sábado, 30 de mayo de 2020

Mujeres: Víctimas silenciosas del Covid-19



A los 20 años Carmen González se casó con José, hombre que juró amarla y respetarla por sobre todas las cosas. Carmen nunca imaginó que esa promesa se la llevaría el viento y que a pocos meses de casados, la imagen de hogar feliz cambiaría gracias a los gritos, regaños y acusaciones de infidelidades por parte de su pareja.

Carmen es originaria del municipio de Morocelí, El Paraiso, zona oriental de Honduras, provine de una familia pobre. Desde muy pequeña sus padres se desplazaron a la capital de Honduras, Tegucigalpa, de niña tuvo que trabajar para aportar a la economía familiar, con mucho esfuerzo culminó la primaria y secundaria, pero la universidad fue un sueño sin cumplir.

Ahora Carmen tiene 50 años, han pasado 30 años de matrimonio en los que procreó tres hijos con José con quien ha tenido una relación llena de agresiones, Carmen cuenta que el principal pecado que cometió fue contarle a su esposo que, antes de casarse tuvo relaciones sexuales, a partir de ello su esposo comenzó una serie de insultos y acusaciones en su contra.

“En varias ocasiones me dijo que no salía a la calle conmigo porque no sabía con cuántos hombres me había acostado. Me decía que él había sido el único tonto que se juntó con una puta”, recuerda Carmen con la voz quebrada por el llanto.

A raíz de las agresiones, José y Carmen se separaron, ella al relatar la ruptura arrastra recuerdos dolorosos. Carmen hace pausas, respira, intenta mantener las lágrimas, pero todo vuelve a su cabeza, el dolor en cuerpo y alma están intactos aún.

Carmen sabe que la excusa para no separarse desde hace años eran sus hijos. Su esposo no permitió que trabajara, sentía que no podía criar solo a tres hijos. “Me propuse que mis hijos debían graduarse de la universidad, allí donde yo nunca llegué”, contó Carmen.

José es un hombre agresivo, Carmen recuerda que en una ocasión José agredió a su madre. “Su mamá es una anciana, debíamos bañarla, darle de comer, asearla y hacer todo por ella. Yo tengo problemas de columna, pedí a mis hijos y a él que me ayudaran a llevarla al baño. Él la levantó y sin intención la señora le arañó la espalda, inmediatamente él le gritó y la golpeó. Quedé helada, paralizada, le grité no seas animal, es tu madre, pero él se justificó diciendo que ella lo había arañado”. Ese fue el momento que motivó a Carmen a dejar a José, “me dije, no puedo seguir con ese hombre, si golpea a su madre, qué no me hará más adelante, puedo morir”.

De acuerdo a datos del Ministerio Público en el año 2019 se procesaron más de diez mil denuncias por violencia doméstica a nivel nacional, mismas que fueron trasladadas a los Juzgados de Familia.

La dirigente feminista, integrante de la Organización de Mujeres Visitación Padilla, Cristina Alvarado asegura que la violencia de género en las familias ha sido una constante histórica en el país.

Alvarado afirma que esta realidad se ha agudizado en la crisis sanitaria que vive el mundo producto del Covid-19. “La pandemia solo ha evidenciado la realidad histórica que viven las mujeres producto de las violencias en sus hogares, esto ha sido denunciado desde hace años por las organizaciones feministas y de mujeres”, dijo Cristina.

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Datos del Ministerio Público dicen que durante el confinamiento solo en Tegucigalpa y San Pedro Sula (las ciudades más importantes del país), se reciben de 15 a 20 denuncias diarias por violencia doméstica, de las cuales al menos 4 personas son detenidas por las autoridades.

Por otra parte, cifras de la Secretaría de Seguridad, indican que en los últimos 3 meses el Sistema de Emergencia 911 en Honduras registró más de 23 mil llamadas a nivel nacional de mujeres pidiendo auxilio porque estaban siendo víctimas de agresiones en manos de sus esposos.

Desde mediados de marzo, Honduras declaró estado de emergencia por la presencia del COVID-19, lo que ha paralizado la labor en el sector público y privado. Los juzgados a nivel nacional funcionan a medio gas, a pesar que las denuncias por violencia doméstica e intrafamiliar se han incrementado según el registro de llamadas del sistema de emergencia 911.

En el mes de marzo las autoridades reportaron  7,697 denuncias de violencia doméstica, en esos primeros 15 días del “quédate en casa” que corresponde del 15 al 30 de Marzo recibieron 4,245 denuncias de las cuales 2451 son por violencia doméstica y 1794 por violencia intrafamiliar”.

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Así como Carmen muchas mujeres toman la decisión de separarse de sus parejas, incluso interponen denuncias ante los órganos judiciales, las víctimas acuden a la justicia para evitar ser asesinadas por el agresor.

Cristina Alvarado dice que esa tipificación del castigo al agresor es un error, porque al permitir al victimario volver a su casa, la amenaza de que la agresión ocurra de nuevo es muy alta.

“Como la Ley solo tiene un punto de vista preventivo, entonces culmina en una acción comunitaria, pero sabemos que si el agresor no cumple con las medidas que dicte un juzgado, entonces este proceso se convierte en uno penal”, explicó la jueza Claudia Isbela López.

En cambio las autoridades dicen que a raíz de casos de violencia doméstica en el país, se han habilitado 26 módulos de atención integrada,  los cuales se crearon para dar asistencia a grupos vulnerables, entre ellos: mujeres, niños, diversidad sexual y tercera edad. Los Módulos sirven como refugio para mujeres que a raíz de una situación de violencia no pueden volver a sus hogares junto al agresor.

Antes que Carmen tomara la decisión de separarse de su esposo, el miedo de denunciarlo a la justicia se hizo presente por las represalias, la reacción que podría generar en sus hijos y hasta el qué dirán los vecinos y amistades.

“Tomé el valor con el apoyo de las mujeres de la Organización Visitación Padilla. Llegué al juzgado a denunciarlo por violencia doméstica, psicológica y patrimonial. Son momentos difíciles, ahora el juzgado me permitió regresar a mi casa, emitieron una orden de restricción, él no puede acercarse a mi casa ni a mí, y debe entregarme un aporte de L.2,000 (80 dólares) mensuales para el sostenimiento de la casa”, relató Carmen.

Yuri Mora, vocero del Ministerio Público (MP) dijo que como institución buscan agilizar el procesamiento de las denuncias de las víctimas, “cuando se hace la denuncia, el MP trata de que esto no se convierta en un femicidio, sabemos que la Fiscalía de la Mujer y el Módulo especializado ayudan a proteger a las mujeres”.

Las medidas otorgadas por el juzgado producto de la denuncia de Carmen contra su esposo, fueron aplicadas para seis meses, ese plazo se venció en marzo de 2020 justo en pleno confinamiento en Honduras. “Tengo miedo de lo que se pueda presentar, con la justicia nada está claro”, dice Carmen a quien se le programó la audiencia de seguimiento del caso para el pasado mes de abril y hasta la fecha no ha sido notificada de su reprogramación.

Para Cristina Alvarado el sistema hondureño ha colapsado en esta área, “esta situación es terrible porque nos vimos enfrentadas a un sistema que colapsó, que no atendía esas llamadas, muchas mujeres denunciaron que llamaban y nunca les contestaban.

“Debido a la pandemia solo se está trabajando con una juez y tres personas como auxiliares en la zona norte del país, en realidad lo que estamos haciendo por disposición de la Corte Suprema de Justicia, es suspender los procesos normales, es decir las audiencias programadas y estamos atendiendo solo a los casos que se detienen en el acto, es decir los casos donde la policía remite al acusado a los juzgados de San Pedro Sula por encontrarlos cometiendo el delito”, manifestó la jueza Claudia López.

López dijo que el Poder Judicial amplió el rango de acción de los juzgados de Familia, para que también atiendan casos de violencia doméstica. “Como jueza le puedo decir que hemos estado haciendo acciones para buscar mecanismos entre los jueces de paz para hacer un frente común”.

López también es consciente que se necesita un trabajo integral entre todas las instituciones, policía, Ministerio Público y Poder Judicial, esto con el fin de facilitar el acceso a la justicia para las víctimas de violencia de género.

“Son temas complejos, la desigualdad económica, que es una característica de la mayor parte de mujeres víctimas de agresión, también hay mujeres que han denunciado a sus parejas porque los hombres desobedecen hasta el confinamiento, y las agresiones verbales y físicas, en realidad es triste ver todos los casos que se dan en nuestro país por este tema”, compartió López.

Las mujeres han denunciado la falta de respuesta de la institucionalidad hondureña, una situación que no es solo producto del Covid-19, sino una constante de años en el país, “quienes se quedaron haciendo turnos fue la Fiscalía Especial de la Mujer pero la fiscalía históricamente ha enfrentado situaciones de falta de recursos y falta de equipo, empeorando en esta pandemia”, manifestó Alvarado.

