miércoles, 30 de abril de 2014

CIDH mantiene a Honduras en lista negra


Washington, ve “con especial preocupación” el problema de la seguridad, la falta de independencia del Poder Judicial y otros poderes del Estado y la impunidad.


La inseguridad que se vive en Honduras también contribuyeron para que el país siga en la lista negra de la CIDH por la violación de los derechos humanos. 

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) mantuvo a Honduras, Venezuela y Cuba en su lista negra por graves violaciones a los derechos humanos en su informe anual difundido este miércoles.

La Comisión, ente autónomo de la Organización de Estados Americanos (OEA) , incluyó a los tres países en el Capítulo IV.b de su informe 2013, dedicado a aquellas naciones donde existen “violaciones masivas, graves y sistemáticas de los derechos humanos”.

En Honduras , la Comisión observó que la situación en materia de derechos humanos solo se ha complicado desde el golpe de Estado de 2009.

En su informe, la CIDH , con sede en Washington , ve “con especial preocupación” el problema de la seguridad, la falta de independencia del Poder Judicial y otros poderes del Estado y la impunidad.

El organismo también alerta sobre la situación de los defensores de derechos humanos, la libertad de expresión y los pueblos indígenas.

En Venezuela, incluida en la lista negra desde 2002, persiste la “fragilidad” y “falta de independencia” del Poder Judicial debido a la provisionalidad de jueces y fiscales, el “uso abusivo” del derecho penal y la “afectación” a la libertad de expresión, dice el organismo.

El país sudamericano -donde dos meses de protestas antigubernamentales han dejado 41 muertos y más de 600 heridos- sigue experimentando también “graves situaciones de inseguridad ciudadana y de violencia en los centros penitenciarios”, según el informe.

En lo que respecta a Cuba, la “situación permanente y sistemática de vulneración de los derechos humanos” que ha existido durante décadas no cambió en 2013, indicó la CIDH , prácticamente calcando su informe del año pasado.

La Comisión, que reivindica su jurisdicción sobre Cuba a pesar de que La Habana la desconoce, observó que persisten las “represiones severas y restricciones” a defensores de derechos humanos, así como casos de discriminación y violencia contra la comunidad de gays, bisexuales y transexuales en la isla.

El documento de 2013 refleja por primera vez las reformas implementadas el año pasado al reglamento de la CIDH , que amplía el polémico capítulo IV para hacer una evaluación general, por temas, de la región.

De esa manera, y más allá de los países, la Comisión mostró su preocupación por la situación de la libertad de expresión en Ecuador, el despojo de su nacionalidad a descendientes de haitianos en República Dominicana y el estado de los prisioneros en la cárcel estadounidense de Guantánamo.

Vida Mejor: Inseguridad, nueva causa de que menores abandonen sus estudios



El año pasado, 6,529 estudiantes del departamento de Cortés abandonaron sus estudios. Las causas son varias, pero entre ellas destaca la inseguridad que priva en las zonas donde viven estos menores que truncaron su desarrollo educativo.
Según las autoridades del Sistema de Administración de Centros Educativos de Honduras, esta cifra representa un 3% más que el año anterior donde desertaron más de 2,000.
Junto con Francisco Morazán, y Colón, Cortés es departamento donde más estudiantes abandonan las aulas de clases, y en su mayoría de escuelas, de estos fueron 4,479; de colegios desertaron 1,575.
Los índices de deserción escolar casi se han mantenido en Honduras; sin embargo, las razones han variado con el pasar de los años y esto hace que la lucha por detenerla sea más complicada.
Lea: Maestros piden traslados, asediados por inseguridad
El informe de deserción del 2013 revelado por la Unidad del Sistema Nacional de Información Educativa de Honduras (Usinieh) detalla que la crisis económica y el desinterés familiar son factores importantes que la generan pero se ha añadido una más, la inseguridad.
San Pedro Sula ha sido la ciudad de Cortés más afectada en los últimos años afectando, incluso, a los maestros que aprovechan cualquier oportunidad para pedir traslado.
"Según nuestros enlaces de Infotecnología que dan atención y soporte a los docentes en las departamentales, el incremento de la deserción se debe a la inseguridad, pandillas y narcotráfico en esos lugares que presentan mayor número de estudiantes faltantes", dice el informe.
En 2012, un total de 18,379 estudiantes de todos los niveles desertaron en Honduras, en el 2013 esa cifra subió a 21,418.
La deserción general, migración y fallecimiento son categorías en las que la deserción ha sido identificada para intentar vencerla.
Razones
La información revelada establece que en Cortés, cerca de 32 estudiantes fallecieron el año anterior. Enfermedades y epidemias son consideradas causantes de estas muertes pero también la delincuencia, informaron las autoridades. La migración es otra forma de clasificar la deserción e incrementó por la misma causa.
"Los padres de familia emigran a otras ciudades por el miedo que se ha sembrado en ellos a causa de la delincuencia", expresó un director distrital de San Pedro Sula.
"Las autoridades educativas deben tener un mayor respaldo por los centros educativos de todo el país. Desconocen la realidad que se vive en zonas de alto riesgo como la zona norte de Honduras y poco o nada hacen por ayudarnos", dijo Claudia Irías, miembro de la asociación de padres de familia de la escuela Rivera Ramos del sector Rivera Hernández.
Marlon Aguilar, director del Centro Básico Presentación Centeno de San Pedro Sula, considera que estrategias como la Policía Escolar pueden dar buenos resultados en la actualidad como alguna vez se hizo en el pasado.
"En el tiempo que hubo esta policía se logró mejorar la seguridad porque los oficiales estaban pendientes de la llegada al bus de los menores o que sus padres los recogieran", aseguró.
"El papel de la familia es importante, pero el Gobierno y la Secretaría de Educación deben crear condiciones válidas para generar la escolaridad. Sabemos que hay zonas de peligro donde la deserción ha incrementado pero es un mal que debe tratarse inteligentemente", comentó Raúl Soberani, presidente de la Federación de Organizaciones Magisteriales de Honduras (Fomh) en Cortés.
Solución
Marlon Escoto, ministro de Educación asegura, que trabajan en estos momentos por reducir los índices de deserción en el país.
Uno de los métodos a implementar es la seguridad escolar en conjunto con la Secretaría de Seguridad que la próxima semana será publicado y ejecutado en todo el país.

No se ha investigado nada en torno al asesinato del comunicador danlidense Argeñal Medina



A cuatro meses del asesinato del comunicador social y corresponsal de Globo TV, Juan Carlos Argeñal Medina, no hay ningún tipo de avance en la investigación, denunciaron familiares a defensoresenlinea.com.

El asesinato de Argeñal Medina  ocurrió el 7 de diciembre de 2013 alrededor de las 2:30 pm, en su casa de habitación localizada en Danlí, departamento de El Paraíso y según los parientes de la víctima, se habría producido por las denuncias transmitidas en torno a supuestos actos de corrupción cometidos en el hospital Gabriel Alvarado de Danlí.

La Fiscalía de Danlí recibió la denuncia pero hasta la fecha no hay avance en las investigaciones. Familiares aseguran que no han recibido ningún tipo de comunicación del ente acusador ni mucho menos se ha citado a personas vinculadas con el hospital Gabriel Alvarado ya que la presunción de que personal de dicho centro asistencia estaría detrás de la muerte violenta del periodista.

Por su parte autoridades policiales manifestaron a los familiares de Juan Carlos Argeñal Medina que trabajan en base a estadísticas y que por lo tanto no pueden dedicarse exclusivamente a este caso.

El jefe de fiscales de Danlí, Said Espinal expresó que está haciendo todo lo posible para que se nombre a un equipo de investigadores procedentes de Tegucigalpa, pero todavía dicho equipo investigador no se trasladado a la zona.

El fiscal asignado Juan Luis Cuadra dijo a la familia que lo más indicado en este tipo de casos es que se designe un equipo especial de Tegucigalpa, porque con los intereses económicos que Juan Carlos Argeñal Medina estaba tocando es muy poco probable que investigadores locales quieran  encontrar a los verdaderos responsables.  

Vecinos  de la víctima no descartan que la muerte de Juan Carlos Argeñal Medina se haya producido para acallar a su hermano el dirigente magisterial Mario Argeñal de militancia en el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) y de posición beligerante y crítica contra el gobierno expresada en los espacios radiales del Colegio de Profesores de Educación Media de Honduras (COPEMH).

Sin embargo, los familiares creen que la muerte de su pariente obedeció a la denuncia pública realizada por el comunicador en el canal de televisión Vida TV, relacionada a actos de corrupción realizados en el Hospital Gabriel Alvarado de Danlí.

Argeñal Medina era propietario del canal de televisión Vida TV que transmite su señal a través de una empresa de cable y además se desempeñó como corresponsal de Globo TV en Danlí.
El canal cuenta con una programación variada entre videos musicales, películas y espacios informativos.

En el horario de 7:00 a 8:00 de la noche,  Juan Carlos Argeñal Medina conducía un espacio de noticias, al principio no fue muy crítico, pero al comenzar a crecer sus niveles de conciencia de clase, fue haciendo un enfoque en su programa noticioso orientado a calificar algunos comportamientos de las autoridades del gobierno municipal y del gobierno central, afirmó uno de sus familiares, que prefirió mantener su identidad en el anonimato.

El familiar aseguró que hubo 2 momentos en los cuales Argeñal  Medina fue objeto de persecución, primero cuando él hace denuncias de actos de corrupción del gobierno municipal de Danlí presidido por el doctor José Antonio Urrutia,

Es ahí donde Juan Carlos Argeñal Medina hace muchas críticas al gobierno municipal de Urrutia, sobre todo por malversación de los recursos públicos, a raíz de eso él empieza a recibir algunos cuestionamientos por parte del gobierno municipal y es citado en 2 ocasiones por parte de las autoridades para que se presentara ya que su canal de televisión no contaba con los permisos para operar correspondientes.

Según parientes de la víctima se utilizó como estrategia de intimidación esta acción contra Juan Carlos Argeñal Medina para tratar de “ablandar la programación noticiosa” del comunicador.

Otro momento referido fue aquel cuando a Juan Carlos llegan denuncias de actos de corrupción supuestamente cometidos en el hospital Gabriel Alvarado de Danlí, dichas denuncias fueron documentadas por un miembro de la  Cámara de Comercio de aquella ciudad, de apellido Blandón, quien le comenta al comunicador que ningún medio de comunicación ha querido denunciar los hechos.

Al respecto Argeñal Medina decide sacar al aire la denuncia en su canal al igual que en Globo TV, y comienzan a presentarse amenazas en su contra. El comunicador comparte a su familia que está siendo víctima de una serie de amenazas por gente vinculada al hospital Gabriel Alvarado .

