jueves, 5 de septiembre de 2013
El Manzanal de Comayagüela: Vamos a luchar hasta que se cumpla la Ley
A pocos días de dar a luz al pequeño Ariel y luego de pasar días juntos a la intemperie, la presidenta del Patronato Pro-Mejoramiento de la Colonia El Manzanal, Lorena Hernández, afirma que lucharán hasta el final, hasta que se cumpla la Ley y les reconozcan sus derechos sobre las tierras ejidales que ocupan pacíficamente hace más de 20 años.
El pasado viernes 23 de agosto unas 60 familias fueron violentamente desalojadas de la colonia El Manzanal de la capital.
Los pobladores de habitan la zona desde 1989, cuando con constancia de la Alcaldía Municipal del Distrito Central, acreditando el carácter ejidal de las tierras, los pobladores provenientes de diversos puntos del país, iniciaron su recuperación.
Luego de más de 20 años de habitar la zona, entre las más de 400 familias, hay al menos dos
generaciones de niños y jóvenes que han nacido en el Manzanal. Su primera hija con 16 años, nació en El Manzanal y no conoce otro hogar, el pequeñoAriel, de menos de un mes de nacido, conoció la barbarie a los pocos días de llegar al mundo, cuando en brazos de su madre fue expulsado de su casa, la que posteriormente sería destruida hasta los cimientos. Pasarían los siguientes días a la orilla de la quebrada, bajo un árbol, refugiados de la lluvia por plásticos.
Lorena fue la primera desalojada, con su hijo en brazos y las suturas de la cesárea aún en su cuerpo, en esta ocasión, temiendo por la vida de su pequeño hijo no opuso resistencia, pues en anteriores desalojos han sido brutalmente golpeadas y golpeados, llegando a tomar un mes su recuperación física. Su casa, construida con ladrillos y cemento, fue la primera en ser destruida.
Escombros de la casa de Lorena Hernández
Al igual que la familia Hernández, unas 30 familias más, incluyendo decenas de niños y ancianos, se encuentran en la zona de El Manzanal, pues es su hogar hace veinte años y no tienen otro lugar donde ir. Otras familias han huido por temor, se encuentran refugiadas en los alrededores. Las familias buscan entre los escombros los restos de madera y láminas de sus casas, sus colchones, enseres domésticos y ropas enlodadas.
Las familias se refugiaron a orillas de la quebrada en precarias champas levantadas de los escombros de sus hogares.
Las familias se refugiaron a orillas de la quebrada en precarias champas levantadas de los escombros de sus hogares.
Las familias han construido precarias champas para refugiarse de la lluvia
Otras familias han sido alojadas en una construcción aledaña, propiedad de un vecino del barrio.
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