viernes, 25 de septiembre de 2015

La tragedia perpetua de un país sin justicia



Dos meses estuvo alimentándose de odio guardando un cuchillo para que llegara el día en que el abogado defensor de la familia Gutiérrez, implicada en fraude al Estado, pagara. Así, hace un par de días la vida del abogado Eduardo Montes terminó en manos de un poeta de 28 años.

Eduardo Montes era el abogado defensor de la familia de Lena Gutiérrez, vice presidenta del Congreso Nacional, acusada por delitos contra la salud, falsificación de documentos públicos y fraude en medio de una crisis sanitaria.

Montes fue herido de muerte con un puñal dentro de un elevador en el edificio Metrópolis en Tegucigalpa donde laboraba. Rigoberto Paredes Velez, hijo de la periodista Anarella Velez y del ya fallecido poeta Rigoberto Paredes es el presunto asesino. 

“En este país no hay justicia para esa gente, y a todos nos jodieron… Esa gente está haciendo mierda este país, están haciendo mierda la vida de la gente. Tengo amigos que perdieron a su familia, tengo una amiga que perdió a su tío en el Seguro, tenía cáncer y no lo atendieron, nada. Otra amiga que la mamá se le está muriendo y no tienen ni dinero para cuidarla, aquí nadie tiene nada. Esa gente hizo mierda este país”, dijo al parecer Rigoberto  en un interrogatorio que de manera irregular hizo la policía, según denuncias de organizaciones de derechos humanos.

Esta tragedia abre varios debates en Honduras, uno de los países más peligrosos del mundo con una tasa de 66 homicidios por cada 100 mil habitantes y un 97% de impunidad. Uno que tiene que ver con la forma de impartición de justicia y la ausencia de Estado, y otro que tiene que ver con la protección a quienes tienen el deber de impartir justicia.  

Marlon Carranza, antropólogo que estudia el fenómeno de la violencia en Honduras, cree que la situación de violencia se ha agudizado en los últimos años en este país centroamericano por la frustración generalizada de la sociedad al no encontrar justicia. 

“Ese esquema del Estado de abandonar su función de administración de justicia está vinculado con lo que está pasando en Honduras en relación a la alta tasa de homicidios. Hasta el día de hoy no se sabe por qué en este país hay tantos muertos, el discurso oficial dice que es el crimen organizado, pero aquí tiene que ver con ese sentimiento de la población de que no hay otra alternativa, que si alguien es víctima de algún hecho delictivo la única alternativa es que tú mismo agarres la justicia por tu cuenta o pagues a alguien para eso”, explica.  

La historia hondureña está manchada de sangre derramada de muchas formas. La corrupción también arrebata vidas y es por eso que miles de personas han salido a las calles para exigir castigo a los corruptos, especialmente en estos últimos meses tras el desfalco del Instituto Hondureño de Seguridad Social y el proceso legal contra la familia Gutiérrez que es acusada de haber adulterado medicinas que el Estado compró para abastecer sus hospitales. 

Por la aplicación de óvulos hechos de harina 11 mujeres murieron, los responsables siguen sin obtener castigo. La familia Gutiérrez pagó 90 millones de lempiras de fianza para defenderse en libertad, y Lena Gutiérrez sigue siendo vicepresidenta del Congreso Nacional. 

“La frustración es uno de los sentimientos más fuertes, la frustración por la falta de justicia porque la justicia es una necesidad humana y si el ser humano no tiene justicia va a buscarla, si el Estado no canaliza de forma institucional los mecanismos para que esa necesidad se concretice entonces la situación empeorará”, concluyó Carranza. 

Rigoberto Paredes Vélez es un joven artista, destacado por su talento en la ilustración gráfica. Hijo de dos profesionales reconocidos en el país, el poeta Rigoberto Paredes y la periodista y defensora de derechos humanos Anarella Velez. Rigoberto era un hombre pacífico y hasta muy cariñoso según lo describe su madre quien al principio se negaba a creer que su hijo habría quitado la vida de esa persona. 

“Mi hijo coincidió con esa situación porque él trabajaba en este edificio. Lo detienen por coincidir en ese elevador, él nunca tuvo un acercamiento con ese abogado. Mi hijo es una persona sana, todo mundo puede dar fe que mi hijo es un creador, un artista, un diseñador. Una persona inteligente y sensible”, gritaba esta madre frente a los medios de comunicación que buscaban la escena más grotesca para vender la noticia.

El abogado asesinado por su parte ha sido descrito como un profesional del derecho que antes de ejercer de forma privada se dedicaba a la defensa de los derechos humanos. Cuando se retiró del sistema judicial, se dedicó a llevar casos en defensa de personajes como Rigoberto Cuellar, fiscal adjunto acusado de recibir sobornos para privilegiar una empresa suplidora de medicamentos. O como el caso Astropharma con la familia Gutiérrez detrás.

