miércoles, 3 de febrero de 2016

Precaria economía



Según el diccionario precariedad es la carencia, la falta de estabilidad o seguridad. Si habláramos de precariedad económica nos referíamos a esa inseguridad que las familias tienen para garantizar los recursos y bienes mínimos para su sobrevivir.

Honduras se ubica entre las naciones con mayores índices de pobreza y desigualdad. A las familias no se les garantiza el plato de comida en la mesa, empleos que generen ingresos ni se cuenta con instituciones que garanticen derechos fundamentales tales como la salud, educación y recreación.

Esa falta de oportunidades está estrechamente vinculada con el modelo económico implantado. Las reglas del juego que marcan la oferta y demanda. El fundamento de los empresarios es lograr a costa de lo que sea y de quien sea ganancias, aún si eso implica violar derechos y hasta atentar contra la seguridad y la vida de la clase obrera.

El modelo se sustenta y ampara bajo un Estado o institucionalidad puesta al servicio de los negocios de esas pocas familias que mantienen el control del país.

En la actualidad y pese a la incesante campaña del gobierno de Juan Orlando Hernández de posesionar cifras macroeconómicas positivas, Honduras registró en 2015 un débil crecimiento económico que llegó al 3 y 3.5%, lo que se traduce en una cifra insuficiente para la creación de nuevas fuentes de empleo y para reducir los altos niveles de pobreza.

Durante estos dos años el gobierno de Juan Orlando Hernández demostró la incapacidad de lograr mejoras en la vida de gente. Su programa asistencialista “Vida Mejor”, a pesar de los millones y millones que se destinan del presupuesto y de la poca transparencia en el uso de los recursos no logran generar un verdadero bienestar para las familias.

Tal como lo han apuntado diversos analistas el Programa “”Vida Mejor”, podrá tener algún un grado de aceptación por la gente porque permite tener acceso a una serie de bonos y merienda escolar, pero si se analiza desde el desarrollo general que necesita Honduras, los elementos de la política social: educación, salud, empleo y recreación no se logran porque todo se ve en función de un asistencialismo muy influido por el clientelismo político, que a mediano y largo plazo no resuelve el problema de la pobreza y desigualdad en Honduras.

La precariedad en las finanzas públicas y en cada una de las familias hondureñas podrá superarse no con programas asistencialistas sino cuando se cuente con un verdadero plan de desarrollo que tenga como fin máximo el bienestar de la gente, cuando nuestra economía esté al servicio de las mayorías y dejemos de ser el negocio de unos cuantos políticos y empresarios vividores.

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