viernes, 29 de julio de 2016

Exigir justicia lo permite sentir cansancio



Por Sandra Rodríguez

Hace más de cuatro meses la vida de Olivia Marcela Cáceres Zúniga, es un constante ir y venir dentro y fuera del país, aunque llega el agotamiento físico, no así las ganas de continuar exigiendo justicia por el asesinato de su madre la reconocida defensora de derechos humanos Berta Cáceres Flores el pasado 2 de marzo, en La Esperanza Intibucá, al occidente de Honduras.

La semana pasada estuvo disertando en el “Encuentro Mundial de Doctores por la Salud Global”, son personas muy comprometidas con el  proceso de liberación de latinoamericana, han estado dando su aporte con el movimiento zapatista en México y los refugiados y lisiados de la guerra en El Salvador, expresó Marcela.
Recién vuelvo de Minneapolis, Minessota, comentó en su paso por el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), fue un evento muy productivo donde logramos que otros sectores sociales de Europa y Norteamérica sigan comprometidos con el activismo por la defensa de los derechos humamos y exigir justicia por el caso de mi mamá, así mismo ejercer presión sobre el Estado de Honduras para que exija la aprobación de la ley “Berta Cáceres” en el Senado estadounidense.
El “Proyecto de Ley Berta Cáceres sobre los Derechos Humanos en Honduras”, fue introducido por un grupo de cinco demócratas, encabezados por Georgia Hank Johnson. La iniciativa propone que la asistencia sólo pueda reanudarse una vez que el Departamento de Estado verifique que el gobierno hondureño sancione a los responsables de los asesinatos de la defensora Berta Cáceres,  activistas en el valle Aguán, Julián Arístides González y Alfredo Landaverde y que se investigue el atentado contra el periodista Félix Molina. Además que se sancione a policías y militares acusados de violar derechos humanos y exima a las fuerzas armadas de labores policiales.
Marcela considera que la oportunidad fue propicia para exponer  la realidad de los y las defensoras de DDHH en Honduras, la gravedad a la que se exponen  y los procesos de resistencia de este pueblo que son muy diversos y deben ser conocidos por espacios que tienen mucha fe y esperanza en los movimientos de lucha en Centro América y movimientos indígenas del mundo desde una perspectiva de la salud que tiene que ver con todo.
“Expusimos la realidad de los ataques contra líderes indígenas lencas”, en esos días de denunció nuevas amenazas contra los líderes del Movimiento Indígena Lenca de La Paz-Honduras, MILPAH, Víctor Vásquez y Martín Gómez, quienes son miembros de la Coordinadora Indígena del Poder Popular que coordina la joven defensora.
“Esta situación preocupa a los médicos extranjeros,  es una realidad generalizada más cuando se desarrollan proyectos extractivitas y la guerra de los bienes naturales para que generen ganancias para unos pocos, empresas multinacionales y países que son potencias económicas”.
Dimensionar todo eso es muy importante para ver cómo se va orientar el trabajo a nivel mundial de los doctores humanitaritas y que tienen mucho respeto para nuestros países, agregó Marcela, hija mayor de Berta Cáceres.
Como lideresa del pueblo indígena, también está presente en las luchas locales, una de las que más afecta es la situación del mercados en la ciudad de La Esperanza, donde habita, “esa es una situación que también pone en riesgo la salud de los indígenas Lencas, quienes no les permiten acceder a un puesto dentro del mercado, sino que exponen sus productos en la vía pública y cercano a un cementerio”.
Detrás del conflicto del mercado ancestral Lenca, incendiado hace varios años  y reconstruido por la municipalidad, hay interés económicos locales de parte de funcionarios públicos de Intibucá, son casos que aún no salen a la luz, pues en el nuevo mercado hay funcionarios que se apropian o alquilan puestos desalojando a los indígenas que desde sus ancestros se ubican en esos puestos de comercio, denunció la defensora.
Y esa problemática de corrupción e impunidad que impera en el país es seguido a nivel internacional, afirma Marcela, pues no solamente por el asesinato de mi mamá, sino por los escándalos recientes de corrupción y la extradiciones, por eso es que se dan estos espacios para  que expongamos la situación que vivimos.
Es por eso, que el pueblo estadounidense tiene derecho a conocer como se invierte el dinero que ellos dan con sus impuestos, el impacto negativo para ellos, los proyectos que se instauran en su país y son financiados por sus Gobierno, eso tiene efecto no sólo en Latinoamérica, en Honduras que es un punto geográfico estratégico  para el imperialismo. Con su dinero se está financiando sangre.
Nosotros hemos expuesto el entrenamiento de tropas extranjeras, la colombianización de la sociedad, el vínculo entre el gobierno de EEUU con funcionarios públicos hondureños, que se ha acrecentado en el marco del golpe de Estado, y ahora con la Invisibilización del papel del gobierno estadounidense en el asesinato de defensores  de DDHH y con el financiamiento que ese gobierno da a estos países, continuó la defensora.
