viernes, 11 de septiembre de 2015
“Si contás ésto te vamos a matar”
Por Sandra Rodríguez
Jesús Antonio Chávez
“Mi conciencia y conducta de ética, honradez y compromiso con mis hermanos desaparecidos no me permitían callar lo que había ocurrido...”
Jesús Antonio Chávez, es un hombre de 64 años de edad, que con su boina y morral camina entre la población de Tegucigalpa, actualizando su memoria histórica y manteniendo vivos los recuerdos de sus compañeros y amigos detenidos desaparecidos en la década de 1980, porque esos datos no deben quedar en el olvido.
Chávez, como se le conoce entre el pueblo, es víctima de desaparición forzada temporal, y compartió con otras personas las torturas en el cautiverio. Hoy contó parte de su testimonio durante el plantón que realiza el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras, COFADEH, desde 1982 en la Plaza de Los Desaparecidos -junto al Congreso Nacional en Tegucigalpa- cada primer viernes de mes.
Ahí vi a los compañeros Eduardo Lanza Becerra, Roberto Fino, Reynaldo Díaz y Félix Martínez. Es donde ahora funciona el cuartel del Comando de Operaciones Especiales, COBRAS, de la Policía Nacional, y que también sirvió de cárcel clandestina durante el golpe de Estado del 28 de junio del 2009.
Al salir del cautiverio y tras ser amenazado para que se callara de lo que había vivido, “de inmediato les comuniqué a doña Gertrudis Lanza y don Roberto Becerra padres de Eduardo Lanza, y a la familia de Roberto Fino, donde estaban sus parientes. Me enteré que la familia de Eduardo fue a la cárcel clandestina de la 21 de Octubre, pero ya los habían sacado de ese lugar”.
A inicios de los ochentas, Chávez era coordinador de los patronatos comunales de la capital, y demandaba junto a otros pobladores la titulación de las tierras en barrios y colonias, por ese motivo lo llevaron preso a la Penitenciaría Central, PC, (centro de Tegucigalpa y destruida por el huracán Mitch -1998) “y ahí conocí a un preso de nombre José Adalberto Salazar Colier, yo estuve ahí 20 días”.
Un año después, el 16 de agosto de 1982 fui a liberar al periodista Santos Severo Gonzáles que estaba en la cárcel, ahí Salazar Colier me encomendó que le dijera al director de la PC, que unos tipos estaban pasando droga en unos termos de comida, pero yo le dije que “vos crees que soy delator, porque mejor no le decis vos”, a lo que me respondió “te vas arrepentir, te vas arrepentir”.
Ese día, cuando salía de la PC dos hombres me estaban esperando afuera de donde le decían “la mora” –un sector exclusivo de la PC-, me metieron en un bus pequeño y me llevaron a la cárcel clandestina, donde había más personas en condiciones inhumanas, privadas de libertad a diferencia de los responsables de esos hechos que gozan de total impunidad y a la vista pública como lo es Billy Fernando Joya, que más bien es asesor en materia de seguridad, y Alexander Hernández, capitán de la Policía, y los otros, algún día tienen que pagar todo lo que hicieron, relata defensor de derechos humanos.
Estuve ahí una semana, fui víctima de torturas como la capucha, me metían la cabeza en una bolsa con cal, la intención era asfixiarme, así mismo me golpeaban fuerte con cables y toques eléctricos en todas partes del cuerpo.
Recuerdo a Eduardo Lanza, un joven alto, delgado, blanco, el gritaba que le dieran de comer. Como yo estaban recién llegado, él tenía ya como dos semanas de estar en esa cárcel clandestina entonces le daba mi comida. Algunos estábamos en ropa interior, otros completamente desnudos, era una situación en la que uno solo pensaba en sobrevivir.
Las torturas eran con la finalidad de hacernos confesar lo que ellos querían saber, o lo que suponíamos que nosotros sabíamos. Nos decían guerrilleros, pero ninguno de los que estábamos en cautiverio lo éramos, pues éramos líderes sociales, maestros, estudiantes universitarios, con una actitud de hacer cosas buenas por nuestro país.