Esas amenazas comenzaron a surgir a mediados del mes de noviembre de 2013, razón por la cual, el comunicador planea volver a presentar la denuncia ante el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), situación que ya había ocurrido al brindar testimonio en contra del gobierno municipal de Danlí que también había ejercido cierto tipo de amenazas en su contra.

“Lastimosamente Juan Carlos no pudo llegar a COFADEH, porque fue asesinado el 13 de diciembre de 2013, presuntamente por gente vinculada a la administración del hospital Gabriel Alvarado de Danlí”, dijo uno de los familiares de la víctima.

De acuerdo a las circunstancias en que ocurrieron los hechos, se relató que el día del asesinato, alrededor de la 1:00 de la tarde Juan Carlos Argeñal Medina se encontraba en un centro comercial cuando recibió una llamada de un desconocido en su teléfono celular en donde se le requería en su casa de habitación para que supuestamente firmara un contrato de publicidad, no se sabe si para el canal de televisión o para la disco-móvil de la cual era propietario.

Vecinos observaron que el comunicador llegó a su casa, esperó unos minutos y luego tocaron a su puerta, abrió la misma y al parecer dejó entrar a alguien que era conocido para él, sin imaginar que esa tarde (3:30 pm) sería la hora de su muerte.

Se afirma que al menos 2 sicarios participaron en la muerte violenta  del comunicador, quien recibió dos disparos, uno por la espalda que salió por el corazón y el otro en la parte posterior de su oreja derecha.

Exigen eliminar programa "Guardianes de la Patria"



La Coordinadora de Instituciones Privadas Pro las Niñas, Niños, Adolescentes, Jóvenes y sus Derechos (COIPRODEN) exigió ayer al presidente Juan Orlando Hernández que suspenda el programa Guardianes de la Patria, y que manejan los militares, porque lo consideran violatorio a los derechos de los menores.

En conferencia de prensa, representantes de COIPRODEN, entre ellos Wilmer Vásquez; Guadalupe Ruela; Lilian Mejía; Roberto Bussi; Laura Rey y Denis Osorio, leyeron un pronunciamiento en el cual plasmaron las razones por las cuales piden al mandatario que se elimine el programa antes descrito.

Con el programa Guardianes de la Patria, el gobierno pretende para este año, que unos 25 mil niños en riesgo social y sin ninguna oportunidad en la vida, sean instruidos en las unidades militares para que estudien, e infundirles valores cristianos, morales y patrios,   pero hay varias organizaciones que se oponen al proyecto por considerar que el mismo es una forma encubierta de reclutamiento militar.

“La Coordinadora (…) se opone a la implementación del programa Guardianes de la Patria por transgredir los derechos de las niñas, niños y adolescentes de Honduras”, dijo Wilmer Vásquez durante la lectura del comunicado.

Además, el proyecto viola las disposiciones contenidas en la Convención sobre los Derechos del Niño, indicó.

El desacuerdo de COIPRODEN con el proyecto que involucra a los niños, según sus representantes, es “por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidados especiales procurando que éstos se desarrollen y sean educados en condiciones de paz, lo cual se contraviene con el desarrollo del programa “Guardianes de la Patria”.

Misión Constitucional 
Los defensores de los niños indicaron que los militares tienen una misión constitucional específica y totalmente diferente a lo previsto en el referido programa; “por consiguiente corresponde a los padres, representantes legales, sistema educativo, iglesias y otras instituciones, fomentar el amor a la patria en los niños y adolescentes; la generación de valores, la promoción de una cultura de paz y la instrucción para formar ciudadanos de bien, y no a las Fuerzas Armadas”.

Los entrevistados agregaron que de conformidad con el Código de la Niñez y la Adolescencia, “rescatar a los niños o niñas en situación de riesgo social corresponde a los Juzgados de la Niñez y la Adolescencia y al Instituto Hondureño de la Niñez y la Familia (IHNFA)” y que las Fuerzas Armadas deben colaborar con estas instituciones pero como auxiliares, porque no es de su competencia hacerlo de manera directa.

La red COIPRODEN demandó al presidente Hernández instruir a sus subalternos en la Secretaría de Defensa y del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, para que “suspendan de inmediato el programa Guardianes de la Patria y que en lugar de invertir recursos en las Fuerzas Armadas para esa finalidad se eleve el presupuesto a las instituciones estatales que tienen como misión la atención de la niñez y adolescencia vulnerable, para satisfacer sus necesidades técnicas y financieras.

La soledad de América Latina


Rebelión

Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen. 

Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonios más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar: «Me niego a admitir el fin del hombre». No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido.
Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.
En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía.

García Márquez: El periodismo y la política

Rebelión

Por Juan Manuel Karg

Mucho se habla y escribe, en estos tiempos, sobre la vinculación entre el periodismo y el mundo de “la política”. Se intenta, desde grandes monopolios informativos, desvincular ambas esferas, intentando mostrar una supuesta perspectiva “apolítica” de las noticias. Es que, según advierten estos medios, los periodistas de afinidad ideológica progresista o de izquierda “tiñen” el carácter de las noticias, que según el manual de procedimientos de estos medios deberían tener una “neutralidad valorativa”. Detrás de esta operación, claro, hay una profunda intencionalidad política: tras la idea de que “ellos”, los “periodistas militantes”, dan cuenta de una realidad distorsionada –y por tanto, no pasible de salir a la luz-, se esconde la pretensión de mostrar sólo una parte de lo que sucede, lo que naturalmente hacen estos medios, generalmente afines a grupos empresarios del poder económico concentrado.
Con Gabriel García Márquez y su muerte ha ocurrido un fenómeno interesante: desde todo el espectro político e ideológico del continente se ha lamentado su partida, valorando asimismo su extensa obra literaria y periodística. Desde Enrique Peña Nieto y Juan Manuel Santos hasta Nicolás Maduro y Raúl Castro, en cuanto a los presidentes de nuestro continente, y desde Clarín hasta La Jornada, en cuanto a los medios de comunicación: todos se han sorprendido y han lamentado la muerte de uno de los latinoamericanos más importantes del Siglo XX. Esto, claro, sólo ocurre con personalidades de esta índole, reconocidas a nivel mundial: hay que aclarar aquí que también manifestaron su pesar por la noticia el presidente ruso Vladimir Putin y el ex presidente norteamericano Bill Clinton.

Sin embargo, hay un hecho que las fuerzas conservadoras de la región han ocultado o tratado de minimizar en los diversos “obituarios”: la pertenencia ideológica de Gabo al mundo de las izquierdas o del progresismo, dicho esto en términos amplios. García Márquez fue siempre tras la búsqueda de un horizonte de justicia social, lo que lo hizo, entre otros, amigo de Fidel Castro y Hugo Chávez, dos contemporáneos con los cuales compartió un análisis del momento político de la región. Desde esa perspectiva “política” es que también colaboró en la fundación del diario mexicano La Jornada, en septiembre de 1984. En una reciente editorial, tras su muerte, La Jornada recordó que “además de acompañar con visitas frecuentes al periódico naciente, y de alentar personalmente a sus directivos en aquellos momentos inciertos –y en muchos posteriores-, ofreció colaborar con artículos y textos especiales escritos y entregados ad honorem en prenda de amistad, solidaridad y fe en este proyecto informativos”.

La fundación de La Jornada se inscribía detrás de una profesión de la cual se sentía parte, al decir que “soy un periodista, fundamentalmente. Toda la vida he sido un periodista. Mis libros son libros de periodista, aunque se vea poco”, tal como manifestara alguna vez a Radio Caracol de Colombia. ¿Hubiera sido tildado de “periodista militante” por estos hechos Gabriel García Márquez, como ha acontecido recientemente con muchos cronistas, desdeñados sólo por haber emitido opiniones afines a los gobiernos posneoliberales en la región? Seguramente no, por su magnífica pluma y su influencia periodística y literaria, lo que solía blindarlo de ataques y “operaciones” que, lamentablemente, se han extendido contra quienes han opinado desde la izquierda y/o el progresismo. Y porque García Márquez era, en definitiva, un Premio Nobel de Literatura, tal como lo atestigua la condecoración recibida en 1982, y una personalidad reconocida a lo largo y a lo ancho del continente.

Sin embargo, y mal que le pese a algunos sectores políticos y periodísticos que hoy quieren “edulcorar” su trayectoria, e intentar construir una trayectoria supuestamente equidistante respecto a la política –o un García Márquez “light”- fue un periodista y escritor con una ideología clara, determinada y contundente: la búsqueda de construir un orden social diferente, más justo, más humano, despojado de las desigualdades, donde la cultura pueda constituir un elemento indispensable para amplias capas de la sociedad y no solamente para una “elite”. García Márquez, el del Nobel de Literatura y la amistad con Chávez y Castro, siempre con un “optimismo de la voluntad” envidiable, decía que “yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra” y también que "sigo creyendo que el socialismo es una posibilidad real, que es la buena solución para América Latina" .

A ese García Márquez, periodista y escritor comprometido con su tiempo y su historia –como diría Walsh-, también despedimos en estos días. 

martes, 29 de abril de 2014

Honduras, el segundo país latinoamericano que más personas expulsa a EE.UU



Por Rosa Morazán

Después de México, Honduras es el país latinoamericano que más personas expulsa a los Estados Unidos, cuyo censo oficial de 2010 indica que allá residen 633 mil catrachos.
El gobierno de Honduras señala que cada año 80 mil nacionales intentan llegar a EE. UU., pero sólo uno por ciento lo logra (unos 10 mil), y el resto, 70 mil, es deportado.

De 1990 a 2011, unos 842 mil hondureños abandonaron el país decididos a ingresar a EE. UU., pero en su paso por México fueron detenidos y devueltos a Honduras.


Vladimir López Recinos es autor del artículo “Desarrollo, migración y seguridad: El caso de la migración hondureña hacia Estados Unidos”, de la revista Migración y Desarrollo, de la Red Internacional de Migración y Desarrollo.

En la investigación aborda antecedentes y causales de la emigra­ción, importancia de la zona como ruta migratoria, riesgos y peligros que enfrentan los migrantes al desplazarse por esa región, integrando el tema al desarrollo desigual y la migración, los nuevos patrones y escenarios migratorios, que han estado presentándose y transformándose en el transcurso de los últimos años, especialmente con el devenir de un contexto político y económico capitalista neoliberal.

De la misma manera, analiza integralmente aspectos concernientes al incremento de los flujos migratorios, las rutas de tránsito y la vulnerabilidad que a diario enfrentan los migrantes a raíz del incremento de la violencia en distintos puntos fronterizos y en la ruta migratoria con destino hacia Estados Unidos.

Examina la migración de centroamericanos en tránsito por México hacia EE. UU., particularmente el caso de los hondureños indocumentados que se desplazan por el noreste (Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas).

