Mucho se ha hablado en las últimas décadas sobre la descentralización, sin embargo, en la práctica poca relevancia ha tenido en la agenda pública y oficial. Aun así, continua siendo un tema de interés para el avance de la democracia, el impulso al desarrollo y el mejoramiento de la calidad de vida de la población hondureña.
La descentralización del Estado hondureño, en su sentido amplio, se puede dividir en dos etapas y dimensiones diferentes: una primera que comienza a finales de la década de los 50 de tipo administrativa-institucional, dentro del Ejecutivo, que da origen a los entes autónomos y semiautónomos del Estado. Se da en un momento en que se busca consolidar al Estado, por lo que finalmente tienen un efecto centralizador, o sea, una descentralización formal- funcional del Ejecutivo (que al incrementar y mejorar su capacidad institucional termina sustrayendo funciones y responsabilidades a los municipios).
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