martes, 15 de septiembre de 2015

Yo es que la tierra, la necesito



Por Melissa Cardoza

Doña Melesia tiene más de setenta años, trae un pañuelo amarrado sobre su cabeza, y mira con una muy limpia mirada, habla con el lenguaje directo de quienes hablan para ser escuchadas y ojalá entendidas. Ha sido víctima de las detenciones que en los últimos años en el departamento de La Paz y por el conflicto de la tierra, suman 168 mujeres, según datos de la CNTC, a la cual pertenecen estas compañeras. 

La acompañaba un nieto cuando desalojaron la toma, un niño de nueve años. Le pidió al policía que lo dejara, que ella era la culpable de tomar tierra porque ella la necesita, y explica que no es un asunto de querer arriesgarse por gusto, o que no es que quieren molestar a nadie, es que sin la tierra no hay comida, y no sólo eso, “se necesita tierra aunque sea para poner una macetera con flores”. También se llevaron al niño.

Doña Melesia no está luchando por nada que no aspiremos el resto de nosotras. Comida, flores, un lugar donde vivir con el nieto. Pero igual que las se acumulan en la historia de este país, las que ocupan la tierra por necesidad vital son desalojadas y tratadas como criminales, mientras los criminales se organizan para mantener la corte suprema de justicia a su favor, lo cual logran con las bendiciones de las iglesias enemigas de la gente que les paga el diezmo para mantenerlas.  Pocas veces se ha visto un sistema tan funcional para los amos, tan eficiente, tan malvado, ni siquiera la esclavitud fue de esta perversión tan grande.  

Al igual que ella, Emérita cuenta que después de estar 20 días presa en un lugar que era al mismo tiempo el servicio sanitario, durmiendo en el suelo, abortó su bebé, que ella sí deseaba, sus ojos parecen cansados de las lágrimas. ¿Dónde están los paladines de la vida que impiden que mujeres dueñas de sus cuerpos decidan sobre sus destinos maternales cuando mujeres que quieren tener hijos son obligadas a abortar por la fuerza policial y la brutalidad jurídica? Nos cuentan que la mayoría de la policía del desalojo, eran mujeres. 

Las campesinas e indígenas del departamento de La Paz, se suman a las cientos de criminalizadas por la lucha por la tierra y la defensa de los bienes comunes;  dicen las compas de CNTC que ellas han registrado al menos 864, del golpe de estado a la fecha. Ellas y sus compañeros campesinos viven y enfrentan la democracia hondureña ensañada sobre las mujeres pobres, ellas, otras y Sonia Isabel Gáleas, Gerardina Santos Hernández, Norma Suyapa Herrera quienes están detenidas en la cárcel de Marcala, son acusadas de sedición, usurpación de tierras. Igual sucede con las compañeras del COPINH que han sido echadas a la fuerza de la recuperación en el municipio de Ceguaca, Santa Bárbara arrasando con su trabajo de meses, sus yucas, maíz, casas.

Quién necesita más datos para entender que esta democracia está en contra de cualquier legítimo deseo de vida buena para las mujeres, que no es sólo  llevar algunos corruptos tras esas cárceles llenas de campesinas,  que no basta con que  se nombren los millones y las casas de los millonarios hechas con la falta de salud de la gente. Importante, pero no basta ni siquiera con que un presidente dimita por la presión de un pueblo valiente y persistente como el chapín, porque ellos son capaces de simular cambios para que no cambie nada.

Esta democracia patriarcal es basura y no sirve para reciclarla, es veneno para la tierra, para la vida de las mujeres, para la salud de la cabeza y los cuerpos. Vemos como nos roba la alegría de amigas que se ahogan en la ira, la vida de hijos que no nacieron o son ahogados en los mares europeos, la tranquilidad de una mujer que sólo quiere sembrar maíz y flores para vivir. 

Podemos hacer mucho con dejarla caer, con no sostenerla, abandonar la complicidad con ellos,  serrucharla desde adentro, de fondo, con todos nuestros poderes, con relaciones libertarias, desobediencia creativa, justicia para cada una y con las otras, buenos modos entre nosotras, música, denuncia, palabras, comidas compartidas y gestos firmes. 

Podemos hacerlo. 

* Escritora feminista hondureña


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