jueves, 19 de septiembre de 2013

Moraleja del cuento de Juan sin miedo


Vos el Soberano

Por Rodolfo Pastor Fasquelle

Desde hace un par de días, se trasmite un spot de televisión “futurista” en que Juan Orlando confiesa sus más oscuras intenciones y su discrepancia con los ingenuos que apoyan su militarización “siempre y cuando sea temporal”. ¿Cuál temporal? Según el spot, es para los siglos de los siglos.

Frente a un paisaje difuminado (el futuro) un hombre maduro (con un I pad, se entiende que es “un sabio del futuro”) y que se le parece a JO, vestido a la moda de Star Wars, en azul añil, le explica a un joven, igualmente ataviado que Honduras “está bien”, “muy bien, porque hubo un presidente, ese mero, Juan Orlando, que puso la policía militar.” No solo es una estupidez.

Es un error. El hondureño es demasiado realista para caer en ese juego tan fantasioso y los más jovencitos, entrenados por Televicentro para tontos, no votan o votarán por Nasrala, según las encuestas y Juan lo sabe porque conoce al pueblo, o se va a dar cuenta pronto. En la propaganda política, el error se paga caro pero le sobra el pisto, aunque el gobierno esté quebrado. Y estando como está Juan, en la olla, cualquier treta es bienvenida.

Peligroso. Rebosa también de ambición la megalomanía, al grado de incurrir en mesianismo, aunque en efecto es uno de los mejor formados y más inteligentes candidatos presidenciales, entre quienes no tiene, en ese sentido, mucha competencia. (También fueron geniales Atila, William Walker, quien tenía título de médico y de abogado antes de cumplir 21 años y Adolf Hitler). Es un luchador de mérito y la carrera política de Juan ha sido meteórica en la bancada de la estrella solitaria. Desde que comenzó como suplente a los 30 años y como asistente, ha estado siempre cerca del poder, le agarró gusto y ha aprendido muchas mandracadas. Puede ser que un día gobierne, si hacemos mal las cosas. Aprendió por ejemplo a tocar lo que llamamos “el triángulo”, instrumento musical sinfónico que, según Juan Rafa su socio, hacetilín tilín.

Y compensó la astucia que le faltó con determinación absoluta. Hay muchas cosas inteligentes, creativas en que he estado que conste, de acuerdo con Juan. La UNAH necesitaba malamente una Reforma, que emprendió Maduro con su ayuda. Aunque la reforma académica que creo indispensable todavía no comienza, estuvo bien empezar con la reforma administrativa. Escogieron bien a María Antonia y a Julieta para ese fin, no podían prever que enloquecería. Quizás Juan cooperó con Lobo para rescatar su Partido de manos de la derecha corporatista, que no es lo mismo que “moverlo al centro”; que sigue siendo fiel creyente del dogma neoliberal, el más conservador desde los noventas, sin que esté claro que esa propuesta tenga futuro. Iba bien aún.

Pero algunos errores nunca se superan. Cayó en la trampa por su ambición. Juan Orlando Hernández. Fue el diputado que lideró al golpismo nacionalista en junio del 2009. Todo el que estaba ahí lo recuerda, a Juan sin miedo, cuando se quitó la máscara, levantó la mano peluda, dijo sí al delito consensuado. Y eso no se lo perdonará el elector independiente que históricamente (a propósito de sabios) el nacionalismo necesita para ganar.

Permítanme conmiserar. Entiendo lo tentadora que debe haber sido la situación. Era un panorama negro. ¡El Partido Nacional estaba perdido! A solo seis meses de las elecciones de Noviembre. Pepe perdía por diez puntos como ahora Juan, a tres meses. Y si en cambio el PL se autodestruía, iban a revertir esa situación y podían  ganar. No tuvo miedo de jugar con Micheletti. No tuvo miedo de apoyar a los militares a que tendría que recurrir el golpe. No tuvo miedo de causarle el daño que dicen él y Lobo le causó el golpe al país. No tuvo miedo de las consecuencias al mediano y largo plazo. No tuvo miedo del juicio histórico, que no será el benévolo de su spot futurista auto complaciente, si no muy distinto. Como no ha tenido miedo de usar el tesoro público en su campaña, ni miedo ni escrúpulo. No hay que pedirle arrepentimiento, tiene la piel dura. Se quemó o lo quemaron.

Procedió a la presidencia del Congreso a promulgar leyes inconstitucionales y tomar medidas ilegales brincara quien brincara y a como diera lugar y perdió el voto que le quedaba del nacionalista juicioso, decente, legal. Iba bien y se acabó.

Sus enemigos esperan pacientemente, se ríen. La historia rechaza el argumento contrafactual como explicación. Pero en política no cuesta nada un ejercicio de imaginación un poquito menos fantasioso que el spot. Si Juan se hubiera parado aquel aciago domingo 28 -con alguna parte de la bancada azul- y hubiera dado un breve discurso explicando el peligro en que estaba la nación y hubiera anunciado que el Partido Nacional No acompañaría a los golpistas en su traición, quizás de todas formas Lobo hubiera ganado la presidencia en el 2009 (yo hubiera votado por él) pero la hubiera asumido con el reconocimiento universal, sin interrupción de la ayuda, de la economía o las labores del Estado  Y si después JOH se hubiera consagrado -con el partido salvador- a buscar el bien común en consenso estuviera a punto de ganar hoy la presidencia. Sucedió lo que sucedió. Ni perdón ni olvido. Escriba Ud. la moraleja. Que aprenda el que sigue.

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