jueves, 17 de septiembre de 2015
EE.UU. y la militarización de América Latina
Por Eric Draitser *
Durante más de dos siglos, Estados Unidos ha visto a América Latina como su "patio trasero", una esfera de influencia geopolítica donde actúa como la potencia hegemónica indiscutible. La historia del Hemisferio Occidental, en términos generales, refleja esta realidad de como los EE.UU han influido, dominado y controlado el desarrollo político y económico de la mayoría de los países de América Central y del Sur, así como del Caribe.
Sin embargo, los últimos años han sido testigos de una creciente independencia y asertividad de muchas naciones de la región, debido en gran parte a la llegada de Hugo Chávez en Venezuela. De hecho, con Venezuela como ejemplo y Chávez como el iniciador del proceso de integración regional y seguridad colectiva, América Latina ha crecido cada vez más independiente de su vecino imperial del norte.
Y es precisamente esta independencia política, económica y cultural que ha movido a los EE.UU a buscar la forma de contrarrestarla de la manera más eficaz posible: militarmente. El uso de pretextos que van desde la "Guerra contra las Drogas" a la asistencia humanitaria, y la "Guerra Contra el Terrorismo", los EE.UU buscan recuperar su punto de apoyo militar en la región y de este modo mantener y ampliar su hegemonía.
La invasión silenciosa
El despliegue de fuerzas militares estadounidenses en todo Centro y Sur América trae a la mente los días oscuros del imperialismo estadounidense en la región, cuando Washington instalaba regímenes clientelares y dictaduras fascistas con el propósito de controlar el desarrollo político y económico de las naciones que de otro modo habrían seguido el camino del socialismo y de la independencia. Y es el recuerdo de aquellos años que uno evoca de inmediato cuando se examina críticamente lo que los EE.UU están haciendo militarmente.
En América Central, las fuerzas militares han penetrado en países clave con el pretexto de las operaciones de lucha contra los estupefacientes. En Honduras, por ejemplo, los EE.UU han jugado un papel clave en el apoyo, asesoramiento y dirección de las fuerzas armadas del gobierno de derecha que se hizo con el control del país tras el golpe de Estado de 2009, apoyado por la entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton y el gobierno de Obama. Como el Congreso Norteamericano sobre Latinoamérica (NACLA) informó:
El constante aumento de la asistencia de Estados Unidos a [Honduras] sus fuerzas armadas [es] un indicador del apoyo tácito de Estados Unidos. Pero el papel de Estados Unidos en la militarización de las fuerzas nacionales de policía ha sido directo también, así ... La [DEA] y el Equipo Asesor de Soporte en el Extranjero (FAST)... llegaron a Honduras para entrenar a una unidad y ayudar en el plan de antinarcóticos de la policía local y ejecutar operaciones de interdicción de drogas ... estas operaciones fueron casi indistinguibles de las misiones militares ... Según el New York Times, cinco "escuadrones tipo comando" de equipos de FAST se han desplegado en toda América Central para capacitar y apoyar a las unidades antinarcóticos locales ... En julio de 2013, el gobierno hondureño creó una nueva unidad policial "élite", llamado Tropa de Inteligencia y Grupo Especial de Seguridad o (TIGRES). Esta unidad, que los grupos de derechos humanos sostienen es de naturaleza militar, se ha desplegado en conjunto con la nueva fuerza de la policía militar y ha recibido entrenamiento en tácticas de combate militares de los EEUU y de unidades de las fuerzas especiales colombianas.
El despliegue de este tipo de combinación de militares, paramilitares, y policía militarizada es indicativo de la estrategia de Estados Unidos para la re-militarización de la región. En lugar de la ocupación militar, simplemente manifiesta, Washington "provee asistencia" en forma de ayuda militar. Esto se demuestra además por el reciente anuncio de un contingente de marines estadounidenses desplegados en Honduras, aparentemente para ayudar durante la temporada de huracanes.
Estos despliegues mantienen la iniciativa de Estados Unidos de penetrar aún más estos países militarmente con pequeños contingentes de tropas y fuerzas especiales. En 2013 se informó que en Colombia, el ex comandante de los EE.UU del Comando de Operaciones Especiales, William McRaven, "tomó la decisión de desplegar [Fuerzas de Operaciones Especiales] a distintos países sin consultar a los embajadores en dichos países o incluso al Comando Sur (SOUTHCOM)...McRaven incluso trató de llegar a un acuerdo con Colombia para establecer un centro de operaciones especiales de coordinación regional, sin consultar al SOUTHCOM o a la embajada. "De hecho, en el despliegue de tropas de las Fuerzas Especiales, McRaven infló a más de 65.000, con muchos extendidos por toda América Latina.