Mario Díaz, presidente de la Asociación de Jueces por la Democracia expresó que “estamos consternados, tristes, conmocionados por este hecho, y esperamos que se mejoren los mecanismos de seguridad para que esto no se repita. Él recientemente se había retirado del Poder Judicial, el caso más conocido que llevaba era el de Lena Gutiérrez y llevó el caso de Rigoberto Cuellar, pero no sé cuáles son las motivaciones de este crimen. Espero que las autoridades actúen. En el tema de seguridad de jueces, juezas y abogados se deben tomar medidas para que esto no se repita ya que esto conmociona la vida nacional”.

Díaz se refiere a la Ley de Protección de Defensores, defensoras y miembros del Poder Judicial recientemente aprobada pero sin avanzar en mecanismos reales de protección que eviten tragedias como esta.

Por otra parte, se abre el debate con respecto al caso Astropharma, ya que la viuda del abogado Montes dijo a medios de comunicación que la familia Gutiérrez era inocente.

“Yo soy jueza y yo vi el expediente porque Eduardo lo tenía y espero que el  juez natural dicte sobreseimiento definitivo porque allí no hay culpabilidad”, dijo llorando Julissa Aguilar ante los medios momento seguido del asesinato de su esposo. 

Rigoberto asegura en  su confesión que Montes “mandaba a asesinar a los testigos de sus casos y lo hizo con el caso de los Gutiérrez”. 

El país del dolor

“Así que parece que estamos en medio de una tragedia griega. Fraccionada, divida, enterrando a un hermano y acompañando al otro, al que queda. No hay espacios para los juicios todavía. Solo un esperar, solo un dolor inmenso que me parte por la mitad y al que no hallo donde colocar. Quisiera que fuera un pájaro para colgarlo de un alero, dejarlo libre o pasear con él. Quisiera poder distanciarme de mi dolor. Y tal vez este sea el caso de toda Honduras, partidos, fraccionados, sin hallar donde poner la injusticia, la impunidad, todo el dolor que venimos arrastrando desde hace un rato. De todos lados”, así describe la feminista Jessica Sánchez, este momento que se vive en el país, donde sucedió este asesinato. 

Artistas colegas de Rigoberto reaccionaron en redes sociales sobre lo que sucedió. 

“Estoy cansada de recibir estas noticias. Cansada de pensar, desde el 2009 que la situación va a mejorar, cuando en realidad, empeora. Cansada de sostener la utopía entre mis manos como agua que se diluye cada vez más, entre mis dedos. Lo único que sé es que el amor nos sostiene, siempre. Aún en los momentos más dolorosos. Es el amor de una madre y de las que la queremos la que sostiene a un hijo enfrentado a una justicia en un país, donde sabemos que esta no funciona. Es el amor lo que sostendrá a una familia que ha perdido de forma tan brutal, a un hijo, a un hermano, a un padre. Lo que esperamos, sostendrá a sus seres queridos durante los años por venir. Eduardo y Rigo no eran tan diferentes, aunque actualmente en apariencia si lo fuesen. A la edad de Rigo, Eduardo estaba haciendo exactamente lo mismo: creando, luchando por la justicia y los derechos humanos, militando en una resistencia cualquiera que sea su nombre. Eso en nombre de estas Honduras, causante de nuestros desvelos, causante de este amor rabioso y profundo que no nos deja irnos”, escribió Sánchez.

Hace 4 meses la indignación del pueblo hondureño por la corrupción, la violencia y la impunidad rebasó la crisis en un país que claramente ha puesto precio a la vida de la gente. Lo vemos cuando se trafica con medicinas y cuando una persona paga porque le “hagan justicia”.

“Estamos viviendo épocas de mayor crisis de violencia e inseguridad, los datos lo reflejan. La inseguridad pública, social, estabilidad laboral, problemas de salud dado la crisis económica y la violencia estructural que vivimos, vivimos una crisis permanente por ser un país pobre y dependiente. Además hay una fábrica del miedo porque es el Estado el que debería controlar esto y no lo hace, para eso hay leyes que deben regular la criminalidad e instituciones, el ejército, la policía hay una intencionalidad política porque la violencia genera miedo, esto produce más violencia”, explica el psicólogo Faustino Martínez quien además asegura que podríamos estar cercanos a ser una sociedad necrófila, que va creyendo que solo con la muerte se solucionan los problemas.  

“En Honduras desde siempre no se le ha dado el valor que la vida merece. En esto el Estado es responsable, no ha valorado la vida de las personas, a mi modo de ver, tiene que ver con que la administración de justicia nunca ha estado en manos del Estado. En momentos de necesidad de justicia las personas no andan valorando moralmente sus decisiones. Entonces ¿que tienen a la mano? Lo que se ofrece en la calle, redes de justicia alternativa que básicamente es que pagas a alguien para mandar a asesinar”, explica Marlon Carranza. 

Así se vive y se muere en Honduras, un país desigual, injusto, violento e impune. 

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