jueves, 13 de febrero de 2014

“Los artistas que buscamos la verdad logramos sobrevivir en los lugares más desérticos”


Resistencia Honduras

Por Robert Marín García

Graduado en la Academia de las Musas de Praga, Tito Antonio Ochoa Camacho busca en Honduras hacer del teatro la más grande manifestación de la verdad.

Pudo quedarse en Colombia haciendo dinero con la actividad teatral, pero decidió regresar a su país con el sueño de llevar el arte a la cúspide.

Las limitantes no son obstáculo para este soñador que califica al Estado de invisible en lo que tiene que ver con la cultura y el arte, pero omnipresente en todo lo que tiene que ver con impuestos, con molestar a la gente y poner trabas para no dejar hacer.

Escuchar a Ochoa, resumir con la habilidad de un gran teatrista la trama de obras como “El inspector”, de Nikolái Gógol y “El enemigo del pueblo”, de Henrik Ibsen, es para no parar de reír y de reflexionar, de que fueron escritas como si los dramaturgos miraban a la Honduras con sus autoridades corruptas y manipuladoras de la verdad.

Luego de mostrarnos el interior del Teatro Memorias -ubicado en el Barrio La Plazuela- el cual dirige, Ochoa encendió las luces del escenario y comenzó en medio del estrado una amena conversación.

¿Desde cuándo se dedica al teatro?

Desde la edad de 12 años. Es decir tengo 38 años en esta actividad

¿Cómo se involucró en este arte?

Me inicié en el Teatro Obrero del Pueblo Unido (TOPU), dependiente de extensión universitaria. Cuando tenía doce años fundé el teatro infantil de la colonia Kennedy Tic. Realizábamos las obras que hacía en TOPU, en 1976. Las obras eran ejecutadas por niños de siete u ocho años y yo las dirigía.

Al mismo tiempo estaba incorporado al TOPU, que lo formaban obreros, pobladores de la colonia San Francisco y estudiantes universitarios, entre ellos mi hermana Alba Leticia y Lourdes.

¿Y quién lo mete a TOPU?

Leticia, mi hermana mayor fue la que nos metió. Ella ya había estado en un festival de teatro en México en 1975, pero al final decidió retirarse y los que nos quedamos trabajando en el teatro fuimos: mi hermana Lourdes, que después se fue para Colombia y ahora dirige el Centro Cultural Infantil de San Pedro Sula, y mi hermana Blanca Estela, que estudió cine y televisión en la Escuela San Antonio de los Baños, en Cuba, y yo que me dediqué a la dirección.

¿En qué centros educativos estudió?

Hice mi primer a tercer grado en la Escuela Inmaculada Concepción, luego en la Escuela de Aplicación de la República de Uruguay, que quedaba por la antigua Casa Presidencial, ahí estuve hasta sexto grado.

Después estuve en primer y segundo curso en el Instituto Jesús Milla Selva y luego tercero de ciclo y toda la educación media en el Instituto Central Vicente Cáceres, porque este era la mata de todos.

¿De qué se graduó?

De perito mercantil en 1982, después entré a la Universidad Nacional Autónoma a estudiar primero economía, porque me exigían; estudié tres años, pero luego me retiré y pasé a estudiar filosofía e hice dos años.

¿Y ahí se encontró con el maestro Matías Funes?

Él daba filosofía I, yo conocí a Matías, formamos el Frente Patriótico Froylán Turcios, era el único estudiante en ese grupo, todos eran profesores, Ramón Custodio, Matías Funes...

¿Y a qué le hacían frente?

En los 80 la cosa era caliente, le hacíamos frente a la represión. Fíjese que yo me metí al Frente de Reforma Universitaria, pero me llevaba más con estos académicos, pero siempre dedicado al teatro porque había estudiado en la Escuela de Teatro en 1980.

En 1982 fundamos con Rafael Murillo Selva el grupo Rascaniguas, un grupo emblemático. Por ahí pasaron cientos de personas entre cineastas, políticos, escritores y pintores, entre otros. En Rascaniguas estaba la crema y nata del teatro, del arte y de la disidencia política.

¿Y por qué desapareció Rascaniguas?

Lo que sucedió es que yo me fui para Checoslovaquia. Se desintegró porque también tenía dos vertientes: la música y el teatro.

