miércoles, 26 de febrero de 2014

Secretaría de Cultura, Artes y Deporte: Más que una oficina



Por Julio Escoto

Lo que incomoda no es que supriman al Ministerio de Cultura –sus actuaciones recientes eran de simple burocracia y frivolidad– sino que en la global conciencia del Estado, como en la particular de sus dirigentes, se carezca en absoluto de un mínimo planteamiento de políticas relacionadas con lo intelectual.

Carencia esa, obvio, que proviene de la ausencia de formación humanista en las universidades y de las modernas obsesiones por la especialización profesional, que como aseverara Einstein en 1952 hacen máquina del ser humano. “Es esencial que el estudiante adquiera comprensión de los valores y tenga profunda afinidad hacia ellos. Debe adquirir un vigoroso sentimiento de lo bello y lo moralmente bueno. De otro modo, con la especialización de sus conocimientos más parecerá un perro bien adiestrado que una persona armoniosamente desarrollada”.

Las artes componen a la cultura pero son solo uno de sus modos de expresión, da pena repetir esto, requetesabido en el mundo. La materia comprende aspectos muchísimo más complejos y que se relacionan sustancialmente con el modo y calidad de vida de las gentes, los mecanismos de su relación con los demás, la práctica de los ejercicios de solidaridad, voluntariado, fraternidad e irrestricto respeto a la vida humana, otros. La cultura es aceite que suaviza las discordancias y contribuye a que las personas no se maten por causas ajenas al mandato de sobrevivir (agresiones, guerras), a la vez que instituye normas altas de tolerancia. Sin ser permisivos, los pueblos más cultos del orbe son flexibles ante las divergencias políticas, económicas, religiosas, étnicas, etcétera, tipo Holanda, el más avanzado, Australia, Canadá.

El intolerante es violento pues carece de aptitudes para razonar, dialogar, negociar. Su respuesta primera al disenso es represiva, incluso homicida, y de allí que cuando se permite a extensos conglomerados o sociedades habituarse a actuar impunemente de tal modo, sin que se le eduque para lo contrario, se desaten epidemias de crimen, asesinato y violación de la propiedad privada, como en Honduras hoy. 

Nacen entonces autoritarismos y verticalidades incluso dictatoriales, militarismos y, lo peor, fundamentalismos religiosos separados del raciocinio y la moral. Se ideologiza a la gente a propósito, con diversos métodos, para dividirse y no para integrarse y unirse, y para ello se le impone bandos binarios para escoger: católico versus evangélico, liberal o nacionalista, Olimpia o España, conservador o reformista, costeño o capitalino, blanco o negro, rico o pobre, obstaculizándole localizar puntos medios y conciliadores de confluencia.

Para corregir estas fallas e inspirar aquellos valores, las naciones desarrolladas crean las secretarías de Cultura pero siempre como parte de un ancho tinglado de desarrollo al que se integra el ministerio de Educación, lógico, pero igual el Estado en general. Pues lo esencial no es el trabajo de una oficina sino la visión íntegra de que únicamente la cultura desasna y destigra al hombre, modera sus instintos, lo potencia para vivir en sociedad.

Para tal fin las artes son ideal vehículo de transmisión de valores pero no único. La ética nace en la familia y se reproduce en la escuela, el trabajo, la iglesia, los medios de comunicación, actores todos obligados a lloviznar sobre la comunidad con principios y normas de paz. Aquí en cambio se dejó íngrima en esa función a Cultura, se le escaseó recursos y se nombró como regentes a ignorantes, quienes impulsaron culturas de espectáculo y no de profundización de lo que somos, esto es, de nuestra identidad.

Así que no importaría que se extinguiera el ministerio si el resto de la estructura gubernativa poseyera concepto de su histórica y vital obligación para hacer al individuo persona, al habitante ciudadano, al agresivo paciente, al ignorante instruido y al indiferente un dedicado a la patria. Pero por ahora, se ve, eso sería exigir peras al olmo, lo que ni con manipulación genética se podría lograr.

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