miércoles, 17 de febrero de 2016

El llamado de la Plaza



Estamos hoy aquí en el primer plantón del año 2016, desde hace 33 años continuos, en demanda de verdad y justicia para nuestros seres queridos que fueron  perseguidos, encarcelados, torturados y eliminados por el Estado, en la década de los años ochenta.

Venimos ahora impactadas por la realidad que experimentan cientos de familias indígenas lencas en los departamentos de Comayagua, Santa Bárbara y La Paz; por ejemplo, en un solo municipio de éste último, Santa Elena, hubo 20 asesinatos de liderazgos lencas en 2015, quienes participaban de distinto modo en la defensa de los bienes hídricos y minerales en sus territorios ancestrales.
Los lencas son un pueblo originario y en los actuales momentos sus bienes comunes están siendo acaparados por grupos de poder que actúan bajo el manto de la impunidad y asociados al crimen organizado.
Las denuncias expuestas recientemente al Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras por el Movimiento Indígena Independiente Lenca de la Paz, MILPA, y la Central Nacional de Trabajadores del Campo, CNTC, incluyen además casos lamentables en Ceguaca y Zacapa, Santa Bárbara, donde esos grupos imponen la mayor cantidad de explotaciones mineras y represamiento de ríos.
El Movimiento MILPA señala en forma directa a la vice presidenta del Congreso Nacional, diputada Gladys Aurora López, familiares de ésta y terratenientes, como responsables de una campaña de terror y despojo que incluye a gobernadores, alcaldes, activistas políticos, policías, militares y sicarios, quienes usan recursos del Estado para penetrar violentamente los linderos naturales de los concejos indígenas de las zona central y occidental del país.
Los 20 asesinatos en Santa Elena en 2015, los desalojos violentos en Ceguaca y la criminalización penal de mujeres, niños y ancianos luchadores por la tierra en Comayagua y Yoro, reflejan la resistencia que las comunidades indígenas lencas están ejerciendo frente a los explotadores del bosque, el agua y los minerales, frente a los delincuentes del crimen organizado que secuestraron los poderes del Estado.
En todos los casos de represamiento de ríos, explotaciones mineras y eólicas, no hubo consultas previas e informadas a las comunidades originarias, como ordena el Convenio 169 de la OIT y la propia Constitución de la República. Y eso es una provocación que genera violencia, que obliga a la autodefensa comunitaria.
El COFADEH hace un llamado a la comunidad internacional para vigilar con esmero esta situación que enfrentan las comunidades indígenas lencas en el país y llama a proteger la vida de sus líderes y liderezas, que como defensores y defensoras de derechos humanos corren grave peligro en el contexto de un modelo neoliberal salvaje que mata para imponerse por la vía de la violencia.
Desde ahora avisamos que este Comité pondrá la situación aquí denunciada en la mesa de la Comisión de Apoyo contra la Corrupción e Impunidad MACCIH y la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, próximas a instalarse en Honduras, y estaremos vigilantes de las actuaciones u omisiones.
Hoy tampoco podemos obviar aquí en esta Plaza la inconclusa elección de la “nueva” Corte Suprema de Justicia (CSJ), que ha pasado a convertirse en un bazar de la oligarquía que pone precio a los votos de los diputados con recursos públicos, y estigmatiza a las fuerzas de oposición social y partidarias que rechazamos la imposición de esa lista de 15 obedientes y no deliberantes, mandaderos de los carteles organizados que deciden desde fuera del Legislativo.
Declaramos en la Plaza de Los Pañuelos Blancos que Honduras avanza, en forma indetenible, hacia una nueva ruptura esta vez entre la ciudadanía y los escombros del Estado Neoliberal narco burgués, que impone la necesidad de una Asamblea Nacional Constituyente originaria, que amarre al final un nuevo Pacto que sea escrito por las fuerzas beligerantes y no por las maestrías que dirige Casa Presidencial.
Si en Honduras no somos capaces de definir pronto las bases de una participación política incluyente y sincera para rehacer nuestro Contrato Social, entonces sólo quedarán dos opciones: la primera, ser un nuevo protectorado colonial de EEUU como lo propuso Kissinger en 1980, o la segunda, la auto destrucción.
No queremos ninguna de las dos opciones, ambas rechazamos, pero si unimos nuestras energías colectivas para evitarlo, podremos soñar otra vez con Morazán un país fuerte y respetado por el Derecho y la Razón. Aquí están nuestras manos, pañuelos y memorias!  
De los Hechos y de los Hechores, ni Olvido ni Perdón.
COFADEH

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