Carmen dice que no confía en la justicia hondureña, y teme por desconocer lo que viene. “Acceder a la justicia es un privilegio de pocos en Honduras. En esta emergencia todo es imposible de prever. Tengo miedo porque ya no soy joven, estoy a punto de entrar a la tercera edad y padezco de la columna”, Carmen además tiene Parkinson y sufre de demencia, su salud es delicada.

Desde hace varios meses acude a citas médicas en el hospital psiquiátrico Mario Mendoza de Tegucigalpa. Tiene un cuadro de ansiedad y depresión que se fue agudizando con los años. El dolor, las agresiones e insultos dejan secuelas físicas y emocionales.

Carmen 30 años después de vivir con su esposo se pregunta por qué aguantó tanto, cómo pudo estar allí 3 décadas. Sabe que no puede volver atrás, pero lamenta haber esperado tanto.

Carmen en medio de todo aun ríe y agradece la complicidad de otras mujeres que para ella fueron impulso en el camino de salir de la violencia y represión de aquello que disfrazado de amor era agresión y maltrato.

Décimo Manifiesto Público



Otra semana más, y sin que nuestro clamor haya hecho mella en quienes conducen corrupta, criminal e inconstitucionalmente el Estado que a todos nos pertenece, y sin que esto nos interese, porque nuestra voz busca hacer mella en la conciencia de todo nuestro pueblo oprimido y humillado, varias decenas de organizaciones y movimientos sociales, comprometidas con la construcción de una sociedad más inclusiva y horizontal, y en repudio al proyecto de despojo neoliberal que lidera la dictadura del cartel de los Hernández Alvarado, unimos nuestras voces patrióticas para expresarlas en este Décimo manifiesto:

1.- Ante el irrefutable fracaso en la atención de la emergencia, mantenemos firme nuestra exigencia de que sean entidades profesionales y competentes las que asuman la conducción de la actual crisis sanitaria.

2.- Hacemos nuevamente y enérgicamente hincapié en el llamado a que fortalezcamos la exigencia por un sistema de auditoría externo, que verifique y vuelva transparente la información sobre el manejo de fondos destinados a atender la crisis actual, un sistema que excluya organismos aduladores como el FONAC.

3.- Mantenemos nuestro firme repudio al Pacto de Impunidad que se expresan en a) la puesta en marcha del Nuevo Código Penal, unamos todas las voces para exigir su abrogación, porque no podemos aceptar un instrumento jurídico de dominación masiva; b) los procesos de militarización cada vez más intensos en todas las áreas vitales de la sociedad; c) la presión y agresión a las comunidades, especialmente las que aconsejadas por el estómago vacío, protestan exigiendo la entrega de alimentos; d) Criminalización y encarcelamiento a los defensores del agua y los bienes naturales, como ocurre con nuestros hermanos presos políticos de Guapinol y Sector San Pedro, para quienes exigimos libertad inmediata.

4.- Alertamos a la población, y llamamos a que se unan a nuestra voz de alarma, ante la decisión de la narco dictadura de impulsar el plan de concesiones o regalías masivas de tierras nacionales, a partir de la aprobación de los decretos PCM 041-2020 y el PCM 030-2020, que propone la entrega de tierras ejidales a transnacionales, en el marco y lógica depredadora de las Ciudades Modelo, que representa un severo golpe a la soberanía nacional y a la de las comunidades rurales y pueblos originarios.

5.- Llamamos a que se unan a nuestra voz de rechazo al atentado que para toda la sociedad representa el anuncio de nuevas licitaciones de proyectos de agua en varias zonas de Honduras, en complicidad con transnacionales y diversas alcaldías, condicionados a la municipalización del agua como paso previo a la privatización. Defender el agua, es defender la vida, y ser indiferentes ante la privatización del recurso hídrico, es exponer a la muerte a miles de familias y al deterioro irreversible de nuestros bienes naturales.

6.- Alertamos respecto a los planes de reconfiguración del Estado anunciado en las tétricas cadenas nacionales, por medio de la aprobación de reformas institucionales impulsadas en el marco de la actual crisis, como argumento y excusa para proseguir la captura del Estado, sea a través de amañados procesos electorales, sea a través de la suspensión de elecciones, porque para quienes controlan el narco Estado, no es la democracia, el Estado de Derecho o la dignidad de la gente lo que importa, sino amarrar todos los hilos institucionales para proseguir su proyecto autoritario neoliberal depredador.

7.- Condenamos el asesinato de Edwin Fernández, líder de la comunidad garífuna de Río Tinto, y miembro del plan de protección comunitario impulsado por OFRANEH. Exigimos la investigación y castigo a los responsables.

8.- Con la fuerza de nuestros mártires, y en nombre de todo pueblo, convocamos a sumar toda la bulla y ruido en el cacerolazo, cada sábado, a las 7 de la noche. Estamos encerrados, pero jamás callados.

Olancho: Detención, golpes y amenazas policiales contra hermanos en Campamento


Imágenes que muestran las agresiones contra Heydi y Roberto Amaya, por la policía en Campamento, Olancho.

Al menos nueve agentes de la Policía Nacional atacaron y encarcelaron a Heidy y Roberto Amaya, ayer en el municipio de Campamento, Olancho, exponiendo su integridad personal y sicológica tras la golpiza y palabras obscenas, especialmente contra ella.

Aprovechado que era su día de circulación, según el calendario difundido por Jair Meza,  vocero de la Policía Nacional de Honduras (PNH) el domingo 17 de mayo, Heydi podía circular ayer miércoles 20, para hacer gestiones personales en el centro del pueblo, entonces le pidió a su hermano Roberto que la acompañara.

Al llegar a primer retén, muy cerca de su casa, ella le explicó a la policía municipal y militares, que era su día de circulación, pero que le pidió a su hermano que la transportara en su vehículo, aunque a él no le correspondía según su digito. Y los dejaron avanzar sin ningún problema.

El trayecto desde su casa hasta la agencia bancaria a donde iba, dista menos de un kilómetro. Por lo que el retorno era rápido. Hasta que, frente a la posta policial, dos agentes de la Policía Nacional los detuvieron, ella volvió a dar la misma explicación sin ser escuchada.

Un agente policial les preguntó si portaban armas, y les pidieron bajar del auto. Se escuchó una orden “llévenlo y metánlo”, haciendo referencia a la posta policial, ubicada frente al parque central.

“Se lo llevaron y yo me fui atrás de él, el carro quedó encendido”, relató a Defensores en Línea, Heydi Amaya aspirante a diputada por el Partido Libertad y Refundación (LIBRE), en las elecciones generales del 2017.

También les preguntaba ¿Por qué se lo llevan? Si él no ha hecho nada malo. Roberto, quién se dedica al rubro del transporte en Campamento, estaba siendo arrestado arbitrariamente.

El artículo 7 de la Convención Americana sobre los Derechos Humanos (Pacto de San José), señala que en el numeral 4 que, “Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios”, y el 5 agrega “ Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y notificada, sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella”.

En eso un policía de manera agresiva le ordenó “que te vayás te digo” y le dio un empujón.  Entonces “mi hermano le dijo ¿Por qué la tocas? Es una mujer”, y unos ocho hombres lo empezaron a atacar”.

Yo grité, y me empezaron a agredir el cuello, les dije “no me golpeen este es un delito”. Cuando la víctima del ataque policial expresó que iba  a llamar a organizaciones de derechos humanos, de inmediato le dijeron “estás detenida”. Ambos fueron llevados a celdas sin ninguna medida de bioseguridad, y los despojaron de sus objetos personales como teléfono celular y billeteras.

Un policía le quitó las llaves del vehículo a Roberto Amaya, y lo estacionó mientras a los hermanos los atacaban.Un policía le quitó las llaves del vehículo a Roberto Amaya, y lo estacionó mientras a los hermanos los atacaban.
Me quitaron la mascarilla, exponiéndome al contagio de Coronavirus, y fue por cuidar mi salud que le pedí a mi hermano que me llevara en su carro, él nunca se bajó del vehículo y ahora estábamos golpeados y presos, agregó en su denuncia.

Estuvieron tres horas privados de libertad, Heydi pidió agua para tomar, y una mujer policía le dijo que “si quería le podía dar agua de una pila” sucia. Hasta que llegaron sus parientes y pudieron darle agua.

Para salir, los hermanos Amaya –representados por un abogado privado- firmaron una hoja donde se les acusa de daños e infracción a la Ley. Aunque ellos no querían firmar tal documento porque los acusan de hechos falsos, como lanzar piedras y dañar una ventana la cual ahora deben pagar. Pero el dolor por los golpes era demasiado fuerte, incluso deberían recibir atención médica domiciliar.

El hermano y la hermana Amaya, fueron acompañados por defensores de derechos humanos entre ellos del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), que abogaron por su integridad física y liberación.

