miércoles, 19 de febrero de 2014

Mujer: La dolorosa condición de ser



A Fátima Andino, que todos los días vence el dolor para que viva la esperanza.
A mi hija Elisa, que lleva en su vientre un pájaro de luz.
A Bertha Oliva, defensora de la vida y de la Paz

Digo mujer y nombro el mundo, digo mujer y nombro la vida, mujer es el sustantivo que mueve lo que existe, digo mujer y desata todo lo vivido, todo lo sufrido; digo mujer y puedo decir luz y puedo decir sombra, puedo decir libertad y puedo decir opresión; digo mujer y todo lo que digo empieza a tener sentido, he vistos sus nombres en las paredes de la cuidad, tatuados en la corteza de los árboles, en el enamorado que extiende un corazón en la playa, pero las he visto humilladas, explotadas, perseguidas, oprimidas. Digo mujer y se hace la luz, digo mujer y el fuego estalla en el corazón del mundo: pueden ser sensualidad, dolor y rebeldía, todos los significados que existen caben en la palabra mujer.

Digo mujer y digo poesía, digo mujer y digo revolución, la mujer es el verbo, la palabra que habita la pasión y el sentimiento más humano, si el mundo deja de nombrarte, muere. Para vivir necesito decir mujer, para liberarme necesito decir mujer, para amar necesito decir mujer, para luchar necesito decir mujer, para soñar necesito que me habites para traducirme en esperanza; la mujer es el sueño de lo hermosamente esperado; digo mujer y digo tierra, digo mujer y digo trigo; digo mujer y digo agua, toda ella es fertilidad, el espacio que renueva la energía vital de la existencia.

No me hablen del sexo débil porque el mundo se sostiene en los hombros de las mujeres, en las manos de las mujeres, en las vaginas de las mujeres, en los senos de las mujeres, en la espalada de las mujeres, en el vientre de las mujeres; el mundo se sostiene en la piel de las mujeres, en una lágrima o en una sonrisa; el mundo se sostiene entonces en el cuerpo de una mujer, en el llanto de una mujer, en la emoción de una mujer, en el sentimiento de una mujer, entonces no me hablen jamás del sexo débil que no existe en el universo un ser que pueda soportar con tanto estoicismo la hipocresía de esta sociedad que le llama a las mujeres sexo débil pero le deja la carga existencial más brutal como si fuera un fruto negro en el alma.  

Vamos mujeres, caminemos juntos hacia la liberación definitiva; vamos, ustedes saben hacerlo mejor porque el verbo luchar se conjugo primero en sus conciencias;  enséñennos a tocar el sol porque ustedes saben mejor que nosotros el nombre del fuego; vamos mujeres, avancemos, enséñennos a comer el trigo que alimenta la revolución porque ustedes conocen mejor el nombre de la tierra; vamos mujeres enséñennos a tocar el cielo porque nadie como ustedes ha sabido besar el viento.

Habrá que liberarse del patrono y del hombre que reproduce en el hogar los esquemas del sistema, habrá que educar y formar al compañero para que entienda que el sistema de la opresión familiar es una metáfora del sistema de opresión y explotación que ha impuesto el capitalismo para someter a hombres y mujeres; pero si el compañero no entiende, ¡caramba mujer! agarra tu pasión y tu vida entera y llévala a otro lado, allí donde sola o acompañada puedas volver a tejer en libertada el sueño de cambiar el mundo.

Lo que no se puede permitir una mujer es que le quiten el verbo de sus labios porque si en ella muere la palabra, entonces revolución y socialismo serán sustantivos incompletos, difusos y pobres; tampoco puede permitir que le arrebaten su dignidad porque entonces no habrá moral para orientar al mundo.

Viva la mujer hondureña; que vivan todas hasta donde aguante el límite de clase, porque este viva no va para las mujeres de la oligarquía, va para usted maestra, obrera, campesina, estudiante, para la defensora de los derechos humanos, para la pobladora, vende baleadas, vende futas, vende vaginas, lava servicios, para las reinas de la fritanga, las vende horchata, las hala bultos; en fin, este viva para todas las que son mujeres del pueblo para abajo y del pueblo para arriba pero pueblo al fin.  
26 de enero de 2014
Consejo Editorial del COPRUMH

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