viernes, 1 de julio de 2016

Almagro, camino a la derrota



Por Gustavo Espinoza M. *

Cuenta la historia que cuando Almagro -Diego- llegó por estas tierras allá por 1530, y luego de discutir agriamente con don Francisco Pizarro, debió mirar al sur, para buscar su derrotero. El Almagro de hoy -el uruguayo- sin reparar siquiera en la acogedora ciudad de Montevideo, mira hacia el norte; quizá con la idea de servir mejor a ciertos intereses que no tienen nada en común con aquellos que enarbolan los pueblos de nuestro continente. 
Almagro -el de la OEA- parece no tener conciencia que conduce un coche que no tiene destino, que marcha sin rumbo, camino a la derrota, y al servicio de quienes envilecieron la entidad colocándola servilmente a disposición del Imperio.

Con esa misma idea, y sin el menor asomo de vergüenza, hoy se vale de esa entidad derruida y maloliente para enfilar contra la Venezuela Bolivariana cuestionando dos principios básicos inherentes de cualquier diplomacia elementalmente considerada: El derecho a la auto determinación de los pueblos, y la No Injerencia en los asuntos internos de los Estados.

Vulnerando esos principios, fue que hace casi 50 años el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica sancionó a Cuba, marginándola de la Organización de los Estados Americanos, acostumbrada a la sumisión y al servilismo; la Casa Blanca de entonces incubó la idea que así podría acabar con la experiencia revolucionaria surgida victoriosamente en la Patria de Martí. 

En los hechos, su estrategia fracasó, y hoy el mundo registra tanto su derrota como su proclamada voluntad de “cambiar rumbos”. Almagro, sin embargo, no llega a darse cuenta de lo que ocurre, y persiste en los caminos trillados del pasado, esos por los que transitaron 11 Presidente de los Estados Unidos sin el más mínimo asomo de éxito. 

La denominada “Carta Democrática”, enarbolada por el Almagro de hoy contra el gobierno de Nicolás Maduro, tiene una intención completamente inversa a la que hoy se le quiere atribuir. Busca, en efecto, preservar la democracia en países en los que se diera al traste con ella para imponer en cambio un régimen “de facto”.

Ya estaba vigente –desde el 11 de septiembre del 2001- la mentada “Carta Democrática”, cuando los golpistas caraqueños derribaron temporalmente al Presidente de Venezuela, el Comandante Hugo Chávez Frías. Pero se puso en marcha el Ministerio de Colonias –como se le conoció históricamente- y optó por el silencio cómplice. Prefirió y prefirió esperar. Tuvo la ilusa idea que el régimen de Pedro Carmona -el golpista- podría consolidarse, y entonces calló. 

La Carta Democrática pudo haberse mostrado también cuando el gobierno de Manuel Zelaya, en Honduras, corría el riesgo de ser derrocado, como finalmente ocurrió. Para salvar esa democracia amenazada, el recurso que hoy pretende Almagro, habría podido ser esgrimido con legitimidad y derecho. 

También debió haberse hablado de la “Carta Democrática cuando los golpistas del Paraguay -instigados por la embajadora de los Estados Unidos a orillas del rio Guaraní-. Ellos optaron por derribar al gobierno de Fernando Lugo, haciendo uso de una conjura parlamentaria. Pero allí también se hizo Mutis en el Foro para no “perturbar la tranquilidad hemisférica”.

Brasil vivió recientemente una historia del mismo corte: los golpistas resolvieron derrocar a Dilma Rousseff haciendo uso de una “mayoría parlamentaria” ocasional, inconsistente y precaria. Pero Almagro, estaba “en otra cosa”. 

No se le ocurrió alzar la voz, ni mostrar un ápice de indignación, aunque fuera fingida. Calló en todos los idiomas y puso a buen recaudo su voluntad de acción, para no involucrarse en la defensa de los procedimientos formales de una democracia legítima. 

Pero hay otro tema: La Carta Democrática se acciona a solicitud de un gobierno legalmente constituido, amenazado por una acción sediciosa. Y no al revés. Lo que Almagro quiere, en esta circunstancia, es que se ponga en marcha contra un gobierno constitucional apoyando más bien la acción sediciosa que se impulsa para derrocarlo. En otras palabras, las liebres tras las escopetas.

Pero más allá de las consideraciones formales, hay que buscar lo que está en el fondo de las tentativas del Almagro de hoy: El buen señor busca sumarse a los esfuerzos de la reacción, en el empeño de dar al traste con el proceso liberador que hoy se vive en la patria de Bolívar. Busca preparar el camino para agredir a Venezuela de una manera más amplia y desembozada. 

En el fondo, este oscuro funcionario, descalificado ya incluso por el ex Presidente Mujica, se presta a que la Organización de Estados Americanos vuelva a jugar el triste papel que jugara en el también triste pasado, contra Cuba. 

La medida se orienta a alentar a los golpistas, a “calentar la calle”, buscando afectar al gobierno constitucional de Nicolás Maduro. Y busca “abrir brechas” en el orden constitucional venezolano. 

Almagro hace eso ahora porque cree que asoma una coyuntura regional que podría favorecer esos planes. No le preocupa que el régimen de Macri altere sustantivamente la legalidad argentina. No que Temer gobierne en Brasil rodeado de Mafiosos. Lo que le interesa es cerrar filas con todos pensando que de ese modo habrá de servir mejor, en provecho de los voraces apetitos del Imperio. 

Esto lo debemos tener muy en cuenta los peruanos. Aun hoy gobierna el Perú el Presidente Ollanta Humala quien, pese a sus evidentes errores en materia de política interior, mantuvo un rumbo más bien progresista en el plano internacional. Objetivamente, y sin mucho aspaviento, guardó un leal respaldo a Cuba, Venezuela y el proceso emancipador latinoamericano. 

Cuando en julio de este año asuma sus funciones el nuevo gobierno - Pedro Pablo Kuczynski- las cosas habrán de ser diferentes. Ya se anunció: la Cancillería Peruana buscará, a la sombra de la “Carta Democrática” de la OEA, la “concertación de algunos gobiernos” que puedan actuar al unísono contra la Venezuela Bolivariana. 

Buscará así sumar a los Macri, Temer, y otros especímenes del mismo corte, para que actúen el unísono en esta circunstancia, generando aún mayores condiciones para agredir militarmente a Venezuela. 

Alerta, entonces. Si bien la nueva administración peruana se alzará contra la Mafia interna; buscará sumar a ella en la “gesta anti bolivariana” en marcha. 

Reforzar la solidaridad con la Patria Llanera, constituye un deber ineludible. Para esa lucha, hay que estar preparados, porque finalmente esa conducta, conduce a la derrota.

* Gustavo Espinoza M., del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera 

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