Pese a que las torturas se dieron en pleno centro municipal, Heydi no se percató si hubo otras personas como testigos oculares, porque el encierro por el COVID-19 complica todo, y la policía se aprovecha para actuar de manera salvaje y cruel, golpeando, atacando y robando a la población. Cabe señalar que, cuando le devolvieron sus pertenencias le hacía falta 600 lempiras.

Señaló que la familia Amaya es conocida en el pueblo, es pacifista y solidaria, por lo que no merecen lo que les sucedió ayer. A ella la denigraron como mujer, las palabras que le decían la violentaron totalmente. Eran cuatro policías golpeándolas e insultándola.

 Aclaró que en ningún momento se opusieron a nada, pero eso al parecer incomodaba  a los policías de Campamento, y más los atacaban.

Una de las frases amenazantes la emitió un agente uniformado “sólo tomales la foto y dejámelos a mí. Eso me preocupa, porque conocen donde vivimos, saben quiénes somos y nuestra vida peligra, agregó la líder comunal y política.

“Me han puesto mi mundo al revés, temo además por mi hijo”, agregó, al pensar que salió para hacer diligencias referentes a su casa y cultivos, y regresó siendo otra, a causa del abuso policial en su pueblo natal.

El hecho sucedió al mismo tiempo que, en Tegucigalpa el COFADEH presentaba el segundo informe situacional durante la emergencia sanitaria por el COVID-19: DEL MITCH AL GOLPE Y DE LA PANDEMIA AL AUTORITARISMO CONTRA LOS DERECHOS HUMANOS, en un periodo del 1 al 30 de abril.

En dicho documento recomienda que “Las  medidas  deben  ser  redireccionadas  en  el  marco  de  la  pandemia  del  COVID  -19  hacia  la  garantía de la igualdad y el respeto de los derechos humanos, pues la desproporcionalidad y el autoritarismo  observados  tendrán  un  impacto  decisivo  en  la  población  en  el  mediano  y  largo  plazo, lamentable en términos de institucionalidad del Estado de Derecho. El abuso de autoridad en medio de esta situación excepcional que sufre el país es, en efecto, otro tipo de pandemia que produce pérdidas irreparables entre las poblaciones vulnerables. Y no puede eso continuar”.

Solo en abril, según el informe elaborado por el COFADEH, 165 personas fueron víctimas de malos tartos en detenciones, ocho fueron heridas, cinco torturadas y uno falleció.

A continuación el escrito por Heydi Amay en su perfil de la red social Facebook:

Ayer fu víctima de abuso por parte de la Policía Nacional, fui víctima del sistema, víctima de violaciones a mis Derechos Humanos, víctima que se suma a tantas otras violaciones de abusos de las que se cometen a cada segundo, a cada minuto, a cada hora en este campamento y esta querida Honduras.

Son brutales, agresivos, simplemente abusan de la autoridad que se les ha delegado. Era mi día de circulación, salí con todas las medidas de precaución en Bioseguridad y le pedí a mi hermano que me trasladara en vehículo para no exponerme al contagio, a él no le tocaba circular pero él no hacía ningún trámite, siempre permaneció en el vehículo. Al frente de la posta del pueblo, nos detienen. Les digo que él me está trasladando para mis gestiones, me dicen que me vaya, mientras a él lo bajan agresivamente del carro para detenerlo y se sube un uniformado al carro de él, otro lo agarra del pecho, y lo empuja, de inmediato les digo que les pasa? dejénlo!! Cuándo lo golpeaban me metí a defenderlo, me pegaron en la cara, mientras agarraban a patadas a mi hermano, logre avisarle a mi familia, de inmediato llegaron a exigir que nos respetaran la integridad física de nosotros, y hacer los procedimiento conforme a Ley. Golpeados y agredidos nos encarcelaron por 3 horas…!!!

Toda esta agresión fue de conocimiento inmediato hacia el COFADEH, Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidades para los Derechos Humanos y CONADEH, así como de amigos particulares, a todos gracias por el apoyo.

COMO ES POSIBLE QUE SUCEDA TANTO IRRESPETO A LA VIDA?  No y no por favor, esto no es posible, escribo esto en nombre de las personas que también han sido víctimas y que no tienen voz para denunciar, conozcamos el actuar de la Policía Nacional, BASTA YA DE LOS ABUSOS…!!

Esto es un ejemplo de lo que sucede constantemente en nuestro país, por favor#humanizence, #todos somos seres humanos, #crearemos precedente #denunciemos.

Verdades en tiempos de coronavirus

Rebelión

Por Eduardo Montes de Oca 

Según los defensores del capitalismo, la caída del socialismo en la Unión Soviética y en su “área de influencia” significó la demostración concluyente de la superioridad del primero, de lo ineluctable de la desigualdad  y del “darwinismo social”. Así que la selección natural no representaría patrimonio exclusivo del reino animal, porque en definitiva, y aunque no se exprese en voz alta, discurrían algunos, “homo homini lupus” (“el hombre es el lobo del hombre”), como consideraba el filósofo inglés del siglo XVIII Thomas Hobbes, cuyo Leviatán difundió, con un trueque sintáctico, la frase “lupus est homo homini” (“lobo es el hombre para el hombre”), plasmada por el comediógrafo latino Plauto (250-184 a. de C.) en la obra Asinaria.

Menuda contribución a la más reaccionaria de las visiones, la ofrecida por el derrumbe de un modelo que, bastardeado por factores subjetivos y objetivos, cometió, entre otros, los errores de autonomizar, gradualmente, los fueros gubernamentales con respecto a la sociedad, en detrimento del control popular, y durante un lapso nada desdeñable infringir el postulado marxista  de que la revolución no se debe (no se puede) ceñir a un país, o a pocos –yerro estalinista–, dado que una formación que copa al mundo, de eslabones la mar de interconectados, interdependientes, únicamente se alcanzará a barrer mediante una enorme ola, que se esperaba comenzaría en las naciones con mayor desarrollo de las fuerzas productivas  –previsión negada por una praxis a la que Lenin se entregó en cuerpo y alma– y se propagaría a todo el planeta. De ahí, en buena medida, la solidaridad militante de guías extraordinarios como Fidel Castro y Ernesto Guevara, por solo mencionar a dos de ellos.

Ahora, los heraldos del galopante neoliberalismo de las últimas décadas, apoyados en el fracaso de los contrarios, lograron convencer a una considerable parte de las masas en los cuatro puntos cardinales –evoquemos aquí el ya sobado concepto de “hegemonía” de Antonio Gramsci– de que la formación asentada en la maximización de las ganancias estaba exenta de finitud en el tiempo; sí, que perduraría por los siglos de los siglos. Por ende, Fukuyama dixit, asistíamos al “fin de la historia”. Pero “trompicones”  como la inequidad, la continuidad y la agudización de las crisis cíclicas, la recesión siempre en acecho… andaban ya apuntalando conciencias, algo que quizás se acabe de catalizar con el nuevo coronavirus, el cual ha puesto en una balanza, desperezando el debate, dos maneras de concebir y armar la realidad. Incluidas en sobresaliente lugar las evidentes diferencias entre la sanidad pública y la privada, derivadas del papel otorgado al Estado. En este contexto, precisemos que no en todos los sitios donde mayorea la búsqueda de plusvalía campean por sus respetos la desregulación, la competencia en la esfera, pero países tales los nórdicos constituyen la excepción que confirma la regla. Y observemos que en ellos el cacareado bienestar se ha debilitado. Desaparecida la URSS, ¿con quién emular entonces?

Socialismo vs capitalismo

En una apasionada apología del Estado, extraña a quienes intentan aplicar las prefiguraciones de Marx sobre la paulatina desaparición de esa institución sin situar dialécticamente su necesaria permanencia en el ámbito del capital desbocado, que intenta quebrar talanqueras nacionales para su reproducción, Manolo Monereo irrumpe en El Viejo Topo sin medias tintas, con crudas aseveraciones:

“Las fronteras son un signo de libertad y de existencia de un Estado que es algo más que una estructura de poder; genera identidad, seguridad y horizonte de sentido; también es capacidad de gestión, de hacer frente a las crisis asegurando la eficacia, la movilización de recursos y su empleo eficiente. Un Estado fuerte es esto, garantía de la soberanía frente a las oligarquías internas y frente a las grandes potencias de un orden mundial jerarquizado y en perpetua lucha por el poder”.

Anotemos al pasar que diversos comentadores se permiten la reserva ante la opinión manifestada por la fuente sobre la extinción de la “globalización”, por el mero hecho, interpretamos, de que, por un lado, la internacionalización de mercados, de capitales, se erige en conditio sine qua non del presente statu quo; y, por el otro, el comunismo, que sí podría advenir, si los terrícolas nos lo proponemos –y no gracias a un determinismo ya sobrepujado entre los epígonos del Prometeo de Tréveris–, supone la interrelación más acentuada y expansiva, el logro de una humanidad sin lindes étnicas, de género, de clases… O sea, una mundialización otra, la de la solidaridad.