Emigración explosiva

El informe señala que en Honduras, la población cada vez más está emigrando a Norteamé­rica: desde 1960 registra un aumento de menor escala, pero a partir de 1990 la emigración se tornó explosiva y de carácter compulsivo.

A diferencia de las primeras migraciones de hondureños a EE. UU. en el primer cuarto del siglo XX, el actual desplazamiento es un fenómeno más complejo y multifacético.

Agrega que en el contexto global neoliberal, puede conceptualizarse como una migración compulsiva y forzada, hasta convertirse en un largo proceso que afecta a los trabajadores migrantes y sus familiares, pero simultáneamente tiene elevados costos y consecuencias para los países de origen, tránsito y destino final.


Un aspecto que ha tomado mayor relevancia es el recrudecimiento de la violencia y los peligros en las rutas de tránsito y cruce fronterizo. Esa espi­ral descontrolada ya no sólo afecta a hondureños y centroamericanos, tam­bién a decenas de mexicanos que todos los días confluyen con rumbo al Norte.

Las políticas migratorias restrictivas y de seguridad han repercutido en la dinámica migratoria y transformado, cada vez más, el corredor migra­torio Centroamérica-México-Estados Unidos en uno de los más inseguros, violentos y anárquicos del mundo, escenario que fue advertido y no atendido oportunamente.

La ruta a Tijuana y ciudades circundantes, Mexicali y Tecate, era una de las más transitadas, pero a partir de 2000 los flujos migratorios cambian la trayectoria, pues el paso por el desierto de Sonora, una de las zonas más peligrosas en ese entonces, incrementaba las muertes.

Los migran­tes, guías y coyotes dan un viraje hacia el noreste de México (Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas), debido a que representa una distancia más accesi­ble para quienes vienen del Sur y pretenden eludir el peligroso desierto o la lejana Tijuana.

Alcanzar una democracia moderna al igual que un desarrollo estable ha sido el ideal de casi todas las repúblicas latinoamericanas desde su nacimiento a principios del siglo XIX, un fin que tarda mucho en hacerse una realidad. Es difícil generalizar sobre todos los países, pero en Honduras varios factores contribuyeron a su historia política turbulenta e incipiente desarrollo en comparación con otras naciones de la región.

Economía

Sostiene que la dependencia económica y subordinación política a EE. UU. ha impedido a Honduras alcanzar un desarrollo sostenible con sólidas bases democráticas y sumado a esto la enorme acumulación de riqueza y poder político en pequeñas élites no han permitido construir un modelo de desarrollo nacional equitativo e incluyente.

Asimismo, la inseguridad y vulnerabilidad tampoco han contribuido a la estabilidad social. Para los gobiernos resulta difícil mantener el orden en tiempos de crisis.

Existen fundamentos que dejan claro cómo se han venido desarrollando las relaciones políticas y económicas entre Honduras y Estados Unidos desde el siglo XIX a la fecha, y éstas no han sido las más idóneas y convenientes, pues desde aquel tiempo se vislumbra una fuerte relación de explotación, intervencionismo político y militar, y subordinación y dependencia.

Actualmente, esas relaciones continúan dándose casi de igual forma, a pesar de que están basadas en un Acuerdo de Libre Comercio que hace socios comerciales a ambos países: existe un intercambio desigual tanto en lo económico como en lo laboral, especialmente con la compulsiva emigración de hondureños.


En el período 1920-1950, Honduras se caracterizó por ser un enclave bananero y 1950-1970 siguió con la tendencia regional a surtir las importaciones de bienes de consumo básico (ropa, calzado, etcétera) y de integrarse a un mercado regional.

El éxito de esas políticas se vio mermado por la falta de inversión en sectores más intensivos en capital y con ello la dependencia al extranjero en el caso de la sustitución de importa­ciones, y por los conflictos de intereses en el caso de la integración.

Durante la década de 1980 la economía hondureña estuvo sostenida por una demanda cautiva de bienes de consumo de los países vecinos que afron­taban conflictos guerrilleros internos, asimismo de tropas extranjeras en su territorio por las que recibió apoyo económico y militar.

Sin embargo, al llegar un periodo de paz, como en la fábula de la «Liebre y la tortuga», dice el investigador, Hon­duras se enfrentó a la realidad: una industria obsoleta y una pobre demanda interna; por tanto tuvieron que buscarse opciones para el crecimiento.

La inserción de una economía pequeña, como la hondureña, en el mercado de comercio global, conlleva a una integración desigual donde los países con desventaja tecnológica ofrecen bienes en los que ellos intentan ser más competitivos internacionalmente: mano de obra productiva y barata y recursos naturales.

La asimetría corresponde al bajo nivel de desarrollo productivo y laboral del país, pero también influyen factores político, social y ambiental, áreas con pocos avances y reformas sustanciales.

En los últimos años el país ha sido afectado por desastres naturales, como el paso del huracán Mitch (2008), que colapsó gran parte de la infraestruc­tura y economía Tampoco puede obviarse el modelo de política económica, basado en la gestión neoliberal de la inversión extranjera directa, que no ha generado desarrollo.

Estudiosos de la economía del desarrollo estiman que con ese tipo de políticas las naciones sólo reciben un modesto estímulo que no es el principal motor de desarrollo, pues éste depende del papel del sector público y privado.

Remesas y hondureños expulsados


Una variante nueva es que gran parte de la economía hondureña depende de las remesas que mes con mes envían los trabajadores migrantes que resi­den, principalmente, en EE. UU.

El país depende, cada vez más, de un incipiente aparato productivo y de las divisas que le reporta la mano de obra barata expulsada, estos recursos contribuyen a mantener los índices macroeconómicos y también a amortiguar la pobreza.

El investigador sostiene que el modelo económico está reproduciendo exclusión y pobreza, pero paradójicamente es sostenido por los mismos pobres que emi­gran y tras extensas jornadas de trabajo envían dinero al país.

Estas con­diciones generan un Estado débil que pretende, no obstante, insertarse en el nuevo orden económico mundial mediante el ofrecimiento directo o indi­recto de «mano de obra productiva y a precios competitivos».

Los migrantes, que aportan a la economía hondureña más de $2,000 millones anuales, según cálcu­los del Banco Central de Honduras, llegan a alcanzar en unos años entre el 15 y 19% del PIB.

Búsqueda de oportunidades

Siendo un país productor de bienes con bajo valor agregado y, recientemente mercader o expulsor de mano de obra barata, Honduras ha tenido que enfrentar las disparidades económicas, sociales y tecnológicas del sistema mundial.


En el siglo XXI persisten grandes desigualdades entre naciones ricas y pobres. Esas brechas están ampliándose en vez de reducirse.

En un polo, están los países que tienen mejores niveles de vida, educación, salud, cultura, mejores salarios, acceso a la tecnología, mejores proyectos de desarrollo, seguridad y bienestar.

En el otro polo, se ubican países con inseguridad, pobreza, falta de oportunidades, bajos salarios, desempleo, recesión económica, limitantes de desarrollo, autoridades represoras, malos políticos, gobiernos corruptos y contingencias naturales desfavorables.

La dinámica desequilibrada entre naciones crea polos de atracción y expulsión, asimismo contribuye a un mayor movimiento forzado de personas desde los países menos desarrollados hacia los más desarrollados.

A menudo los migrantes procedentes de las regiones más pobres del planeta son considerados como una amenaza o un mal disfuncional de la sociedad), pero paradójicamente son producto de la de­nominada «globalización neoliberal» o el llamado «imperia­lismo del siglo XXI» y están buscando a donde irse. Esto no está desconectado de la compulsiva migración hondureña a Estados Unidos.

Primeras migraciones

Agrega que las primeras migraciones de hon­dureños a Estados Unidos tienen su origen en el primer cuarto del siglo XX (1901-1925) y que de ser un flujo exiguo pasó a convertirse en uno cada vez más constante y estable.

En las últimas dos décadas (1990-2010), Honduras presenta un incremento acelerado en la salida de una parte de su población. La mayoría del flujo es con destino a Estados Unidos, pero también a otros países cercanos y más distantes, entre los cuales figuran Canadá, México, España, Italia, El Salvador y Guatemala.


En el caso de esos dos últi­mos países, la migración internacional resulta ser muy significativa, por el hecho de que los escenarios migratorios han ido cambiando, ya que en déca­das pasadas la migración fue a la inversa, salvadoreños y guatemaltecos emigraban a territorio hondureño.

En la actualidad se registra una evolución en los patrones tradicionales de la migra­ción. El movimiento ya no sólo es específicamente hacia el Norte, hoy bien puede haber algunas migraciones del Sur al Sur o del Centro al Centro, de acuerdo a como vayan configurándose los polos de desarrollo y subdesarro­llo entre las naciones y regiones.­

Después de México, Honduras es ahora el segundo país latinoamericano que más personas expulsa a Estados Unidos.

La emigración de los hondure­ños había sido un fenómeno continuo y en menor escala, pero es a partir de 1990 cuando empieza a incrementarse.

Algunos datos

En 1960 se estimaba que sólo había unos 6,503 hondureños residiendo en aquel país, una cifra no tan significativa, apenas 0.3% del total de la población de Honduras que en ese año era de 1’884,765 de habitantes..

En 1970 se estimaban 19,118 hondureños en territorio estadounidense; en 1980, eran 39,154 y en 1990, alcanzaban 108,923.

El censo de Estados Unidos de 2010 reporta que en ese país residen 633 mil hondureños y al restar los 108, 923 hondureños del censo de 1990, indica que en 20 años hubo un incremento de 524,077, es decir, aumentó 159%.

En un principio, fuentes oficiales hondureñas decían que fuera del país vivían unos 934 mil hondureños, de los cuales estimaban que 805 mil radicaban en Estados Unidos, de ellos 460 mil con residencia; 85 mil favorecidos por el Estatus de Protección Temporal y 260 mil eran indocumentados.

Según el gobierno, cada año 80 mil hondure­ños intentan llegar a EE. UU., pero sólo 1% alcanza su objetivo, es decir, unos 10 mil; el resto, unos 70 mil, son deportados.


El gobierno hondureño estima que hay 32 mil hondureños en Europa; 15 mil en España; 10 mil en Italia y 7 mil en otros países europeos no precisados.

Estiman que en Centroamérica hay unos 52 mil hondureños, de los cuales 15 mil están en El Salvador, 14 mil en Guatemala, 8 mil en Nicaragua, 7 mil en Belice, 6 mil en Costa Rica y 2 mil en Panamá.

Asimismo, 30 mil hondureños en Canadá y unos 15 mil en México.

En cuanto a los hondureños en EE. UU. a partir de 2005, el gobierno cambió las cifras que venía manejando y ahora asegura que son un millón de hondureños, pero no se aclara cómo llegaron y en qué parte de Estados Unidos residen esos nuevos 195 mil hondureños. La cifra de 1 millón se ha vuelto oficial.

