sábado, 20 de febrero de 2016

Lo que esconden las cifras



Gobierno sigue empeñado, con toda su maquinaria mediática, en asegurar que Honduras es el país de las maravillas. Entre sus logros asegura que además de reducir la cantidad de homicidios en los últimos meses, ha mejorado las condiciones económicas de la gente a través de las migajas que ofrece con su política asistencialista “Vida Mejor”.

Las autoridades de la Secretaria de Seguridad aseguran que  la tasa de homicidios se redujo en 20 puntos desde que Juan Orlando Hernández asumió el poder en enero de 2014, de los 75 homicidios por cada 100 mil  habitantes a finales de 2013, en la actualidad Honduras se ubica con una tasa de 56 homicidios.

Cifras que quedan frías ante la realidad que viven la gente en sus barrios y colonias, donde los hechos delictivos van en ascenso. Así lo refleja el reciente sondeo de opinión pública realizado por el ERIC, donde un cuarto de la población- 25.7%-encuestada apunta que el incremento de la inseguridad y violencia es el principal fracaso de la administración de JOH.

La opinión de la gente se sustenta en la cantidad de hechos violentos que ocurren en barrios y colonias controladas por pandillas, narcotráfico y crimen organizado, muchos de estos grupos protegidos o acuerpados por los mismos cuerpos de seguridad pública. Hay claro indicio de la participación de policías y militares en la ejecución de extorciones, asaltos, robos, venta de drogas y sicariato.

La violencia está tan viva que la gente la carga en carne. Ya no es de extrañar que en un solo fin de semana ocurran varias masacres, así como lo ocurrido estos días en San Pedro Sula donde 7 jóvenes murieron violentamente en dos hechos criminales, que por supuesto están en investigación y que seguramente así quedarán por siempre, en simples expedientes sin resolver.

Las cifras que ahora tanto resalta el presidente Juan Orlando Hernández son frías y no refleja esa realidad de la angustia y miedos que vive la gente en sus propios hogares. Gente que paga para poder sobrevivir sin ser asesinados únicamente por contar con un negocio que le dé los tres golpes diarios, jóvenes que son acribillados únicamente por estar en el lugar equivocado en el tiempo equivocado, mujeres agredidas por sus propias parejas en sus propias casas. 

Es esa violencia y esas cifras que no se controlarán con la presencia de militares y policías, es una violencia que requiere respuestas estructurales vinculadas con la depuración y fortalecimiento de una institucionalidad que sigue privilegiando a unos pocos para oprimir a los muchos.

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