sábado, 30 de julio de 2016
El neoliberalismo se pone al día
Los sociólogos nos ayudan a entender un poco más la actual fase del Neoliberalismo el cual viene caracterizado porque desmonta el Estado de Bienestar social, promueve la criminalización de la política y el “discurso del miedo” como un mecanismo de control social. Se da una especie de obsesión con la violencia criminal, las políticas represivas, la persistencia del colonialismo cultural y el control social: son los principales medios que está utilizando el neoliberalismo.
La violencia criminal es una de las mayores preocupaciones de la sociedad actual porque es una de las mejores maneras para ejercer el control social sobre los sectores populares criminalizando las estrategias de sobrevivencia de los pobres. Esta fase del neoliberalismo viene caracterizada porque hay mucha pobreza y desempleo, siendo la “criminalización” una estrategia muy eficaz, llegando inclusive a criminalizar a la izquierda. Lo criminal es un fetiche porque encubre la conflictividad social que está por detrás de todo ello. Es una estrategia tan eficaz que llega inclusive a criminalizarse la política, convirtiéndose en el principal eje de la política pues ni siquiera se discute un “proyecto de país”.
Otro elemento que caracteriza el momento actual es el “discurso del miedo”. Normalmente es promovido por los sectores más favorecidos de la sociedad. Viendo los datos del “Observatorio de la violencia” y sus estadísticas la gente que muere y es asesinada es aquella a la que se tiene más miedo. El peligro y la posibilidad de sufrir la violencia se encuentra mucho más en las colonias, “zonas calientes” y barrios de la periferia que en los barrios de los ricos. Pero son, curiosamente, los sectores más ricos quiénes respaldan el discurso que convierte al pueblo en un “extraño” y un peligro.
Esa estrategia tiene un origen europeo y comenzó con la colonización. Es un discurso contra el pueblo y la ciudadanía; y se utiliza también contra las minorías, los grupos originarios y afrodescendientes. Los discursos del miedo se acentúan siempre que hay “Un protagonismo popular”. Se construye un imaginario según el cual se inculca que el “protagonismo popular” va a crear caos y desorden. Se plantea en ese momento la dualidad “civilización o barbarie”, “desarrollo o atraso económico”. Es una estrategia que se construye siempre que hay confrontación política y la posibilidad de que las fuerzas populares pueden conseguir el poder. El miedo al caos, al desorden, a los violentos, desestabilizadores, a los pasamontañas, a los que no respetan las leyes y el orden es una construcción que viene de lejos.
El “discurso del miedo” tiene gran atractivo y apoyo no solamente por parte de los sectores acomodados de la sociedad. En momentos de complejidad social es fácil identificar el “peligro como viniendo de fuera y culpabilizar a alguien”. Más allá de la función que realizan los medios de comunicación, la política criminal de las drogas impuesta por Estados Unidos desempeña un papel fundamental y es también una forma de educación y domesticación. Se construye la figura del narcotraficante como el “gran enemigo”, pero mirando las cosas de cerca se constata que la venta por menudeo es realizado por jóvenes sin mayor organización. Pero ese discurso hace posible que se instaure un sistema para el control de los barrios y colonias más pobres. El discurso de la lucha contra las drogas legitima la violencia contra determinados sectores sociales: en especial legitima una espiral de violencia en constante crecimiento.
La “política penal” es la gran política social del neoliberalismo: aumenta el tratamiento de la penalización de los problemas sociales; no solamente incrementa la población carcelaria sino que consigue una adhesión al poder del castigo, una fe ciega en que la política penal puede resolver los problemas sociales. Si hay un problema agrario aumentan las penas para los crímenes vinculados al modelo agrario; si hay un problema en la universidad aumenta la penalización de los líderes universitarios. El Neoliberalismo se fundamenta en políticas sociales penales: disuelve el Estado de Bienestar y desarrolla un tratamiento de la pobreza a partir de la política penal.
Los medios de comunicación realizan una tarea educativa que va modelando una visión muy explícita de la amenaza del peligro. El monopolio mediático, llamado por algunos como el “capitalismo video-financiero”, desarrolla una educación comunicacional, subjetiva del lenguaje que juntamente con los periódicos logran una influencia política poderosa. Esa construcción de que el gran enemigo son los jóvenes de las periferias urbanas es una especie de “pena de muerte natural”.
El discurso del miedo al crimen es un fenómeno continental que produce legislaciones, aumento de las penas, crecimiento de las cárceles para los pobres, el negocio de las compañías de seguridad… Poco a poco se ha ido generando una mentalidad según la cual se legitima que los ricos se atrincheren en urbanizaciones residenciales, una especia de “modelo de seguridad total” implementado contra el vecino, el extraño o el descartado social.
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