sábado, 8 de febrero de 2014
¿Qué es un fraude en Honduras?
Radio Progreso
Que hubo fraude, y perversamente organizado por la cúpula del partido Nacional, no es asunto de discusión. Pero echar toda la responsabilidad y la frustración a ese fraude no solo es ausencia de análisis sino que acaba paralizando en lugar de movilizar. Es más, si un puñado de dirigentes de Libre hubiesen tenido oportunidad de hacer fraude con el fin de asegurarse el triunfo, ¿acaso lo habrían dejado de hacer?
Lo fraudulento del proceso electoral no se reduce a las triquinuelas y a la compra de votos por parte de un partido o de varios partidos y dirigentes. Lo fraudulento es mucho más que unos actos específicos de fraude. El proceso electoral es apenas expresión de unos sectores políticos que en sí mismo son un fraude para el país. Y si ellos son un fraude, todo lo que toquen y decidan será fraudulento, aunque se vista todo de legalidad. Cuanto más legales aparecen los hechos, más pulcro y nítido es el fraude.
Son tan fraudulentos los sectores políticos hondureños que no siempre necesitan hacer trampas descaradas para imponer su práctica engañosa. Es cierto que en las pasadas elecciones hubo compra de votos, manipulación de credenciales para tener control de las mesas electorales. Pero aunque esto no hubiese ocurrido, el partido Nacional habría aventajado a sus contrincantes, porque es tan profunda la cultura del fraude en nuestro país que los políticos reciben el voto de muchísima gente que es víctima de sus trampas y de sus promesas.
Muchísima gente fue a votar con el estómago en la mano, porque se le aseguró que el bono diez mil dependía de su voto a favor del señor Juan Orlando Hernández. Y mucha otra gente fue a votar porque el miedo mal aconseja a buscar seguridad en quienes prometen fuerza y garrote. Todo esto no es fraude puro, pero son expresiones de esa clase política fraudulenta que no necesita torcer todo el tiempo la ley para que la gente acuda como corderita a votar para dar el mandato a quienes les está metiendo la estaca.
Juan Orlando Hernández ganó porque compró votos y credenciales. Pero sobre todo ganó porque muchísima gente le dio el voto atrapada en los bajísimos niveles de conciencia ingenua, debidamente manipulada por un sistema productor permanente de violencia, empobrecimiento, desigualdades y fraudes.
Muy mal hacen los políticos opositores al bipartidismo viendo y rechazando solo un tipo de fraude, sin hacer frente al gigantesco desafío de trabajar al lado de este pobre pueblo que no entiende de izquierdas ni de derechas, solo de hambres, y en consecuencia, se mueve por la tortilla aunque quien se la ofrece sea un Juan Robando.
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