sábado, 5 de septiembre de 2015

"Objetivos de Desarrollo Sostenible" unidos en América Central



Por Diego Arguedas Ortiz *

Materia dispersa
La caja de herramientas de América Central para sacar de la pobreza a 23 millones de habitantes, casi la mitad de su población, debe contener sin falta tres instrumentos: el acceso universal al agua, la disponibilidad de energía eléctrica sostenible y la adaptación al cambio climático.
“Esas son las precondiciones básicas, mínimas y necesarias para poder garantizar la sobrevivencia”, explicó a IPS el nicaragüense Víctor Campos, subdirector del no gubernamental Centro Humboldt, especializado en la gestión ambiental en el istmo centroamericano.

Las tres herramientas son especialmente importantes para la agricultura, el motor económico de la región y particularmente de las zonas rurales y los territorios indígenas, las áreas con mayor incidencia de pobreza.

Campos subrayó que esa es la base mínima desde donde trabajar la agenda “hacia otros temas que debemos prestar atención, como la educación, la salud o grupos con vulnerabilidad, pero antes tienen que darse esa condiciones que nos garantizar la sobrevivencia mínima”.

América Central tiene actualmente 48 por ciento de su población bajo la línea de pobreza y enfrenta la Agenda de Desarrollo Posterior a 2015, que la comunidad internacional lanzará en septiembre, con el concepto de sobrevivencia muy presente, porque cada día millones de sus habitantes luchan por acceder a agua y alimentos.

La vulnerabilidad de la región y de su ciudanía fue un tema en que coincidieron los participantes en el encuentro centroamericano “Unidos en la Acción para el Bien Común”, celebrado el 21 de este mes en la capital nicaragüense para analizar la Agenda Post 2015 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Esos 17 ODS constituyen el pilar de la agenda y serán adoptados en una cumbre de jefes de Estado y de gobierno, que tendrá lugar entre el 25 y el 27 de septiembre en la sede de laOrganización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, para su cumplimiento en 2030.

Los temas de energía sostenible, disponibilidad y gestión del agua y respuesta ante el cambio climático tienen cada uno su ODS, pero los expertos que participaron en el encuentro de Managua indicaron que en los países del istmo los tres están entrelazados en todas sus dimensiones con el de la reducción de la pobreza.

“Tenemos en nuestros países una lucha contra la pobreza que se nos ha complejizado”, apuntó Campos.

Con una población de 48 millones de habitantes y un producto interno bruto por persona muy inferior al promedio mundial (3.035 dólares en la región contra los 7.850 dólares en el planeta), el istmo necesita inventarse los caminos para escapar la espiral de pobreza que agobia casi a uno de cada dos habitantes.


El producto interno bruto de América Central mejoró en términos reales en los últimos 13 años, pero sigue por debajo de la media de América Latina y el mundo entero. Crédito: Estado de la Nación

Según el informe “La economía del cambio climático en Centroamérica”, publicado en 2012 por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), “la reducción e inestabilidad de la disponibilidad del agua y de los rendimientos agrícolas pueden afectar los mercados laborales, el suministro y el precio de los bienes básicos y el flujo migratorio hacia las zonas urbanas”.

Esto impactaría los cultivos de subsistencia como maíz o frijol o los productos tradicionales de exportación, como el café, claves en la región compuesta de sur a Norte por Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Belice y Guatemala. Las agencias de la ONU suman además a la insular República Dominicana.

Pobreza se desdobla en los ODS
En los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, el de erradicar la pobreza extrema y el hambre, se fracturó en dos. 
El primero de los 17 ODS es: “poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo” y el segundo: “poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”. 
Además, el sexto reza: “garantizar la disponibilidad de agua y su ordenación sostenible y el saneamiento para todos”, el séptimo: “garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos”, y el 13: “adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos”.
Un área clave es el llamado Corredor Seco, una franja de clima árido que va desde Guatemala hasta Costa Rica y que los expertos aseguran que extendió su impacto.

“Estamos modificando el uso de suelo, asociado al fenómeno climático, y consecuentemente el Corredor Seco ya no es simplemente el Corredor; sino que el país entero lo estamos convirtiendo en una suerte de corredor seco”, explicó a IPS el secretario ejecutivo de la nicaragüense Mesa Nacional para la Gestión del Riesgo, Denis Meléndez.

En el “Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional de Centroamérica”, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indica que esto puede complicar el objetivo de eliminación del hambre en la región.

En los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), establecidos en 2000 en otra cumbre mundial y que ahora serán sustituidos por los ODS, el primero era el de “erradicar la pobreza extrema y el hambre”, con la meta de reducir a la mitad los dos fenómenos con respecto a 1990.

La FAO determinó que los países centroamericanos se acercaron a la meta, al caer las personas que pasan hambre de 24,5 por ciento a 13,2 por ciento del total, pero el porcentaje más que duplica la media de América Latina, de 6,1 por ciento.

Además, el impacto del cambio climático sobre los más vulnerables va más allá de la agricultura, el acceso al agua o contar con una energía sostenible.

Según la Cepal, dos de cada tres habitantes de la región habitan en asentamientos que combinan pobreza con condiciones insalubres, donde el cambio climático incrementará la mayor prevalencia esperada de algunas enfermedades asociadas a la pobreza, como malaria y dengue.


Casi la mitad de la población centroamericana vive en condición de pobreza, con Honduras en la posición más crítica, porque cerca de 70 por ciento de su población subsiste en esa situación. Crédito: FAO

“Siendo el cambio climático el mayor reto que la humanidad tiene que enfrentar en el presente y en las décadas que vienen, entonces tenemos que pensar en la adaptación no necesariamente como un eje transversal, sino como algo que cae por su peso”, dijo a IPS el coordinador de la Mesa de Cambio Climático de El Salvador, Francisco Soto.

Este impacto ya es reconocido por los gobiernos regionales y el Sistema de Integración Centroamericana (Sica) lo sumó en 2010 su Estrategia Regional de Cambio Climático, un fenómeno que” hará que los desafíos sociales como reducción de la pobreza y gobernabilidad sean más difíciles de alcanzar”.

Por esto, expertos como la boliviana Andrea Rodríguez destacaron durante el encuentro que cada proyecto que los gobiernos dediquen a reducir la pobreza debe incluir también consideraciones sobre los impactos del cambio climático.

“Si no se los toma en cuenta, no podremos tener una solución efectiva, porque el cambio climático y el desarrollo son como gemelos, van de la mano y tienen que ser tratados al mismo momento para que la cooperación sea efectiva”, explicó la especialista a IPS.

Rodríguez, asesora legal del Programa de Cambio Climático de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente, insistió en la necesidad de planificar de manera conjunta y a largo plazo la inversión en infraestructura energética y el desarrollo sostenible.

“La única forma de combatir el cambio climático y contribuir al desarrollo económico es si dejas de lado los combustibles fósiles y buscas alternativas más limpias”, apuntó.

La sociedad civil del istmo agrupada en la Alianza Centroamericana para la Sostenibilidad Energética (Accese) propone las instalaciones renovables a pequeña escala como solución para suplir la creciente demanda energética y al mismo tiempo empoderar a las comunidades más vulnerables.

Quince por ciento de la región no está incluida a la cobertura eléctrica y hasta 50 por ciento cocina con leña, según datos de Accese. Esta porción de la población está ubicada mayormente en islas, zonas montañosas y áreas rurales de difícil acceso.

* Editado por Estrella Gutiérrez

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