Por otra parte, existe información que de alguna manera deja al descu­bierto cómo ha venido creciendo la migración hondureña indocumentada en tránsito por México hacia Estados Unidos en los últimos años. Parte de esa realidad puede medirse con cifras de los indocumentados, detenidos y depor­tados por las autoridades migratorias.

Actualmente son casi inexistentes las fuentes estadísticas precisas sobre la migración indocumentada.

Cifras en EE. UU. y México

Los reportes oficiales del Instituto Nacional de Migración (INM) revelan que el tránsito de indocumentados hondureños con destino a EE. UU. presenta un aumento considerable desde 1990 hasta 2011.

Una sumato­ria de esos 22 años, sin contar los hondureños indocumentados que logran ingresar a Estados Unidos y los que semanalmente son deportados vía aérea desde ese país, establece de forma preliminar que más de medio millón de hondureños (841,882) abandonaron el país para tratar de llegar a EE. UU, pero en su paso por México fueron detenidos y expulsados.

Una correlación de cifras correspondientes a 20 años (1990-2010) con ciertos acontecimientos económicos, políticos y sociales del país, durante distintos períodos de gobierno, conduce a inferir que el éxodo de hondureños a EE. UU. empieza a incrementarse en el gobierno de Rafael Leonardo Callejas (1990-1993) que se caracterizó, en gran medida, por los programas de ajuste estructural a la economía y un ambiente de inseguridad.

Luego continuó en ascenso durante la administración de Carlos Roberto Reina (1994-1997) que mantuvo el mismo modelo económico neoliberal, quizá un poco más moderado, pero con problemas como la crisis energética que afectó tanto a la población como a la pequeña y media industria, además de un enrarecimiento del clima político debido a un fortalecimiento de la sociedad civil y el debilitamiento de los militares.

Un repunte en la emigración es notable a partir de 1998, cuando ocurrió la devastación provocada por el huracán Mitch. Las consecuencias subsiguientes generadas por la catástrofe, al final dio como resultado un alza de los índices de pobreza y desempleo.

En los gobiernos de Ricardo Rodolfo Maduro Joest (2002- 2005), José Manuel Zela­ya Rosales y Roberto Micheletti Bain (2006-2009), con el incremento desme­dido de la miseria, la desocupación, la criminalidad, la recesión económica y la crisis política, se generó una ruptura del orden constitucional y un golpe de Estado cívico-militar, cuando más ha crecido el número de hondureños indocumentados detenidos y deportados del territorio mexicano por las autoridades migratorias de ese país.

Ese mismo escenario, casi idéntico, continuó en el gobierno de Porfirio Lobo Sosa, ya que la crítica situación económica, social y política se recrudece cada día más e igual está ocurriendo con las causales de la emigración es muy probable que siga así en los próximos años.


El punto de quiebre y a la vez de explo­sión de la emigración hondureña hacia Estados Unidos surge precisamente con el advenimiento del modelo neoliberal que se ha caracterizado por el acompañamiento de programas de ajuste estructural a la economía y el des­mantelamiento de subsidios y prestaciones sociales entre otros beneficios para la población, lo cual ha incrementado la brecha de pobreza extrema.

Los anteriores factores económicos, políticos, sociales y climáticos extremos, señalados durante los distintos períodos de gobierno sugieren que la emigración hondureña a EE. UU. tiene un carácter multifacético

iernos de Ricardo Rodolfo Maduro Joest (2002- 2005), José Manuel Zela­ya Rosales y Roberto Micheletti Bain (2006-2009), con el incremento desme­dido de la miseria, la desocupación, la criminalidad, la recesión económica y la crisis política, se generó una ruptura del orden constitucional y un golpe de Estado cívico-militar, cuando más ha crecido el número de hondureños indocumentados detenidos y deportados del territorio mexicano por las autoridades migratorias de ese país.

Ese mismo escenario, casi idéntico, continuó en el gobierno de Porfirio Lobo Sosa, ya que la crítica situación económica, social y política se recrudece cada día más e igual está ocurriendo con las causales de la emigración es muy probable que continúe así en los próximos años.

El punto de quiebre y a la vez de explo­sión de la emigración hondureña hacia Estados Unidos surge precisamente con el advenimiento del modelo neoliberal que se ha caracterizado por el acompañamiento de programas de ajuste estructural a la economía y el des­mantelamiento de subsidios y prestaciones sociales entre otros beneficios para la población, lo cual ha incrementado la brecha de pobreza extrema.

Los anteriores factores económicos, políticos, sociales y climáticos extremos, señalados durante los distintos períodos de gobierno sugieren que la emigración hondureña a EE. UU. tiene un carácter multifacético. 

El Grupo Sociedad Civil respalda uso de las PAE



La Píldora Anticonceptiva de Emergencia (PAE) no es un fármaco con propiedades abortivas, sino un método de anticoncepción de emergencia, que contribuye al ejercicio de los derechos reproductivos de las mujeres, afirmaron ayer organizaciones de sociedad civil, gremios médicos, instituciones académicas y redes feministas. 

La iniciativa del diputado nacionalista Antonio Leiva  Bulnes para suspender la normativa que prohíbe la comercialización de la PAE, fue respaldada ayer mediante un pronunciamiento público del Grupo Sociedad Civil (GSC), la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), el Colegio Médico de Honduras (CMH) y la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Honduras, entre otras organizaciones.

De acuerdo a la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) y el Consorcio Internacional sobre Anticoncepción de Emergencia (ICEC), la inhibición o el retraso de la ovulación es el principal y posiblemente único mecanismo de acción de las PAE, indicaron las organizaciones.

“La posición de la Sociedad de Ginecología es dar fundamento y apoyo en el aspecto científico de que la píldora anticonceptiva inhibe ovulación e impide embarazos no deseados”, expresó el representante de la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Honduras, Cristian Navarro.  
Los efectos secundarios de las “píldoras del día después”, son menores como cualquier otro fármaco, como dolores de cabeza, náuseas y si se toma de manera incorrecta produce sangrados “intermenstruales” no deseados, ya que es un sintético hormonal, indicó el especialista.

Religión y Ciencia
Por su lado, la rectora de la UNAH, Julieta Castellanos, manifestó que “una cosa es la ciencia y otra cosa es la religión que se desarrolla y se mueve bajo dogmas; las personas tienen derecho a una información científica y luego a tomar sus propias decisiones”.

La institución académica se ajusta a la opinión de la Sociedad Ginecológica de Honduras y de otras sociedades ginecológicas de América Latina, que indican que el fármaco no es abortivo, expresó Castellanos.

Asimismo, manifestó que la PAE es un anticonceptivo que hace lo mismo que las pastillas que se toman en 21 días, lo único que la píldora tiene una potencia mayor y actúa mucho más rápido y lo que impide es la unión del óvulo con el espermatozoide.

“No es el miedo, ni es el dogma, ni es la información insuficiente o limitada lo que debe de hacer que la gente no tome sus decisiones, la decisión debe tomarse a conciencia con información científica y veraz”, subrayó.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) también concluyó que la “píldora del día después”, no causa aborto ni daña la fertilidad futura, y sus efectos secundarios son infrecuentes.

Bancada de LibRe enciende velas contra la violencia



La bancada del Partido Libertad y Refundación (LibRe), colocó velas encendidas en sus curules, durante la sesión parlamentaria de este martes, como forma de protesta por los altos índices de violencia que azotan a Honduras.
- La segunda fuerza mayoritaria en el Congreso Nacional, no se presentó a la reunión previa de bancadas estedía.

"No queremos que hayan más muertes, queremos luz y vida para el pueblo hondureño, no es posible que tengamos gobiernos manipulando, maquillando cada día los índices, 37 muertos, esto es mentira, en Honduras hay una masacre continuada", expresó el diputado de LibRe, Edgardo Casaña.

Los diputados del izquierdista Partido LibRe también protestaron por la agenda legislativa,y, según ellos, se debe aportar temas serios que beneficien al pueblo hondureño.

"Acá debemos de apostarle al tema de la seguridad seriamente, los temas coyunturales que este país está sufriendo y aquí lo que vemos es una manipulación e imposición de datos", agregó el diputado de Santa Bárbara.

En tanto, el parlamentario Rasel Tomé escribió en su cuenta de Twitter: "Con mis compañerosde bancada hoy nos pronunciamos en contra de la cultura de la muerte No Paramilitares, Sí a la Vida".

Desprofesionalizar la política


La República

Por Emilio Cafassi *

Un editorial de este diario advertía recientemente los riesgos de la apatía ciudadana, ejemplificado con el descenso de participación en las elecciones internas en Uruguay. También a su manera lo hizo el propio presidente Mujica, en una mesa redonda organizada por la CEPAL en la que reiteró buena parte de las críticas y denuncias que realizara en la ONU, pero añadió el “peligroso descreimiento de las masas en la política”. Síntomas de una crisis de credibilidad en los partidos, en las elecciones y en algunas instituciones republicanas. Se perciben en los dos subsistemas que componen el sistema representativo: la llamada república democrática y el dispositivo de partidos, expresando la crisis actual del conjunto que reproduce e incrementa la desconexión entre representantes y representados.
En el vasto espectro de izquierdas, el síntoma no es exclusivamente atribuible a laxos progresismos o socialdemocracias. En las más radicales, el énfasis es exclusivamente anticapitalista, no antirrepresentativo. Menos aún lo es en materia de crítica al culto a la personalidad, a la infalibilidad del líder, a la ausencia de rotación y distribución del poder. ¿No hay allí tanta o más devoción por el dirigente y la centralización cuanto desconfianza en las capacidades colectivas? ¿No se igualan en sus concepciones político-institucionales a quienes pretenden criticar? La explicación de la apatía política de diversos sectores sociales debe tener en cuenta el factor institucional: la democracia representativa no induce a la participación sino que la desalienta. Las reiteradas tentativas de participación y su resultado político-institucional estéril producen frustración y pasividad en la sociedad civil.

La magnitud del problema y su incidencia en las diversas instancias de la vida política, al que no es la primera vez que dedico estas notas dominicales, requieren tratamiento detenido de cada uno de los institutos políticos en los que se sostiene, o inversamente, en aquellos que permiten revertirlo, al menos parcialmente. El editorial aludido, subraya varios aspectos de la crítica ciudadana que pretende poner en cuestión, entre ellos, “que les pagamos altos sueldos para que no hagan nada”. Precisamente el asunto salarial, encarado como instituto preciso, es un aspecto que dejé abierto en artículos previos. Me permití exponer dos posturas extremas, ambas inmejorablemente intencionadas desde la izquierda. Por un lado la que llamaré “limitativa”, como la fijación de un salario equivalente al de algún trabajador. Por otro, la que llamaré “filantrópica”, de importante tradición en las izquierdas con diferencias en magnitud, que consiste en aprovechar el ostensible privilegio salarial de los cargos electivos y de confianza, para derivar una proporción del estipendio hacia causas políticas de interés como el sostenimiento financiero de los partidos y organizaciones o iniciativas político-sociales.

