miércoles, 11 de marzo de 2015
Madre responsabiliza a sacerdote por la desaparición de sus hijas
Mélida Urrea
Por Sandra Rodríguez
“Las tenía amenazas de muerte si contaban que él la violó (a la hija menor), por lo que exijo a las autoridades que lo investiguen -al sacerdote Francisco Abilio Rivas Cruz- para que me devuelva a mis hijas que están desaparecidas, tengo cinco años de andar llorando y buscándolas y hasta es expediente desaparecieron en la fiscalía”.
Estas son las declaraciones de doña Mélida Urrea, una madre que desde agosto del 2009, busca desesperadamente a sus hijas, Yolanda Elizabeth Ramos Urrea de 28 años y Xenia Rosibel “Rossy” Ramos Urrea, quien iba a cumplir 15 años, cuando fue abusada sexualmente -según relato de la madre- por el entonces seminarista Francisco Abilio Rivas Cruz, asignado a la parroquia de La Entrada, Copán.
Ahora Francisco Rivas está asignado a la parroquia de San Juan Intibucá, la madre de las jóvenes desaparecidas, lamenta que ni las autoridades eclesiales ni las judiciales hayan dado respuesta ante las denuncias que realizó en su momento.
Rossy tenía novio y planeaban formar un hogar, mientras que Yolanda estaba casada y tenía dos hijas, pero vivía en la casa de sus padres, porque su esposo trabajaba en el extranjero.
“Dicen que es un buen sacerdote, es salvadoreño, no sé dónde están mis hijas, él violó a la menor, la embarazó y por eso las desapareció” y “también desparecieron los expedientes judiciales”, recalcó doña Mélida, quien viajó desde La Entrada- Copán, a Santa Rosa de Copán, donde se realizaba foro Miradas de Mujeres para evidenciar las violaciones a los DDHH en el occidente de Honduras, que organizó el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) y la Red de defensores/as de Derechos Humanos del Occidente, la semana pasada.
La señora al enterarse de este espacio, agarró valor para buscar ayuda ante el COFADEH, pues aunque se dio cuenta que Francisco Rivas había abusado de su hija menor, ella por no desacreditarla, calló, “él es el culpable de todo eso, nunca pensé que ese hombre era una mala persona”, sin embargo ante la desaparición forzada, la familia interpuso las denuncias respectivas ante la Dirección General de Investigación Criminal (DGIC), el Ministerio Público (MP) y las autoridades de la Iglesia Católica, pero “más bien lo premiaron ordenándolo diácono”, lamentó la madre.
El sacerdote Francisco Abilio Rivas Cruz fue ordenado en 2011 por el obispo Luis Alfonso Santos, quien supo oportunamente de esta denuncia y no actuó. Y el nuevo obispo Darwin Andino, lo nombró hace dos meses como director de Cáritas diocesana en Santa Rosa de Copán.
La coordinadora general del COFADEH, Bertha Oliva, presente en el foro, en Copán, expuso que se va iniciar un proceso de documentación, porque el reglamento institucional dice que cuando se recibe una denuncia por lo cual surgió el COFADEH, que son las desapariciones forzadas, tienen que ser sumamente cuidadosas.
Yolanda Elizabeth Ramos Urrea de 28 años y Xenia Rosibel “Rossy” Ramos Urrea (15 años)
“Tenemos una prohibición ética y moral en no ser indiferentes, por lo que vamos a iniciar el proceso de documentar el caso y realizar acciones que procedan en cuanto a la denuncia. La desaparición forzada es un crimen que lesiona la humanidad interna y no prescribe, pues doña Mélida no denunció la violación en su momento, por temor y no desacreditar a su hija”.
Para la defensora de DDHH, es preocupante el nivel de indiferencia en la zona de occidente, por lo tanto hay que poner en debate público la denuncia, porque también pone en alto riesgo la seguridad de la familia de las muchachas desaparecidas.
Doña Mélida ha acudido a las diferentes instancias, y lo que ha recibido como respuesta es el silencio, vemos las lágrimas de una madre que busca a sus hijas, porque un sacerdote -a la menor- se la violó y embarazó y ambas las desapareció.
Y tener miedo para denunciar estos hechos es la construcción que nos han venido generando, el miedo nos imposibilita, pero también es producto del desconocimiento y apropiación del derecho, si nosotras callamos las barbaridades que nos afecta el alma de alguna manera contribuimos para que ese monstruo que tenemos que combatir -la impunidad- se fortalezca. Yo la invito señora a que empiece a perder el miedo, enfatizó Bertha Oliva.
“Si cuento voy a morir” Si las mató, mató al mismos hijo
Mélida Urrea, denunció que en agostos del 2009, desaparecieron de manera forzada sus hijas Yolanda Elizabeth y Cenia Rosibel “Rosy”, una niña de 14 años que estaba embarazada producto de una violación sexual, del entonces seminarista Francisco Abilio Rivas Cruz, ahora párroco de San Juan Intibucá.
La denuncia la realizó ante autoridades de la DGIC y MP, pero no ha recibido respuestas, más bien Jorge Gómez, que llevaba el caso, “desapareció” el expediente en la fiscalía de La Entrada, Copán, afirmó.
Según consta en la denuncia, las muchachas, fueron a encontrarse con Francisco Rivas, a La Entrada, y nunca más volvieron a la casa, reiteró con lágrimas en sus ojos la madre, quien mantiene un dolor por la falta de sus hijas, y además porque el caso está en la impunidad, pese a que se supo a nivel del Clero.
“El sacerdote Francisco Abilio Rivas Cruz, me violó a la niña que tenía 14 años, eso fue el 28 de abril del 2009, y ella cumplía el 16 de junio. Ella andaba con su otra hermana cuando los hechos, por lo que las tenía amenazadas de muerte si contaban, y producto de eso la embarazó y por eso las desapareció”.
