lunes, 17 de febrero de 2014

Estrategias



Por Edmundo Orellana

Es incuestionable. El presidente electo es el más inteligente de todos los políticos del patio. Lo es, porque ha demostrado hasta la saciedad, que es organizado, disciplinado y un extraordinario estratega.

Es organizado, porque supo cohesionar su partido, venciendo todas las resistencias internas y reconduciéndolas a su favor. Es disciplinado, porque desde hace mucho se está preparando para este momento, consagrando sus esfuerzos, posiciones y tiempo a lograr este objetivo, sin permitirse extravíos de ningún tipo. Es estratega de primer orden, porque hizo que la balanza se inclinara a su favor, logrando que el rechazo generalizado de la ciudadanía hacia el gobierno Lobo- Hernández, fuera sustituido por el miedo a LibRe, generando un frente en contra de este partido y en apoyo a su candidatura.

LibRe, por su parte, ayudó a alimentar ese sentimiento. Sus radicales posiciones ofrecieron al oficialismo argumentos para potenciar el miedo en la ciudadanía; por otro lado, no hizo oposición durante la campaña, desdeñando la inmensa cantera de errores, de actos de corrupción y de negligencia del gobierno, con la que hubiera pulverizado la candidatura del partido gobernante, actitud que generó la sospecha de que había un pacto secreto entre los protagonistas.

Satanizó a PAC, acusándolo de arreglos abominables con LibRe. La inmadurez e imprudencia de sus dirigentes colaboró con la campaña oficial, rematando con el pacto que finalmente convinieron para la elección de la junta directiva del Congreso Nacional.

Al Partido Liberal y a su candidato los ignoró durante toda la campaña, a lo que contribuyó el mismo Partido Liberal, porque arremetió, no contra el gobierno, como aconsejaba el sentido común, sino contra mismo el adversario que el Partido Nacional, estratégicamente, atacó, propiciando su propia invisibilidad; además, prescindió, igual que LibRe, del material que el mismo gobierno Lobo-Hernández produjo y que podía utilizarse para atacar a su candidato oficial.

Y sigue dándole frutos la estrategia. Logra, antes de la instalación del nuevo gobierno, que todos los partidos sigan las líneas trazadas por él. Al Partido Liberal le hace creer, hasta patrocinando anuncios, que es el salvador de la gobernabilidad, porque a cambio de sus votos obtuvo, suplicando, del presidente electo revertir lo que habría podido revocar de actuar como un partido de oposición, es decir, liderando a los demás partidos de oposición para suprimir el oprobioso impuesto a la canasta básica. Los odios, los resentimientos y las suspicacias se impusieron. Y en política quien se deja llevar por sus pasiones, fracasa. De seguir esta estrategia opositora, veremos, durante este período, un Partido Liberal en franco deterioro, implorando, a cambio de sus votos, la inconmensurable magnanimidad del Presidente, quien, desde su olimpo político, evaluará, piadosamente, sus súplicas, disfrutando del desgaste y, finalmente, del ocaso del Partido Liberal.

Provoca a LibRe y este cae en la trampa, recurriendo a métodos reprobables. Actitud con la que contribuye a forjar la imagen que el gobierno, alimentando el miedo, quiere que se arraigue en la ciudadanía. Triste espectáculo el que escenificaron sus díscolos diputados. Desde defecciones, hasta el desorden generalizado, pasando por la destrucción de propiedad pública.

PAC, por su parte, sigue contribuyendo con la pretensión del gobierno de grabar en el imaginario popular la idea de que es un simple apéndice de LibRe.

El presidente electo construyó el escenario político siguiendo meticulosamente el diseño original. Todos los actores están donde deben estar. En adelante, actuarán según el libreto que él escribió. No tolerará cambios ni improvisaciones, salvo en la coreografía, a veces.

Con un estratega de esta talla, no hay duda de que logrará, aprovechándose de la ambición de algunos expresidentes, la aprobación de la reelección; asegurándose así, como lo pronosticó siendo candidato, los cincuenta años en el poder.

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