La primera, rescata –desconozco si conscientemente- el principio de “discriminación positiva”, también llamado de “acción afirmativa”, que a diferencia de la discriminación a secas, pretende establecer políticas que dan a un determinado segmento social desfavorecido, un trato preferencial. Induce a desestimular la postulación de los que el editorial de “La República” menciona como “aprovechadores” e inversamente alentar la integración de trabajadores. La segunda, aún inspirada en la transformación, es estrictamente conservadora y aprovecha las oportunidades del sistema para beneficio de la supuesta transformación que, en lo que al régimen político respecta, así nunca llegará.

No comparto ninguna de las dos opciones, aunque le reconozco a la primera el mérito de bloquear el usufructo privado de la función pública. Sin embargo no es el único modo si ese es el objetivo, que también hago propio. Tal aprovechamiento deviene del privilegio económico y la eternización en la política. Ambos deben limitarse, pero el privilegio es una medida relativa, no sólo respecto a una media económica, un oficio, o la ausencia de propiedad, sino a un ingreso precedente. En las sociedades de clase, la desigualdad salarial y de ingresos en general es la regla, no la excepción y es indispensable partir de lo existente. La igualación en la esfera ciudadana, no guarda correlato en el capitalismo con igualdad alguna en la esfera despótica de la economía. La prerrogativa desaparece si el salario en la función pública mantiene exactamente al mismo nivel que antes de asumirla y ésta resulta a la vez, un transitorio pasaje en la vida laboral del postulante. Limitarla drásticamente, salvo alguna excepción, conlleva un perjuicio. Mi conclusión es que debe incorporarse un instituto que llamaré de “desprofesionalización” que implica retribuir a todos (sin excepción) los cargos políticos con el/los salario/s correspondiente a los ingresos declarados y documentados previos a su asunción, para poder ejercer su nueva actividad con plena dedicación. Lo concibo como un pequeño paso hacia una mayor colectivización de la política. El fundamento último es que no existe el oficio de político de forma tal que quien temporalmente asume una función pública llega con un oficio y una remuneración y debe volver luego a ejercerlo. Inversamente, reconocerlo como oficio y remunerarlo como tal, implicaría responder el siguiente interrogante. ¿En qué consejo de salario, con qué representantes y contra qué patronal se negocia su magnitud? Igualar los salarios de los políticos con algún parámetro, es un modo de afirmar encubiertamente el oficio que cuestiono. No por ello debe negarse o vulnerarse el principio de igualdad ciudadana, sino tratar de lograr que ese mismo propósito igualitario se extienda hacia la totalidad de la vida social, o para decirlo en términos más llanos aún, que la distribución de la riqueza también resulte equivalente. Entretanto, invocando nuevamente la crudeza, habrá que reconocer que los burgueses, los rentistas y parásitos diversos, tienen también los mismos derechos a elegir y ser elegidos. Esta propuesta no se contradice con el igualitarismo social. Si tienden a equilibrarse las remuneraciones en toda la sociedad, el instituto seguiría teniendo plena vigencia.

Soy consciente de la necesidad de mediatizaciones y la contemplación de ciertas excepciones, particularmente para con los trabajadores o los más desfavorecidos. La más evidente es la necesidad de hábitat para quienes viven en otras localidades, que debe contemplarse, tanto como la necesidad de viajar periódicamente a reunirse con sus seres queridos y atender sus cuestiones personales. Otra batería de institutos que regulen el financiamiento de la política y garanticen infraestructura, podrá compensar la desigualdad. Un buen ejemplo es la construcción prevista por el Sveriges Riksdag, la asamblea legislativa sueca, que desde la década del ´90 erigió edificios con pequeños apartamentos (los últimos de los cuales son monoambientes de 18 metros cuadrados) con cocina y lavaderos en áreas comunes, al estilo hostel. Los legisladores carecen de servicio doméstico, pero también de secretaria propia, asesores, choferes, etc. Lejos de esto, entretanto en nuestros países, deberá calcularse un plus para asegurar la mudanza. Otra excepción a contemplar es el de los trabajadores precarizados o en negro o los cuentapropistas con escaso nivel de blanqueo salarial, aquellos casos en los que no puedan documentarse con precisión los ingresos, etc. que deberán fijarse por aproximación y contexto, aunque no de los rentistas puros, es decir sin salario, ya que no lo necesitan para reproducirse como tales. El caso de alguien momentáneamente desocupado, es más simple aún con sólo contemplar su/s último/s empleo/s.

Intento pensar en un principio de igualdad real y no formal, como creo que expresan las propuestas limitativas. Principio basado en la satisfacción de las mismas necesidades hasta la asunción que a la vez impidan posteriormente el provecho privado o el mejoramiento económico personal del futuro representante o jerarca. La fijación de una idéntica retribución para todos los cargos en cualquier caso seguiría siendo desigual, en más o en menos, respecto a otras magnitudes salariales en la sociedad. No resuelve la desigualdad social.

Por último, un aspecto a considerar es que varias funciones y cargos, particularmente en el Poder Ejecutivo (eludo aquí el judicial, ya que merece tratamiento específico en otra oportunidad) requiere de mucho más que acuerdos políticos, programáticos, o particular confianza, sino también de conocimientos del área o temática, idoneidad, talento e iniciativa. Las dos concepciones de las que me distancio, desestimulan la postulación de los más capaces que seguramente tienen una trayectoria laboral destacada. Si un candidato es muy capaz, no lo va a descubrir la ciudadanía mediante la propaganda política ni sus compañeros de militancia antes que el capital, la universidad o el estado. Ya tendría que haber demostrado sus habilidades y tendrá un sueldo proporcional a tal exhibición para el mercado laboral local.

Para domar al mercado (laboral y de bienes) es indispensable la política. Pero los políticos no deberían pasar por encima del mercado laboral. Al hacerlo, pisoteando la política, aplastan la energía social transformadora.

La enferman de apatía.

* Emilio Cafassi. Profesor titular e investigador de la Universidad de Buenos Aires, escritor, ex decano. 

Bateman: misterio sin final

Semana

Por Gabriel García Márquez

Este primer gran reportaje de Gabriel García Márquez después de haber ganado el Nobel de Literatura, tiene su origen en una reunión informal con la redacción de esta revista. Durante una discusión sobre la desaparición de Bateman, García Márquez manifestó su extrañeza ante el hecho de que semanas después del accidente, los medios de comunicación no hubieran realizado la obvia investigación que imponía un suceso de esta naturaleza.

Criticó el "síndrome de la chiva" que, según él, vive el periodismo colombiano y apostó que podía demostrar que un tema bien investigado podía ser más interesante que cualquier "chiva", aun cuando apareciera con retraso. La apuesta, como verán nuestros lectores, la ganó García Márquez y aquí está el resultado. El reportaje fue publicado por Semana en la edición del 6 de agosto de 1983.

Bateman: misterio sin final

La avioneta monomotor Piper PA 28 con matrícula colombiana HK 2139P y piloteada por el político conservador Antonio Escobar Bravo, salió del aeropuerto "Simón Bolívar" de Santa Marta a las 7:45 de la mañana del pasado 28 de abril con un plan de vuelo visual cuyo destino final era el aeropuerto civil de Paitilla en la ciudad de Panamá. Sin embargo, 7 minutos después aterrizó a pocos kilómetros de la población de Ciénaga, en una antigua pista comercial fuera de servicio, donde la esperaba un grupo de 10 personas. Tres subieron a bordo: dos hombres y una mujer. El más alto de ellos, flaco y un poco escuálido, con una camisa de mezclilla azul y una gorra de capitán de barco, era el hombre más buscado de Colombia desde hacía 5 años: Jaime Bateman Cayón comandante máximo del M-19 ..

Sólo ellos y unos pocos miembros de la organización sabían que la avioneta debía hacer una escala clandestina en otro aeropuerto fuera de servicio cerca de Montería, donde estaba prevista una reunión con delegados del Ejército Popular de Liberación (EPL), para discutir los pormenores de un programa de acciones conjuntas. Después debía proseguir hacía Panamá, donde se suponía que iba a llegar un emisario personal del presidente Belisario Betancur, para entablar conversaciones de paz. La avioneta hizo un último contacto con el control aéreo de Panamá 2 horas y 17 minutos después de decolar de Santa Marta, y cuando se encontraba a 55 millas náuticas del aeropuerto de Paitilla, pero no aterrizó nunca. Esto es todo cuanto se sabe con seguridad absoluta cuatro meses después de la desaparición de Jaime Bateman, y al cabo de una búsqueda intensa por tierra, mar y aire durante 70 días. Todo lo demás son suposiciones.

Recogiendo sus pasos

La suposición más arraigada --contra toda evidencia- es que no ha muerto. Cada quien tiene un argumento propio y una esperanza distinta para seguir en el engaño, como ocurre con Emiliano Zapata en México, como ocurrió durante tantos años en el mundo con Adolfo Hitler, y como ha ocurrido desde siempre con otros tantos que han sido devorados por la leyenda. En cambio, los únicos que creen que en efecto está muerto sin ninguna duda son algunos amigos de la infancia de Bateman que estuvieron con él en Santa Marta en los días previos a su desaparición. Pero su certidumbre tampoco se funda en ningún análisis racional, sino todo lo contrario, en la creencia caribe de que hay seres con el privilegio sobrenatural de volver a los sitios de sus afectos y repetir los mismos actos de sus mejores recuerdos en los días anteriores a su muerte. Se dice entonces que esa persona está "recogiendo sus pasos". Bateman, en efecto, se comportó en la última semana de su vida como si lo estuviera haciendo.

Había llegado a la costa caribe el 19 de abril, cuando concedió la que había de ser su penúltima conferencia de prensa en algún lugar cercano a Cartagena, con motivo del decimotercer aniversario de su movimiento. Si bien trataba siempre de darle algún contenido histórico a aquella fecha, nunca fue muy cuidadoso con su propio cumpleaños --cinco días después--, y muchas veces, inclusive, lo olvidaba.

