dos (2) dueños y medio,  ya que el Licenciado Yaní Rosenthal está fuera del aire; negoció con el partido nacional repartirse de nuevo los magistrados de la nueva Corte Suprema de Justicia, quedando la presidencia de dicho órgano en poder del Partido Nacional. Todo estaba cocinado para lograr este propósito,  pero la posición de LibRe y sobre todo de PAC evitó que ello ocurriera ya que no pudo alcanzarse la mayoría calificada (86 diputados) para elegir la nómina propuesta por el Bipartidismo y demás partidos “chingaste” aliados del partido de gobierno como son DC y UD. Ello puso en evidencia la mala negociación de espaldas al pueblo de los diputados liberales (cheles por fuera y azules pon dentro diría el finado Matías Fúnez), frente a las demandas del pueblo por elegir una Corte Suprema con voto publico y seleccionando a los mejores hombres y mujeres sin importar el color político.

Hoy deben lavar su vergüenza frente al pueblo que los eligió, pidiendo voto público y una elección transparente, ya que las banderas de la justicia social, libertad y compromiso con los más necesitados, le han sido arrebatadas por otros partidos sin que todavía los dirigentes y diputados del partido liberal salgan del letargo en el que se encuentran.  Tienen que demostrar un mayor protagonismo más allá de las llamadas misas negras convocadas por sus dueños; decir esto basta ya, nosotros también somos o fuimos milicias eternamente jóvenes.

Estas exigencias deben superar una simple elección de magistrados. Hay que volver a las bases del partido, muchas de ellas desintegradas y debilitadas. Hay que construir un nuevo discurso político que conduzca a una propuesta de gobierno creíble y sustentada no solo en los principios y doctrina del partido, sin en las aspiraciones del pueblo que observa como aumentan sus carencias por la vigencia de un modelo de corte neoliberal que en aras de la estabilización económica y cumplir con el pago del servicio de la deuda externa, destruye las fuentes de valor de la sociedad: el empleo justo y la naturaleza.

Esperamos que ese calificativo de “cheles chabela”, usado por dirigentes de base del partido liberal para referirse a los diputados del Congreso Nacional y miembros del Central Ejecutivo, dada sus malas actuaciones de espaldas al pueblo hondureño, no se repita. Las reivindicaciones son necesarias y deben hacerse en forma pública. Retomar el rumbo perdido es un gran desafío para los líderes del partido liberal en una coyuntura política donde la palabra de moda será reelección presidencial.

Una actividad urgente es conformar  e integrar la academia a la estructura del partido, la que se ha retirado por no compartir con sus dueños el mismo espacio de actuación. Hay que tener presente que la práctica tradicional de reparto de puestos entre el bipartidismo ha quedado atrás, y se necesita la construcción de nuevos espacios de diálogo y consenso entre todas las fuerzas políticas; seguir con dichas prácticas, solo muestra la falta de madurez política y la resistencia de grupos económicos  frente a la perdida de privilegios y poder. De un autoritarismo centralista donde los miembros del Central Ejecutivo reciben órdenes de alguien de afuera, se debe avanzar a una práctica democrática de base que integre la participación de los actores locales y los grupos de base del partido a nivel nacional. La fuerza del partido no está en estructuras de cúpula, sino en sus bases, principalmente en los liderazgos locales que han demostrado contra todos los pronósticos que todavía el rojo blanco rojo de su bandera no ha perdido su color.

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