jueves, 5 de septiembre de 2013
Movimiento social y partido político: Un debate necesario
Radio Progreso
En tiempos electorales el debate político debía ser una de las herramientas fundamentales tanto al interior de los partidos políticos como en el movimiento social y popular.
Lamentablemente en nuestra Honduras hemos desarrollado tan poco el debate que cuando afloran discusiones casi siempre terminan en insultos y descalificaciones.
En esto del debate político en tiempos electorales conviene dejar por sentado lo siguiente: todas las personas tenemos pleno derecho a simpatizar y participar en el terreno político electoral. Nadie le puede negar a nadie su derecho a participar en las elecciones, sea como activista, simpatizante o como candidato a un cargo de elección popular. No obstante, eso de meter en un mismo costal la lucha política electoral y la lucha política social, no siempre es lo más sano, aunque existan coincidencias en diversos objetivos comunes. Aunque existan coincidencias, cada lucha ha de tener su propia identidad. Si las identidades de un partido político y de una organización popular están muy bien definidas entonces adquieren pleno valor las alianzas políticas, sean estas puntuales, coyunturales o estratégicas. Si no están claras las identidades, será normal que una instancia sucumba ante la otra.
La lucha política del movimiento social ha de tener su autonomía e independencia de cualquier filiación política partidista. Las banderas de los partidos políticos, de cualquier color que sea, no se deben confundir con las banderas políticas del movimiento social y popular. Un partido político propugna y debe propugnar por la toma del poder político, mientras los objetivos del movimiento social están plenamente vinculados con la lucha porque el Estado y los partidos políticos respondan a sus demandas sociales, gremiales, étnicas, comunitarias y territoriales.
Un partido político puede estar hoy en la oposición, pero mañana podría estar conduciendo el poder del Estado. Y esto está muy bien, puesto que la lucha por el acceso al poder del Estado es un objetivo identitario de un partido político. Un movimiento social tendrá siempre su tienda fuera del Estado, puesto que su identidad tiene que ver con empujar sus demandas desde abajo, desde sus intereses y exigir al Estado y a los partidos políticos den respuesta a dichas demandas.
Un movimiento social tiene todo el derecho de establecer alianzas políticos con un partido político, pero ha de asegurarse que en esta alianza no se desnaturalice su identidad y sus demandas. Abundan historias y experiencias de alianzas en las cuales el movimiento social ha acabado casi siempre como una mera correa de transmisión del partido político. El ejemplo más patético es el de los patronatos comunales. Todo mundo sabe que en lugar de ser una instancia comunitaria representa los intereses del partido político oficial en la comunidad. En una alianza, el movimiento social ha de tener mucho cuidado de no acabar como propiedad de un partido político y de los intereses que impulsan sus dirigentes. La identidad y riqueza política del movimiento social descansan en su autonomía e independencia de cualquier partido político, de cualquier interés económico o empresarial y de cualquier credo religioso.
En las luchas populares que impulsan los movimientos sociales tienen cabido todas las personas, incluyendo, por supuesto, dirigentes de partidos políticos, pastores o dirigentes de denominaciones religiosas. Pero todo mundo ha de caber sin sacar ventajas para sus banderas políticas o para hacer proselitismo religioso. Las organizaciones comunitarias y populares han de cuidarse para no quedar atrapadas en el ambiente electoralista. Al
contrario, un tiempo político electoral es una oportunidad para que las organizaciones sociales, comunitarias y populares se fortalezcan en sus demandas y luchas gremiales y territoriales, y para articularse con madurez y visión crítica. Es una oportunidad para que cualquier relación del movimiento social y popular con alguno de los partidos políticos se establezca desde alianzas maduras y sin que esa alianza ponga en precario la identidad ni del partido político ni del movimiento social.
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