En el 88 yo era prácticamente el coordinador de todo el grupo, pero ese año el gobierno checo me asigna una beca para poder optar a realizar un examen de talento para estudiar dirección de arte dramático en una de las escuelas más prestigiosas del mundo, que es la Academia de Arte de las Musas, ahí estudiaron directores como Polanski, como Kusturica. Es una escuela emblemática en el centro de Europa.

¿Cuántos años estudió en Checoslovaquia? De 1988 a 1995.

Me tuvieron aprendiendo Checo casi dos años, así como historia del teatro, geografía y política internacional, todo lo que tiene que ver con un director de teatro. Hice el examen y me aceptaron en la academia, soy uno de los pocos latinoamericanos graduados en ese centro de estudios.

¿De qué se graduó?

De magíster en dirección escénica. De Centroamérica el único graduado en la República Checa soy yo, aunque hay otros que han estudiado en Rusia.

¿Después de todo ese conocimiento no le fue difícil regresar a Honduras?

Como ya estaba curtido de lo que pasaba en Honduras, entonces cuando vine me nombraron director de la Escuela de Arte Dramático, me pagaban 3,000 lempiras, el ministro era Rodolfo Pastor Fasquelle, en el gobierno de Reina.

Desde que llegue traté de implementar una reforma en la Escuela de Teatro, que estaba encaminada a formar promotores teatrales, y logramos hacer, en tres años, nueve obras. Logramos hacer una gira centroamericana y dos giras a Colombia para presentarnos en el Eliécer Gaitán, el mejor teatro de ese país.

¿Cuándo funda el Teatro Memorias?

Lo fundan mis hermanas en 1994. Yo no estaba acá. Cuando regreso a finales del 95, el teatro que habían formado dedicado a obras de educación ambiental, entonces lo transformé en un teatro profesional con obras de grandes autores. Ya no presentábamos obras que hablaban de inflación, de paquetazos, golpes de Estado, obras comunes.

Nosotros comenzamos a realizar obras de gran repertorio y eso es lo que ha ido transformando las cosas. Fundamos la nueva versión del Teatro Memorias y montamos una obra que se llama “El enemigo del pueblo”, de Henrik Ibsen, que es una obra genial, sobre la manipulación de la verdad.

¿Por qué no terminó la carrera de economía, ni de filosofía?

Dejé la economía y la filosofía porque el arte sí nos acerca a la verdad. El teatro tiene que mostrar la verdad más allá de las posiciones ideológicas.

Y es ahí donde el arte juega el papel de punta de lanza en relación a las otras manifestaciones. Los artistas estamos llamados a decirle la verdad al pueblo.

¿Se puede vivir del teatro en Honduras?

Pensar que uno va a vivir del teatro es un sueño, pero nosotros lo estamos convirtiendo en realidad. Un sueño es una posibilidad que está más allá de nuestro alcance, pero que nos permite caminar hacia él.

No puedo dejar de caminar solo porque el Estado me dice que no me va a apoyar para hacerlo. Uno se olvida de que este Estado es totalmente invisible en lo que tiene que ver con la cultura y el arte, pero es omnipresente en todo lo que tiene que ver con impuestos, con joder a la gente, con poner trabas para no dejar hacer.

Pero los artistas que buscamos la verdad logramos sobrevivir en los espacios más desérticos del planeta. (William) Shakespeare era hijo de un carnicero y se convirtió el más grande dramaturgo; Rubén Darío nació en Nicaragua y se convirtió en el príncipe de las letras castellanas debajo de (Miguel de) Cervantes.

¿Cómo es posible que nazcan esos jóvenes en esos espacios tan áridos? porque quieren la verdad y no hay gobierno ni sociedad que les impida salir adelante.

¿Entonces sí se puede vivir del teatro en el país?

En todos los lugares del mundo es bien difícil vivir de la profesión teatral, hay que hacer de otras actividades como profesor de literatura, profesor de actuación. Se puede, claro que se puede, en Honduras la gente que está en el Teatro Memorias está viviendo de la profesión teatral.

¿Honduras es tierra árida en lo artístico?

No, es una tierra muy fértil para el arte, me atrevería a decir que el teatro en Honduras tiene más afluencia que en el cualquier país centroamericano. Yo viví en Colombia diez años y le puedo asegurar que hay más talento teatral en Honduras que allá.