Sin embargo, los postreros acontecimientos hacen coincidir plenamente con el articulista en que el descomunal contagio, lejos de debilitar a China, poner de relieve sus contradicciones y fortalecer en última instancia a EE.UU. en su puja estratégica, que apenas solapa una guerra económica de ingentes proporciones, atizó en el gigante asiático una respuesta espectacular, la cual ha develado “qué tipo de Estado es, qué instrumentos tiene y cuál es su eficacia sistémica. Delante de nuestros ojos hemos visto en tiempo real un conjunto de decisiones políticas organizadas, ordenadas y en cascada, movilización de recursos de enormes dimensiones, planificación de acciones y coordinación de administraciones desde una disciplina social estricta. Una administración pública se mide en las crisis y hemos visto una burocracia eficiente capaz de auto enmendarse en la propia implementación de las decisiones”.

Más aún: “Los 1.400 millones de chinos continentales han podido percibir […] un gobierno que genera seguridad, protección y garantía para el porvenir. Se suele hablar de la legitimidad de origen y de la legitimidad de ejercicio, pero se olvida la legitimidad por los resultados que refuerza y actualiza las otras dos. Es un viejo tema de la cultura política china, a saber: que no hay gobierno duradero y estable sin el consenso de la sociedad en su conjunto. Lo que seguramente no será del todo entendido es que detrás de un Estado fuerte está el control sobre la libre circulación de capitales, la socialización real de la inversión y un aparato financiero bajo dominio público. Se ha hablado de China como capitalismo de Estado. Habrá que matizarlo y ver hasta qué punto este país es algo más que el fracaso de la vía China al socialismo. Samir Amín –me acuerdo mucho de él– nos decía, una y otra vez, que la transición al socialismo había que pensarla como un proceso histórico de larga duración, pleno de contradicciones, de avances y retrocesos y de sonoros fracasos”.

Y tras insistir en un futuro nivel más alto de la pugna económica y del incremento de la liza estratégico-militar, así como sentenciar que “soñar con un orden internacional democrático y justiciero sin transformar las relaciones sociales de eso que llamamos capitalismo imperialista es quedarse en las afirmaciones huecas”, en su momento el analista previó lo que se cumple hoy como destino, más que premonición: “Veremos a China ayudando a los demás países a salir de la crisis del coronavirus, a enviar especialistas, medios y experiencia. China nunca ha tenido ambiciones imperiales. Sabe que su hegemonía se basará en su capacidad para organizar un mundo multipolar que asegure un nuevo orden fundado en la soberanía de los estados, en la no injerencia y en relaciones económicas justas y sostenibles. La historia se acelera y nos cambiará”. O sea, nos cambiará el socialismo actuante.

Socialismo que ha ganado puntos incluso entre convencidos del “régimen liberal” tales la agencia EFE, que reconocen, con estereotipos y conceptos inherentes a su ideología, lógicamente, que tras el coronavirus el orbe ya no será como era, atendiendo a “todos los expertos, cuyos pronósticos” para la era “postCOVID-19” apuntan a un rol “claramente determinante” de la potencia hoy emergente, en tanto “Estados Unidos genera más dudas por la manera en que está afrontado la crisis. Mientras las debilidades del sistema sanitario estadounidense se hacen patentes con un aumento imparable de casos, China ha logrado dar la vuelta por completo a la percepción negativa que se tenía de este país cuando la pandemia comenzó a extenderse por su territorio. No solo ha frenado el brote, lo que le permite exhibir imágenes de una incipiente vuelta a la normalidad, sino que ofrece ayuda técnica y material al resto del mundo para combatir con mayor eficacia la acelerada expansión de la enfermedad […]. Tras cada movimiento que da China está su propio modelo económico y de organización social, una concepción totalitaria que, para este tipo de crisis, se demuestra mucho más eficiente a la hora de tomar decisiones”.

Empero, quedarnos con este ejemplo devendría pábulo para que escépticos, descreídos y conservadores concordaran en que el mero vigor financiero, tecnológico, económico, contribuye a mover armónicamente los recursos en una cruzada contra la muerte que haya paradigma en el cada vez más admirado “dragón”. Por eso, proyectémonos, sin chovinismo, hacia esa minúscula tierra que apuntala día a día una aseveración acuñada, con eco largo: “Cuba salva”.

Lo que verdaderamente vale

Indiscutiblemente, no se trata de holgura de recursos. El archipiélago, que semeja por sus dimensiones geográficas un breve trazo en el planisferio, y se encuentra bloqueado, imposibilitado del desarrollo integral que su pujanza moral y su vocación de igualdad precisan, ha obtenido paradigmáticos niveles de salubridad  –sin detenernos en cifras, entre los más altos porcentajes de médicos en el orbe y de camas hospitalarias por habitantes en toda la región, por orear solo dos indicadores–,  aparte de elementos concomitantes tales una educación sobresaliente en América Latina y el Caribe, y más allá, conforme a serios organismos como la Unesco.

Recordemos grosso modo que la Mayor de las Antillas se esmera en el despliegue de una inteligencia biotecnológica, pongamos por caso, que ha facilitado la producción autóctona del interferón Alfa 2B, utilizado con éxito en la fraterna China para combatir la COVID-19, y que, al momento de escribir estas líneas, era demandado por 75 naciones con el mismo objetivo.

No nos atrevemos a asegurar que la pandemia no cause grandes estragos aquí –embestidas de natura suelen escapar a los más  radicales y bien pergeñados antídotos–. Pero sí que se librará (ya se libra) la más ardua batalla, coordinada estatalmente, con la colaboración del pueblo, contra una contingencia que en lugares como el “revuelto y brutal Norte”, para calificarlo con Martí, ha  hecho confesar a más de un entrevistado –Telesur da fe de ello– que cuando los ricos enferman del coronavirus tienen sus médicos particulares, mientras los pobres hacen largas filas en los supermercados sin salvaguarda alguna. Y he ahí algo diferente: el “simple” resguardo trasuntado en nasobucos, de fabricación artesanal los más –en otros lares esperan por una industria que no da abasto–, un “distanciamiento social”, digamos más bien una distancia física interpersonal, garantizado por la autodisciplina, y en su defecto por una Policía encargada de orientar y aconsejar más que de reprimir… Y claro que lo distinto no radica en las dilatadas colas, porque con ellas los cubanos nos topamos –somos veteranos– hace seis décadas, de resultas de un cerco que “aprieta pero no ahoga”, como la “muchedumbre” suele afirmar de Dios. Al menos a nosotros no nos ha asfixiado, gracias a nuestra soberana voluntad.

A una voluntad que, en el plano político, ha cristalizado en el envío durante décadas de brigadas de personal de salud a los cuatro recodos del globo, ora para restañar la sangre vertida en un conflicto desatado contra el Tercer Mundo por el imperialismo; ora para aliviar las contusiones, fracturas, heridas de un terremoto, un huracán; ora para frenar una infección tan terrible como el ébola…; y se ha traducido asimismo en alfabetizadores, maestros, técnicos situados en territorios que nunca habían visto colmados los anhelos de progreso. Y por qué no, en combatientes que no han vacilado ante el peligro al concurrir al pedido de las víctimas de una vesania armada.

Sobre estos asuntos reflexionaba en cubainformacion.tv Pedro García Jiménez, coordinador provincial en Córdoba de Izquierda Unida, quien elogiaba el sonado espaldarazo a Lombardía, donde los isleños se baten con una dolencia que ha hallado en Italia nido propicio de morbilidad, y de letalidad, como consecuencia de la cantidad de población envejecida, por tanto vulnerable, de acuerdo con diversos especialistas, a los que otros agregan los perjuicios ocasionados por una estrategia neoliberal aplicada a una salud pública antaño más eficiente y pródiga.

Mercado excluyente y desbocado

Comulguemos con Cecilia Zamudio (cubainformacion.tv) en que  el creciente contagio “pone de manifiesto la perversión del sistema capitalista (por si a alguien le faltaba alguna evidencia)”, pues en este, orientado hacia la concentración de las riquezas, basado en la explotación de los asalariados y en el saqueo de la naturaleza, “donde la sanidad es percibida como una mercancía”, la mortalidad de las epidemias se multiplica, en razón de la precariedad del acceso a los tratamientos. En algunas naciones, como los Estados Unidos, los costos médicos resultan exorbitantes; “por ejemplo, los tests para coronavirus cuestan más de 3000 dólares para un paciente sin seguro privado (al menos 27.5 millones de personas están sin cobertura)”. Y en “los países en los que todavía queda algo de sanidad pública (luchada por las y los trabajadores), vemos como los hospitales están desbordados, dados los recortes efectuados en las últimas décadas (desde la caída de la URSS, los supuestos ‘Estados de Bienestar’ capitalistas han venido desmantelando los servicios públicos para agigantar las fortunas de los que capitalizan en base a la privatización de la sanidad, la educación, etc)”.