Este 24 de abril sería diferente. A pesa de los riesgos enormes que corría permaneciendo en una región donde todos los servicios oficiales de seguridad debían saber que se encontraba, se empeñó en celebrar su cumpleaños en la ciudad de su nacimiento --Santa Marta--, a donde no iba por razones de prudencia elemental desde hacía 7 años. Allí estaban las querencias de su juventud: nombres y lugares que le revolvían la nostalgia. Las relaciones con su padre eran más bien inciertas, y las que mantuvo con sus hermanos eran buenas pero ocasionales. En cambio, las que mantuvo con su madre --la brava Clementina Cayón-- tenían la misma esencia pasional de las que tuvieron con las suyas el padre Camilo Torres y el Che Guevara, que parecían condicionadas por una dependencia umbilical al mismo tiempo entrañable y conflictiva. Algunos compañeros cercanos de Bateman han contado que en las noches de peligro de la clandestinidad, o en las erráticas y solitarias de la selva, soltaba un largo suspiro que le salía del alma: "¡Ay, Clementma Cayón, qué será de tu vida!".

Se veían con frecuencia, siempre en lugares distintos y secretos, porque la casa de ella estuvo sometida durante mucho tiempo a una vigilancia constante. Una vigilancia que tenía la misma carga de humanidad de quien la soportaba y de la ciudad donde se ejercía, que es tal vez la más doméstica del país. Clementina Cayón --no se sabe si por indulgencia o por astucia- veía al pobre vigilante parado en la esquina bajo el tremendo sol de las doce, y le ofrecía una silla para sentarse, le mandaba un jugo de guanábana, o un plato de sancocho, o un cigarrillo, y al poco tiempo tenían que cambiarlo porque ya se había vuelto como si fuera de la familia. Con todo, el riesgo del cumpleaños en Santa Marta era enorme, pero Bateman lo decidió de un modo tan terminante, que hasta sus servicios de seguridad, tan contrarios a esta clase de complacencias sentimentales, tuvieron que doblegarse.

El grupo completo que había asistido a la conferencia de prensa viajó de Cartagena a Santa Marta por carretera al amanecer del 20 de abril. La costa Caribe estaba en tiempo de sequía y el olor de la guayaba era más intenso en el aire ardiente. Bateman se convirtió en un guía nostálgico, en especial de los dos compañeros del comando superior --Alvaro Fayad y Carlos Toledo Plata--, que viajaban en el mismo automóvil, y que eran de otros mundos de nostalgias distintas.

En cada sitio del camino hizo una evocación. Después del estrecho puente que separa el mar y la Ciénaga Grande --muy cerca de donde había de abordar una semana después la avioneta de su mal destino-- ordenó una parada para desayunar con mojarras fritas y tajadas de plátano en una de las fondas de la carretera. Luego no pudo resistir la tentación de volver a su tierra cómo había vuelto tantas veces en su juventud, y le quitó el volante al conductor y siguió manejando él hasta Santa Marta, con una parada más para tomarse una cerveza matinal en el Rodadero. Días antes, Bateman había visto en Panamá la película española "Volver a empezar", que este año obtuvo el Oscar de la mejor película extranjera, y que cuenta la historia de un hombre que vuelve, ya maduro y famoso, a su pueblo natal de Oviedo. Aquella mañana tuvo de pronto la revelación --y así lo dijo a sus compañeros- de estar protagonizando una versión viva de aquella película.

Ni en ese momento, ni en ninguno de los días siguientes, Bateman hizo nada por ocultarse ni por disimular su identidad. Visitó en Santa Marta todos los lugares que habían dejado algún rastro en su memoria, y tal vez lo único que no volvió a hacer como en su juventud fue jugar fútbol con bolas de trapo en la playa. Se vio varias veces con su madre, por supuesto, pero nunca en la casa de ella, y le pidió noticias de los amigos más remotos y de varias novias olvidadas. Recordaba de un modo especial a sus condiscípulos del Liceo Celedón, donde no pudo terminar el bachillerato por su conducta revoltosa. Todos, hasta donde fue posible, recibieron una invitación verbal para la fiesta de sus 44 años.

Tiempo de mangos

Cómo no fue descubierto en una ciudad donde todo el mundo se conoce y donde andan por todas partes los agentes secretos de la guarnición militar, de la policía y de la Dirección Administrativa de Seguridad, es algo que cuesta trabajo creer. Una razón, sin duda, es que Bateman era muy popular en su tierra, y había muy pocas probabilidades de encontrar a alguien que quisiera denunciarlo, aun si estuviera en desacuerdo con él. Pero había otra razón real y además divertida. Uno de los varios hermanos de Bateman se parecía a él como si fuera su gemelo, y al igual que él era un mamador de gallo de los grandes. Desde que aparecieron en la prensa las primeras fotografías del comandante clandestino, el hermano hizo todo lo posible por aumentar el parecido: un peinado afro, un escuálido bigote de lampiño, una camisa azul, unas botas de monte. Durante un tiempo se burló de los policías amigos, sembró el desconcierto en los lugares públicos de Santa Marta, se divirtió y divirtió cuanto quiso, hasta que todo el mundo se acostumbró a la suplantación. Pero cuando el que apareció fue el Jaime Bateman de verdad, muchos que lo vieron en los mismos sitios de siempre debieron pensar que no era él sino el otro, que había resuelto seguir mamando gallo con una gorra de lobo de mar. En todo caso, ni el detective más perspicaz se hubiera atrevido a creer que el Bateman real fuera capaz de andar por la calle con su propia cara.

No es posible concebir una fiesta más rara que la de aquel cumpleaños. Bateman había alquilado una casa en una de las tantas playas cercanas a Santa Marta, cuyo acceso en automóvil era posible pero difícil. Abril es tiempo de mangos, que era su fruta favorita, y no sólo se hizo llevar varias cajas para él y sus invitados, sino que algunos de ellos le llevaron otras de regalo. Había ron blanco a pasto, y whisky para quien quisiera, pero la bebida oficial era la favorita de Bateman desde mucho antes de que se pusiera de moda: piña colada.

Las rígidas normas de seguridad enrarecieron mucho más la fiesta. Por lo menos cien invitados estuvieron en ella a lo largo del día, pero nunca hubo más de 10 al mismo tiempo. En efecto, el único modo de llegar eran los botes del alquiler al otro lado de la bahía, y sólo cabían ocho personas en cada viaje. Un bote iba y otro venía para evitar aglomeraciones en la fiesta. De todos modos, cerca de la casa había dos lanchas rápidas, dos automóviles, y toda una columna guerrillera de seguridad que hubiera podido enfrentarse a cualquier ataque sorpresivo.

Bateman era un hombre de parranda, pero a su modo. Bailaba bien la salsa y el vallenato, y le gustaba hacerlo, pero era un bebedor moderado. Como buen caribe, era tímido y triste, pero disimulaba esa doble condición con su simpatía natural explosiva. Su comportamiento de cumpleaños fue lo menos convencional que pueda imaginarse. Recibía a sus invitados en pantalón de baño, brindaba con ellos, conversaba entre grandes carcajadas, bailaba un poco con un conjunto de vallenatos contratado, y comía mangos. De pronto se echaba al agua y nadaba por un largo rato mientras sus invitados seguían la fiesta, y tal vez era ese su momento más feliz, pues desde niño era un nadador rápido y ágil. Clementina Cayón llegó hacia el medio día con un cargamento de refuerzo de piña colada, y su presencia alborotó la parranda. Alguien grito, en la pausa de un vallenato: "Clementina Cayón: tienes una matriz de oro". Los servicios de seguridad, en todo caso, estuvieron pendientes de que a nadie se le fuera la mano con la piña colada.

Mensaje intempestivo

Hasta ese momento, Bateman no pensaba ir a Panamá. Su proyecto era atravesar por tierra todo el país para entrevistarse con el segundo comandante del M-19, Ivan Marino Ospina, quien dirigía las guerrillas del Caquetá. Por su parte, Alvaro Fayad iría a Bogotá y Toledo Plata a Cali, y todos volverían a encontrarse tres meses más tarde en las selvas del Putumayo para una reunión plenaria del comando superior. Estos planes cambiaron de pronto porque Bateman recibió un mensaje intempestivo de Panamá, según el cual se esperaba allí un emisario personal del presidente Betancur que deseaba entrevistarse con él. Al parecer, el mensaje no era muy explícito, pero hacía suponer que se trataba de una personalidad de alto rango y Bateman esperaba una ocasión como esa desde que se frustró la posibilidad de entrevistarse con el presidente de Colombia en Nueva Delhi durante la conferencia de los No Alineados. De modo que en menos de 24 horas cambió todos sus planes inmediatos y decidió el viaje imprevisto que lo condujo al desastre.

El interés que tenía Bateman de entrevistarse con Betancur para entablar un diálogo de paz sin intermediarios se había convertido en una obsesión. Pero en aquel momento estaba convencido, por numerosos indicios, de que el gobierno no quería dialogar con él. El último de esos indicios --el 3 de abril- parecía demasiado evidente. De regreso de Cancún, donde se entrevistó con los otros presidentes del grupo de Contadora, Betancur había hecho una escala breve en Panamá. Bateman lo había esperado ahí con la ilusión de verlo, y durante todo el día se mantuvo a la expectativa a muy pocas cuadras del lugar en que Betancur conversó por más de una hora con el entonces coronel Manuel Antonio Noriega, jefe de los servicios de seguridad de la Guardia Nacional de Panamá, y su comandante actual. Betancur y Noriega trataron entre otras muchas cosas sobre las actividades del M-19 en Panamá, pero en ningún momento se planteó la posibilidad de una entrevista con Bateman.

Desilusionado una vez más, éste le escribió al presidente una carta en la cual insistía en la urgencia de una tregua para entablar un diálogo de paz. La carta fue entregada al presidente de Panamá, Ricardo de la Espriella, quien se la leyó por teléfono a Betancur el 21 de abril, cuando Bateman estaba en Santa Marta. Tal vez éste pensó que el envío de un emisario presidencial a Panamá fuera el resultado de esa carta, y por eso resolvió viajar a Panamá con tanta urgencia. Sin embargo, ninguna fuente colombiana ha podido confirmar que en realidad existiera la disposición presidencial de mandar un emisario a Panamá por aquellos días. Lo único que ocurrió fue una diligencia de sondeo que hizo el presidente de la Comisión de Paz, Otto Morales Benítez, --poco antes de su renuncia-- pero era una tentativa tan vaga que el presidente Betancur no estaba enterado de ella ni merecía un viaje tan apresurado de Bateman a Panamá.

Piloto de confianza

Durante su semana en Santa Marta, Bateman se vio varias veces con un viejo amigo: el político conservador Antonio Escobar Bravo a quien había conocido muy joven, y con quien había vuelto a hacer contacto a través de Toledo Plata, cuando ambos eran representantes a la Cámara. Muy pocos sabían entonces que Escobar era un piloto con la experiencia necesaria para andar por cualquier parte del país en su avioneta monomotor. Había hecho su curso completo en el Aeroclub del Atlántico, en Barranquilla, donde había obtenido la licencia de piloto privado número 767 por resolución número 3550 de la Dirección Aeronáutica Civil en 1976. Esa licencia le permitía pilotear una nave con un peso máximo de 5.670 kilos, y su avioneta sólo pesaba 1.156. De acuerdo con su hoja de vida, su conducta como aprendiz había sido buena, su aptitud también buena, y además entusiasta y constante. Su chequeo de vuelo el 15 de febrero de 1983 --dos meses antes del accidente-- había sido satisfactorio, y su examen médico fue calificado como perfecto para volar. Sin embargo, en términos profesionales estrictos, no podía considerarse un piloto experto, pues esta calificación requiere entre 3 mil y 4 mil horas de vuelo, y Escobar sólo tenía 800, incluidas las de la escuela.