Colombia ha sido un elemento central en la estrategia militar de Estados Unidos. Tal vez el programa regional más conocido de Estados Unidos es el Plan Colombia, puesto en marcha por el gobierno de Clinton y ampliado bajo George W. Bush. Como ‘Foreign Affairs’ lo documentó en el 2002, "La administración Clinton cambió su énfasis de un programa antidrogas integral... por una política que se centró en la prestación de asistencia militar y helicópteros"
Sin lugar a dudas, el Plan Colombia se trató siempre de la militarización y la protección de intereses económicos. De hecho, el total de las fuerzas armadas, la policía y la ayuda económica a Colombia para el período 2010-2015, los EE.UU han dado casi US $ 3 billones a Colombia en forma de "ayuda" para luchar contra la llamada "guerra contra las drogas".
Bajo Obama, el ejército estadounidense ha expandido los programas de las administraciones de Clinton / Bush, especialmente la Iniciativa Mérida (lanzada en 2008 por Bush) y la Iniciativa de Seguridad Regional Centroamericana (CARSI) creada por Obama en 2011. Según el Instituto Igarapé, CARSI y Mérida solamente, recibieron más de US $ 2,5 billones (2008 a 2013). Es un secreto a voces que la financiación masiva se ha canalizado principalmente a través de programas militares y paramilitares. Aunque los EE.UU promocionan estos programas como exitosos, su expansión ha coincidido con un aumento de la militarización en todos los países donde se han proporcionado fondos estadounidenses.
En El Salvador, el gobierno de Funes ha consolidado el control militar con la aplicación de la ley en los intereses de sus patrocinadores estadounidenses. Estos cambios se llevaron a cabo simultáneamente con la aplicación de CARSI, y deben verse como una consecuencia de la militarización estadounidense. En Guatemala, el gobierno de Otto Pérez Molina, un ex líder militar con un registro de atrocidades y genocidio, hasta que fue presidente, militarizó aún más el país.
Del mismo modo, Honduras se ha convertido en un punto de apoyo principal al ejército de Estados Unidos en Centroamérica. La Coordinadora del Frente de Resistencia Popular Nacional (FNRP) y Partido de Refundación (LibRe), Lucy Pagoada, explica en una entrevista del 2015 que "[Honduras] se ha convertido en una gran base militar, entrenada y financiada por los EE.UU. Incluso tienen fuerzas de la Escuela de las Américas allí... Ha habido altos niveles de violencia y tortura desde el golpe de Estado del 2009".
Por supuesto, estos ejemplos simplemente raspan la superficie del compromiso militar de los EEUU. Aparte de su asociación de larga data con Colombia, el Ejército de Estados Unidos ha afianzado aún más su posición al establecer cooperación entre la OTAN y Colombia. Naturalmente, este tipo de anuncios han sido recibidos con consternación por líderes independientes, como Daniel Ortega de Nicaragua, quien describió el acuerdo OTAN-Colombia, como un "cuchillo en la espalda a los pueblos de América Latina".
La Agenda de EE.UU.
En última instancia, la militarización estadounidense en América Latina es un intento de comprobar militarmente el nivel de cooperación y la independencia regional. El desarrollo del ALBA, Unasur, Petrocaribe y otras instituciones multilaterales no controladas por los EE.UU ha alarmado a muchos en Washington que ven como su antiguo "patio trasero" se desliza fuera de su alcance. Motivo por el cual los EE.UU se han movido para bloquear la situación mediante la fuerza militar.
El componente regional también es fundamental para la agenda de la militarización estadounidense. Washington quiere bloquear cualquier tipo de integración, mientras comprueba la creciente influencia de China y otros actores no Occidentales que están penetrando cada vez más en la región a través de inversiones. En esencia, los EE.UU están haciendo en las Américas lo mismo que están haciendo en África, el Medio Oriente y las regiones de Asia y el Pacífico: utilizar sus fuerzas armadas para bloquear el desarrollo independiente.
Tal vez esta es una parte inevitable del imperialismo. Tal vez es indicativo de la menguante influencia de un Imperio y su desesperado intento de recuperar las esferas perdidas de influencia. Como sea que uno interprete sus motivos, los EE.UU están consolidando inequívocamente su poder militar en América Latina. Ya sea que esto permite al Imperio reafirmar su control o es simplemente un intento condenado al fracaso de restablecer su hegemonía, sólo el tiempo lo dirá.
* Eric Draitser es un analista geopolítico independiente con sede en la ciudad de Nueva York. Es editor de StopImperialism.org y anfitrión de CounterPunch Radio.
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