lunes, 9 de marzo de 2015
128
Continúan procesos judiciales contra Ada Muñoz y Leopoldo Crivelli
El famoso científico Albert Einstein dijo en una ocasión que “En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”. En esa frase encerramos mucho de lo que vivimos en Honduras. La gente tiene que ingeniárselas para poder sobrevivir, levantarse tempranito para ir a buscar la papa de la familia, el estudiante salir muchas veces con el estómago vacío, y así podríamos seguir con el rosario de malabares que hacen día a día para ir pasando el charco. En estas crisis que ahogan en todo momento, la población necesita respirar. Y muchos de esos respiros tienen la marca “made in USA”.
Hace unos días nos enterábamos en las noticias que 128 inmigrantes centroamericanos eran detenidos, en su travesía hacia los Estados Unidos, en el estado de Nuevo León, al noreste de México. Estos 128 centroamericanos han tenido que probar suerte para buscar mejores condiciones de vida para sus familias. Estos 128 han salido de sus casas, dejando atrás a parientes y llevando consigo las tristezas, incertidumbres y esperanzas.
Mientras estos 128 se arriesgan, los presidentes del triángulo norte se reúnen en Honduras para hablar de migración y las alianzas de prosperidad que les retribuirá enormes tajadas a sus gobiernos. Hablan de migración y departen alegremente, pero sin los 128 inmigrantes que han sido detenidos.
Cómo dijo Einstein, si en estos tiempos de crisis echáramos a volar la imaginación, nos sobrarían sueños para soñar. Por ejemplo si en el lugar de los 128 inmigrantes centroamericanos fueran los 128 diputados y diputadas del congreso hondureño; ¿qué historias contarían?, ¿qué tristezas cargarían?, ¿qué pasaría por sus cabezas mientras ven el horizonte por las ventanas del autobús?
Quizá sería un buen ejercicio de coherencia y empatía de parte de nuestros diputados y diputadas, un ejercicio de ponerse los zapatos desgastados de tantos hombres, mujeres y niños en ese camino de migrantes; eso a nuestros parlamentarios, les daría la enorme posibilidad de entender muy de cerca la realidad de nuestros hermanos y hermanas migrantes.
Y si los 128 inmigrantes detenidos se sentaran en los curules del Congreso Nacional, casi con certeza, crearían leyes para la protección de los y las migrantes. Habría políticas públicas nacidas desde la viva experiencia de quienes padecen las violaciones a sus derechos y son olvidados por sus Estados de origen. Y eso abriría las puertas no sólo para una alianza de prosperidad compartida, sino una cultura de hospitalidad tan necesaria en estos tiempos.
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