Su avioneta estaba bien equipada con un sistema doble de radio VHF, un sistema doble de navegación VOR que permite determinar desde tierra la posición de la nave, un sistema de radioayuda (ADF) y un sistema ILS para aterrizar por instrumentos. Sin embargo, por su nivel de experiencia, Escobar no estaba autorizado para servirse de este último sistema. La única falla grande de ese equipo era la falta de un radar, que hubiera sido lo más útil de todo en la emergencia de Panamá.

Pero muy pocas avionetas como la de Escobar lo tienen instalado de origen, y su instalación posterior es de un costo muy elevado. En todo caso, Bateman le tenía confianza. De modo que cuando se planteó en Santa Marta la urgencia de viajar a Panamá lo llamó a la playa donde vivía, y se pusieron de acuerdo para irse al día siguiente.

La diez personas que esperaban la avioneta en el aeropuerto fuera de servicio cerca de Ciénaga, eran las siguientes: Bateman, Toledo Plata, Nelly Vivas, Conrado Marín, dos miembros de la dirección nacional y cuatro miembros de la seguridad del movimiento. Llegaron en varios automóviles antes del amanecer, y esperaron la avioneta en un rincón discreto. Aterrizó a las 7:52, que era más o menos la hora prevista. Los tres que la abordaron de inmediato eran Jaime Bateman, Nelly Vivas y Conrado Marín, que iban hacia el frente del Caquetá por la vía de Panamá. Nelly Vivas era una bióloga caleña, especializada en París durante ocho años, y profesora en el colegio Santiago de Cali. Había ingresado al M-19 unos 6 años antes, formaba parte en la actualidad del comando superior, y había sido la encargada de hacer los primeros contactos con el ex presidente Carlos Lleras Restrepo, cuando éste dirigía la Comisión de Paz bajo el gobierno de Turbay Ayala. Conrado Marín era un campesino de Florencia que había ganado el grado de mayor en las guerrillas del Caquetá. Fue uno de los primeros que se acogieron a la ley de amnistía del presidente Betancur, pero cuatro compañeros suyos amnistiados junto con él fueron asesinados por desconocidos en el curso de pocos meses en las calles de Florencia.

Temiendo correr igual suerte, Marín se reincorporó al movimiento después de entrevistarse con Bateman en Santa Marta. Fayad no estaba en el aeropuerto porque había viajado a Bogotá por carretera la noche anterior.

Entre el aterrizaje y el decolaje de la avioneta no debían transcurrir tres minutos, pero hubo un retraso imprevisto, cuando Bateman apareció en la puerta y pidió una cajetilla de cigarrillos a los compañeros que se quedaban. Estaba satisfaciendo sin duda un deseo de última hora de alguno de los pasajeros, o tal vez del piloto, porque él había dejado de fumar desde hacía 8 años. Fue una demora suplementaria de 4 minutos.

Bateman ocupó el asiento en que viajaba siempre: el del copiloto. Había viajado tanto allí, que estaba seguro de poder improvisar un aterrizaje de emergencia, sólo por lo que había visto en tantas horas de vuelo. Viajaba tranquilo, con su buen humor de siempre, pero había declarado alguna vez que era capaz de todo en la vida menos de lanzarse en paracaídas. Cuando se movía en automóvil llevaba una pistola Browning metida en el cinturón debajo de la camisa, una metralleta, y por lo menos una granada al alcance de la mano. Pero antes de aquel último vuelo le había dejado la metralleta a Alvaro Fayad, y llevaba sólo la pistola y dos granadas.

Su único equipaje era un maletín de mano con una muda de ropa, dos mil dólares en efectivo, un cassette con las canciones de Celina y Reutilio, y la edición en español de "Doña Flor y sus dos maridos", del brasilero George Amado, que había querido leer después de ver la película. Llevaba un walky talky VHF con un alcance de 18 kilómetros, con el cual solía comunicarse desde el aire con algunos comandos de tierra del M-19, como pensaba hacerlo antes de aterrizar cerca de Montería para estar seguro de que no lo esperaba ninguna sorpresa en el aeropuerto secreto. Llevaba también un pasaporte colombiano con una foto auténtica pero con un nombre distinto. Pero el objeto más insólito que llevaba era un equipo emisor de señales luminosas, capaz de lanzar bengalas rojas y azules a grandes alturas. Estaba diseñado para casos de pérdidas en el mar o en la selva, y Bateman lo había comprado en su último viaje a Panamá.

No era extraño, pues su afición por los juguetes electrónicos fue siempre objeto de burlas cordiales de sus compañeros, pero sus amigos caribes lo habrían interpretado sin duda como un acto premonitorio. Más tarde, durante las búsquedas inútiles en la selva, la certidumbre de que Bateman llevaba aquella máquina de salvación fue una de las esperanzas más firmes de las comisiones de rescate. Pero cuando la avioneta partió del viejo aeropuerto de Ciénaga nadie debió pensar en eso. El cielo era diáfano y sin una sola nube, como para un viaje feliz. Sin embargo, a esa hora exacta, el satélite meteorológico de los Estados Unidos estaba fotografiando la vasta extensión desde Urabá hasta Nicaragua, que empezaba a cubrirse de espesas nubes e malos presagios.

Otro tipo de contrabando

Alvaro Fayad llegó a Bogotá esa misma tarde, después de una larga noche de carretera, y pensó que a esa hora Bateman debía estar tranquilo en Panamá. Se alegró de que no lo hubiera acompañado en el largo viaje por tierra, como estaba previsto, porque su automóvil había sido detenido seis veces por patrullas del ejército, de la policía de aduanas y del control de tráfico de drogas. En todos los casos, los ocupantes habían tenido que identificarse, por lo menos en tres les iluminaron las caras para compararlas con los retratos de las cédulas de identidad, y los sometieron a rápidos cacheos. Tal vez Bateman no hubiera podido pasar por tantos filtros, no sólo por su estatura inconfundible y porque ya había sido visto muchas veces en la televisión, sino porque tenía una seña de identidad más reveladora que las mismas huellas digitales: su pierna derecha.

En efecto, a los 9 años de edad, Bateman fue atropellado por un camión cuando jugaba fútbol con una bola de trapo en una calle de Santa Marta. La pierna le fue enyesada sobre la herida y con el hueso astillado, y aquella chapucería le causó una gangrena cuyos estragos no sanaron jamás. Fueron inútiles incontables tratamientos y varios injertos de hueso. Su tibia sin carne estaba apenas cubierta por una piel tensa y apergaminada que volvía a ulcerarse al menor tropiezo. Las largas marchas en la selva eran un martirio perpetuo, y en muchas ocasiones tuvo que retirarse de la lucha para someterse a nuevos tratamientos. Era una marca imborrable que todos los servicios secretos conocían, y siempre que encontraban a alguien que pudiera ser Bateman le levantaban la bota del pantalón para ver el estado de su pierna. En la única ocasión en que era él en realidad, tuvo la suerte inconcebible de que el soldado le levantó la bota de la pierna sana, y lo dejó seguir.

Fayad durmió aquella noche sin recibir ninguna noticia de Bateman. Al día siguiente muy temprano, dos miembros del equipo de comunicación de Bogotá le avisaron que la avioneta de Escobar no había llegado a su destino, pero él pensó que tal vez había aplazado el vuelo. Sin embargo, poco después le confirmaron que en efecto la avioneta había salido de Santa Marta a la hora prevista, pero no había hecho la escala en Montería ni había llegado a Panamá. Entonces llamó a Toledo Plata, que aún estaba en Santa Marta, y éste le confirmó la verdad: la avioneta había sido declarada en emergencia el día anterior a las 12.28 por la Aeronáutica Civil de Panamá, y la búsqueda aérea había empezado de inmediato. Hasta el momento, 24 horas después, no se había encontrado el menor rastro. Fayad sólo dijo una palabra cuando colgó el teléfono: "¡Mierda!". Días después, hablando con unos amigos, resumió el impacto de aquel día con una frase: "Se me apagó la luz ".

El 30 de abril, "El Tiempo" publicó en su página 9 una foto de Escobar, con la noticia de que se había perdido en su avioneta sobre territorio panameño. No eran más de 20 personas que sabían, al leer aquella noticia, que detrás de ella había otra mucho más espectacular. Lo sabían, por supuesto, Fayad y Toledo Plata, los miembros de la seguridad que estaban en el aeropuerto de Santa Marta, y los dos miembros del equipo de comunicaciones que habían manejado la noticia en Bogotá. Lo sabían además otros seis miembros del equipo de seguridad, los dos miembros de la dirección nacional que seguían con Toledo Plata, el representante del M-19 en Panamá y el encargado de la seguridad de Bateman en ese país que se habían quedado esperando en el aeropuerto, y por último los seis que se quedaron esperando en Montería. Aunque Santa Marta es una ciudad donde resulta casi imposible guardar un secreto tan grande, lo cierto es que éste logro controlarse durante 22 días, hasta que el jefe de redacción de "El Universal" de Cartagena, Angel Romero, lo descubrió por una casualidad que parece inverosímil. Poco antes, sin embargo, la base Howard del Canal de Panamá --a la que la Aeronáutica Civil de Colombia había pedido ayuda para buscar la avioneta de Escobar-- contestó con un cable que hace pensar sin ninguna duda que allí sabían quiénes iban en ese vuelo. "Esa nave no llevaba droga --decía el cable--sino otro tipo de contrabando".

Los minutos que faltan

Lo que ocurrió en realidad desde que la avioneta salió del aeropuerto de Ciénaga, sólo ha sido posible vislumbrarlo por la grabación de los distintos contactos que hizo Escobar con el control aéreo de Panamá. Gracias a la Dirección de Aeronáutica Civil de Colombia, y de sus técnicos mejor calificados, que nos ayudaron a descifrarla, se puede decir que el primer contacto fue hecho a las 9:52. Después de identificarse, le preguntaron a qué hora había salido de Santa Marta, y Escobar contestó que a las 7:51. El dato era falso: en realidad había salido 6 minutos antes, pero el piloto acumuló los seis que había necesitado para recoger a sus pasajeros en el aeropuerto secreto, de modo que no quedara ninguna pista de ese aterrizaje clandestino. Fue su único dato falso. Nunca dijo que viajaba solo --como se publicaría más tarde--, aunque es probable que lo hubiera dicho si se lo hubieran preguntado, para no entrar en contradicción con su plan de vuelo de Santa Marta. En cuanto a la escala en Montería, no se sabrá nunca por qué no la hizo ni cómo la habría justificado si la hubiera hecho, pero la foto del satélite demuestra que las condiciones del tiempo no eran propicias para un aterrizaje visual.

