martes, 25 de febrero de 2014
Homenaje a Justo Sorto
Por Salvador Zùniga, miembro de la Coordinadora Indígena del Poder Popular de Honduras CINPH- M.M.P.
El martes 21 de Enero en horas de la noche, escuché el timbre de mi celular, suspendí mi quehacer y respondí la llamada, una voz entre cortada me informaba que habían encontrado muerto a Justo Sorto ¿Cómo? Pregunté; Sí compañero, lo mataron y encontraron el cadáver chorreando sangre, lo encontraron en sus trabajaderos. Sabía que no me estaban mintiendo, sin embargo no podía creer que hubieran matado a un tan buen compañero dispuesto siempre a cumplir cualquier tarea por difícil o arriesgada que fuera. A Justo Sorto el hermano testarudo que luchó sin cesar hasta alcanzar el título comunitario de su comunidad de Yance. A Justo Sorto el que luchó contra las represas del Tigre, las Ventanas, la campana, la de Agua Zarca en la que junto a Juan Vásquez y Telma Hernández iniciaron la toma y la mantuvieron en los momentos más difíciles. A Justo Sorto que luchó sin descanso hasta lograr las primeras radios comunitarias de Intibucá y Lempira de las que después fue excluído por la más absurda intolerancia.
A Justo Sorto el que siempre se mantuvo beligerante día a día en la lucha contra el golpe de Estado, soportando gaseadas y golpizas.
A Justo Sorto el que luchó por Utopías que resultaron pesadillas exclusivas y excluyentes, pero que no le quitaron jamás el ánimo. No podía creer que habían matado a aquel compañero que ensangrentado era conducido a las cárceles de Siguatepeque en una de las tantas tomas de carretera en las que participó contra la minería y la privatización del agua y que cuando más tarde lo íbamos a liberar, desde la cárcel nos preguntó ¿Cómo están compitas?
A Justo Sorto el que hace apenas unos 6 días antes de su asesinato había llegado a la sede de la CINPH a dejar un aporte de L500 para unirlo a otros y así poder pagar el alquiler de la oficina.
Con mucho dolor llamé a otros compañeros y compañeras de mi núcleo indígena de base quienes acudieron de manera inmediata, unimos unos pocos Lempiras y nos fuimos a la gasolinera y luego a Yance. En todo el pesado viaje nuestra conversación giró en torno a Justo a sus valores, su fuerza, su decisión y sobre todo a su dignidad ya que Justo se daba su lugar y jamás aceptó ser fantoche a tal grado que renunció a su cargo en la anterior experiencia organizativa y emprendió nuevos caminos a paradigmas de democracia, honestidad, ternura, libertad y consecuencia.
Llegamos al lugar, en donde dejamos el Vehículo puesto que hasta ahí llegaba la carretera, caminamos bajo un cielo lleno de estrellas con la compañía de los compañeros y compañeras de la comunidad, después de caminar unos 40 minutos, llegamos a la 1 de la mañana ya del 22 de enero, una fogata calentaba a su familia más cercana, a otros compañeros y de repente hasta a mas de algún criminal. Lo primero que encontramos fue su sombrero y su machete al pie de un árbol de naranjo, luego a unos 20 metros su cuerpo inerte, en posición fetal, su cabeza estaba destrozada, el cerebro estaba salido de lo poco que quedaba del cráneo. Las lagrimas brotaron de los y las integrantes de nuestro núcleo de base.
Sabíamos que era una pérdida irreparable a nuestros pocos meses como organización, sabíamos claramente que su asesinato provenía de los que quieren destruir los bosques, de los que odian la tierra comunitaria en manos de la población indígena, de los que odian los derechos humanos, de los que odian la vida. Una convicción se hacía sentir en los núcleos de base de nuestra organización y es que los violentos se volvían a equivocar puesto que hoy Justo vive en los y las que luchan contra la infamia, contra la hipocresía, las mentiras y la opresión.
Hoy Justo está vivo en el viento, en los maizales, en sus hermanos y hermanas en su papá y su mamá, en sus hijos e hijas y en todos los seres que le aman, unidos en la lucha por la construcción de una sociedad más justa y más humana.
Amado hermano, amado compañero. Amado amigo, hoy eres semilla de libertad que germinas en cada logro y en cada paso hacia adelante. Tu fuerza es tan grande que hasta tus detractores se retractan y se arriman a tí para alcanzar aires de dignidad.
Amado Justo, asesinaron tu cuerpo pero tu espíritu vive, porque los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos y hoy hermano, compañero y amigo te decimos:
¡Hasta la victoria siempre! ¡Venceremos!
Alta es la noche y Morazán Vigila
Lempira no es solo un nombre, Lempira es todo un pueblo.
La Esperanza, Intibucà 5 de febrero del 2014
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