Radio Progreso
Como salvadores de la canasta básica se han autoproclamado los dos partidos que por antaño hemos conocido por sus mañas. Tanto los liberales como nacionalistas se atreven a decir que por “amor” a este pueblo se han unido para lograr frenar el paquetazo fiscal, que ellos mismos aplicaron.
Y de todo esto, nada de nada. La alianza entre cachurecos y liberales lo que hizo fue aumentar el número de productos de la canasta básica que no van a pagar el 15 por ciento de impuesto por la venta ISV. Pero el resto de productos y servicio sí están obligados a pagar este trancazo. La verdad de las cosas es que la Ley de reordenamiento de las finanzas públicas y las exoneraciones fiscales es el reflejo de que del mismo cuero salen las correas. La aguda crisis económica en la que se ahoga el país es producto de las malas decisiones y los actos de corrupción de la clase política, y como respuesta aplican más impuestos, sacrificando a las mayorías a pagar por sus abusos.
La realidad es que la crisis financiera en Honduras pudiera ser resuelta si existieran políticos y empresarios comprometidos con este país. Únicamente con el pago de impuestos de las grandes empresas y evitando y sancionando la evasión y defraudación fiscal, el país lograría dos veces más de lo proyectado a recaudar con este paquetazo. El problema del país no es la falta de recursos, sino la mala distribución, lo que tiene a 7 de cada diez personas intentando diariamente sobrevivir en un país de hambre y desempleo.
La alianza del bipartidismo hasta los momentos, lejos de buscar el bienestar para el país, lo que hace es ratificar las zancadillas, acuerdos bajo la mesa y mezcla de intereses entre políticos. Descaradamente lo confirmó el nuevo presidente del Congreso Nacional, Mauricio Oliva, quien reveló la negociación que hubo para el nombramiento de la nueva junta directiva de este poder. Ambos partidos se hicieron nudos para aplastar a la oposición a pesar de que en este momento Honduras necesita avanzar a consensos y pactos genuinos que beneficien a la nación.
Con este acuerdo bipartidista la lección es muy clara: a las angustias de la gente se responde con decisiones demagógicas orientadas a buscar más poder entre las élites y neutralizar a la verdadera oposición. Y la lección es todavía más evidente: ninguna búsqueda de consensos en el país ha de descansar en el liderazgo del bipartidismo porque cuando menos lo esperemos nos darán atol con el dedo.
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