En su primer contacto informó que estaba ascendiendo de 6 mil pies --que era la altura autorizada sobre el mar- para alcanzar la de 9 mil pies. La maniobra era normal, porque en frente debía estar viendo la serranía de El Darién, que es la más alta de Panamá.

El rumbo que llevaba era correcto para llegar al aeropuerto de Paitilla. A las 9.57, volando ya a 9 mil pies, volvió a hacer contacto para decir que tenía mal tiempo en frente. El controlador de vuelo le sugirió que subiera a 10.500 pies, donde el tiempo era mejor, y que se mantuviera allí mientras consultaba con el control de radar cuál era la ruta con mejor tiempo. El controlador de radar se la comunicó a través del controlador de radio. El problema en ese momento era que la avioneta de Escobar no podía ser identificada en el radar, porque no disponía del equipo adecuado para darse a conocer. En cambio, era posible localizarla en el DF (Direction Finder), mediante una señal de radio emitida desde la avioneta.

Escobar hizo un nuevo contacto a las 10.04 para informar que volaba a 10.500 pies de altura, y que tenía mal tiempo adelante, pero que veía algunos huecos en las nubes por donde podía pasar. Su voz era tranquila, y sus cálculos y decisiones eran las de un buen navegante. Entonces el control de radio le pidió que oprimiera el botón de radio para localizarlo en el DF, y Escobar lo hizo por un instante, antes de que su señal se interrumpiera para siempre. En ese momento se encontraba a 55 millas al noroeste del cerro de Ancón, que está en el límite de la ciudad de Panamá con la zona del Canal. Esto quiere decir que aún tenía combustible para volar 2 horas y 40 minutos más, pero aún estaba sobre el Atlántico y a 30 millas de distancia de la serranía del Darién. Si el percance ocurrió en el momento en que se interrumpió la señal de radio, no hay ninguna duda de que cayó en el mar.

Pero no hay ninguna prueba de esto. Pudo haber volado todavía todo el trayecto marino sin hacer un nuevo contacto radial --que tal vez ya no fuera necesario-- y encontrarse con el mal tiempo insalvable cuando ya volaba sobre la serranía del Darién. Entonces no es probable que hubiera podido intentar un nuevo contacto, pues cuando una nave como esa penetra en una mala turbulencia es como si atravesara una batidora inmensa: el piloto más experto tiene que concentrar sus cinco sentidos en mantener a toda costa la estabilidad del avión, y no tiene ni manos ni alma para ocuparse del radio. Una sacudida demasiado violenta puede arrancarle un ala de cuajo. Pero si penetra por error en un cumulo nimbus, se destroza en pedazos, y sus escombros pueden dispersarse a muchas millas a la redonda.

Palmo a palmo

La Aeronáutica Civil de Panamá hizo la exploración aérea de rutina durante 8 días. La familia de Escobar, con toda clase de colaboraciones oficiales y privadas, insistió varias semanas más. Las patrullas del M-19 cuadricularon un inmenso territorio de casi 50 mil kilómetros cuadrados durante 70 días. Exploraron palmo a palmo el universo deshabitado de la selva de Urabá, desde Montería hasta el Tapón del Darién, por el lado de Colombia. Y del otro lado, desde la frontera con el Chocó hasta la misma capital de Panamá. Sólo en esta última zona --según dato de las comisiones de rescate-- han caído entre 20 y 30 aviones desde la Segunda Guerra Mundial, de los cuales se han encontrado cuatro.

Una de las patmllas que buscaban la avioneta de Escobar encontró los escombros de un avión desaparecido en 1963, y estaban enredados entre la maleza, a sólo 20 metros de un camino muy transitado. Otras encontraron equipos de comunicaciones de la defensa de los Estados Unidos, perdidos desde quién sabe cuánto tiempo. Es un reino sin limites de frondas y pantanos donde apenas si penetran unas gotas de sol, y que se cierran de inmediato tan pronto como alguna nave cae en el fondo de sus entrañas.

La única manera de orientarse, cuando no se tiene una brújula, es observar la dirección de las hojas, que se inclinan siempre hacia el oriente. No es probable que Escobar hubiera podido salir solo, pero Bateman y Marín sabían como hacerlo. Este último era campesino del Caquetá y lo sabía desde la infancia. Bateman lo había aprendido, y había demostrado saberlo cuando se perdió con seis de sus hombres en la selva del Caquetá, el año pasado. Lo curioso es que el M-19 no supo en aquella ocasión que estaba perdido, hasta que no aparecieron todos sanos y salvos al cabo de un mes y medio.

En los métodos de orientación hay discrepancias entre los guerrilleros urbanos y los campesinos. Aquellos se sienten perdidos si no tiene una brújula. Los campesinos, en cambio, se orientan más por el instinto, y creen que las brújulas pueden ser alteradas por distintos fenómenos. Los cálculos que hizo el M-19 desde el principio indicaban que si Bateman o Marin estaban sanos después del accidente, podían salir por sus propios medios al cabo de 15 días, que es el tiempo en que podían cruzar completa la selva de Panamá. Si quedaban vivos, pero heridos como para no poder moverse, hubieran podido hacer campamento y esperar hasta un mes y medio. Después de ese tiempo, aun un hombre con la fuerza física y psicológica de Bateman no hubiera podido sobrevivir.

La circunstancia de que Escobar fuera un político conocido facilitó al M-19 la consecución de medios para la búsqueda. Trazaron dos planes: uno para la exploración aérea, y otro para la terrestre. Para la primera alquilaron, a precios desorbitados helicópteros y aviones particulares que sobrevolaron las selvas durante 25 días continuos. Un piloto colombiano que participó en aquella empresa descomunal ha dicho que habría sido imposible practicar una exploración más técnica y meticulosa en condiciones tan adversas. Para la búsqueda por tierra, que se inició a los 10 días del accidente, se organizaron cuadrillas de 15 hombres al mando de un jefe. Sólo éste sabía a quién buscaban, no sólo para impedir una posible desmoralización, sino para mantener al máximo la reserva de la noticia. Fue una búsqueda clandestina, con sistemas guerrilleros, que consisten en dejar señales que sólo ellos saben interpretar, y en golpear las raíces de los árboles más altos. Este es un sistema de comunicación más eficaz que un tiro al aire, o que las bengalas azules y rojas del equipo de Bateman, que no se vieron nunca. A distancias determinadas dejaban signos convencionales para que los perdidos conocieran su rumbo, dejaban campamentos con equipos de comunicación, leña seca, comida para los tres primeros días, y botiquines de primeros auxilios. Al cabo del primer mes, la búsqueda continuaba con la misma pasión que el primer día.

Los brujos

Por esa época --el 20 de mayo-- el jefe de redacción de "El Universal" de Cartagena, Angel Romero, descolgó el teléfono de su jaula de vidrio para hacer una llamada de rutina a las 7 de la noche, y su línea se cruzó con la conversación de una mujer y un hombre. Hablaban sin reservas de la angustia que sentían por la desaparición de Bateman, que según ellos había sido víctima de un accidente de una avioneta en Panamá. Romero voló a Bogotá al día siguiente y trató de establecer algún contacto con el M-19, pero no logró la información. Sin embargo, una fuente militar le conto que, en efecto, Bateman estaba desaparecido, pero que la historia de la avioneta era una simple cortina de humo del M-19 para ocultar la verdad. Al parecer, el servicio de inteligencia de las Fuerzas Armadas estaba convencido en ese tiempo de que Bateman había muerto en el asalto a la población del Pajuil (Caquetá), el 9 de mayo, y que el movimiento había inventado la patraña de la avioneta para no admitir su pérdida en combate. Tal vez esta sea la razón por la cual, aún hoy, las Fuerzas Armadas siguen observando en este caso una discreción que se parece mucho a la incredulidad.

Sin embargo, con un criterio certero, Angel Romero prefirió la hipótesis de la casualidad telefónica, y dio por primera vez la noticia de la muerte de Bateman en la primera página de su periódico el 30 de mayo. A pesar de la indiferencia con que fue recibida por los otros medios del país --sobre todo por los más grandes-- aquella información fue sin duda la primicia más importante y bien concebida en lo que va del año. Nadie la creyó. Sin embargo, los mismos periódicos que la rechazaron como una simple especulación, cayeron meses después en la trampa de una noticia sin origen, según la cual Bateman se había fugado del país con los fondos de su movimiento.

Mucho tiempo después de que la noticia era ya de dominio público, en el interior del M-19 continuaba la discrepancia de cómo emitir la confirmación oficial. Los partidarios de salir al paso de las especulaciones inevitables opinaban que debía darse después de la primera semana de búsqueda infructuosa. Sin embargo prevaleció el criterio de continuarla dentro del secreto más estricto, entre otras cosas para impedir que detrás de las patrullas de exploración aparecieran en la selva las patrullas del ejército. De modo que la búsqueda continuó, aún más allá de toda esperanza, y cuando ya empezaba a invadir las arenas movedizas de la magia.

En efecto, las últimas ilusiones se fundaron en la visiones de dos brujos. El primero fue uno de Panamá, a cuya revelación espontánea nadie le dio ningún crédito. Pero cuando otro brujo de Colombia que no tenía ningún contacto con el primero reveló haber tenido una visión idéntica, el racionalismo de los revolucionarios, aún el de los más duros, sufrió el estremecimiento de la duda. Las dos visiones decían que tres personas estaban en el corazón de la selva. Dos eran muy débiles y la otra era muy fuerte, pero ésta no se atrevía a caminar por el temor de ser descubierta. Aquella coincidencia inexplicable por medio de la razón occidental hizo reverdecer las esperanzas en los corazones menos crédulos, y la búsqueda continuó, sin pausas ni fatiga, hasta que aun los más temerarios tuvieron que mirar de frente a la realidad. Sólo entonces, nueve semanas después del accidente, tomaron la determinación unánime de hacer el anuncio oficial de la muerte de Bateman. Lo único que faltaba era la opinión de su sucesor, Iván Marino Ospina, que fue uno de los últimos en conocer la noticia en el corazón de la selva del Caquetá. Esa opinión llegó en el último instante, en un papel escrito de su puño y letra y macerado por el sudor, que alguien llevó hasta Bogotá escondido dentro del zapato. Marino Ospina aprobaba la divulgación de la noticia, y mandaba su primera orden: "Insistan en el diálogo".