viernes, 28 de febrero de 2014

¿A quién le importa la política fiscal en Honduras?



Por Hugo Noé Pino

El jolgorio alrededor de ampliación  de los productos exentos de la canasta básica...solamente representa el 7% de los ingresos totales proyectados con el aumento de impuestos...han querido darle a la sociedad “atol con el dedo.”

La política fiscal de un país tiene funciones importantes tanto a nivel macroeconómico como microeconómico. También determina el tipo de Estado que como sociedad queremos tener; es decir, cuáles funciones de carácter redistributiva debería asumir el gobierno, con qué modalidades.

Cómo debería ser su función de promoción y apoyo al crecimiento económico, qué tipo de actividades económicas impulsar de acuerdo a objetivo claros de nación. Y también, y no menos importante, cómo usa el gobierno los impuestos que los ciudadanos aportan, qué tan eficiente y transparente es el gasto y cuál es la política de endeudamiento (a ser pagado con impuestos futuros).

Todos estos elementos, y muchos más, debería ser motivo para que la sociedad en su conjunto permaneciera constantemente pendiente y opinando sobre temas de esta naturaleza que en buena parte determinan el funcionamiento del gobierno y su aporte a la economía. Sin embargo, en la práctica, salvo raras excepciones, no existe un seguimiento y discusión sobre los diferentes temas de naturaleza fiscal.

Un ejemplo muy claro es el proceso acelerado de endeudamiento que Honduras ha tenido en los últimos años producto de los déficits fiscales que se han venido acumulando. En 2010 el déficit del gobierno central llegó a cerca de 14 mil millones de lempiras representando un 4.8% del PIB (el presupuesto de salud para 2014 es de 12 mil millones); en el 2011 el déficit llegó a 15 mil millones aunque la proporción bajó a 4.6% del PIB, por el ritmo más rápido  de  crecimiento de este último.  Sin embargo, en el 2012 el déficit llegó a más de 21 mil millones (6% del PIB) y en 2013 alcanza 30 mil millones de lempira (7.7% del PIB).

Muy pocas voces han señalado los efectos negativos que este comportamiento tiene para la economía y la mayoría de los sectores organizados se han llamado al silencio, bien sea por intereses particulares, o porque no les parece un tema de relevancia. Pero los resultados de este pésimo manejo de las finanzas públicas son visibles: este año el gobierno central tendrá que pagar en servicio de la deuda un monto equivalente a 27 mil millones de lempiras que se convierte en el gasto más alto del presupuesto nacional.

Otro ejemplo es la aprobación del presupuesto 2014. Se aprueba sin que nadie lo conozca, dispensándole dos debates y con una estructura de gasto similar a la del año anterior, aunque en teoría el déficit se reduzca a 4.7% del PIB. Esto lo que dice es que el gobierno está dispuesta que los impuestos aprobados en diciembre carguen con el peso del ajuste, pero sin mayores sacrificios de parte del gobierno, ni tampoco estableciendo mecanismos claros de transparencia.  Este nuevo presupuesto, adicionalmente, tiene una contratación de deuda de 35 mil millones de lempiras; en otras palabras la espiral de endeudamiento continúa.

En cálculos conservadores el nivel de deuda total de Honduras llega a cerca de 8 mil millones de dólares, de los cuales 4 mil quinientos sonde deuda externa y la diferencia de deuda interna. O sea que la deuda total ronda los 160 mil lempiras, con una deuda interna de corto plazo y tasas de interés altas que obligan al gobierno a dedicar fuertes cantidades en pago de intereses.

Un tercer ejemplo es el jolgorio alrededor de ampliación nuevamente de los productos exentos de la canasta básica. Solo hizo falta que algunos diputados pidieran en el Congreso que se declare fiesta nacional al día de su aprobación. Cuando se analiza qué cantidad de ingresos perdió el gobierno con este cambio, es claro que solamente representa el 7% de los ingresos totales proyectados con el aumento de impuestos.

El aumento del impuesto sobre ventas del 12% al 15% queda intacto, el aumento al impuesto de la gasolina queda intacto, y lo mismo sucede con la eliminación del impuesto a los dividendos provenientes de regímenes especiales, la reducción de subsidios a la energía eléctrica, el congelamiento de las transferencias y otros. Por lo tanto, se puede decir, en buen hondureño, que han querido darle a la sociedad “atol con el dedo”.

En estos pocos ejemplos, así como en otros que forma parte del diario vivir de los hondureños y hondureñas, se ha visto muy poca discusión y propuestas alrededor del tema fiscal. Es importante para el futuro de la democracia hondureña que los diversos sectores organizados vean en la política fiscal la concreción (o la retórica) del discurso político. La política fiscal, y su seguimiento, así como la participación activa en sus decisiones, es una parte importante en la construcción de ciudadanía, la cual es fundamental para el fortalecimiento democrático.

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