Lo que es árido es el gobierno y sus políticas, la visión de un ministro (de Cultura, Artes y Deportes) que cree que cuando uno va a hablarle es que va a pedirle, como si los artistas fueran mendigos.

¿Por qué los teatros siempre están vacíos?

Porque lo que se hace es muy aburrido, porque lo que se presenta no le interesa al público. Se está utilizando como gancho a gente que salen en la televisión, a deportistas, nosotros aquí (en el Teatro Memorias) tenemos actores profesionales.

¿Y qué pasó en 1998 con el huracán Mitch?

Ahí todo el proyecto se nos fue al carajo, entonces nosotros formamos una organización de apoyo a los damnificados que se llamaba Arte Acción -que todavía continúa- y nos fuimos a trabajar a los albergues porque la gente no quería comer. La OPS (Organización Panamericana de la Salud) nos dijo: ‘Fíjese que nosotros llevamos comida a la gente y no quiere comer, lo que vemos no es un problema de comida, sino de autoestima, han perdido la esperanza de vivir’; entonces llevamos las obras de teatro a los albergues, les llevamos talleres de música, de pintura, terapia motivacional y la gente empezó a reaccionar.

¿Usted estuvo en Colombia?

Sí, me fui en 1999, desde que llegué empecé a buscar trabajo y me aceptaron de profesor en la universidad Javeriana de Bogotá, fui director de grupo de teatro de la universidad, fui uno de los maestros que estaba en el Comité Académico para formar la facultad de teatro, luego me contrataron para dirigir en el Teatro Nacional de Colombia, después este teatro me dejó como uno de los maestros invitados a formar parte de la Escuela Nacional de Arte Dramático, posteriormente el Ministerio de Cultura me contrató para darle talleres a los directores y formadores de las escuelas de teatro. Para eso fueron contratados tres maestros: un italiano, un alemán y su servidor.

¿Y por qué se vino?

Después de tanto trabajo en Colombia, un día le digo a mi esposa, María Inmaculada, ‘vámonos a Honduras, porque lo que estoy haciendo aquí es pisto, no llena mis expectativas’, y regresé en el 2008.

Desde ese año comenzamos nuevamente a trabajar en la reestructuración del Teatro Memorias, la primera obra que montamos fue “El inspector”, de (Nikolái) Gógol, que es una obra genial que refleja la corrupción, y comenzamos una relación con la Cooperación Suiza. Llegamos a un acuerdo porque la Cooperación le quiere dar a uno plata para obras del sida, obras contra la violencia, el ambiente, entonces le dije no, nosotros queremos pero para hacer teatro.

Ahora, además de teatro ¿qué hace?

¡Ahhh! esa es la gran paradoja, fui profesor en la universidad Javeriana de Colombia, pero en Honduras la Universidad Nacional no me da trabajo, con un título de magíster en dirección escénica en mi país no me dan trabajo, entonces trabajamos en la reestructuración del Teatro Memorias. Vivimos solamente de lo que pasa aquí en este proyecto y de las cosas que vienen, soy desempleado.

Después del 28 de junio de 2009 volvimos a las calles a hacer teatro político e hicimos la obra “El generalito”, que la presentamos en un montón de sitios de Honduras, la gente partidaria de golpe de Estado decía que ese era “Mel” Zelaya, y la gente partidaria de la resistencia decían que ese era Micheletti. Por eso les digo, el arte es una forma de decir la verdad, nosotros no le estamos haciendo publicidad a nadie.

¿Y luego?

Después de la presentación de la obra “El generalito”, me fui con mi esposa Inmaculada López para España y estuvimos en Madrid y en Granada, de donde ella es originaria.

En ese momento los suizos me dicen: Lo vamos a apoyar para montar la obra llamada “La visita de la vieja dama”, otra obra genial, y nos venimos para hacer una gira centroamericana, incluido el Teatro Nacional de Costa Rica.

¿Donde conoció a su esposa?

En Colombia, en un taller, en el teatro nacional de Colombia, yo era maestro invitado.

¿Planes a futuro?

Consolidar la casa del Teatro Memorias como un centro de formación, investigación y creación teatral, que incluya el montaje de obras nacionales pero también la presentación de grupos de teatro extranjeros.

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