lunes, 14 de septiembre de 2015
La tragedia sigue
Aunque es un tema que ha dejado de ser importante entre los medios de comunicación, a menos que se presente una tragedia que supere las ya acaecidas, el fenómeno de la migración ahora es visto con mucha normalidad, tan normal que ya no reparamos en reflexionar y estudiar sus factores y sus consecuencias.
Pasó con la migración de la niñez, un asunto aún no resuelto. Los niños y las niñas acompañados y no acompañadas siguen. En la ruta se puede constatar la presencia de menores pero ha dejado de ser un tema de suma importancia para el gobierno e incluso para los medios corporativos.
Igual que los más de 100 mil hondureños y hondureñas que se van del país cada año en busca de mejores oportunidades. El gobierno y sus autoridades señalan que la población se está yendo del país en busca de sus familiares que ya antes habían emigrado, sobre todo a Estados Unidos.
Pero en esta semana del migrante, la Iglesia Católica nos dice, a través de la Pastoral de Movilidad Humana que la reunificación familiar no es el principal motivo de la emigración, y señala que la inseguridad alimentaria, el despojo de tierras por terratenientes, narcotraficantes o para la ejecución de mega proyectos de minería, hidroeléctricas o Zonas de Empleo y Desarrollo Económico, Zede, la falta de oportunidades de empleo digno, amenazas y extorsiones de parte del crimen organizado, maras y pandillas son los principales factores que determinan la emigración de la población.
Sin duda que estos factores determinan que en Honduras existe una frágil institucionalidad democrática que ha estado y sigue estando secuestrada por los dueños del poder político y económico. Está claro que las niñas y los niños representan el 48% de la población hondureña, por tanto, son la base de cualquier transformación del país, pero lamentablemente eso no pesa suficiente para que el Estado los atienda como seres humanos que son.
Lamentablemente, una gran mayoría de la niñez hondureña crece en pobreza, sus familias no tienen acceso a derechos básicos, se les excluye de oportunidades para desarrollar su pleno potencial y viven en comunidades afectadas de manera creciente por la violencia e inseguridad. Sus padres y madres deben emigrar para buscar darles oportunidades de vida que la nación que los vio nacer les niega.
Lamentamos y condenamos las respuestas que está dando el Estado. Está tratando a la migración como un asunto de seguridad cuando debe ser tratado como un asunto de humanidad. Como sociedad estamos obligados a demandar la generación de condiciones y oportunidades para una vida digna y exenta de toda forma de violencia. Las soluciones no se pueden centrar únicamente en la necesidad de desestimular la migración ya que estas medidas no tienen ningún efecto si precisamente no se atienden las causas.
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