viernes, 21 de febrero de 2014
El dinosaurio y el escándalo del IHSS
Diario Tiempo
En el inicio del gobierno, y con el interés de crear la imagen del compromiso contra la corrupción, el caso del IHSS pasa a ser emblemático
Casi el 30 por ciento de los espacios informativos en los medios de comunicación social de nuestro país se han dedicado, por ocho días consecutivos, al escándalo en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), entidad descentralizada que, efectivamente, es una de las víctimas de corrupción en el conjunto de la administración pública.
La compra “de emergencia” de 10 ambulancias, por más de 13 millones de lempiras cuando su precio normal era la mitad de esa cifra, dio lugar a la acción de una Junta Interventora, para esculcar la crisis del IHSS -de vieja data- y su trasfondo de peculado, malversación y elefantiasis de clientelismo político.
La Junta Interventora ha manifestado que, en los próximos días, presentará al Ejecutivo un informe pormenorizado y a fondo sobre la situación del IHSS, una vez aflorado el desfalco de las famosas ambulancias, que, por el momento, incrimina presuntamente a funcionarios de segunda y tercera categoría, pero que no parece escalar a la cima directiva.
Por supuesto, en el inicio del gobierno, y con el interés de crear la imagen del compromiso contra la corrupción, el caso del IHSS pasa a ser emblemático, especialmente si tomamos en consideración que habitualmente en Honduras un escándalo apenas dura tres días, con todo y el empeño de la comunicación social.
De allí la suspicacia pueblerina, que teme la repetición del modelo hondureño, en que la sarna se le pega al perro más flaco, mientras los gordos viven sin pena, en las alturas, siempre ascendiendo como globos impulsados por hidrógeno, un gas, por cierto, inestable y demasiado inflamable.
Así entendemos el escepticismo de la rectora de la UNAH, Julieta Castellanos, cuando ha dicho que la responsabilidad de la corrupción en esa institución estatal es abarcadora, y, en lo que al escándalo de referencia concierne, afecta todos los niveles de la administración, de acuerdo con la ley.
Eso es así, por supuesto, y suponemos que la Junta Interventora se ha impuesto de esa verdad, que, para la necesaria depuración, también incluye dentro de los niveles de decisión a los asesores, que, generalmente esbozados, también resultan ser beneficiarios -directos o indirectos- del sistema, especialmente en la compra de equipos e insumos de alto presupuesto, entre ellos las medicinas.
Decimos esto, en primer lugar, con el ánimo del beneficio de la duda que, al decir de los conciliadores, merece por 100 días todo gobierno entrante. Pero también porque, en gracia a la verdad, ya es tiempo de que el combate contra la corrupción en Honduras atine, y, con creces, arremeta en todo el aparato burocrático, no solamente a partir del cómplice borrón y cuenta nueva, sino que se enfoque, por lo menos, en el pasado mediato e inmediato.
Si así aconteciera, iniciaríamos en Honduras, por la vía de la decencia y de la transparencia, una revolución. Una revolución singular, pero auténtica, libre de las truculencias sectarias, de los enjuagues partidistas, de las mentiras ideológicas, de las “mandrakadas” privadas, de la acumulación de fortunas con dinero público, del latrocinio de los recursos nacionales, del saqueo de los bienes públicos que a todos los hondureños pertenecen.
Ojalá así fuera, y que no se confirme aquel cuento más corto de “Cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí…”
Febrero 05, 2014
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