lunes, 24 de febrero de 2014

Gobierno medieval


Diario Tiempo

Como en plena época medieval, la Casa Presidencial, por petición del ciudadano presidente de la República, ha sido exorcizada para liberarla “de los demonios de la maldad, de la mentira, de la corrupción, del odio y de todos los males que aquejan al país”.

La Confraternidad Evangélica, liderada por Evelio Reyes, ofició este magno conjuro, con el fin de facilitarle al ciudadano presidente, Juan Orlando Hernández, el logro de su anhelo de contar con “la guía de nuestro Señor, pedirle a Él sabiduría cada día que pasa”, mientras cumple  su mandato político.

Antes de esa ceremonia evangélica, el ciudadano presidente, acompañado de su equipo de gobierno y de los altos jerarcas militares, asistieron oficialmente a una misa católica concelebrada en honor de la virgen de Suyapa, patrona de Honduras y de las Fuerzas Armadas.

En esa ocasión, el ciudadano presidente, en uso de sus poderes extraordinarios de que dispone, mediante la Ley para Optimizar la Administración Pública, le obsequió a la Iglesia Católica una frecuencia de radio, propiedad del pueblo hondureño, sumándola a las más de veinte frecuencias audiovisuales de que dispone la dominante institución religiosa.

Estos actos ceremoniales, políticos e ideológicos, realizados en un Estado laico, y, por lo tanto, ajeno al ámbito religioso, pueden tener muchas interpretaciones, pero ninguna conteste con lo establecido en nuestra Constitución (artículos 77, 151 y 157, entre otros) ni con la tradición republicana hondureña, a partir del establecimiento del Estado moderno con la Constitución de 1880.

Como bien se sabe, la Edad Media, en su diferentes etapas, se sitúa entre los siglos V y XV, que fue la era del oscurantismo, dominada por la ignorancia, la superstición y la teocracia, que se desarrolló por el miedo, la inseguridad económica, la violencia y la brutalidad del poder. Cualquier similitud con el momento actual es, naturalmente, mera coincidencia.

Es muy interesante, entonces, ese proceso involutivo que viene dándose en Honduras, que, de verdad, merece ser estudiado a fondo, pues tiene que ver con la nación, la vida en sociedad y el futuro del país. Así es porque es evidente que ese proceso involutivo obedece a un movimiento medievalista, que, en la modernidad, se identifica con el nazismo, modelo abusivo dictatorial.

Los sociólogos, los sicólogos sociales, los historiadores y los filósofos, tienen en esto un filón para la investigación sobre la mente de nuestra “clase” política y del liderazgo nacional, sobre todo en la esfera de los partidos tradicionales, Partido Nacional (PN) y Partido Liberal (PL), que nacieron liberales y, por lo tanto, laicos.  Esto, por lo menos en la superficie.

Adentrándose un poco más en las perspectivas de este proceso medievalista hondureño, quizás apodado de “humanismo cristiano”, sería del caso recordar que ese tipo de desviaciones políticas conlleva un retroceso intelectual y cultural orientado al adormecimiento económico y social para favorecer las tendencias feudales, actualmente concernidas en el neoliberalismo.

En esa perspectiva, cabría la preocupación en cuanto a la pregunta clave, primaria, ¿hacia dónde vamos? ¿hacia dónde va Honduras?

Febrero 06, 2014

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