lunes, 16 de septiembre de 2013

La ciudadanía hondureña espera fraude electoral, y está insatisfecha con la democracia


El Libertador

Aun con esos datos que revelan una sociedad desencantada, la última encuesta del Centro de Estudios para la Democracia (Cespad) también ha encontrado que los hondureños y hondureños mantienen la expectativa de cambio.

Tegucigalpa. Con el 73% de la población insatisfecha con la democracia y con la consideración por parte de un 59% de que las elecciones serán “fraudulentas”, las y los hondureños ingresan a la recta final del proceso electoral el 24 de noviembre del 2013.

Los datos anteriores son algunos hallazgos de la Quinta Encuesta de Opinión Ciudadana que da a conocer el Centro de Estudio para la Democracia (CESPAD), julio del 2013, los que además, advierten que se trata de una justa electoral en la que hay porcentajes elevados de ciudadanos decididos a que su voto marque la diferencia y que con ello se produzcan cambios radicales en todas las áreas.

Para la organización, las elecciones generales del 24 de noviembre del 2013 presentan la particularidad de que la crisis política gestada el 28 de junio del 2009 dio lugar a la reconfiguración de las fuerzas políticas. En esta contienda electoral participarán nueve partidos políticos, de los cuales cuatro lo harán por primera: Partido Libertad y refundación (LibRe), Partido Anticorrupción (PAC), Frente Amplio Político Electora en Resistencia (FAPER) y el Partido Alianza Patriótica.

Satisfacción con la Democracia

Los resultados de la Quinta Encuesta del CESPAD reflejan un alto porcentaje de insatisfacción con la democracia. Sin embargo, los niveles más altos de insatisfacción se expresaron en el período de mayor agudeza de la crisis política (2010), reduciéndose entre finales del 2011 y principios del 2012, pero de cara al proceso electoral del 2013 está insatisfacción ha experimentado un repunte. El 78% de ciudadanos y ciudadanos, en julio de 2013, se sentían insatisfechos con la democracia hondureña.

El dato anterior se complementa con la valoración ciudadana fuertemente negativa sobre las instituciones. El 59% de la ciudadanía expresa ninguna confianza en los partidos políticos, el 50% en el Congreso Nacional, el 49% en la Corte Suprema de Justicia, el 49% en la Presidencia de la República, y, el 48% en la Policía Nacional.

Para la organización no gubernamental los datos se explican, en parte, por el hecho de que los problemas más sentidos por la población no se resuelven, por el contrario, se agravan en la medida que avanza el tiempo y sus soluciones no llegan o son inefectivas.

Esta problemática está marcada por el desempleo, la pobreza, la violencia y la corrupción. Ese análisis cobra fuerza al tenor de los datos que se desagregan del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), ya que la pobreza ha aumentado en los últimos años del 62% (en el 2011) al 66% (en el 2012); igualmente, el subempleo que en la actualidad afecta al 57% de la Población Económicamente Activa (PEA), lo que implica la existencia de empleos con bajos salarios, precarias condiciones laborales y baja productividad.

Por otra parte, el sondeo expresa, por parte de la ciudadanía, una reducida confianza en la institucionalidad electoral. El 60% de los y las hondureñas manifiestan “baja” o “ninguna” confianza en el TSE y el 44% en el Registro Nacional de las Personas. “Es un hecho que esta actitud está marcada por los déficits de las elecciones internas de noviembre del 2012 expresados, de manera especial, por la baja credibilidad en la transmisión de los datos de las mesas electorales y de los resultados finales”, sostiene el CESPAD.

Población ve falta de transparencia y riesgo de fraude en elecciones 

Las reiteradas denuncias de fraude en elecciones generales (ninguna de ellas todavía comprobada), sumado a la experiencia acumulada en las elecciones internas recién pasadas, han instalado en el imaginario ciudadano la falta de transparencia y el riesgo de un fraude en el próximo torneo electoral. Por eso, afirma el CESPAD, “no es extraño que el 59% de la ciudadanía crea que las elecciones serán “algo fraudulentas” o “muy fraudulentas”.

Pesimismo con esperanza 

Las difíciles condiciones económico-sociales que vive la mayoría de la población determinan un estado pesimista sobre el curso que lleva el país. En el 2010 apenas el 8% de la ciudadanía pensaba que el país estaba progresando, pero en julio del 2013 sólo el 3.2% creía que el país avanzaba por la senda del desarrollo en beneficio de la mayoría de la población (ver Anexo, Gráfica # 1.3).

Sin embargo, al lanzar la mirada hacia el futuro inmediato y mediato hay un convencimiento casi unánime de que Honduras requiere de cambios urgentes. Así piensa el 98% de la ciudadanía, independientemente de su posición ideológica o partidaria. En todo caso expresa el cansancio y la preocupación de los hondureños y las hondureñas con tantos problemas acumulados y por la ausencia de soluciones viables y sostenibles.

Tan fuerte es la demanda por estos cambios que al indagar sobre los tipos de cambios requeridos por el país un 73% expresa que los cambios deber ser “radicales y en todas las áreas”, un 13% piensa que estos deben ser “graduales y en todas las áreas”, y, sólo un 12% cree que deben concentrarse “en las áreas más problemáticas” (Gráfica # 4). De nuevo, esto independientemente de su posición ideológica o partidaria, pero refleja con claridad la demanda ciudadana por cambios reales y no cosméticos.

Voto, Derecho e Instrumento del Cambio

Aunque la mayoría de los hondureños y las hondureñas expresan poco interés por participar activamente en política, sí valoran la importancia del voto y el poder que este representa. Del total de personas consultadas el 80.3% manifestó su decisión de ejercer el sufragio en las elecciones de noviembre. Este dato estaría indicando que el golpe de Estado, como elemento traumático y amenazante de los derechos ciudadanos, ha reanimado el interés de la gente por la democracia y la participación electoral.

Además, existe mayor conciencia del poder que representa el voto al operarse cambios significativos en la fidelidad partidaria, en el fondo son modificaciones en la cultura política. En tres encuestas sucesivas del CESPAD, de manera consistente y creciente la ciudadanía ha expresado en un 18% que en las próximas elecciones “con toda seguridad votará por una nueva opción” y un 50% ha manifestado que podría cambiar su voto por un partido o candidato/a con propuestas diferentes. Solamente el 31% considera que nunca cambiaría su voto; sin embargo, este segmento ha venido decreciendo de un 36% (en febrero de 2012) a un 31% (en julio de 2013).

Finalmente, para el CESPAD los hallazgos mostrados en la encuesta son motivos de preocupación porque retratan una ciudadanía pesimista, con serias dudas sobre la legalidad y la transparencia de las elecciones y con una baja confianza en los organismos electorales.

A esto se agrega un contexto signado por la débil institucionalidad, una fuerte cultura de la sospecha y la persistencia de viejas reglas del juego para un nuevo proceso electoral, que alimentan, a su vez, la incertidumbre y dudas de la ciudadanía.

No obstante lo anterior, este proceso electoral representa oportunidades. Las expectativas ciudadanas ven en el voto el instrumento para provocar cambios en la gestión del Estado y en las maneras como se ha venido haciendo la política en el país, sostiene el CESPAD.

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