Nosotros solo luchábamos para tener posesión de nuestras tierras, por aumento salariales, incluso para que no se aumentara diez centavos de lempira, al transporte público, gritábamos “quince si, veinte no” y todo esto era delito para el Estado.
Juan Blas Salazar Meza, ex coronel de Policía, Ex- Director de la Dirección Nacional de Investigación
Deudas pendientes
En 1982, época de la que Chávez hace memoria, era el inicio de la supuesta era democrática en Honduras, se salía de una racha de golpes de Estado y gobiernos miliares, teniendo como intermedio una Asamblea Nacional Constituyente y asumiendo vía elecciones populares la Presidencia de la República, Roberto Suazo Córdova, del Partido Liberal, pero solo era “una cortina de humo” para continuar con los mismos atropellos a los derechos humanos e implementación de la Doctrina de Seguridad Nacional mandada por el gobierno de los Estados Unidos de América, en su supuesta lucha “anticomunista” en América Latina.
Ahí está Suazo Córdova -cometa Chávez- y no ha pagado sus delitos, incluso yo soy del departamento de La Paz -igual que el ex presidente- y cuando me desaparecieron temporalmente mi abuela fue a pedirle ayuda, y sabe que dijo él “seguramente lo tienen secuestrado porque es una gran comunista”.
Mientras tanto a Jesús Chávez sus torturadores lo humillaban y le preguntaban ¿Cuál es tu pseudónimo? ¿Quién es tu comandante? ¿Cuál es tu grupo guerrillero? Y a algunos no les daban de comer, por eso él compartía su comida con otros compañeros que tenían más tiempo detenidos.
Suazo Córdoba nos dejó una grave herida en el mero pecho “la base militar estadounidense de Palmerola, en Comayagua, muy cerca de La Paz, comentó.
Yo sabía que iba a encontrar una luz para salir de ahí -cautiverio-, y en eso recordé lo que me dijo en la PC Salazar Colier, y se lo conté a los policías que estaban con nosotros.
Así es que decidieron dejarme en libertad bajo la amenaza: “si contás esto te vamos a matar, pero mi conciencia no me permitió callar” aún con la amenaza de que me iban a asesinar.
Me parece que ellos -secuestradores- decidían a quien desaparecer y a quien liberar. Me dijeron que me dejaban libre porque conmigo se habían equivocado.
Salir con vida, más que sentir que volvía a nacer, más bien fue con sentimientos de mayor fuerza y disposición de lucha. Me aconsejaron que me debía ir del país porque corría peligro, pero nunca me fui aquí me quedé, y aquí continúo, tengo 64 años y no me doy por vencido, porque la memoria de mis compañeros detenidos desaparecidos lo vale. Esta ha sido mi vida desde los 22 años de edad.
Al ver sus rostros en las mantas y carteles, -durante el plantón del COFADEH- siento dolor, tristeza, terror y miedo, sueño con ellos y siento que me hablan, me dicen que “aquí estamos y seguimos adelante” –sus ojos se llenan de lágrimas, su voz se entrecorta y continúa- son cosas que se llevan en el imaginario colectivo.
Después de eso le confieso, hasta que muera voy a dejar de luchar. Soy el secretario honorario adjunto de la Central Unitaria de Trabajadores de Honduras, CUTH, y voy a seguir en pie de lucha, y hoy con mayor experiencia y mayor conciencia.
Con las nuevas desapariciones forzadas me hace confirmar que este es un Estado totalmente en guerra contra el pueblo de Honduras, que tiene militarizada la sociedad, que desde el Golpe de Estado siguen asesinando al pueblo a través de órganos como el Grupo Nacional de Defensa, la Fuerza de Seguridad Interinstitucional (FUSINA), la Policía Militar del Orden Publico (PMOP), y el mismo ejército.
