viernes, 11 de septiembre de 2015

Cuando las barbas de tu vecino veas cortar…



Para todo buen ciudadano lo que está pasando en el país vecino de Guatemala no le deja indiferente. Es más se diría que, aparte de la identificación, admiración y empatía hay una “sana envidia ciudadana” porque quisiéramos ver en nuestro país lo que está sucediendo allá. Es primera vez que un presidente en funciones es despojado de su inmunidad para ser enjuiciado. O matizando un poco más que se hace con la clase política conservadora que mantiene a toda costa su poder y privilegios.

Recientemente con ocasión de la elección de la Junta Nominadora para elegir a la Corte Suprema de Justicia la prensa nacional sin ningún tapujo decía cómo tradicionalmente el bipartidismo se repartía los cargos entre azules y colorados. Al día de hoy las cosas han cambiado debido a la aparición de los nuevos partidos emergentes y la evolución reciente de la coyuntura guatemalteca que obviamente pone nerviosos a todos los presidentes, partidos políticos y funcionario públicos. Lo regional y lo nacional han cambiado, así como, sobre todo, el nacimiento de un nuevo movimiento social.

La corrupción es como un pulpo con muchos tentáculos, abarca muchos campos, tiene muchas modalidades y genera, como contrapunto, el despertar ciudadano y de indignación: “a quiénes consideren que la Oposición Indignada se disipará por cansancio y pérdida de participación ciudadana, están muy equivocados. La Oposición Indignada continuará su fortalecimiento y expansión porque ya está definitivamente instalada en la mente y en la conciencia colectiva, constituida en sujeto político-social”. Así se expresaba uno de nuestros diarios.

Hugo Noé Pino, lúcido como siempre, recordaba que estos hechos son “una muestra de lo que puede hacer un pueblo indignado por la corrupción y que dice, ¡basta ya!, a un sistema político corrupto y excluyente”. Es más afirma que “igual emoción se siente al ver desfilar en Honduras la marcha de las antorchas promovidas por el grupo de jóvenes indignados e iguales son las razones de sustentar su actuar. El pueblo hondureño está cansado de la corrupción que mata, de un sistema político de élites, y de la utilización del presupuesto nacional para el enriquecimiento de pocos en el sector gobierno, pero también en el sector privado. El mantener este sistema es la principal razón por la que se oponen a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Honduras”.

Lo que se ha vivido en la historia político-social del país, de la región y del hemisferio, es la instalación de una vida y clase política depredadora, totalitaria y perversa. Se ha ido apoderando poco a poco de la sociedad, se ha incrustado en todos sus poros, controlando todo el tejido social. Ha impuesto sus criterios de corrupción, desigualdad e injusticia. El resultado de ello ha sido una relación perversa donde lo político ha crecido y se ha desarrollado a costa de la sociedad y la ciudadanía. Lo que está ocurriendo es el proceso inverso, crece y se desarrolla lo social y lo ciudadano poniendo en su lugar a la política y los políticos. Por eso era impresionante ver como a las afueras del Congreso guatemalteco hicieron una valla humana para que los diputados pudieran entrar, destituir al presidente, despojarlo de su inmunidad y se iniciara el juicio correspondiente.
Lo que está derrotando a nuestra política corrupta es el despertar de una ciudadanía que controla, pone en su lugar y somete unos poderes que hasta hoy han servido a una minoría imponiéndose a toda la sociedad. La máxima neoliberal ha consistido en decir un “Estado mínimo y una economía de mercado sin trabas”. Lo que necesitamos es “una política de mínimos y una ciudadanía de máximos”. Es el camino iniciado para poder derrotar a ese monstruo que se ha apoderado de la vida social y ciudadana de nuestros países. Y como una amenaza para nuestros políticos y gobiernos sigue siendo válido el sentir popular: “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, echa las tuyas a remojar”.

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