miércoles, 16 de septiembre de 2015

Clarín, el medio que pretende justificar el fin


Por Walter C. Medina

“Miente, miente, miente que algo quedará. 
Cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”. 
Joseph Goebbels

Es posible que la sociedad considere que los medios de comunicación están a favor de la democracia, ya que una de sus funciones consiste en destapar los escándalos políticos y financieros que impactan en la opinión pública. Sin embargo hay que considerar la existencia de medios con menor fervor democrático o -para decirlo de otra manera- con una férrea voluntad en pos de desestabilizar y/o deslegitimar gobiernos que no estén a su servicio, aunque éstos hayan sido elegidos por voluntad popular. Uno de los referentes de la comunicación que durante toda su larga trayectoria ha tergiversando la realidad a antojo, es el diario Clarín.
La táctica de desinformación que sistemáticamente practica el autodenominado Gran Diario Argentino figura en los más básicos y elementales manuales de dominio psicológico y de manipulación mediática que cualquier ciudadano común y corriente puede consultar en una biblioteca. No hace falta ser un profesor de sociología de una destacada universidad para darse cuenta del trasfondo de cada una de las noticias que Clarín publica como verdades absolutas, aunque basadas en ningún hecho concreto y sin pruebas que puedan aportarle a estas fantasías la mínima credibilidad. Pero a nadie que conozca la historia de este medio sorprenderá la maniobra persistente que el diario amigo de los golpes ensaya en cada una de sus ediciones. A nadie que no sepa qué es Clarín y cómo funciona, podrá sorprenderle que este medio explote elementos tan insostenibles como estrategia, con el fin de intervenir en el esquema político, posicionando de esta manera a su candidato neoliberal, Mauricio Macri.
El bombardeo de noticias que vinculan al actual gobierno argentino con toda clase de crímenes, es constante. La polarización de la opinión pública está en su punto más álgido desde que comenzó la disputa entre Héctor Horacio Magnetto, director ejecutivo del Grupo Clarín, y el actual proceso de gobierno que se inició en 2003 con la ascensión del ex presidente Néstor Kirchner, y que continuará hasta el 10 de diciembre (mal que a Clarín le pese) con la actual presidencia de Cristina Fernández. (Para conocer los detonantes de esta enemistad buscar en Google: Papel Prensa, Ley de Medios y Clarín y la Dictadura Militar). 
“Que haya crispación siempre ayuda”, sostienen los entendidos en maniobras de manipulación mediática. Además de la militancia opositora -con sus convicciones, su lógica y principios- hay quienes expresan su rechazo a este gobierno argumentándola y fundamentándola en todas y cada una de las denuncias que este diario ha ido publicando en contra del gobierno; es decir, repitiendo titulares, reproduciendo la verdad que Clarín instala, aunque a los pocos días las mismas se desvanezcan con la aparición de contundentes pruebas que certifiquen la falsedad de dichas denuncias. “El Ministro de Economía Axel Kiciloff tiene en YPF un sueldo de 400 mil pesos” “El Jefe de gabinete, Aníbal Fernández está vinculado a los crímenes del narcotráfico”. Pero a pesar de que hasta el momento las pruebas que Clarín presenta para demostrar semejantes acusaciones no conducen más que a laberintos inextricables, la maquinaria creativa de este periódico continúa en su abnegado esfuerzo; no por demostrar la veracidad de sus denuncias, sino por sumar nuevas y falsas acusaciones.
A la propaganda antigobierno que impulsa Clarín se le suman los programas de interés general pertenecientes a canales de su misma corporación, como por ejemplo “Almorzando con Mirta Legrand”, que lleva más de cuarenta años en el aire y que ha pasado por gobiernos dictatoriales y democráticos ininterrumpidamente. Mirta almuerza en vivo y en directo por la pantalla de Canal 13 junto a distintas personalidades con las que comparte mesa. Políticos, deportistas y estrellas del cine y de la televisión, se han sentado a su mesa a lo largo de cuatro décadas. “Mirta ha hecho su programa desde que la televisión no era ni siquiera en blanco y negro”, dijo alguna vez un colaborador de su propio equipo. El hecho es que Mirta tiene miedo y ha comparado a este gobierno con una dictadura (aún a pesar de tener ventajas a la hora de advertir las diferencias, ya que pocos han estado tan cerca de auténticos dictadores, como lo ha hecho la conductora de este show televisivo). Mirta asegura que en la Argentina actual, “opinar en contra del gobierno puede ser peligroso”; incluso cuando esa opinión represente una nimiedad como por ejemplo comparar a la presidenta -en vivo y en directo- con el mismísimo Hitler. “La gente tiene miedo de expresarse, es una dictadura”, repiten los lectores de Clarín, mientras desde sus respectivas redes sociales y en los propios espacios que sede Clarin a sus lectores, le hacen llegar a la presidenta todas sus opiniones y deseos, entre los que “Ojalá te mueras, Cristina”, es uno de los más frecuentes.
