martes, 12 de julio de 2016

Brexit (y champán)


Rebelión

Por Jacques Sapir *

La votación del jueves 23 de junio tiene importancia histórica. Es un gran momento para la democracia. Al votar los británicos en un 51,9% por salir de la Unión Europea han dado una lección de democracia al mundo, y probablemente han cambiado también nuestro futuro.
Una lección de democracia

Esta lección de democracia, se aprecia en varios niveles; en primer lugar en la disposición del primer ministro británico, David Cameron, que admitió que posiciones divergentes se expresarán en su propio partido (partido conservador) y en su propio gobierno. Del mismo modo hay que saludar la madurez de los votantes británicos, que legítimamente conmocionados por la tragedia que representó el asesinato de Jo Cox, no se dejaron abrumar por la emoción y mantuvieron sus posiciones por la salida de la UE.

Por supuesto, no todo fue perfecto en esta campaña. Ha habido excesos y mentiras, como las del Ministro de Hacienda George Osborne [1], que con licencia de Bruselas, anunció una catástrofe. Aunque la cobertura de los medios fue sesgada a favor de la permanencia, fue menos de lo que habría ocurrido si dicha votación se hubiera llevado a cabo en Francia [2].

Es notable cómo la comunidad financiera realizó una campaña histérica para que el Reino Unido siguiera perteneciendo a la UE. Estos círculos tienen un solo interés, el dinero. Pero los votantes no se dejaron impresionar ni por el dinero ni por los argumentos de autoridad que se vertían en los medios de comunicación.

El éxito de la salida en el referéndum, puede ser comparado con el éxito del no en el referéndum sobre el proyecto de Constitución Europea en Francia en 2005. En ambos casos, el electorado y los trabajadores resistieron la presión de los periodistas de pago y de las autoproclamadas élites. Y el nuevo líder laborista del Reino Unido, Jeremy Corbyn, que hizo campaña para que seguir en la UE, ha sido repudiado por una parte significativa de sus votantes.

Los dos referéndums reflejan la vitalidad de los sentimientos democráticos en ambos lados del canal. Por otra parte, el referéndum británico es un verdadero golpe para el Presidente de los Estados Unidos, que viajó a Gran Bretaña hace unas semanas para invitar a los votantes a permanecer en la Unión Europea; este hecho refleja cuál es la verdadera naturaleza de la UE.

Por último, en esta lección de democracia, David Cameron se ha comprometido a respetar la decisión del pueblo británico, y del procedimiento legal de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Una vez más, este hecho contrasta fuertemente con el comportamiento de las élites políticas francesas que han negado constantemente a ejecutar la decisión de los votantes por el NO a la Constitución europea.

La negación de la realidad

Esta lección de democracia tendrá consecuencias importantes para el futuro. No tanto consecuencias financieras. Las turbulencias en los mercados financieros tendrán una duración de unos pocos días y luego se calmarán cuando los operadores adviertan que la votación no interrumpirá el flujo de bienes o de servicios. Si uno cree que las estadísticas económicas a Noruega y Suiza que no son miembros de la UE no les va nada de mal. Las consecuencias más importantes son, obviamente, políticas.

Hay que recordar que esta es la primera vez que un país miembro de la UE (antes Comunidad Económica Europea) toma la decisión democrática de separarse de esta institución. El impacto de esta medida será considerable. El efecto de imitación, ya lo podemos ver que en otros países, como Dinamarca , Francia o los Países Bajos. La votación está dando ideas a los diferentes partidos euroescépticos.

Más allá de la victoria de los llamados populistas (el M5S de Beppe Grillo) en las elecciones locales italianas, o el fracaso del candidato del partido de la libertad en las elecciones presidenciales en Austria hay de hecho una forma de rebelión contra la Unión Europea. Este sentimiento está acreditado por un estudio realizado por el Centro de Investigación PEW- que nos mostró cómo las opiniones adversas a la UE superan a las opiniones favorables en 4 países: España, Grecia, Francia y el Reino Unido [3].

El voto británico no se produce por casualidad, pone en evidencia la magnitud de la negación de la realidad que practican las élites Europeas, para quienes el resultado de la votación no debería haber sido una sorpresa. La política de la negación, siendo lo que es, cuestiona seriamente a las personas que han llevado a cabo estas opciones.

Por tanto, es probable que estamos asistiendo, en las próximas semanas, una intensa campaña de estas élites políticas. Pero los hechos son tozudos: ningún compromiso hacia una mayor federalismo o más opciones supranacionales tendrán resultado. Sólo producirán más resistencia por parte de la ciudadanía. Es de esperar que se encuentran una solución rápida, ya que en caso contrario esta resistencia podría tomar formas violentas.

El voto británica nos lleva a la convicción que hay que implementar otro proyecto europeo. La lógica y el sentido común nos dicen que tomemos nota; es necesario el retorno a formas más respetuosas de la soberanía y de la democracia en las naciones que conforman Europa.

Callejones sin salida y la importancia de la izquierda en la lucha por la soberanía

Hay una última lección. La victoria de la salida fue posible en Gran Bretaña porque una parte del electorado del Partido Laborista ha votado en contra de las instrucciones dadas por la dirección de su partido. Esto lleva a dos observaciones.

La primera es el grado de ceguera de las direcciones de los partidos socialdemócratas que se niegan a admitir que las consecuencias prácticas de la UE son negativas para las clases populares. Y que los tratados europeos han sido el caballo de Troya de la desregulación y la financiarización de las economías nacionales.

Continuar hoy pretendiendo cambiar la UE desde el interior para mantener un discurso sobre Europa social es una mentira como un callejón sin salida. Esta mentira debe ser denunciada sin descanso si queremos que quede un día en un punto muerto.

El segundo punto es la importancia de una votación que se puede llamar soberanista de un electorado tradicionalmente de izquierda. Este electorado no se dejó manipular a través de las mediaciones políticas. En Gran Bretaña, los comités de base del Partido Laborista eran críticos con la decisión cupular que apoyaba seguir en la UE. En este caso, hay que destacar la importancia que tienen la autonomía de organización del electorado de izquierda que se expresa por opciones soberanistas.

Notas




* Jacques Sapir es economista francés.

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