lunes, 23 de marzo de 2015

Nos matan por ser mujeres



Con reducción de fondos al sector agrario y educación, Congreso Nacional aprobó Presupuesto 2015

El ataque que sufrieron en Tegucigalpa varias mujeres dedicadas al modelaje, en el que murieron 3 de ellas, representa una trágica realidad en la que el hecho de ser mujer se convierte en una desigualdad social que se sostiene sobre relaciones de poder entre hombres y mujeres.

En un país tan violento como el nuestro, ser mujer representa una doble vulnerabilidad porque los femicidios no ocurren por casualidad y son crímenes que no les suceden a los hombres en las mismas dimensiones que a las mujeres.

Nada más pertinente que la canción escrita por Yeco Hernández e interpretada por Karla Lara en la que una de sus estrofas dice: “Nos matan por ser mujeres, nos matan queriendo atarnos, nos matan porque no pueden doblarnos, ni amarrarnos”.

La muerte es lo más visible de una espiral de diferentes tipos de violencia que sufren las mujeres desde niñas, en las que se les inculca una visión de las relaciones y el mundo en las que ellas son frágiles, las servidoras de los hombres, las que deben ocuparse del hogar, las que no deben ser libres y ajustarse a los patrones culturales de una sociedad machista.

Y lo peor de todo es que, como lo señala la periodista Jennifer Ávila, la gente se pregunta más si, en el caso de las modelos asesinadas, “eran prepagos o no, en vez de cuestionarse cómo es que con la política de mano dura y la militarización siguen sucediendo estos hechos como cotidianos”.

“Las mujeres son asesinadas y la sociedad misógina las vuelve a asesinar con sus comentarios, porque hasta de eso se vale el sistema de injusticia para dejar en la impunidad esas muertes”.

Y esta realidad refleja una deuda muy alta que el Estado de Honduras mantiene con las mujeres, ya que la tasa de impunidad llega a un alarmante 95% en casos de violencia sexual y femicidio.

¿Qué clase de país violento, discriminatorio, misógino e impune les estamos heredando a nuestras hijas? ¿Qué clase de hombres y mujeres estamos haciendo de nuestros hijos e hijas bajo la lógica de las relaciones desiguales de poder?

Como señala la periodista Ávila, “A veces quisiera no estar segura que la sociedad esta tan enferma que acabar con esta barbarie es solo una utopía”.

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