Al programa de Mirta se le suma el que cada domingo por la noche presenta el periodista Jorge Lanata bajo el título de “Periodismo Para Todos”, espacio en el que, con lengua viperina y soez, Lanata ridiculiza y descalifica a la presidenta y a los miembros de su gobierno, acusándolos de toda clase de delitos; aunque aclarando que “en esta dictadura, no hay libertad de expresión”.
No es solo este gobierno contra lo que Clarín está atentando con el simple fin de colocar a Mauricio Macri -el amigo de Donald Trump y mesías del neoliberalismo- en la presidencia de la Nación. Es también contra la democracia. Este juego sucio no afecta al Frente Para la Victoria, sino a los argentinos y a su derecho a decidir, contaminado por una realidad que Clarín construye cada día en pos de propiciar la duda, el miedo y finalmente el odio.
“Son corruptos, hicieron fraude”, gritó una multitud de gente en Tucumán durante las pasadas elecciones que definieron a los tres candidatos para las generales que tendrán lugar en el mes de octubre: Daniel Scioli, (Frente Para la Victoria), Mauricio Macri (Cambiemos), y Sergio Massa (Frente Renovador). Clarín y Mauricio Macri ya habían pronosticado fraude cuando vieron reflejada su desventaja en las encuestas. La elección en la provincia de Tucumán se vio afectada por hechos vergonzosos como la quema de urnas y los serios incidentes que se produjeron entre manifestantes y la policía. “Son corruptos, hicieron fraude”, repetían los tucumanos, que ya habían sido advertidos con antelación sobre la posibilidad de un fraude electoral, sin detenerse a meditar en que los únicos detenidos por la quema de urnas pertenecían al partido al que representa el propio Mauricio Macri. Sin reflexionar en los pormenores de la profecía de fraude que Clarín y Macri ya habían instalado con antelación, por si acaso les tocara la derrota. 
El canal TN (Todo Noticias), perteneciente al Grupo Clarín, pone todo su potencial creativo para que sus periodistas transmitan un contenido sobrecargado de noticias negativas, en las que siempre se alerta al televidente acerca de las nefastas consecuencias de tal o cual medida impulsada por el gobierno de Cristina Fernández, sea esta medida de la naturaleza que fuera. Apocalípticas visiones que infringen temor al espectador menos avispado, acusaciones que no se sostienen, mentiras reiteradas con las que pretenden movilizar a la ciudadanía en favor de sus intereses. El repaso de algunas de estas falsedades –que se presentan como verdades contundentes y que recaen sobre el Poder Ejecutivo– es imprescindible para comprender la magnitud de la pelea que este diario “independiente” le está dando al gobierno de Cristina Fernández y a la mismísima democracia. La lista de falsas denuncias ha inspirado al periodista Víctor Hugo Morales, quien ha recogido solo algunas para su libro “Mentime que me gusta”. Aunque la prueba irrefutable de estas falsedades está en el propio archivo de Clarín. (ver: Las mentiras de Clarín). 
Una porción de la sociedad argentina considera que no estar del lado de Clarín, significa estar del lado del kirchnerismo. Decir que Clarín miente es como decir que uno simpatiza con el gobierno de Cristina Fernández, cuando en realidad con lo que uno simpatiza es con esta democracia que durante los últimos treinta años nos ha dado, entre otras libertades, la de defenestrar a la presidenta y la de poder decir que Clarín miente para influir en la conducta de los votantes y así imponer a su candidato; ese empresario convencido de que las variables de ajuste son los trabajadores, que el recorte debe comenzar por los sueldos, que el FMI es un amigo y que la soberanía económica no es viable, entre otras cosas.
Los medios siempre han colaborado eficazmente con el poder político. De hecho la opinión pública descansa hoy sobre los medios, ya que son ellos los que forjan, los que forman los valores y los posicionamientos de los ciudadanos a través de la insistencia informativa, porque en nuestra sociedad la repetición acaba siendo sinónimo de demostración. Lo que ignoran algunos medios es que la opinión pública ya no es tan vulnerable, sino que, por el contrario, ha comenzado a decodificar el mensaje.
No se trata de defender a este gobierno ni a ningún otro, sino a la democracia; un sistema por el que miles de argentinos dieron la vida y en el que hoy Clarín se caga con cada una de sus falsedades con las que pretende justificar el fin de un proceso de inclusión social, para instaurar ese otro que –como ya ha quedado demostrado- genera riqueza solo a unos pocos.
Sin embargo –y a pesar del enorme esfuerzo en pos de que sea su candidato quien presida el país a partir de diciembre-, será el voto popular el que decidirá el futuro argentino. Y quizás sea esto lo que más preocupa a los directivos de este Gran Diario Argentino, en cuyo archivo se desvela su razón de ser.

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