Yo le pregunté ¿Rosy y que es lo que les hace Francisco Cruz- porque no le podía mentar los dos apellidos-? Me dijo “no mami, si cuento voy a morir, si contamos las dos vamos a morir”.
Él decía que él les hacía masajes para arreglarles el cuerpo, que era sicólogo, las citaba para que fueran a la terminal (La Entrada) y que les hacía crecer los senos, la cadera y las piernas. También les decía que tenía 100 muchachas en control arreglándoles el cuerpo.
Ellas no me decían nada porque las tenía amenazadas a muerte. Yo no actué al momento, sabía que estaba embarazada, pero para no desacreditar a la cipota, aunque le vi la ropa cuando fue violada, no me imaginé que él siendo un predicador había hecho eso.
Rossy siempre andaba acompañada, pero dejó de salir cuando el embarazo ya no podría ocultase.
Continuó relatando que la noche antes de la desaparición, ella se fue a dormir, y sus hijas e hijos se quedaban platicando, “en eso recibieron una llamada, era Francisco preguntándoles que si en verdad iban a ir a La Entrada, y el novio de Rossy pegó el oído al teléfono, por eso yo acuso que el responsable es Francisco Rivas, el me violó a mi hija, y si las mató, mató al mismo hijo”.
Un día después de la desaparición yo estaba orando y llorando en la iglesia, lo vi que se cruzó y le pregunté ¿Qué había hecho a mis hijas? Que él las había llamado un día antes para citarlas a La Entrada, pero el negó la acusación.
Tres personas comentan que las hermanas Ramos Urrea, irían a La Entrada, Copán, porque el ahora sacerdote Francisco Rivas las había citado para darles una medicina, ellas son la hija mayor y el esposo de Yolanda, una muchacha con la que coincidieron en el viaje, recordó la mamá de las víctimas.
El obispo Luís Alfonso Santos, sabe todo el problema, y se quedó quedito. Mientras que, con el nuevo obispo Darwin Andino no hemos hablado, porque mi esposo dijo ¿para qué? Para que hablar con esos hombres, si más bien los cubren, lamentó la madre.
Al no tener respuestas de parte de las autoridades, la familia se ha dado a la tarea de averiguar por los expedientes y cómo marchan las investigaciones, pero la última vez fue hace como dos meses que fueron a las oficinas de DGIC y les dijeron que el requerimiento ya lo habían pasado al MP, y hace unas semanas fueron a esas instancias y les sorprenden diciéndoles que ahí no han recibido papeles a nadie, que a saber a quién se los dieron.
Doña Mélida fue atendida por la abogada Tania Hernández, a quien le vio intenciones de ayudarle, pero sin el expediente no se puede hacer mucho “no tengo fuerzas porque no tengo dinero para seguir dando vueltas por lo que solicito ayuda a las organizaciones de DDHH para que investiguen los hechos y me devuelvan a mis hijas”, imploró la mujer.
18 días después de la desaparición de las muchachas, tuvieron conocimiento que habían unas osamentas en una comunidad de Las Varas, Santa Bárbara, y que estaba un zapato quemado, que pertenecía a una de la muchachas, era como que si las hubieran incinerado, pero los de la morgue les dijeron que los huesos no estaban quemados.
También sostuvo que las otras pertenencias las recogió el personal de medicina forense, y aunque les pidió verlas, nunca lo hicieron.
“Yo fui al día siguiente del hallazgo, ya habían hecho el levantamiento, había mucho pelo, como de varias mujeres, y el zapato de mi hija era de hule y estaba la correa, eso fue muy duro”.
Francisco Rivas está bien tranquilo en la parroquia de San Juan, Intibucá, yo lo denuncio públicamente y responsabilizo si me pasa algo a mi o a mi familia, porque yo vi cuando el llevaba a mi hija, eso fue el día que la violó, porque yo la dejé con la otra hermana en la parroquia, mientras volvía a traerlas.
“Es muy duro tener una información de esa naturaleza, y no acompañar y no dar a conocer. Cuando hay denuncias de este tipo a uno se le vuelve abrir la herida, y lo que puedo hacer es contribuir a que la gente hable y acompañarla a hacer las denuncias en las instancias que sean aunque estamos conscientes lo que eso significa, no es nuevo para nosotras, si en aquel tiempo desafiamos las estructuras de terror y horror ¿por qué hoy no vamos a seguir acompañando a la gente a reclamar sus derechos violados? No se le puede pedir a las familias que callen. Bertha OIiva, Coordinadora General del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras.
Papá de menor denunció al sacerdote Francisco Rivas
Ayer trascendió en medios de comunicación una denuncia contra el sacerdote de la Iglesia Católica en Honduras, Francisco Rivas por violar a una menor de 15 años de edad en Intibucá.
“El señalado responde al nombre de Francisco Rivas, párroco del municipio de San Juan, Intibucá, quien habría ultrajado a la víctima en una habitación dentro del recinto religioso”, la acusación fue hecha por el padre de la niña identificado como José Máximo Cantarero, a través de la radio emisora capitalina HRN.
“Un sacerdote de nombre José Rivas, la privó de libertad en un cuarto donde él tiene su sede en San Juan”, relató.
“Él le exigió que se sacara la ropa y después (procedió) a tocarle partes íntimas de su cuerpo… También le dijo que no se preocupara que él tenía una pomada que había traído de Estados Unidos para que le volviera la virginidad a las jóvenes”, dijo el denunciante.
Refirió que Rivas estila llevar a la iglesia a jovencitas de distintas localidades aledañas “para satisfacer sus bajos placeres”.
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