Remarca la articulista que “cuando una epidemia se encuentra con un sistema de salud pública debilitado por la lógica capitalista de privatizar todos los servicios para beneficio de un puñado de multimillonarios en desmedro de la población, sus efectos llegan a ser muy graves, impactando particularmente las vidas de la clase explotada, cobrándose vidas que se hubieran podido salvar. Cuando una epidemia se encuentra con un sistema de salud pública inexistente, que es lo que impera en la mayoría de países devorados por el saqueo capitalista, esta causa una mortandad descarnada, como pasa en decenas de países en los que anualmente mueren centenares de miles de personas por enfermedades curables”.

Lo cierto es que, a juzgar de Atilio Boron, en La Haine, se han  movido las placas tectónicas económico-sociales de alcance universal y ya nada será como antes. Ingente desafío, acota el conocido intelectual de izquierda, para quienes desean construir un mundo mejor, porque la catástrofe ofrece una oportunidad única, inesperada, de imperdonable desaprovechamiento. Por lo que, exhorta, la consigna de la hora para todas las fuerzas anticapitalistas es concienciar, organizar y bregar hasta el fin, “como quería Fidel”. Y tomando en cuenta, subrayemos, que el hombre no es lobo del hombre si se borran las estructuras que condicionan esa máxima.

La digitalización de la vida y sus impactos en el sistema educativo


CLAE

Por Luciana Jouli, Paulo Zambroni *

Si sólo el trabajo del humano crea valor ¿cómo es la apropiación de ese valor que se genera en el espacio virtual? ¿Quiénes son los dueños de estas plataformas, con quiénes deben discutir los trabajadores? ¿Nos pone este escenario ante un complejo y competitivo espacio laboral que será aún más selectivo? ¿El conocimiento está a disposición de todos? ¿qué criterios usamos para el procesamiento de ese conocimiento?

Las plataformas comunicativas y de aprendizaje, el home office y la mediación virtual a partir de aplicaciones, atraviesan la vida diaria de los miembros del planeta, que hoy están viviendo el Covid-19 como un momento bisagra y de transformación en el desarrollo económico, social y político del mundo entero, del cual los trabajadores de la educación son parte.

Según la Cámara de Internet Argentina se registró un aumento del 29% del uso de internet durante la primera semana de aislamiento social preventivo y obligatorio en Argentina cuando los edificios educativos dejaron de funcionar, mientras que a la última semana del mes de abril las herramientas de videollamadas y conferencias han llegado a aumentar un 1.500 %.

Al parecer, el crack sanitario global es un catalizador que obliga a la humanidad a ensayar un nuevo orden de las cosas: un “nuevo orden mundial” se construye y se disputa. El aislamiento y confinamiento obligatorio fue determinado por los gobiernos en casi la totalidad de los países. Los ciudadanos globalizados se constituyen como objeto de esa prueba.

Los estados-nación, aunque algunos tienen más reflejos que otros, no responden con la misma inmediatez con la que el fenómeno se expande. Como jugadores o jugadoras que esperaban en el banco de suplentes, las plataformas y apps salen al campo de juego en la vida global, condicionando y determinando los vínculos sociales.

El coronavirus, según Aram Aharonian, es la primera gran pandemia del capitalismo, que desnuda la crisis de un sistema económico-social tal y como lo conocíamos. La digitalización de la economía, y su correlato en la disputa mundial por el control de la tecnología del 5G y el desarrollo de inteligencia Artificial, forman parte de los objetivos que orientan la lucha intercapitalista.

Quien triunfe en ese conflicto logrará dominar los tiempos productivos dentro de las nuevas relaciones sociales emergentes.

En otras palabras, la batalla intercapitalista principal es la que refiere al acortamiento de los tiempos sociales de producción, para la obtención de un mayor margen de riqueza y de extracción de plusvalía al conjunto de las clases subalternas. Con la llegada del Covid-19 al mundo, se intensificó dicha lucha.

Visualizamos la consolidación de nuevas formas de trabajo, en apariencia simpáticas y de “plena libertad”. Rappi, Glovo, Uber, Pedidos Ya (entre otras) son plataformas que generan nuevas relaciones laborales en donde ya no media el vínculo humano sino la virtualidad.

Se oculta la relación contractual y, sobre todo a quienes tienen el poder de expropiar lo que allí se genera. ¿A quién responden los trabajadores? ¿Con quiénes negocian?. Estos cambios en las relaciones de trabajo no significan otra cosa que mayor explotación y precarización.

Se observa entonces que la realidad se bifurca en dos planos integrados: una dimensión virtual, con una preponderancia cada vez mayor en la cotidianidad; y una dimensión territorial social, una realidad que se materializa en lo geográfico-local.

¿Una fuerza de trabajo prescindible?

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), al mes de abril, hay unos 826 millones de estudiantes en el mundo que no tienen acceso a un ordenador en sus hogares, y unos 706 millones de alumnos que, además, no tienen internet en sus casas.

Las cifras de la Unesco dan cuenta de que más de 1.500 millones de estudiantes han sido afectados por la pandemia, a partir del cierre de centros educativos en 191 países. La clausura temporal de colegios ya afecta alrededor de 90% de la población estudiantil de todo el mundo.

 La directora de la Unesco, Audrey Azoulay, dijo en una entrevista que “Estamos entrando en un territorio inexplorado y trabajando con los países para encontrar soluciones de alta tecnología, baja tecnología y sin tecnología para asegurar la continuidad del aprendizaje”.

La pandemia nos empujó a reacomodar en menos de dos meses las estructuras educativas. Sin más, nos dispusimos a construir nuevas formas, a través de la virtualidad. Así vemos como en China están desarrollando la mayor experiencia de enseñanza virtual, donde más 200 millones de estudiantes toman clases por esta vía a partir del uso de internet y redes sociales.

Ejemplo de la confluencia en las redes de la educación es España, uno de los países más afectados por la pandemia, donde el número de conexiones a la plataforma de la Consejería de Educación (EducaMadrid) pasó de las 650.000 ingresos a 1,1 millones en una semana.

El incremento de páginas en la mediateca superó también el millón. En Argentina, el Ministerio de Educación, Educar S.A. y Contenidos Públicos S.A. crearon el portal seguimoeducando.com.ar y, a través del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) y las compañías de telefonía han garantizado que será sin costo la navegación por esta plataforma digital.

El sector de trabajadores, profesionales en general y de la educación en particular, creía en su condición imprescindible, en su exclusividad como fuerza de trabajo intelectual y, como dice el experto Luis Bonilla-Molina, estas discusiones sobre las transformaciones estructurales del sistema aparecían “como de ciencia ficción”.

Sin embargo, la pandemia Covid-19 nos muestra que el mundo ya no considera imprescindible la presencia física de los docentes en un aula para que los niños, niñas, jóvenes y adultos se formen o eduquen.

El desarrollo económico del sistema, el desdibujamiento de los estados-nación y la construcción de nuevos territorios globales -locales–virtuales, ha tenido como esperable consecuencia la puesta en jaque del sistema educativo formal, como generador de conocimientos estratégicos y como parte de la superestructura que construye el sentido común de la sociedad.

Por ello, en las plataformas educativas, o educación en línea, el docente se presenta como facilitador más que un formador. Emite el contenido sólo una vez y su reproducción, de forma constante y por un período bastante indefinido, se encuentra disponible en la red. Las ventajas pueden ser varias para los estudiantes devenidos en usuario-clientes que “siempre” pueden acceder a dicho contenido, pero no así para el trabajador-formador.

Aparecen aquí una serie de debates necesarios. La virtualidad es herramienta de la globalidad, pero como tal, está en disputa. El presente contexto de aislamiento, pone sobre los hombros de los trabajadores la responsabilidad de tener, por un lado los conocimientos para trabajar en la virtualidad y por otro, los medios para realizarlo (computadoras, conectividad, etc).

Entonces, cabe preguntarse, si esta nueva forma de educación y trabajo avanza ¿qué pasará con aquellos que no posean ni los conocimientos ni los medios? Un dilema, a resolver, para este nuevo momento de la economía y la sociedad mundial. Preguntas que ameritan seguir profundizando en la búsqueda de respuestas…

La urgente redefinición de la tarea docente frente a las plataformas y apps educativas, requiere pensar y tener capacidad de respuestas colectivas y conectadas, propuestas que contengan la realidad virtual y la realidad territorial local organizada.

No es menor, entonces, el valor que adquiere la dimensión educativa en lo que algunos autores definen como fase digital del capitalismo (datacapitalismo), donde las mercancías principales empiezan a ser, por su naturaleza, “bienes intangibles y no restrictivos”, es decir la información y el conocimiento.

¿Cuáles van a ser las condiciones laborales?, ¿cómo desempeñar la tarea en un momento de nueva explotación?. ¿Las plataformas se configuran como nuevos directivos y organizadores de la educación?. ¿Quién produce y quién se apropia de los contenidos, datos e información vertidas en ellas?