Según información de la plataforma de DDHH más de 60 mil personas han sido asesinadas después del golpe de Estado, y continuamos sin investigación ni respuestas, tampoco se responsabiliza a los culpables del 95% de estos crímenes, agregó Chávez.
“No hay aplicación de justicia, no hay un Ministerio Público comprometido con la sociedad, es un Estado que se hace sordo a las peticiones del pueblo. Son los mismos violadores de la década de los 80, pero ahora con técnicas más abominables”.
En la década de los ochentas, para el sistema de represión en la instauración de la Doctrina de Seguridad Nacional ser un subversivo era sinónimo de guerrillero, comunista, rebelde; pero también era lo más bellos, lo más noble, era ser luchador por el pueblo, luchador por la igualdad, que no exista diferencia, y la lucha la continúanos con la juventud que debe conocer y empoderarse de la memoria histórica, para que los hechos no se repitan, y esa es tarea también para organizaciones como el COFADEH, que nace justo por estos lamentables hechos.
Hay muchos sobrevivientes de esa mal llamada “década perdida” a diferencia de Jesús Chávez era vivir entre el miedo, los ataques, la represión, al igual que ahora, pero denunciando, sin miedo, pero si con cuidado, porque si no callé en aquellos tiempos, no lo voy hacer ahora, pues la libertad de pensamientos es sin cadenas.
En cuanto a los violadores de derechos humanos, el sobreviviente de la desaparición forzada, considera que ellos se han blindado la conciencia, no les corre por el cuerpo lo que es conciencia de acusación, pero en algún momento los pueblos van a hacer justicia y el pueblo no olvida…
¿Quién fue el responsable de estos hechos en 1982?
Según documentación del COFADEH, Juan Blas Salazar Meza, ex coronel de Policía, Ex- Director de la Dirección Nacional de Investigación, cuerpo que lavaba las violaciones a los derechos humanos del Batallón de la Muerte 3-16, fue acusado por la desaparición de Eduardo Lanza, Fino, Martínez y Díaz, los últimos tres asesinados.
Estuvo implicado en múltiples violaciones a los derechos humanos durante los años ochentas y los noventas. Entre 1982 y 1984 se desempeñó como Director Nacional de la DNI, cargo del cual fue separado a raíz de la tortura seguida de muerte del joven universitario Omar Vásquez en febrero de 1984.
Entre los crímenes imputados a este oficial de policía figura la detención ilegal, torturas y desaparición temporal de Luis Manuel Figueroa Guillen en 1983. Por este caso enfrenta una acusación criminal en el Tribunal Primero de Letras de Francisco Morazán. Asimismo guarda prisión en el Primer Batallón de Infantería por los delitos de abuso de autoridad, detención ilegal y asesinato en su grado de tentativa en perjuicio de seis estudiantes universitarios.
El 19 de mayo del 2003 el Tribunal lo encontró culpable de la detención ilegal de dos de los seis estudiantes pero ignoró los demás delitos imputados.
También debe responder por la desaparición en 1982 de Adán Avilez Fúnez y Amado Espinoza Paz en un juicio criminal que se le sigue en el Juzgado Primero de Letras de Choluteca y en el Juzgado Primero de Letras de lo Criminal de Francisco Morazán se le abrió proceso criminal por la desaparición de Nelson Mackay Chavarría y Miguel Francisco Carías, en febrero de 1982.
También es acusado de la tortura y detención ilegal de 24 sindicalistas, dos defensores de los derechos humanos y torturas contra varios dirigentes sociales y los asesinatos de Roberto Fino, Félix Martínez y Reynaldo Díaz y la desaparición permanente de Eduardo Lanza.
Fue acusado por narcotráfico y privado de libertad, sobre la condena contra el coronel Salazar, la coordinadora del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), Bertha Oliva, comentó que ""todavía le falta responder por el "paquete' de los desaparecidos''. "Si la justicia, que ha comenzado a rectificar, no titubea, a Juan Blas Salazar le harán falta años de vida para pagar por tantas violaciones de los derechos humanos que ha cometido'', remarcó Oliva, según ACAN-EFE en 1995.
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