Generalmente cuando llego al extranjero la gente quiere saber ¿Quién era mi mamá? ¿Cuál era la labor que hacía? ¿Cuál es el legado que dejó? ¿Cómo eso ha impactado en la población hondureña? y si hay esfuerzos de articulación en el movimiento social en vista a un camino de lucha más efectivo y contundente frente a todas estas políticas neoliberales de exterminio y  persecución contra nuestros pueblos, compartió.
La juventud es el mejor ejemplo de lucha
Marcela está segura, que en la actualidad su madre estaría junto a los estudiantes universitarios, apoyándolos y preocupada por la situación que enfrentan en la defensa de la autonomía, la educación pública y la desmilitarización.
“Recuerdo que hace años, en el marco del golpe de Estado, no estábamos en las manifestaciones, sino que vimos por las noticias que lo estudiantes se enfrentan contra policías y militares que estaban violentando la autonomía, ella me dijo: pobrecitos estos cipotes, lástimas que tenemos estos adultos que son tan cobardes, ya me voy para Tegucigalpa a acompañarlos” estoy segura que ella estaría involucrada en todas las luchas de resistencia contra las mineras en Azacualpa, en Olancho, Yoro, y en todas las universidades.
Mientras tanto el espíritu de la defensora de los bienes comunes del pueblo Lenca, Berta Cáceres, al igual que su energía y fuerza nos siguen acompañando por lo que es importante tenerla presente y reivindicar su memoria en todas las luchas, manifestó su hija.
Volviendo a la realidad nacional, ella considera que todo lo que se refleja en Honduras, no solo es la violencia capitalista, sino el sistema racista, clasista y patriarcal que se impone sobre nuestras poblaciones y territorios que  nos asesinan, hostigan y persiguen en completa impunidad.
Por lo que el trabajo como activista de derechos humanos, no solo es el extranjero, sino que viene desde la práctica local a cargo de la CINPH, con la que trabaja en las bases indígenas, con jóvenes, mujeres, niños, hombres y el asesoramiento de los mayores.
“Vamos arreciar nuestro esfuerzo en un espacio colectivo, donde cada integrante aporta al proceso de lucha y seguiremos haciendo un trabajo de base muy fuerte porque desde nuestra perspectiva de poder popular indígena Lenca es donde surge el poder del pueblo organizando a la población, no quedarnos solo en la convocatoria y opinando por redes sociales no es suficiente”.
Hay que hacer procesos alternativos de vida, lucha y exigencia, ir construyendo de manera local, transformando el entorno, porque no somos súper héroes, pero como seres humanos organizados empezaremos desde lo local, dando lugar al relevo generacional, con completa tolerancia, un movimiento muy integral y amplio.
Ella considera trascendental aprovechar la energía especial e importante de la juventud, reflejada en estos momentos en la comunidad estudiantil, que se ha unido, llevado, movilizado y crecido con tolerancia, todo eso debe ser un ejemplo a seguir en la diversidad de resistencias de nuestro país, para que algún día logremos ese desafío histórico de movimientos sociales de articularnos en una agenda común.
“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica, la mayoría de integrantes del CINPH son jóvenes, provenientes de 200 comunidades aglutinadas, ellos dan un aporte valioso”.
Y ese relevo generacional es lo que permitió que Marcela, una mujer joven, represente una institución que lucha por los derechos del pueblo indígena Lenca, como lo hace su padre Salvador Zúniga, y lo hizo hasta el momento de su asesinato Bertita. Iguales pasos de defensoría siguen sus hermanas Bertha Isabel y Laura, además su hermano menor Salvador.
Marcela destaca, que la apuesta en la juventud se refleja en que la sub coordinadora de la CIPNH, y miembros de la comisión de tesorería, comunicaciones y otros representantes son jóvenes, quienes cuentan con el apoyo de un concejo de ancianos y un grupo asesor político.
¿A quiénes se enfrentan los defensores de los bienes comunes? Nos enfrentamos a los empresarios nacionales y locales, funcionarios públicos alcaldes, diputados, representantes sumamente agresivos del presidente de la República, ellos hostigan y amenazan, mandan a sus turbas para que agredan a las personas que luchan por sus derechos, respondió la joven.
Agregó que, se enfrentan a las multinacionales y transnacionales que están saqueando nuestros territorios. La banca internacional e instituciones financieras que no manifiestan su nombre, pero aparecen funcionarios públicos dando la cara por ellos; detrás de ellos hay monstruos de poder económico.
“Ante ellos tenemos que dar una batalla, inteligente, organizada, coherente y cercana a las exigencias, necesidades e intereses del pueblo”.
De mi parte, expresó la defensora de DDHH, a pesar del cansancio físico muy exhaustivo desde del asesinato de mi mamá, estoy con toda la disposición, fuerza y energía  de seguir luchando con más convicción, fuerza y más claridad política, por lo que la semilla de Berta sigue presente.
Con estas palabras, Olivia Marcela Zúniga Cáceres, vuelve a tomar su pequeño equipaje, que la acompañó en su participación en el encuentro mundial con Doctores de la Salud Global, y continuó hacia su próxima estación en Siguatepeque,  donde defensores del COFADEH, la  acercaron a su casa en La Esperanza Intibucá.

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