Si sólo el trabajo del humano crea valor ¿cómo es la apropiación de ese valor que se genera en el espacio virtual? ¿Quiénes son los dueños de estas plataformas, con quiénes deben discutir los trabajadores? ¿Nos pone este escenario ante un complejo y competitivo espacio laboral que será aún más selectivo? ¿El conocimiento está a disposición de todos? ¿qué criterios usamos para el procesamiento de ese conocimiento?

Los interrogantes nos obligan a transformarnos, a ser creativos ante nuevas formas que están dejando obsoletos a los esquemas organizativos tradicionales de los sistemas educativos. En ese escenario, las y los trabajadores de la educación y las y los estudiantes, como parte de las clases subalternas, deben poner al descubierto los intereses en disputa.

 Deben agudizar nuestra destreza, profundizar la organización educativa en forma colectiva y en red, con proyección local, regional y global.

* Luciana Jouli es Licenciada. en Educación Especial y Paulo Zambroni en Ciencias Políticas, y Especialista en educación de jóvenes y adultos, ambos miembros del Centro de Estudios y Formación en Política Educativa (CEFOPED) asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

viernes, 29 de mayo de 2020

"Sin pensar agarré lo que pude y escapé con mis hijas"


Por Gloria Muñoz Ramírez, Karen Moreno, Iolany Pérez y Héctor Madariaga

para Otras Miradas *

El confinamiento forzoso para evitar la propagación del coronavirus se ha convertido en caldo de cultivo de otro virus de efectos devastadores: la violencia machista. Las llamadas de auxilio y denuncias de mujeres maltratadas se han disparado en México, El Salvador y Honduras.

Alejandra, de 19 años, y Lucero, de 30, (ambas utilizan seudónimos por motivos de seguridad) están ingresadas desde hace unas semanas en un refugio para mujeres maltratadas en la Ciudad de México. Intentan recuperarse del tormento. En plena pandemia del Covid-19 el marido de Alejandra mató a su bebé de nueve meses y la emprendió a golpes contra ella. Lucero vivía encerrada en casa. Su pareja no la dejaba salir y el abuso era constante. Ante la amenaza de la violencia machista y del coronavirus, el confinamiento en una casa refugio es la protección de Alejandra y Lucero, que no tienen ningunas ganas de volver a su “normalidad”.

Lucero de 30 años, se recupera del maltrato en un refugio de mujeres en la Ciudad de México. 
Foto/Refugio de mujeres

Las cifras por violencia de género en México eran alarmantes antes de la pandemia. María de la Luz Estrada, coordinadora del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), que agrupa a 40 organizaciones de 22 estados del país, señala que unas diez mujeres eran asesinadas cada día. Según el Sistema Nacional de Seguridad Pública, el primer trimestre de 2020 ha sido el más violento para las mujeres mexicanas en los últimos cinco años, con 964 homicidios. Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador declara que la tendencia en el feminicidio “está a la baja”.

Lo que ocurre, precisa María de la Luz Estrada, es que de los 964 asesinatos, 720 están clasificados como homicidios dolosos y sólo 244 como feminicidios. Este último término define el asesinato de una mujer por la condición de serlo, cometido siempre por un hombre y con una clara connotación machista. Un número creciente de países han incorporado el feminicidio a su legislación penal.

A finales de mayo se decretó en México la fase de mayor contagio y mayor confinamiento. Foto / Brian Torres

El primer caso de Covid-19 en México se detecta el 28 de febrero. En las semanas siguientes se dictan medidas de aislamiento preventivo, y el 23 de marzo, con 316 casos confirmados y dos muertes, la Secretaría de Salud declara la Jornada Nacional de Sana Distancia, y poco después la campaña “Quédate en casa”. El 30 de marzo se declara una “emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor” y el 21 de abril comienza la fase 3, con medidas que extienden el confinamiento. Los casos de violencia de género, –agresión físicas, sexual y emocional—se disparan de manera alarmante, según advierten mujeres víctimas de violencia, madres de mujeres asesinadas, activistas, y organizaciones feministas y de defensa de derechos humanos.

Una agrupación de mujeres del servicio de limpieza, en el Zócalo de la Ciudad de México. Foto / Brian Torres

Machismo y misoginia en El Salvador
Son más de las 2 de la madrugada del 29 de abril en una vivienda humilde del municipio de Mejicanos, en San Salvador. Cristina, de 17 años, salta de la cama al escuchar ruido. A través de la cortina que divide el cuarto minúsculo vislumbra la silueta de su padre. “¡Qué haces!”, le grita. Salta por encima de la litera donde duerme su hermano de 10 años, enciende la luz y ve una escena dantesca. La madre ensangrentada en su cama, con el cuerpo del marido encima que trata de ahogarla. La muchacha consigue apartar al padre, y levanta a la mujer malherida.

Los gritos despiertan a su tío, Marvin Regalado, quien da un brinco y ve en el cuarto contiguo a su cuñado Edwin Alexander López Rivas, con los brazos extendidos, cubiertos de sangre. “Mátame, mirá lo que he hecho”, susurra el agresor. Detrás ve a su hermana, Susan Daly Regalado, que se tambalea agonizante.

Edwin Alexander López, esposado, justo después de haber asesinado a su esposa en la madrugada,
en presencia de su familia. Foto/Cortesía

Marvin avisa a la policía, mientras su sobrina recuesta a su madre, con los ojos cerrados y la lengua fuera. De camino al hospital Marvin graba con su teléfono celular a Susan, recostada en el asiento posterior del vehículo policial, con una toalla ensangrentada en la cabeza. Tiene puñaladas en el cuello, mejilla y frente. En pocos minutos llega a la casa otra patrulla de la Policía, que detiene al agresor. 

A las 3 de la madrugada, frente al Hospital Zacamil, en San Salvador, un médico sube a la parte trasera del vehículo policial para auxiliar a Susan. Demasiado tarde. “Lo siento, ya no se puede hacer nada. Está muerta”.

Edwin Alexander López, antes de la audiencia inicial en el Juzgado Segundo de Paz de Mejicanos, 
San Salvador. Foto/Émerson Flores

El 1 de mayo se presenta ante el juzgado el requerimiento fiscal contra Edwin Alexander López, por el delito de feminicidio agravado de Susan Daly, que en El Salvador está tipificado y sancionado con una pena de entre 30 y 50 años de prisión. López Rivas está detenido por orden judicial y Fiscalía sigue realizando diligencias en la etapa de instrucción.

El confinamiento forzado de la población a causa de la pandemia ha agravado la violencia contra las mujeres. El Gobierno ha olvidado otro virus, más letal y menos combatido: el machismo y la misoginia. Desde la entrada en vigor de la cuarentena en marzo, el covid-19 ha causado la muerte de al menos cinco mujeres hasta el 13 de mayo. En el mismo período ha habido 18 asesinatos de mujeres, según la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (Ormusa), y el Centro de Atención Legal ha recibido 158 denuncias, que representa un aumento de la violencia del 58% respecto de meses anteriores.

Una “condena” de dos meses en Honduras
En los últimos cuatro meses el Sistema de Emergencia 911 de Honduras ha registrado más de 32.500 llamadas telefónicas de auxilio de mujeres, que denuncian agresiones de su marido o de algún otro miembro de la familia. Según el Ministerio Público, durante el confinamiento se presentan entre 15 y 20 denuncias diarias por violencia doméstica sólo en Tegucigalpa y San Pedro Sula, las dos principales ciudades del país.

Una de las llamadas es de una joven, Angie García, hasta ese momento desconocida para el gran público, que denuncia a su marido por maltrato físico y verbal. La noche del 13 de abril, la Policía detiene en su domicilio, en Tegucigalpa, a Román Rubilio Castillo, futbolista de la selección hondureña y delantero centro del emblemático club Motagua.

El vídeo de la detención se hace viral en redes sociales, así como una foto de la paliza que Castillo propinó a su esposa y madre de un hijo. El futbolista pasa 24 horas en dependencias policiales, tal y como estipula la legislación de Honduras, donde la violencia doméstica es tipificada como falta y no como delito.

El Ministerio Pública confirma que el deportista estaba ebrio cuando fue detenido. Después de varios rodeos el caso ingresa en el juzgado de familia, y Castillo es “condenado” a dos meses de trabajo comunitario. Melvin Duarte, portavoz del poder judicial, afirma que el acusado reconoció los hechos denunciados por su esposa, “por violencia psicológica y física”, lo que fue confirmado “por un dictamen preliminar en materia forense”.

Una joven es encontrada sin vida el 2 de mayo en la Ciudad de México, en plena fase 3 de la pandemia. 
Foto / Brian Torres

En Honduras 390 mujeres fueron asesinadas en 2019. El 60% de las víctimas, por ataques de sus parejas, exparejas o alguien con quien tuvieron una relación afectiva, según un informe del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Las organizaciones de mujeres registran más casos, y alertan sobre la altísima impunidad: nueve de cada 10 crímenes contra mujeres no se investigan y los asesinos están libres.

