sábado, 6 de junio de 2015

Una burbuja desinflada



Continúan amenazas a líderes de tribu Francisco en Locomapa, Yoro 

Una falla estructural del presidente y su equipo es vivir en la burbuja de sus éxitos y sus logros. Mientras respiramos y nos protegemos dentro de una burbuja, todo lo que pasa en la sociedad lo acabamos viendo, analizando y respirando conforme a la atmósfera de dicha burbuja. Si tenemos salarios muy altos o negocios con abultadas utilidades, lo normal es que acabemos protegiéndonos dentro de la burbuja de la estabilidad. Esa burbuja nos hace ver, pensar, sentir y relacionarnos con la crisis de toda la sociedad de acuerdo a la estabilidad que tenemos. Si pasamos muy dentro de una determinada denominación religiosa, acabamos pensando, sintiendo, viendo y hasta rezando conforme a las seguridades que nos ofrece esa burbuja religiosa.

El presidente y su equipo viven zampados en la burbuja de sus éxitos, y ven toda la sociedad a partir de las adulaciones, reconocimientos y seguridades que le ofrecen sus activistas y empleados de alta, mediana y baja categoría. Desde esa burbuja política, Don Juan Orlando Hernández parece estar convencido de ser el mejor presidente que ha pasado por la silla presidencial; parece estar convencido de que sus programas personales de asistencia en verdad están conduciendo a la sociedad hondureña hacia una vida mejor.

La burbuja política que lo protege parece hacer creer a Don Juan Orlando Hernández que los logros que ha alcanzado la DEA en la lucha contra el narcotráfico en Honduras, en lugar de ser de los gringos son suyos. Y como todos esos logros hacen parecer al presidente exitoso y competente, entonces la burbuja en la que vive protegido le aconseja que siga adelante en su decisión de dar continuidad indefinida a su gestión como presidente salvador de Honduras.

Todo estaba viento en popa y a todo pulmón hasta que apareció de lleno y sin piedad el asunto del latrocinio en el Seguro Social en el que no pocos de su equipo, y el propio Comité Central de su partido Nacional, están embarrados hasta el tuétano. Esa ha sido la espina que ha desinflado de un porrazo la burbuja de Don Juan Orlando Hernández y su equipo.

De todos modos, el presidente se resiste a aceptar que su burbuja política se ha desinflado. Insiste en unos éxitos que aparte de sus aduladores y gente deliberadamente desinformada, para mucha gente suena cada vez más como paja que se la lleva el viento. Ha de ser terrible navegar como presidente exitoso fuera de una burbuja. Y acaba diciendo lo que es propio de los dictadores cuando comienzan a sentir pasos de animal grande: que hay gente perversa que utiliza la situación para propósitos políticos conspirativos.

La burbuja, Don Juan Orlando Hernández, se le desinfló. El país no es como Usted lo ha pintado o como nos lo ha querido pintar. Usted es parte esencial de la crisis del país. La excesiva ambición por concentrar en su persona tanto poder está rompiendo el saco. No son los opositores los que conspiran. Es Usted el que con su proyecto autoritario, impune y concentrador de poder conspira contra el Estado de Derecho, la democracia y la verdadera paz de la sociedad hondureña.

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