viernes, 18 de septiembre de 2015

La Patria de los neoliberales



Veinticinco años atrás, los políticos y economistas neoliberales nos dijeron que había que sacrificarnos y apretarnos la faja para esperar un futuro promisorio, al tiempo que había que sudar la camiseta por Honduras, poniendo toda la confianza en los inversionistas privados y reduciendo los gastos del Estado hasta que la copa rebalsara. Entonces toda la sociedad, especialmente los pobres que se habían sacrificado por el bien del país, tendrían su recompensa.

Algo extraño ha ocurrido con la copa y el rebalse prometido. La copa rebalsó, pero de angustias e inseguridades para quienes se sacrificaron. Los contrastes no pueden ser más insultantes. Unas pocas familias con ingresos incalculables y con el control del Estado a su favor en contraposición a millones de compatriotas sin siquiera con ingresos para comer y atrapados en el miedo.

El modelo neoliberal no solo ha logrado las desigualdades insultantes en la sociedad hondureña, sino que las ganancias y riquezas de los más ricos están asociadas al uso del Estado como negocio. Es decir, la corrupción es un factor decisivo vinculado con el éxito y la honorabilidad de la élite neoliberal hondureña. Los presidentes, diputados, magistrados, jueces y fiscales han estado al servicio fiel de esta reducida élite que se siente propietaria del país y de todo lo que en él existe y habita.

El poder de los neoliberales ha logrado establecerse en el control de todo el sistema de justicia. La justicia hondureña se mide de acuerdo a la altura de la élite neoliberal, y esto es lo que se llama sistema de impunidad. Cuando hablamos de violencia, delincuencia e inseguridad, no tenemos que andar mirando en primer lugar hacia los pandilleros y narcotraficantes. Hay que ver primero a esta élite neoliberal que en septiembre arde de amor por la patria, y en cuyo seno reside la raíz principal de la violencia, corrupción e impunidad. En ellos reside la matriz que origina todas las violencias.

La existencia de esta élite, como expresión de la ley de los fuertes, es lo que explica saqueos como el del Seguro Social, y explica por qué el Estado tenga un presidente como el ciudadano Juan Orlando Hernández, que siendo protector de la mafia neoliberal corrupta e impune, acaba gozando de la protección y el aval de la llamada comunidad internacional. Esta élite neoliberal tiene tanta riqueza que entre sus miembros se cuentan a algunos de los más ricos de Centroamérica y esa acumulación y concentración de riquezas es lo que provoca que decenas de miles de jóvenes estén en el desempleo y se vean obligados a emigrar y a enrolarse en pandillas y en la delincuencia.

En estos días de diálogos y fervores patrios, los neoliberales están más bonachones que nunca. Ante la falta de lluvias, llaman a que se adopten familias afectadas por las sequías. Pero eso sí, la culpa de tanta violencia e inseguridad se la echan a la juventud descarriada y a sus padres y madres por no haber enseñado a sus hijos el camino de Dios y de la disciplina. Mientras la gente está padeciendo las consecuencias de la copa que nunca se llena, los neoliberales piden préstamos a los organismos internacionales para tener más programas de asistencia, y para tener más ejércitos que protejan al país de tanta gente que protesta y se opone al diálogo.

Es inevitable: los neoliberales son tan expertos en hacer tan bien el mal que mucha gente empobrecida y miserable los acaba apoyando a cambio de unos bonos y unas ayuditas disfrazadas de programas para una vida mejor. Y hasta pueden ir a votar para que el ciudadano presidente Juan Orlando Hernández siga siendo presidente de los neoliberales a perpetuidad. Esta es la patria que festejamos en este bullicioso mes de septiembre. La patria erigida a la altura y al antojo de los neoliberales.

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