lunes, 8 de junio de 2015
Lo que esconde la moda
Por Emilio José
Josetxo Ezcurra
A la pregunta de por qué razón Zara (Inditex) no traslada sus fábricas a España y deja de lucrarse con la explotación infantil en terceros países la réplica del directivo de Zara es:
“Los españoles son unos vagos que no quieren trabajar”.
Esta es la respuesta que recibió el activista pakistaní contra la esclavitud infantil, perseguido en su país y exiliado en Suecia, Ehsan Ullah Khan*.
No cuenta el directivo de Inditex que las prácticas generalizadas de ese “creador” de riqueza que es su caritativo jefe han reducido en un 90% la industria textil española.
Es cierto que los españoles pueden todavía permitirse ser “más vagos” que otros seres humanos sometidos a jornadas de trabajo agotadoras que se prolongan 16 horas al día seis días a la semana –en el mejor de los casos– a razón de entre 9 y 13 céntimos la hora.
Los datos que maneja Ehsan Ullah Khan sobre las prácticas de Zara y otras grandes empresas textiles son desalentadores:
“El 100% de la producción de Zara en Asia es trabajo infantil… Comprar un niño en Pakistán es muy barato y una vez que lo has hecho, puedes hacer con él lo que quieras… Por eso siempre digo que no compren en empresas como Zara, Mango, Ikea o H&M, porque con el dinero que les entregas, ellos compran 5 esclavos más… Este es un gran problema político, social, económico y militar pero a ninguno de ellos les interesa cambiar el sistema”.
A pesar de la gravedad que suponen estas prácticas siempre nos encontramos con defensores “humanitarios” de ellas. Liberales y defensores de la industria nos cuentan siempre que sino estos niños estarían peor, morirían de hambre, vivirían en la extrema pobreza. Por tanto, si acabamos con estas prácticas las consecuencias van a ser mucho más graves. Por sus cabezas regidas por el determinismo económico no pasan acciones y regulaciones para acabar con estas inmorales, deleznables e ilegales conductas. Los niños sufren agresiones, vejaciones y torturas obligados a trabajar jornadas interminables. Tampoco que este trabajo hace desear a muchos niños la muerte o el suicidio. Ciertas morales son muy laxas y el crudo utilitarismo sigue bien presente. Kailash Satyarthi, también, activista contra la explotación infantil y Premio Nobel de la Paz 2014, les invita a hacerse esta reflexión:
“¿Enviarías a tus niños, tus hijas, tus hermanos, a trabajar en una mina? ¿Por qué es diferente si son los niños de otro?”
En el mundo, alrededor de 168 millones de niños y niñas trabajan en granjas, campos, fábricas, calles, casas y campos de batalla. Enfrentados al hambre, la enfermedad, la extenuación y la pobreza.
De ellos 85 millones lo hacen en condiciones extremadamente peligrosas e insalubres.
Hay 5 millones y medio de niños condenados a sufrir esclavitud.
Los niños representan el 26% de todas las víctimas que sufren el trabajo forzoso.
Los niños también representan el 21% de los seres humanos explotados sexualmente: obligados a prostituirse.
Un millón de niños trabajan en las minas de oro, diamantes o coltán para proveer a nuestras industrias de minerales que se han vuelto indispensables para nuestro ocio y actos de ostentación.
Casi el 60% de los niños son empleados en la agricultura y el 32,3% se ven obligados a trabajar en la industria. En los servicios y el personal doméstico se emplea al 7% de los menores.
El trabajo infantil condena a los niños no sólo a carecer de libertad, sino también, a no tener infancia, a abandonar la escuela, a un deteriorado desarrollo físico y mental.
En la mayoría de los casos también priva a los niños de sus familias, que al no poder mantenerlos los venden o los dejan al cuidado de los patronos con el único fin de que los alimente.
Todavía hay datos para la esperanza: el trabajo infantil ha descendido en los últimos 15 años desde los 260 millones de niños donde se encontraba.
El ausentismo escolar también ha descendido de 130 a 58 millones de niños.
Y la esclavitud infantil ha caído desde los 8 millones de niños que había hace una década.
Pero estas mejoras –que se pueden revertir en un corto espacio de tiempo– no han sido gracias a nuestros actos sino a activistas de esos países que se han jugado la vida, que han tenido que exiliarse, sufrir torturas, palizas y muchos de ellos han sido asesinados por los proveedores de la moda internacional.
Nota:
* Ehsan Ullah Khan fundador del Frente de Liberación del Trabajo Forzado y la Marcha Global para eliminar la esclavitud infantil.
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