viernes, 7 de febrero de 2014

Honduras: Poder, paquetazo fiscal y el nuevo Congreso



Los partidos Liberal y Nacional son las dos partes de la estructura política de la elite dominante en el país, y el diputado que se oponga a esos designios liquida su carrera política; toda su rebeldía se hace humo en una simple reunión privada, y sin pensarlo sale reflexivo a unirse al redil. ¡Claro! hay espacio para el pataleo, “es parte de la democracia”.

Los grandes nexos político-económico oligárquicos de Honduras pasan por los partidos Liberal y Nacional; por tanto, ver su accionar como fuerzas independientes una de otra es pretender manipular a la población o ignorar que el bipartidismo es el brazo político-electoral del poder que ha destartalado al país y mantiene la “pobrecracia” como forma de dominación social histórica.

Los partidos Liberal y Nacional no tienen contradicciones ideológicas, comparten el sistema de concentración del capital en pocas manos y despojo del pueblo hondureño; sus diferencias naturales como oligarquía son para definir quién o qué familia o qué grupo se queda con tal o cual contrato, en síntesis, cómo van a repartirse los grandes y muy rentables contratos con el Estado. Nada más.

Eso ocurre con la pugna por dominar la nueva directiva en el Congreso Nacional. Al final el bipartidismo se pondrá de acuerdo en la integración del parlamento hondureño; el partido Liberal no es oposición, no puede serlo. Si lo fuera, no lo hubiera salvado de morir el Tribunal Supremo Electoral (TSE) el pasado 24 de noviembre.

La verdadera oposición ideológica al poder real es el partido Libertad y Refundación (LibRe) y junto al Anticorrupción (PAC), por coyuntura, representan la contraparte política del bipartidismo. El PAC está conforme con el sistema neoliberal que prevalece en el país, no le interesa otro modelo de producción, sólo se opone a la corrupción sistémica creada por liberales y nacionales.

Ambas partes forman la estructura política de la elite dominante en el país, y el diputado que se oponga a esos designios liquida su carrera política; toda su rebeldía se hace humo en una simple reunión privada, y sin pensarlo sale reflexivo a unirse al redil. ¡Claro! hay espacio para el pataleo, “es parte de la democracia”.

Si los acuerdos del capital establecen que la junta directiva del Congreso Nacional será bipartidista, así será. Y dentro de poco miraremos a esos diputados rojo- azul haciendo valla como militares obedientes y no deliberantes al que sus dueños elijan presidente en el Legislativo.

Todo desacuerdo entre liberales y nacionales es meramente financiero, al final se sientan, negocian y pactan; ese es el elemento central.
Puede haber discordias entre Ferrari y Camilo Atala porque uno gana más plata que el otro en función de ciertas políticas que logra ejecutar el más influyente, pero jamás habrá un quiebre o rompimiento total entre ellos, son los dueños del gran capital, los medios de producción y del sistema ideológico (bipartidismo, iglesias, varios órganos de sociedad civil, medios de comunicación tradicional, etc.).

Eso ha sido claro, lo podemos ver en las posturas de las iglesias, todos bendijeron el paquetazo; en la Católica, el cardenal Rodríguez lo ha bautizado, pero el vicario Carlos Rubio de la misma iglesia dice que hay que salir a la calle a oponerse, que no hay que quedarse en el sofá.- Así la iglesia mantiene, por un lado, la imagen de buen samaritano y, por otro, la postura de Herodes.

La postura de la oligarquía en contra del paquetazo corresponde a esta misma matriz de oposición imaginaria para recuperarse de la mala imagen de haber apoyado un fraude.

Hay facciones burguesas que se ven afectadas con el paquetazo, pero la alta burguesía está a favor, porque se gravó todo menos los negocios de la alta burguesía. Además todos esos impuestos son regresivos, dado que como siempre se trasladan al consumidor.

Mientras no haya una nueva ley electoral con voto electrónico, forjada con controles reales de transparencia, el Partido Liberal será opción de poder por muy debilitado que parezca.

Desde la perspectiva del poder en este momento el Partido Nacional es el malo y los liberales también aparecerán como malos, porque se unirán en la formación de la nueva directiva del Congreso. La buena imagen del bipartidismo se arreglará en el camino, desde los medios de comunicación y presentadores del poder oligarca. Eso hoy es así.

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