Cristina Alvarado, dirigente feminista de la Organización de Mujeres Visitación Padilla, asegura que la violencia de género en las familias es una constante en Honduras. “La pandemia del Covid-19 sólo ha evidenciado la realidad histórica que viven las mujeres, producto de la violencia en el hogar. Esto lo venimos denunciando desde hace años las organizaciones feministas y de mujeres”, dice Alvarado.

La presión de la sociedad civil
En México, durante el primer mes de confinamiento las llamadas y mensajes de auxilio a los refugios de mujeres aumentan en un 80%, según explica Pilar Sánchez Rivera, directora de Espacio Mujeres para una Vida Digna y Libre de Violencia, uno de los 69 centros de la Red Nacional de Refugios. Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador declara en una de sus conferencias de prensa “mañaneras” que el 90% de las llamadas de auxilio sobre violencia contra las mujeres son falsas, aunque los registros oficiales hasta marzo digan lo contrario.

Dentro y fuera de sus casas, las mujeres en México son víctimas de violencia. La imagen, 
en el Metro de la Ciudad de México

Marilú Rasso, directora ejecutiva del mismo refugio, asegura que en la situación de encierro por el covid-19 “a las mujeres se les vuelve a meter en un papel de servicio obligatorio, y cualquier pretexto funciona para que el agresor ejerza violencia”.

En marzo, Alejandra y su hija de nueve meses sufren una vez más las agresiones del marido y padre. La pequeña pierde el conocimiento y la madre logra escapar con el bebé, que llega al hospital sin vida. El personal sanitario llama al Servicio Médico Forense y a la Fiscalía. “Les dije que en casa vivía amenazada, y que el papá nos golpeó a mi hija y a mí. No estaba borracho ni drogado, sólo se aburría porque no trabajaba”.

Con apenas 19 años de edad, Alejandra vive refugiada durante la contingencia sanitaria. Foto/ Refugio de mujeres

Un informe de la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) da cuenta de un 97% de impunidad en los feminicidios. Entre el 3% restante se encuentra el marido de Alejandra, que está en la cárcel por homicidio.

La historia de maltrato de Lucero empieza poco después del comienzo de la relación con su pareja hace 11 años. Madre de cuatro hijas de 10, 8, 6 y 5 años de edad, Lucero es víctima primero de violencia emocional. “Me insultaba, me decía que yo no valía nada y que si salía de la casa no iba a poder sola”. Cansada de los golpes y del engaño, Lucero da el paso: “Sin pensar agarré lo que pude y me fui con mis hijas. Una amiga nos acompañó hasta el Centro de Justicia.” Los exámenes físicos y psicológicos demoran una semana por falta de recursos humanos derivada de la contingencia, y después envían a la madre y a tres de sus hijas a un refugio. La mayor inquietud de Lucero es que la hija mayor está con el padre.

Despliegue militar contra el virus y las pandillas

Los militares y policías comandan los más de 800 cordones sanitarios implementados 
en el territorio nacional. Foto/Émerson Flores

En El Salvador, el Gobierno del presidente Nayib Bukele convierte una base militar en el primer centro de confinamiento para las personas que llegan del exterior. El 14 de marzo, la Asamblea Legislativa aprueba la “Ley de Restricción Temporal” o régimen de excepción, y el estado de emergencia y calamidad, para hacer frente al coronavirus. El plan Control Territorial, cuyo contenido era desconocido por la sociedad civil, había permitido anteriormente el despliegue militar y policial en todo el país para actuar contra las pandillas Mara Salvatrucha-13 y Barrio 18. El Salvador, un país de 6,7 millones de habitantes, tiene uno de los índices de violencia más alto del mundo.

Los datos del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública indican que en 2019 se cometieron 230 asesinatos de mujeres, de un total de 2.398 homicidios, casi 1.000 menos que el año anterior. El Gobierno presenta esta tendencia a la baja como un éxito del plan Control Territorial, que entró en vigor en junio de 2019.

Con la ejecución del último decreto aprobado “la Fuerza Armada mantiene el 100% de sus efectivos colaborando en la lucha contra el covid-19”, declara el ministro de Defensa, René Merino Monroy. Las personas que, a juicio de las fuerzas de seguridad, no tienen una justificación válida para salir de casa, son detenidas. Más de 2.420 personas están retenidas en condiciones inmundas en centros de contención por violar la cuarentena.

El Colegio Médico de El Salvador señaló que un cerco sanitario debe ser dirigido por personal del Ministerio de Salud. Sin embargo, se observan unos pocos médicos y muchos militares y policías. Foto/Emerson Flores.

La arbitrariedad de la actuación policial en muchos casos ha provocado choques del presidente con la Corte Suprema de Justicia (CSJ). Bukele ha desafiado al alto tribunal al hacer caso omiso a las resoluciones judiciales, y la CSJ ha admitido innumerables habeas corpus de personas que denuncian arbitrariedades.

Si bien El Salvador fue uno de los primeros países en cerrar el aeropuerto para vuelos comerciales, la improvisación ha sido la nota predominante en la estrategia de Bukele. Adultos mayores, los más vulnerables ante el contagio, han sido confinados en los mismos centros que las personas procedentes de países considerados focos infecciosos.

Las autoridades policiales y militares cierran las calles para implementar el cerco sanitario 
y habilitan un acceso. Foto/Emerson Flores.

El regreso a casa del agresor
La pasividad de la Justicia hondureña provoca que muchas mujeres retiren las denuncias, y que los familiares de las víctimas renuncien a luchar. El miedo se apodera cuando el Estado es claramente ineficiente y no responde a las víctimas.

El caso del futbolista Castillo, denunciado por agresión por su esposa, da un vuelco en cuestión de días, cuando Angie García se retracta de sus acusaciones y dice, a través de las redes, que su marido puede volver a casa.“No entraré en polémica, simplemente quiero aclarar que las fotos expuestas en redes sociales no son de mi persona. Pido respeten mi privacidad, no es justo que mi familia sea el centro de atracción”, escribe la cónyuge del jugador.

La legislación permite a las autoridades ordenar la puesta en libertad del agresor, para regresar a casa y convivir de nuevo con la víctima, si no es un caso reincidente. En opinión de la dirigente feminista Cristina Alvarado, la vuelta del agresor al hogar supone un alto riesgo para la víctima. “Lo que estamos promoviendo como organización es que las mujeres agredidas vayan a las casas refugio, o con familiares o amigos. Por lo general, el gran problema es que la violencia doméstica está tipificada como una falta y no como un delito, entonces el enfoque de la ley es preventivo nada más”.

Jueza Claudia Isabela López – Honduras / Foto Radio Progreso

La jueza Claudia Isabela López puntualiza que, si el agresor no cumple con las medidas que dicte un juzgado, el proceso se convierte en penal. “El antecedente de violencia doméstica, cuando es reiterativo, pasa a ser un proceso judicial”.

Ciudad Juárez, cuna del feminicidio
La propagación del virus ha provocado la suspensión de las clases en todos los niveles educativos de México. Muchas madres y padres que aún trabajan han dejado a sus hijos en manos de familiares. Es el caso de Miguel Ángel Z y María Guadalupe M, en Ciudad Juárez (Chihuahua), que quedan al cuidado de su nieta de seis años. El padre de la niña no vive en la ciudad. El 11 de abril, en plena contingencia sanitaria, la pequeña presenta una insuficiencia respiratoria grave que acaba con su vida. La primera sospecha de los padres apunta a coronavirus, pero el informe médico revela que la niña fue violada, golpeada y estrangulada.

El abuelo es el principal sospechoso y es detenido junto con su esposa. Yadira Soledad Cortés, coordinadora de la Red Mesa de Mujeres Juárez, dice que éste es uno de los muchos casos en plena pandemia: “La violencia sexual infantil se da principalmente por un conocido o un familiar, y las niñas confinadas están más expuestas”.

Mujeres trabajando en una recicladora de plástico en Ecatepec, el municipio con mayor número 
de feminicidos en todo el país. Foto / Brian Torres

Ciudad Juárez es un municipio emblemático de los asesinatos de mujeres en México. En los primeros años de la década de los 90 se propagó en esta ciudad fronteriza una ola de homicidios de mujeres, en su mayoría trabajadoras de las maquilas y habitantes de las colonias populares. Aquí nacieron organizaciones de defensa de mujeres como “Ni una más”, “Nuestras Hijas de Regreso a Casa” y “Mesa de Mujeres Juárez”, que aglutina a una decena de colectivos.

Del 1 de enero al 14 de mayo se han registrado en esta ciudad 65 feminicidios, un 27% más que en el mismo periodo de 2019, según la Mesa de Mujeres.

Mujeres policía vigilan las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México. Foto / Brian Torres

El aumento de la violencia de género se repite en todo el país. En enero hubo 15.851 denuncias por violencia familiar en México, en febrero, 13.000, y en marzo, ya con las medidas de confinamiento, se abrieron 20.000 casos. Las llamadas al teléfono oficial de emergencia (911) se multiplican cada mes.

