lunes, 29 de junio de 2015

El Papa verde y teólogo de la ecología



Privatización de la educación otra amenaza que deben enfrentar estudiantes

Este es el título que algunos titulares han dado al Papa Francisco y a su primera encíclica titulada, “Sobre el cuidado de la Casa Común”. Aunque estaba anunciada y esperada su impacto ha sido grande y lo será más todavía. Lo más curioso ha sido la “lucha desleal y antiética”, tanto de periodistas como de gobiernos conservadores, por apropiarse y deslegitimar antes de su publicación del contenido y mensaje de la misma. Ejemplo de la misma ha sido la reacción virulenta del candidato presidencial Jeb Bush afirmando que no va a permitir que “la Iglesia, los obispos ni el Papa” sean quiénes dicten su política económica.

Debido a la gran extensión del documento papal pedagógicamente y en una primera aproximación recogemos la síntesis que los medios periodísticos han hecho de la misma al formular su mensaje en frases sencillas. Así, pues, se nos dice que:

1. “La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada”.

2. “Si la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas, con graves consecuencias para todos nosotros”.

3. “Llama la atención la debilidad de la política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las cumbres mundiales sobre el medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos”.

4. “El gemido de la hermana tierra se une al gemido de los abandonados del mundo”.

5. “Es previsible que, ante el agotamiento de algunos recursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones”.

6. “Hay que eliminar las causas de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente”.

7. “El enorme consumo de los países ricos tiene repercusiones en los lugares más pobres, sobre todo África, donde el aumento de la temperatura unido a la sequía hace estragos en el rendimiento de los cultivos”.

8. “La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”.

9. “Conviene evitar una concepción mágica del mercado, que tiende a pensar que los problemas se resuelven sólo con el crecimiento de los beneficios de las empresas o de los individuos. ¿Es realista esperar que quien se obsesiona por el máximo beneficio se detenga a pensar en los efectos ambientales que dejará a las próximas generaciones?".

10. “Sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes –sobre todo el carbón, pero aun el petróleo y, en menor medida, el gas– necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora. Mientras no haya un amplio desarrollo de energías renovables, que debería estar ya en marcha, es legítimo optar por lo menos malo o acudir a soluciones transitorias”.

11. “Las finanzas ahogan a la economía real. No se aprendieron las lecciones de la crisis financiera mundial y con mucha lentitud se aprenden las lecciones del deterioro ambiental. En algunos círculos se sostiene que la economía actual y la tecnología resolverán todos los problemas ambientales”.

12. “Dado que todo está relacionado, tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto.

Terminamos con el mismo texto papal cuando nos señala algunos de los ejes que atraviesan toda la encíclica: “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que el mundo está todo conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.” (nº 16).

¡Bienvenida esta Encíclica papal a la que auguramos un futuro de debates, propuestas y discusiones, pero ciertamente llena de esperanza!

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