El panorama ya era difícil antes de la pandemia, señala Irinea Buendía, madre de una joven estrangulada por su pareja y referente nacional en la búsqueda de justicia. “Vivíamos una emergencia nacional, pero nadie nos hizo caso, y por eso hubo una manifestación histórica el 8 de marzo, y un paro nacional de mujeres, sin precedentes en México, el 9 de marzo”. Pero al presidente López Obrador “en ese momento le importaba más el sorteo simbólico del avión presidencial y despreció nuestras denuncias”, acusa Buendía.

Diez mujeres son asesinadas en México todos los días. Foto / Brian Torres

Mensaje de impunidad
La historia de El Salvador está marcada por la muerte, la guerra, levantamientos campesinos, mártires y dictaduras militares. El conflicto armado de los años 80 entre la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el Ejército, generado por la injusticia social, se prolonga 12 años, hasta la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec en 1992. El problema de fondo, como en toda la región, se resume en dos palabras: desigualdad y exclusión de la gran mayoría. Según Oxfam, los 160 más ricos acaparan el 87% de la riqueza. Y la mayoría vive al día.

“El presente no está desvinculado del pasado”, subraya Silvia Juárez, de la organización de mujeres Ormusa, que cita como ejemplo el informe De la locura a la esperanza, elaborado por la Comisión de la Verdad tras la firma de la paz. Dicho informe describe la violencia sexual como un hecho colateral y no como una violación sistemática contra las mujeres.

Tras la firma de los acuerdos de paz no hay un proceso de reconciliación nacional. El año siguiente, en 1993, la Asamblea Legislativa aprueba la ley de Amnistía General para la Consolidación de la Paz, que pone en libertad a todos los presos involucrados en violaciones de derechos humanos durante la guerra civil.

Después de décadas de reclamos por parte de las víctimas, en 2016 la Corte Suprema anula la ley de Amnistía. Los enfrentamientos en la Asamblea Legislativa continúan y el 26 de febrero pasado, el pleno aprueba una ley de amnistía disfrazada, la llamada Ley Especial de Justicia Transicional, Reparación y Reconciliación Nacional. “Si ni siquiera se reconoce esta violación, estamos lejos de construir la paz”, lamenta Silvia Juárez. 

En El Salvador, la violencia deja las trincheras y muta en forma de grupos pandilleros. Hasta el 30 de abril, la Fiscalía General de la República (FGR) reporta dos casos en los que hay indicios de asesinatos de mujeres a manos de pandillas o maras desde que comenzó la cuarentena domiciliaria.

La coordinadora de la mujer de la Fiscalía, Graciela Sagastume, explica que no hay diferencia en cuanto al procedimiento de mujeres asesinadas por integrantes de maras, porque en todos los casos se aplica el protocolo de feminicidio. Según las reglas de las pandillas, las mujeres no tienen voz y no pueden opinar ni decidir. La coordinadora fiscal considera que los feminicidios dentro del mundo de las pandillas son un problema estructural. “En la medida que el Estado invierta en problemas sociales, las mujeres podrán salir de ese mundo”. 

San Pedro Sula, violencia y emigración
Iberoamérica es la región más violenta del planeta, según un estudio de la ONG mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. De las 50 ciudades con más homicidios 15 están en México (con Tijuana a la cabeza), dos en Honduras (San Pedro Sula y Tegucigalpa), y una en Guatemala (Ciudad de Guatemala) y una en El Salvador (San Salvador).


San Pedro Sula, la capital industrial de Honduras con 1,1 millones de habitantes, estuvo considerada durante cuatro años consecutivos, de 2011 a 2014, la ciudad más violenta del mundo. Llegó a registrar 142 homicidios por cada 100.000 habitantes, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Autónoma de Honduras. San Pedro Sula es también el epicentro del éxodo migratorio de Centroamérica hacia Estados Unidos.

Una de las zonas más conflictivas de la ciudad es Chamelecón, un suburbio pobre, de calles de tierra, donde pandillas y grupos criminales ligados al narcotráfico libran su propia guerra por el control territorial. Aquí se registra el 5 de mayo un caso de violencia que sacude la ciudad. Un abogado asesina a su esposa, después a su hijo y finalmente se suicida. Los vecinos declaran que escucharon gritos y una fuerte discusión.

Para la abogada y feminista Karol Bobadilla, quien integra el Foro de Mujeres por la Vida, en Honduras no hay condiciones para que las mujeres permanezcan en cuarentena y, sobretodo en casos donde tienen un agresor al lado.

¿Qué explicación tiene tanta violencia en Honduras? Tiene raíces profundas, según detalla un análisis político del sacerdote Ismael Moreno: “La acumulación de riqueza, tierra y recursos en pocas manos, y la acumulación de poder en instituciones del Estado controladas por esas mismas personas ha generado una violencia que hoy nos parece incontrolable”.

La oligarquía hondureña, bajo la tutela del capital multinacional y con el aval de las instituciones del Estado, ha logrado el control de todos los hilos: del capital comercial, especulativo y agroindustrial, de la energía, las comunicaciones, el turismo y el transporte. “Las decisiones que de verdad pesan son las que toman estas familias, que en su conjunto no pasan de doce apellidos”, explica Moreno.

Una segunda característica es la cantidad de conflictos sin resolver: “Educación y salud deficientes, recaudación de impuestos, inseguridad y violencia. Es como una enorme olla de presión a punto de estallar”.

El tercer rasgo, según Ismael Moreno, es la subordinación del Estado al sistema de partidos políticos. “Es una institucionalidad que genera violencia, y que sirve como refugio a personas que se dedican a delinquir, a establecer alianzas con organizaciones criminales transnacionales, convirtiendo a instituciones enteras, como la Policía Nacional, en maquinarias delictivas”. La violencia impregna toda la sociedad hondureña y abona el sistema patriarcal, que convierte muchos hogares en campos de batalla, donde muchas de las víctimas son mujeres.

Inseguridad en la UNAM
Antes de que el coronavirus llegue a México, las movilizaciones de mujeres contra las distintas formas de violencia de género están en un punto álgido. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la de mayor prestigio de América Latina, según la página UniRank, vive una convulsión inédita debido al incremento de la violencia y a la falta de respuesta de las autoridades universitarias.

Protesta de trabajadoras de la salud en Ciudad de México por la falta de insumos en los hospitales. 
Foto / Brian Torres

Durante más de cinco meses, hasta el 14 de abril, la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM ha estado ocupada por un colectivo de mujeres estudiantes denominado Mujeres Organizadas, que exigen el fin del acoso sexual, de las violaciones y desapariciones de estudiantes en la facultad y en el resto de la Universidad. La alumna Mariela Vanessa desapareció en 2018 sin dejar rastro, cuando se dirigía desde su casa a la facultad.

Mientras dura la protesta, las ocupantes de la facultad de Filosofía y Letras son “vigiladas, perseguidas por todos los medios posibles, agredidas y criminalizadas”. Lo que no consiguen las amenazas ni las autoridades lo logra la pandemia, y finalmente tienen que desalojar las instalaciones al no contar con “las herramientas necesarias para hacer frente” al covid-19.

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Las historias de México, El Salvador y Honduras, reflejadas en este trabajo colectivo, ponen de relieve que la pandemia del covid-19 sólo echa más leña al fuego de la violencia machista. El confinamiento forzoso ha convertido muchos hogares en auténticos infiernos para las mujeres.

Las cifras de la violencia de género en México eran aterradoras antes de la pandemia. 
Foto / Brian Torres

La conclusión más tremenda, a la luz de lo que ocurre en estos tres países, es que la violencia intrafamiliar o de género no es por temporadas, ni se detendrá una vez pasada la pandemia. Como afirma la fiscal salvadoreña Gabriela Sagastume, la violencia hacia la mujer está sostenida por los patrones socioculturales que imperan en El Salvador, que no difieren mucho de los de México o de Honduras.

Antes del coronavirus las agresiones de toda magnitud a mujeres, incluido el feminicidio, se repetían diariamente en cada uno de los tres países. La pandemia esboza una nueva realidad llena de claroscuros. Las instituciones del Estado brillan por su ausencia cuando son más requeridas que nunca, pero en contrapartida la sociedad civil muestra vigor y capacidad de presión para ser tenida en cuenta. En medio, las mujeres, las víctimas, empiezan a perder el miedo y a romper el silencio.

*Otras Miradas es una alianza de periodismo colaborativo integrada por medios independientes de México y Centroamérica. Como parte de esta iniciativa presentamos la serie “Coronavirus desde otras miradas” en la que participan Desinformémonos (México), Chiapas Paralelo (México), Agencia Ocote (Guatemala), No-Ficción (Guatemala), Gato Encerrado (El Salvador), Contracorriente (Honduras), Radio Progreso (Honduras) Nicaragua Investiga (Nicaragua), Onda Local (Nicaragua) y Confidencial (Nicaragua).